I
UN
BALANCE A 15 AÑOS DE SU IMPLEMENTACIÓN
Oto Higuita
ALAI AMLATNA, 03/02/2016.- El Plan Colombia, estrategia antinarcóticos y contrainsurgente, es presentado al mundo y al país como un éxito militar y político. Nada más falaz, si tenemos en cuenta el daño y tragedia causado a la población civil durante el conflicto armado de más de cinco décadas.
En primer lugar, un balance sobre el Plan Colombia debe hacerse teniendo en cuenta no solo los intereses de los que lo diseñaron e implementaron, las elites en el poder en Colombia y los Estados Unidos, quienes hoy nos recuerdan sus éxitos; sino también los intereses y la voz de las víctimas de un largo conflicto armado que causó centenares de miles de asesinatos, desaparecidos, secuestrados, violados/as y millones de desplazados.
Segundo, si bien el Plan Colombia se implementó en una primera fase como una estrategia para combatir el tráfico de drogas ilícitas y reducir el flujo y los cultivos de coca al 50% durante sus primeros 6 años (1999 – 2005); además de mejorar la seguridad retomando las áreas controladas por grupos armados ilegales; en el informe presentado por la Oficina de Contabilidad del Gobierno de Estados Unidos(GAO) al Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Joe Biden en el 2008, se afirma que este objetivo no se cumplió, y que había que darle un nuevo impulso. http://www.gao.gov/products/GAO-09-71
Esta estrategia de guerra fue concebida durante los períodos presidenciales de Andrés Pastrana (1998-2002) y Bill Clinton (Estados Unidos 1997-2001), para poner fin a las amenazas a la democracia que plantea el tráfico de drogas y el terrorismo, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, restablecer el control del Estado y la legitimidad en áreas de importancia estratégica previamente dominadas por grupos armados ilegales, a través de un enfoque por fases que combina seguridad, lucha contra el narcotráfico, y las iniciativas de desarrollo económico y social. http://go.usa.gov/3AvWC
Por eso hacer el balance sobre su impacto y resultados, no sólo debe tener en cuenta el inmenso costo del mismo, 10 billones de dólares, o el debilitamiento de la insurgencia de que hablan los estrategas que lo diseñaron; es fundamental contar, además, con la voz de las millones de víctimas que la guerra causó y donde el Plan Colombia fue determinante. http://goo.gl/eeOWvJ
Antecedentes del Plan Colombia
Los antecedentes del Plan están en el cambio de la correlación de fuerzas entre insurgencia y Estado ocurrida a partir de la segunda mitad de los años 90. La presidencia de Andrés Pastrana (1998-2002) se dio en un contexto de ofensiva de las guerrillas de las FARC, que lo llevaron a iniciar los diálogos del Caguán durante su gobierno buscando ganar tiempo para diseñar el Plan Colombia, con la ayuda y asesoría de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos.
Aquel momento de preocupación que se vivía entre las elites en el poder, lo registró así la prensa: “La segunda mitad de la década de los años 90 fue, tal vez, la más aciaga de las etapas que han padecido las Fuerzas Armadas de Colombia. Se vivieron la tomas de Mitú, capital de Vaupés, que duró tres días en poder de las FARC, donde fueron asesinados 20 policías y secuestrados 81; la masacre de Puerres (Nariño), con 31 soldados asesinados en septiembre de 1996; de la vereda El Billar, Cartagena del Chairá (Caquetá), en marzo de 1998 con 64 soldados muertos, 19 heridos y 43 secuestrados, y la toma del cerro de Patascoy (Nariño) el 21 de diciembre de 1997, con 11 militares muertos y 18 secuestrados.” http://goo.gl/eeOWvJ
Ante esta delicada situación, las élites en el poder alcanzan un amplio consenso sobre la necesidad de reorganizar, fortalecer y pedir asesoría, entrenamiento y ayuda militar de los Estados Unidos para contener el avance de la guerrillera y buscar su derrota.
