domingo, 10 de abril de 2016

DAVID HARVEY Y LA GUÍA PARA LEER EL CAPITAL: LA MERCANCÍA, EL APARECER, Y EL VALOR DE USO Y LA ABSTRACCIÓN




domingo, 10 de abril de 2016

Estoy estudiando el texto de David Harvey titulado “Guía para leer El Capital”. Aunque sigue al pie de la letra el discurso de Marx, su exposición es deficiente. El Capital es una obra lógico teórica de máximo nivel. Su orden, rigor y precisión no tiene parangón en el ámbito de las ciencias sociales. Y justamente la exposición de David Harvey representa todo lo contrario: incurre en errores de orden, precisión y rigor. Creo que la causa es su deficiente preparación lógico filosófica. Desconoce, por un lado, la epistemología de categorías como apariencia y esencia, y por otro lado, la naturaleza de la percepción y las condiciones lógico teóricas que concurren en la elaboración de los conceptos. Al presente trabajo lo anima la defensa del pensamiento de Marx y de su obra cumbre: El Capital. No entro a valorar los posicionamientos ideológicos políticos de David Harvey, sino su condición de experto teórico en El Capital.

La mercancía

David Harvey hace dos afirmaciones contradictorias: Primero afirma que “La mercancía es el punto de partida a priori”. Y después que “Comenzar con las mercancías resulta muy útil porque todo el mundo las conoce y tiene a diario contacto con ellas”. La expresión “a priori” significa conocimiento independiente de la experiencia. Así que David Harvey, por un lado,  afirma que el conocimiento de la mercancía en El Capital es independientemente de la experiencia; y por otro lado afirma lo contrario: que el conocimiento de la mercancía está mediado por la experiencia de la gente, puesto que según afirmó todo el mundo las conoce y tiene a diario contacto con ellas. ¿En qué consiste el error lógico teórico de Harvey? En que no distingue cuándo la mercancía es objeto de la percepción, esto es, de la práctica, y cuándo es objeto del concepto, esto es, de la teoría. Cuando Marx, después de afirmar que “la riqueza se presenta como inmensa acumulación de mercancías y la mercancía individual como su forma elemental”, concluye “De ahí que nuestra investigación comience con el análisis de la mercancía”, aquí la expresión “mercancía” funciona como nombre del objeto de la percepción y, por consiguiente, no tiene el carácter de a priori”. Y no puede funcionar como nombre del objeto de un concepto puesto que todavía no ha elaborado dicho concepto. En todo caso el nombre del objeto de un concepto es solo eso: un nombre y no un concepto. Hay concepto cuando ha sido elaborado o expuesto su contenido.

Acto seguido Marx elabora el concepto de mercancía o define el ser de la mercancía. Pasa sin más mediación de la percepción al concepto. Y dice: “La mercancía es, en primer lugar, un objeto externo, una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas de cualquier índole”. Este concepto, como todos los de su género, que se apoyan directamente en la percepción y en la experiencia, no tiene dificultad alguna de ser entendido. Los conceptos que son más difíciles de entender son aquellos que tienen muchos pasos intermedios, esto es, no solo están mediados por  percepciones sino por otros conceptos. Este es el caso del concepto valor. Advierto que la definición de mercancía dada por Marx no agota por completo el contenido conceptual de mercancía. Los conceptos se van enriqueciendo según avanza la exposición teórica, y van quedando estructurados en constructos teóricos donde entran en relación con otros conceptos. Como los conceptos, según Marx, son elaboraciones de percepciones y representaciones, la interrelación entre conceptos también supone la interrelación de percepciones y representaciones pertenecientes a agrupaciones categoriales distintas.