Para Pastrana y sus asesores del Pentágono el objetivo principal con los diálogos era frenar el avance de la guerrilla, retomar el control de amplios territorios cambiando el balance de fuerzas, superando la desmoralización de las tropas. De ahí el contenido contrainsurgente del Plan y la importancia de ganar tiempo, mientras se fortalecían y dotaban de más y mejores equipos de guerra las Fuerzas Armadas, que en adelante aparecerían ante la opinión y el país rejuvenecidas por una campaña publicitaria e ideológica permanente, lanzada a través de los grandes medios de comunicación y agencias de inteligencia, mostrándolas como los verdaderos héroes de la patria y las garantes de la seguridad de todos los colombianos. Al tiempo que se utilizaba la misma campaña para lanzar una ofensiva publicitaria de desprestigio y guerra sucia contra la insurgencia, que generara en el imaginario público la idea de que aquellas guerrillas históricas, ahora eran unos simples narcoterroristas que habían perdido su norte político y la condición originaria de rebeldes en armas, contra un Estado opresor.
El ex presidente Pastrana mismo ha reconocido en innumerables ocasiones que el objetivo con los diálogos no era la paz con las guerrillas, sino el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y la recuperación del terreno perdido ante el avance sostenido y en progreso de éstas.
Para la guerrilla los diálogos se rompieron por la falta de decisión y voluntad política del Estado y sus Fuerzas Armadas en contener el paramilitarismo que se expandía por el país. Pero habría que preguntarse si al Estado en aquel momento le convenía deshacerse de una aliado estratégico como el paramilitarismo, que llevó a cabo la misión de generar terror como ningún otro ejército podía hacerlo, en las bases y apoyos de la guerrilla (población civil). De ahí el apoyo y asesoría por parte de las Fuerzas Armadas estatales al paramilitarismo, permitiéndole desarrollar las operaciones de guerra sucia y terrorismo contra la población. Que como se vio durante los años siguientes, sembró de muerte y desolación campos y ciudades.
Sin duda, al conocer que su enemigo histórico en realidad se estaba preparando militarmente para enfrentarlas, a través de una estrategia integral contrainsurgente, pensar que los diálogos se iban a sostener era ingenuo.
La CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado en el diseño del Plan Colombia
En un amplio artículo publicado por The Washington Post de diciembre del 2013, se explica y describe con detalle el papel de la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado y las agencias de inteligencia estadounidenses en la guerra en Colombia. Allí se afirma, con base en entrevistas a altos funcionarios estadounidenses y colombianos, cómo a través de un programa de operación encubierta, la CIA ayudó a las Fuerzas Armadas colombianas a asesinar más de 20 comandantes de la guerrilla. Los fondos de donde proviene la financiación de la operación encubierta,“ un multimillonario presupuesto para operaciones secretas [que]no hace parte del paquete de $ 9,000,000,000 de dólares de la mayoría de ayuda militar de EE.UU. del llamado Plan Colombia”. http://goo.gl/uPvYwO
La operación encubierta consiste en proporcionar dos servicios esenciales: inteligencia en tiempo real que permite ubicar los líderes de las FARCy el ELN, y, a partir de 2006, una herramienta particularmente eficaz con la que matarlos. Una bomba convencional de 500 libras con un equipo de orientación con Sistema GPS de $ 30.000 dólares que la transforma en una bomba inteligente de alta precisión. Las bombas inteligentes, también llamadas munición guiada de precisión o PGM, son capaces de matar a una persona en la selva densa y tupida si su ubicación exacta puede ser determinada y las coordenadas programadas en el cerebro pequeño de la computadora de la bomba.
De esta forma, se afirma en el artículo, fueron asesinados altos mandosde la guerrilla como Raúl Reyes en el 2008, en Ecuador, hecho que desató un conflicto diplomático entre el gobierno de Álvaro Uribe y el de Rafael Correa; el Negro Acacio, Martín Caballero, y decenas de mandos medios y combatientes.
Para asegurarse de que los militares colombianos no harían un mal uso de las bombas, los agentes de inteligencia “aparecieron con una solución novedosa. La CIA mantendría el control de la clave cifrada insertada en la bomba, que descifraba las comunicaciones con los satélites GPS de tal forma que pudieran ser leídos por los ordenadores de la bomba. La bomba no podía alcanzar su objetivo sin la clave. Los colombianos tendrían que pedir la aprobación para algunos objetivos, y si hacían mal uso de las bombas, la CIA podría negar la recepción de GPS para uso futuro.”
Sin embargo, el artículo del The Washington Post no suministra información del impacto de esa guerra fallida contra las drogas, de más de 40 años, que se inició desde los años 70 durante el gobierno de Richard Nixon contra la población campesina y civil; ni sobre los bombardeos indiscriminados y fumigaciones de cultivos de pan coger, que sigue empleando el ejército que fortalecieron con la ayuda, asesoría y entrenamiento militar, a través del Plan Colombia, causando terror sobre poblaciones que sufren por no tener otra alternativa de subsistencia que cultivos de coca, y de vivir en territorios en disputa militar.
Nadie duda de la participación e injerencia abierta y directa del gobierno de los Estados Unidos en el largo conflicto armado. Los beneficios son mutuos: defender un aliado como Colombia para seguir con el TLC, la extracción de petróleo, carbón, oro, minerales estratégicos, adquisición de materias primas a bajo costo, asegurar la inversión de capitales extranjeros, mantener las siete bases militares en abierta violación a la soberanía y sin consulta previa a la ciudadanía, y buscar estabilizar y terminar con una guerra de guerrillas que no pudo derrotar, aunque sí cambiar la correlación de fuerzas y llegar a un consenso con sus aliados colombianos, para establecer unos diálogos de paz que pongan fin al conflicto armado.
En un país que aún no transita de la guerra a la paz, la reconciliación y normalización de la vida democrática, no hay mucho para celebrar, menos cuando sigue siendo una de las sociedades más desiguales del mundo, donde la brecha entre ricos y pobres en lugar de disminuir aumenta. http://goo.gl/e3v2UM
En cambio el informe ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad, del Centro Nacional de Memoria histórica, si entrega cifras. Allí se indica que entre 1958 y el 2012 murieron 220.000 personas como consecuencia del conflicto armado, de los cuales 180.000 eran civiles; 25 mil fueron desaparecidos; 27 mil secuestrados; casi 6 millones desplazados de sus tierras y expropiados de sus bienes; y más de 5 mil fueron asesinados, mal llamados falsos positivos, (http://goo.gl/FPwORV) por las Fuerzas Armadas y reportados como guerrilleros caídos en combate. http://goo.gl/sjiYFC
Si se tiene en cuenta los intereses políticos, económicos y militares de los autores del Plan, Estado Unidos y la elite dominante colombiana, éste arroja un resultado bastante positivo, a pesar de su prolongación en el tiempo, el elevado costo, y una guerrilla debilitada.
Pero si se consideran los intereses de la población afectada, principalmente campesinos pobres, comunidades afro e indígenas y sectores urbanos empobrecidos y desplazados, el Plan Colombia significa una trágica y horrorosa experiencia una vez que sus derechos fueron vulnerados, perdieron sus seres queridos, sus tierras, sus bienes, además de haber soportado el sufrimiento y horror de la guerra.
Para lograr una verdadera reconciliación entre toda la familia colombiana, algo muy probable hoy, se requiere como condición que todos los que causaron, apoyaron y asesoraron la guerra asuman su responsabilidad histórica, contando la verdad de lo que pasó con las múltiples y sistemáticas violaciones de los Derechos Humanos, restituyendo el honor y dignidad a millones de víctimas de comunidades campesinas, afros, indígenas, trabajadores, estudiantes, profesores, intelectuales, sindicalistas, defensores de Derechos Humanos, reparando sus pérdidas materiales, devolviendo sus tierras, y comprometiéndose a nunca más permitir esta larga noche de horror.
Por eso los autores y estrategas del Plan Colombia, no podrán salir de más de cinco décadas de guerra en Colombia con las manos limpias, las tienen manchadas con la sangre de miles de ciudadanos colombianos inocentes.
Un acuerdo de paz para que sea estable y duradero pasa por un compromiso serio con la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.
Celebremos cuando el fin de la guerra sea un hecho real y con ella culmine la larga noche de terror. La reconciliación sea el camino que conduzca a una paz estable y duradera, y a la construcción de la justicia social.
- Oto Higuita es Licenciado en Historia Económica de la Universidad de Estocolmo, Historiador y ensayista. Vocero de Marcha Patriótica Antioquia - oto.higuita@gmail.com
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/175208
ALAI AMLATNA, 03/02/2016.- El Plan Colombia, estrategia antinarcóticos y contrainsurgente, es presentado al mundo y al país como un éxito militar y político. Nada más falaz, si tenemos en cuenta el daño y tragedia causado a la población civil durante el conflicto armado de más de cinco décadas.
En primer lugar, un balance sobre el Plan Colombia debe hacerse teniendo en cuenta no solo los intereses de los que lo diseñaron e implementaron, las elites en el poder en Colombia y los Estados Unidos, quienes hoy nos recuerdan sus éxitos; sino también los intereses y la voz de las víctimas de un largo conflicto armado que causó centenares de miles de asesinatos, desaparecidos, secuestrados, violados/as y millones de desplazados.