Harvey expone el concepto de mercancía en los siguientes términos: “La mercancía es algo que satisface una carencia, necesidad o deseo humano”. Aquí le falta rigor. En todo concepto hay que distinguir el objeto del concepto y el contenido del concepto. Y en lo que afecta al contenido del concepto Harvey se queda corto, es impreciso, no es riguroso. No basta con decir que la mercancía es “algo que satisface una necesidad”, es necesario exponer el contenido conceptual al completo y decir con Marx: “es una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas”. Harvey se olvida de las propiedades, que es una parte fundamental del concepto de mercancía. Una cosa puede satisfacer necesidades solo sí tiene propiedades.  Ahora bien, si una mercancía es una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas, toda cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas no es una mercancía. Más adelante veremos que hay un concepto que abraza por completo ese contenido conceptual y no parcialmente, como lo hace el de mercancía.

El aparecer 

En referencia a la idea de Marx que “en el modo de producción capitalista la riqueza aparece como inmensa acumulación de mercancías”, Harvey hace la siguiente observación: “Observemos algo sobre su terminología. Marx utiliza en este pasaje inicial el verbo “aparecer”, “mostrarse”, que no es lo mismo que “ser”. La elección de esta palabra –estemos atento a ella ya que Marx la utiliza frecuentemente a lo largo de El Capital –señala que bajo esa apariencia superficial hay algo más, y nos incita a preguntarnos inmediatamente qué podría subyacer bajo esa apariencia”. Aquí Harvey en términos filosófico patina de mala manera. El aparecer está vinculado con la percepción y no con un fondo oculto. “La percepción de un objeto” es una expresión equivalente a “el aparecer del objeto”. En la percepción los objetos aparecen. Es una determinación de la percepción que los objetos aparezcan como que los objetos vienen dados en calidad de valores aparentes. De hecho, de acuerdo con mis propias pesquisas lógico teóricas, todos los juicios donde figuran los operadores verbales “se presenta como” y “aparece como” son juicios de percepción, mientras que en términos generales todos los juicios donde figuran los operadores verbales “es” y “puede ser” son juicios de conceptos. De todos modos es evidente que cuando se afirma que la riqueza se presenta como una inmensa acumulación de mercancías, ahí no hay ningún fondo oculto. No hay que ver más allá de lo que hay dado. Harvey confunde la apariencia como hecho perceptivo con los modos de expresión o formas fenoménicas, donde hay que distinguir el contenido  aparente de un contenido que solo se obtiene mediante operaciones de abstracción. Creo igualmente que confunde la apariencia como determinación de la percepción  con las categorías aparentes frente a las categorías esenciales. Valga un ejemplo: la ganancia es una categoría aparente y la plusvalía es una categoría esencial. Y en la exposición de Marx la categoría esencial, la plusvalía,  es expuesta antes que la categoría aparente, la ganancia. Pero hay más: Marx deduce la categoría aparente, la ganancia, a partir de la categoría esencial, la plusvalía. De hecho presenta la ganancia como una forma particular de manifestarse la plusvalía. Es una herencia lógico filosófica hegeliana. No en vano en la filosofía hegeliana la apariencia se presenta como una manifestación de la esencia. 

Valor de uso y abstracción

Escuchemos a Harvey: “En el mundo hay por supuesto millones de mercancías, y todas ellas son diferentes en términos de sus cualidades materiales y descripción cuantitativa…Pero debe hallar un modo de hablar de las mercancías en general. La utilidad de una cosa puede conceptualizarse mejor como valor de uso, concepto que será vital en todo lo que sigue”. A continuación Harvey añade lo que sigue: “Observemos lo rápidamente que abstrae a partir de la increíble diversidad de carencias, necesidades y deseos humanos, así como la inmensidad variedad de mercancías en sus pesos y medidas, a fin de concentrarse en el concepto unitario de valor de uso”. Aquí Harvey incurre en dos errores teóricos importantes.

Hablemos del primer error. Después de que Marx afirmar que “toda cosa útil, como el hierro, el papel, etc.,  se ha de considerar bajo un doble punto de vista; el de la calidad y el de la cantidad”, añade lo siguiente: “Cada una de estas cosas es un conjunto de muchas propiedades y, por eso, puede ser útil en diversos aspectos… La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esta utilidad no flota en el aíre. Condicionada por las propiedades del cuerpo de la mercancía, no existe sin ellas”. Es cierto lo que dice Harvey de forma tortuosa, “La utilidad de una cosa puede conceptualizarse mejor como valor de uso”, pero Marx nos advierte que la utilidad de una cosa no flota en el aíre, sino que está condicionada por las propiedades del cuerpo de la mercancía y no existe sin ella. Un ejemplo: si quiero golpear una almendra para romperla y acceder a su núcleo, tengo que emplear alguna cosa que sea dura. Luego la utilidad que me puede proporcionar una cosa para “romper la envoltura de la almendra” está condicionada por una determinada propiedad natural que debe concurrir en dicha cosa: la dureza. Siendo rigurosos lo que ha hecho Marx es elaborar el concepto de valor de uso. Y dicho concepto debe ser expuesto así: cosa que por sus propiedades puede ser útil en diversos aspectos. 

Hablemos ahora del segundo error. Harvey mantiene que el concepto de valor de uso es el resultado de abstraerse de la diversidad de necesidades, deseos y carencias. Pero también es el resultado de abstraerse de la diversidad de las utilidades. La verdad que este concepto como todos los conceptos supone la abstracción de lo particular pero no de lo general que haya en los objetos conceptualizados. Lo cierto es que Marx proporciona dos conceptos de valor de uso: cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas, y cosa que por sus propiedades es útil en diversos aspectos. El primer concepto está definido en términos subjetivos, en el sentido de introducir el sujeto en la definición del objeto, y el segundo está definido en términos objetivos, en el sentido de introducir aspectos que se dan en el objeto. En el primero se habla de las necesidades y de las satisfacciones, que son estados internos del sujeto, y en el segundo se habla de la utilidad, que es un aspecto que se da en el objeto o la cosa. Pero en ambos casos esos aspectos dependen y son por medio de las propiedades. Alguien me objetara, pero ¿no habías dicho que la mercancía es una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humana? ¿Cómo dices ahora que el valor de uso es una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas? Muy sencillo: La mercancías es una unidad doble: valor de uso y valor. Todo lo que diga en nombre del valor de uso puedo decirlo en nombre de la mercancía, así como todo lo que diga en nombre del valor puedo decirlo igualmente en nombre de la mercancía. Afirmé anteriormente que la mercancía no abrazaba por completo el siguiente contenido conceptual, una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas, puesto que hay cosas que por sus propiedades satisfacen necesidades humanas y no son mercancías. También afirmé que nos toparíamos con un concepto que si abrazaría por completo ese contenido, y lo hemos hallado: el de valor de uso. Y esta es la conclusión: hay valores de uso que no son mercancías. 

(Pequeña queja: durante muchos años he estudiado diversas guías para leer El Capital. La mayoría por no decir la totalidad son de profesores de universidad. No he hallado ninguna tan rigurosa, precisa y que tenga tanta carga filosófica como la que he elaborado yo bajo el título La transformación de la mercancía en dinero, y que el lector puede encontrar en Rebelión: http://www.rebelion.org/docs/5958.pdf. Mi trabajo solo abarca la transformación de la mercancía en dinero y no todo El Capital. No obstante, me pregunto por qué los círculos universitarios me ignoran y no admiten mi trabajo. Resulta curioso que en el ámbito de la Semiótica, con Reflexiones sobre Semiótica, de la Lingüística, con La naturaleza del significante,  y de la Filosofía, con El espejo y yo, haya tenido un significativo reconocimiento académico, y en el ámbito del marxismo académico no. Solo me cabe una explicación: los académicos marxistas hacen de su interés gremial el interés principal y ponen el interés teórico marxista en segundo plano. De manera que la universidad la convierten en una fortaleza para que nadie fuera de ese ámbito y con independencia intelectual pueda asediarles).



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