Segundo, si bien el Plan Colombia se implementó en una primera fase como una estrategia para combatir el tráfico de drogas ilícitas y reducir el flujo y los cultivos de coca al 50% durante sus primeros 6 años (1999 – 2005); además de mejorar la seguridad retomando las áreas controladas por grupos armados ilegales; en el informe presentado por la Oficina de Contabilidad del Gobierno de Estados Unidos(GAO) al Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Joe Biden en el 2008, se afirma que este objetivo no se cumplió, y que había que darle un nuevo impulso. http://www.gao.gov/products/GAO-09-71
Esta estrategia de guerra fue concebida durante los períodos presidenciales de Andrés Pastrana (1998-2002) y Bill Clinton (Estados Unidos 1997-2001), para poner fin a las amenazas a la democracia que plantea el tráfico de drogas y el terrorismo, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos, restablecer el control del Estado y la legitimidad en áreas de importancia estratégica previamente dominadas por grupos armados ilegales, a través de un enfoque por fases que combina seguridad, lucha contra el narcotráfico, y las iniciativas de desarrollo económico y social. http://go.usa.gov/3AvWC
Por eso hacer el balance sobre su impacto y resultados, no sólo debe tener en cuenta el inmenso costo del mismo, 10 billones de dólares, o el debilitamiento de la insurgencia de que hablan los estrategas que lo diseñaron; es fundamental contar, además, con la voz de las millones de víctimas que la guerra causó y donde el Plan Colombia fue determinante. http://goo.gl/eeOWvJ
Antecedentes del Plan Colombia
Los antecedentes del Plan están en el cambio de la correlación de fuerzas entre insurgencia y Estado ocurrida a partir de la segunda mitad de los años 90. La presidencia de Andrés Pastrana (1998-2002) se dio en un contexto de ofensiva de las guerrillas de las FARC, que lo llevaron a iniciar los diálogos del Caguán durante su gobierno buscando ganar tiempo para diseñar el Plan Colombia, con la ayuda y asesoría de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos.
Aquel momento de preocupación que se vivía entre las elites en el poder, lo registró así la prensa: “La segunda mitad de la década de los años 90 fue, tal vez, la más aciaga de las etapas que han padecido las Fuerzas Armadas de Colombia. Se vivieron la tomas de Mitú, capital de Vaupés, que duró tres días en poder de las FARC, donde fueron asesinados 20 policías y secuestrados 81; la masacre de Puerres (Nariño), con 31 soldados asesinados en septiembre de 1996; de la vereda El Billar, Cartagena del Chairá (Caquetá), en marzo de 1998 con 64 soldados muertos, 19 heridos y 43 secuestrados, y la toma del cerro de Patascoy (Nariño) el 21 de diciembre de 1997, con 11 militares muertos y 18 secuestrados.” http://goo.gl/eeOWvJ
Ante esta delicada situación, las élites en el poder alcanzan un amplio consenso sobre la necesidad de reorganizar, fortalecer y pedir asesoría, entrenamiento y ayuda militar de los Estados Unidos para contener el avance de la guerrillera y buscar su derrota.
Para Pastrana y sus asesores del Pentágono el objetivo principal con los diálogos era frenar el avance de la guerrilla, retomar el control de amplios territorios cambiando el balance de fuerzas, superando la desmoralización de las tropas. De ahí el contenido contrainsurgente del Plan y la importancia de ganar tiempo, mientras se fortalecían y dotaban de más y mejores equipos de guerra las Fuerzas Armadas, que en adelante aparecerían ante la opinión y el país rejuvenecidas por una campaña publicitaria e ideológica permanente, lanzada a través de los grandes medios de comunicación y agencias de inteligencia, mostrándolas como los verdaderos héroes de la patria y las garantes de la seguridad de todos los colombianos. Al tiempo que se utilizaba la misma campaña para lanzar una ofensiva publicitaria de desprestigio y guerra sucia contra la insurgencia, que generara en el imaginario público la idea de que aquellas guerrillas históricas, ahora eran unos simples narcoterroristas que habían perdido su norte político y la condición originaria de rebeldes en armas, contra un Estado opresor.
El ex presidente Pastrana mismo ha reconocido en innumerables ocasiones que el objetivo con los diálogos no era la paz con las guerrillas, sino el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y la recuperación del terreno perdido ante el avance sostenido y en progreso de éstas.
Para la guerrilla los diálogos se rompieron por la falta de decisión y voluntad política del Estado y sus Fuerzas Armadas en contener el paramilitarismo que se expandía por el país. Pero habría que preguntarse si al Estado en aquel momento le convenía deshacerse de una aliado estratégico como el paramilitarismo, que llevó a cabo la misión de generar terror como ningún otro ejército podía hacerlo, en las bases y apoyos de la guerrilla (población civil). De ahí el apoyo y asesoría por parte de las Fuerzas Armadas estatales al paramilitarismo, permitiéndole desarrollar las operaciones de guerra sucia y terrorismo contra la población. Que como se vio durante los años siguientes, sembró de muerte y desolación campos y ciudades.
Sin duda, al conocer que su enemigo histórico en realidad se estaba preparando militarmente para enfrentarlas, a través de una estrategia integral contrainsurgente, pensar que los diálogos se iban a sostener era ingenuo.
La CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado en el diseño del Plan Colombia
En un amplio artículo publicado por The Washington Post de diciembre del 2013, se explica y describe con detalle el papel de la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado y las agencias de inteligencia estadounidenses en la guerra en Colombia. Allí se afirma, con base en entrevistas a altos funcionarios estadounidenses y colombianos, cómo a través de un programa de operación encubierta, la CIA ayudó a las Fuerzas Armadas colombianas a asesinar más de 20 comandantes de la guerrilla. Los fondos de donde proviene la financiación de la operación encubierta,“ un multimillonario presupuesto para operaciones secretas [que]no hace parte del paquete de $ 9,000,000,000 de dólares de la mayoría de ayuda militar de EE.UU. del llamado Plan Colombia”. http://goo.gl/uPvYwO
La operación encubierta consiste en proporcionar dos servicios esenciales: inteligencia en tiempo real que permite ubicar los líderes de las FARCy el ELN, y, a partir de 2006, una herramienta particularmente eficaz con la que matarlos. Una bomba convencional de 500 libras con un equipo de orientación con Sistema GPS de $ 30.000 dólares que la transforma en una bomba inteligente de alta precisión. Las bombas inteligentes, también llamadas munición guiada de precisión o PGM, son capaces de matar a una persona en la selva densa y tupida si su ubicación exacta puede ser determinada y las coordenadas programadas en el cerebro pequeño de la computadora de la bomba.
De esta forma, se afirma en el artículo, fueron asesinados altos mandosde la guerrilla como Raúl Reyes en el 2008, en Ecuador, hecho que desató un conflicto diplomático entre el gobierno de Álvaro Uribe y el de Rafael Correa; el Negro Acacio, Martín Caballero, y decenas de mandos medios y combatientes.
Para asegurarse de que los militares colombianos no harían un mal uso de las bombas, los agentes de inteligencia “aparecieron con una solución novedosa. La CIA mantendría el control de la clave cifrada insertada en la bomba, que descifraba las comunicaciones con los satélites GPS de tal forma que pudieran ser leídos por los ordenadores de la bomba. La bomba no podía alcanzar su objetivo sin la clave. Los colombianos tendrían que pedir la aprobación para algunos objetivos, y si hacían mal uso de las bombas, la CIA podría negar la recepción de GPS para uso futuro.”
Sin embargo, el artículo del The Washington Post no suministra información del impacto de esa guerra fallida contra las drogas, de más de 40 años, que se inició desde los años 70 durante el gobierno de Richard Nixon contra la población campesina y civil; ni sobre los bombardeos indiscriminados y fumigaciones de cultivos de pan coger, que sigue empleando el ejército que fortalecieron con la ayuda, asesoría y entrenamiento militar, a través del Plan Colombia, causando terror sobre poblaciones que sufren por no tener otra alternativa de subsistencia que cultivos de coca, y de vivir en territorios en disputa militar.
Nadie duda de la participación e injerencia abierta y directa del gobierno de los Estados Unidos en el largo conflicto armado. Los beneficios son mutuos: defender un aliado como Colombia para seguir con el TLC, la extracción de petróleo, carbón, oro, minerales estratégicos, adquisición de materias primas a bajo costo, asegurar la inversión de capitales extranjeros, mantener las siete bases militares en abierta violación a la soberanía y sin consulta previa a la ciudadanía, y buscar estabilizar y terminar con una guerra de guerrillas que no pudo derrotar, aunque sí cambiar la correlación de fuerzas y llegar a un consenso con sus aliados colombianos, para establecer unos diálogos de paz que pongan fin al conflicto armado.
En un país que aún no transita de la guerra a la paz, la reconciliación y normalización de la vida democrática, no hay mucho para celebrar, menos cuando sigue siendo una de las sociedades más desiguales del mundo, donde la brecha entre ricos y pobres en lugar de disminuir aumenta. http://goo.gl/e3v2UM
En cambio el informe ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad, del Centro Nacional de Memoria histórica, si entrega cifras. Allí se indica que entre 1958 y el 2012 murieron 220.000 personas como consecuencia del conflicto armado, de los cuales 180.000 eran civiles; 25 mil fueron desaparecidos; 27 mil secuestrados; casi 6 millones desplazados de sus tierras y expropiados de sus bienes; y más de 5 mil fueron asesinados, mal llamados falsos positivos, (http://goo.gl/FPwORV) por las Fuerzas Armadas y reportados como guerrilleros caídos en combate. http://goo.gl/sjiYFC
Si se tiene en cuenta los intereses políticos, económicos y militares de los autores del Plan, Estado Unidos y la elite dominante colombiana, éste arroja un resultado bastante positivo, a pesar de su prolongación en el tiempo, el elevado costo, y una guerrilla debilitada.
Pero si se consideran los intereses de la población afectada, principalmente campesinos pobres, comunidades afro e indígenas y sectores urbanos empobrecidos y desplazados, el Plan Colombia significa una trágica y horrorosa experiencia una vez que sus derechos fueron vulnerados, perdieron sus seres queridos, sus tierras, sus bienes, además de haber soportado el sufrimiento y horror de la guerra.
Para lograr una verdadera reconciliación entre toda la familia colombiana, algo muy probable hoy, se requiere como condición que todos los que causaron, apoyaron y asesoraron la guerra asuman su responsabilidad histórica, contando la verdad de lo que pasó con las múltiples y sistemáticas violaciones de los Derechos Humanos, restituyendo el honor y dignidad a millones de víctimas de comunidades campesinas, afros, indígenas, trabajadores, estudiantes, profesores, intelectuales, sindicalistas, defensores de Derechos Humanos, reparando sus pérdidas materiales, devolviendo sus tierras, y comprometiéndose a nunca más permitir esta larga noche de horror.
Por eso los autores y estrategas del Plan Colombia, no podrán salir de más de cinco décadas de guerra en Colombia con las manos limpias, las tienen manchadas con la sangre de miles de ciudadanos colombianos inocentes.
Un acuerdo de paz para que sea estable y duradero pasa por un compromiso serio con la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.
Celebremos cuando el fin de la guerra sea un hecho real y con ella culmine la larga noche de terror. La reconciliación sea el camino que conduzca a una paz estable y duradera, y a la construcción de la justicia social.
- Oto Higuita es Licenciado en Historia Económica de la Universidad de Estocolmo, Historiador y ensayista. Vocero de Marcha Patriótica Antioquia - oto.higuita@gmail.com
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II
7
CONSECUENCIAS INESPERADAS DEL PLAN COLOMBIA A 15 AÑOS DE SU INICIO
Natalio
Cosoy
BBC
Mundo, Bogotá (@nataliocosoy)
Estos últimos 15
años han sido los de vigencia del Plan Colombia, por cuyo aniversario el presidente
de Estados Unidos, Barack Obama, invitó a su par de Colombia, Juan Manuel
Santos, a reunirse esta semana en Washington.
El objetivo de la
iniciativa ha sido dar solución al problema del narcotráfico y el
conflicto interno en el que han estado involucradas fuerzas del
Estado, grupos guerrilleros y paramilitares.
Para el
gobierno colombiano ha resultado ser una iniciativa fructífera. Así lo dijo el presidente Juan Manuel Santos a Radio
Nacional de Colombia: "Ha sido un instrumento muy útil, muy eficaz, de
ayuda por parte de los Estados Unidos a la lucha de Colombia contra el
narcotráfico, el fortalecimiento de sus instituciones, de sus fuerzas armadas,
los resultados están a la vista".
En Colombia hay un
acuerdo amplio de que la ofensiva militar impulsada por la asistencia
estadounidense, debilitó a las FARC de tal manera que en una
disposición más favorable a entablar un proceso de paz como el que se
desarrolla en La Habana desde hace más de tres años, y que están más cerca de
alcanzar un acuerdo definitivo que cualquiera de los anteriores que tuvieron
lugar con ese grupo guerrillero.
Por su parte, un
artículo de opinión publicado el fin de semana en el diario Miami Herald,
el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, también consideró a la
iniciativa un éxito. "Ayudó a transformar una nación al borde del
colapso en una democracia institucionalmente fuerte con niveles de violencia históricamente
bajos", dijo.
En muchos
aspectos, el Plan Colombia cumplió efectivamente con sus objetivos,
pero también hubo consecuencias inesperadas y resultados que no eran
los previstos; algunos directamente vinculados con la iniciativa y otros que
surgieron en el contexto de su implementación.
BBC Mundo
repasa de los efectos imprevistos del plan.
1. Más cultivos de coca
De acuerdo con
cifras de un informe elaborado por la Oficina en Washington sobre América
Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), entidad dedicada a la promoción de los
derechos humanos, el Plan Colombia asistió en la aspersión de más de
1,6 millones de hectáreas para intentar erradicar plantaciones de coca.
Por una parte,
puede haber generado un riesgo para la salud de miles de personas,
ya que en 2015 la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato
utilizado para ese fin como un producto probablemente cancerígeno (el mismo año
el gobierno decidió dejar de realizar las fumigaciones aéreas con la
sustancia).
De cualquier modo,
dice WOLA, esa estrategia de erradicación ni siquiera funcionó.
Aunque primero
bajó, luego volvió a subir. En 2014 Colombia registró un incremento del
área cultivada (de 48.000 a 69.000 hectáreas, según la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) y en 2015 las fuerzas de
seguridad incautaron una cantidad récord de cocaína (252 toneladas).
Diana Rojas,
profesora de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en relaciones
Colombia-EE.UU., le dijo a BBC Mundo, además, que el narcotráfico se
profundizó y fragmentó durante los años de Plan Colombia, lo que lo
volvió más difícil de combatir.
Y tuvo un efecto
internacional, de acuerdo con Johann Hari, periodista y autor del éxito de
ventas "Tras el Grito", una mirada crítica a la guerra contra las
drogas.
Para Hari, el Plan
Colombia hizo que una gran parte de la violencia asociada al
narcotráfico se trasladara desde Colombia hacia el norte México.
"Si fuera
colombiano, estaría contento de que no esté pasando acá, pero eso no es una
solución", le dijo a BBC Mundo.
2. Incremento de víctimas
En lo que parece
una perfecta contradicción con los objetivos del proyecto, durante los primeros
ocho años del Plan Colombia hubo un marcado incremento en el número de víctimas
del conflicto interno colombiano.
Según la Unidad de
Víctimas del país, más de 800.000 personas dijeron que fueron
victimizadas en un sólo año, 2008.
Del total de 7,8
millones de personas registradas como esa unidad, alrededor de un 75%
dijo que el hecho que denunció tuvo lugar durante los años del Plan Colombia.
Fundamentalmente
se agudizó el problema del desplazamiento forzado.
No obstante, hubo
situaciones de violencia que se redujeron.
Menos homicidios
·
28.837 en 2002
·
18.111 en 2005
·
12.673 en 2015
Ministerio de Defensa de Colombia
Víctimas de masacres
·
680 en 2002
·
252 en 2005
·
54 en 2015
Ministerio de Defensa de Colombia
Secuestros
·
2.882 en 2002
·
800 en 2005
·
210 en 2015
Ministerio de Defensa de Colombia
"No creo que
nadie pensara, hacia 2002, que en 2005 los homicidios bajaran casi a la
mitad", dijo Adam Isacson, quien estuvo a cargo de la la elaboración del
reporte de WOLA.
También se
redujeron dramáticamente los secuestros y, en menor medida, el número de
víctimas de masacres.
3. Violaciones de derechos humanos
Aunque es cierto
que el Plan Colombia destinó recursos económicos que contribuyeron al trabajo
de organizaciones de derechos humanos, también existe el argumento de que hubo
un aumento del riesgo para defensores de DDHH por la militarización que
la iniciativa trajo aparejada.
Sin embargo, para
el sociólogo Ricardo Vargas Meza, quien ha estudiado la implementación del Plan
Colombia, el impacto más fuerte fue sobre el común de la población civil.
Dinero invertido
·
US$10.000 millones
destinados por EE.UU. desde 2000 al Plan Colombia
·
US$120.000 millones
desembolsados por Colombia desde 2000 en el marco del plan
"Hubo
medidas muy duras contra la población civil, se incrementó el control
de alimentos, por ejemplo", explicó. El objetivo, dijo, era prevenir que
la guerrilla se aprovisionara a través de terceros.
El reporte de WOLA
llama la atención sobre los casos de colaboración de las fuerzas de
seguridad con grupos paramilitares, los casos llamados de falsos positivos
(en los que civiles eran muertos por militares para hacerlos pasar por
guerrilleros abatidos) y abusos por parte de servicios de inteligencia.
De todos modos, la
situación de derechos humanos en general fue mejorando en los últimos años,
respecto a los primeros de implementación del Plan Colombia.
4. Incremento de minería ilegal
Mientras la
atención de las fuerzas de seguridad estaba puesta en otras partes, la minería
ilegal se volvió una redituable fuente de financiación de grupos ilegales.
"Nunca
estuvo en los cálculos del Plan Colombia", dijo Vargas Meza, porque las fuentes de financiación
de la insurgencia que se habían identificado eran el narcotráfico, el secuestro
y la extorsión.
"Mi sensación
es que hasta 2014-2015 no comenzaron las investigaciones y operaciones
policiales de gran escala en contra de la minería ilegal", dijo Adam
Isacson, de WOLA.
Aunque el
problema sólo se volvió serio mucho después del inicio del Plan Colombia,
cuando comenzó el incremento en los precios de los commodities, después de
2007, aclaró.
5. Amenaza de grupos posdesmovilización paramilitar
Durante los años
2003-2006, cuando ya estaba vigente el Plan Colombia, el gobierno acordó la
desmovilización de los grupos paramilitares.
El resultado fue
parcialmente exitoso, ya que un número importante de sus fuerzas (tal vez un
15%, sugiere el reporte de WOLA), se organizaron en las que el gobierno llama
bandas criminales (bacrim), aunque otros prefieren denominar grupos
posdemovilización paramilitar, que se dedican al narcotráfico, la extorsión y
otras actividades criminales.
Tan grave es el
poder de algunas de estas bandas, que el gobierno ha llegado a
autorizar hasta el uso de bombardeos en ciertos casos. Hoy, con el
avanzado proceso de paz con las FARC y un ELN con un reducido número de
combatientes, muchos consideran a esos grupos criminales la principal amenaza
de seguridad del país.
6. Militares vueltos mercenarios
Uno de los
elementos clave del Plan Colombia ha sido el entrenamiento de las fuerzas de
seguridad del país.
El país ha
alcanzado un alto nivel de profesionalización en muchos de sus cuadros,
incluso convirtiéndose en escuela para otras naciones; al curso de
élite de la policía, llamado Jungla, por ejemplo, han concurrido efectivos del
resto de América Latina y varios países del resto del mundo.
Plan Militar
Un 71% de los recursos de EE.UU. para el Plan Colombia se destinaron a:
·
- Movilidad aérea
·
- Erradicación de cultivos
ilícitos
·
- Interdicción de drogas
·
- Entrenamiento y
capacitación
·
- Inteligencia
·
- Centros de entrenamiento
y mantenimiento
Gobierno de Colombia y WOLA
En principio eso
puede considerarse un resultado esperado del Plan Colombia, ya que permite
a los militares colombianos asesorar a pares de otros países en los que Estados
Unidos también tiene interés de intervenir, asesorar o colaborar;
incluso viajar a compartir su conocimiento.
No obstante, existen
reportes de una consecuencia no esperada: militares colombianos que renuncian a
sus puestos para ofrecer sus servicios de forma privada a ejércitos de otros
países.
Especialmente
difundido fue el caso de los hombres de armas que dejaron Colombia para
combatir en las filas de Emiratos Árabes Unidos en Yémen.
7. Fracaso de la exportación del modelo
Un punto
interesante que señala Isacson, de WOLA, es que en una consecuencia del plan
que tuvo lugar en Washington es que se empezó a pensar que se podía
exportar a otros países exitosamente.
"Tenían la
esperanza de que se pudiera aplicar en Afganistán, México o América
Central", señaló.
"Pero
se dieron cuenta de que no funcionaba en esos lugares, que proveer helicópteros
y entrenar a algunas unidades no funcionaba".
Nota de la
redacción: una primera versión de este artículo contenía ocho puntos; fueron
reducidos a siete.
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