10/09/2016 | Michel Husson
El FMI acaba de publicar un informe sobre la
política impulsada por ese organismo en tres países europeos: Portugal, Irlanda
y Grecia. Este informe es muy crítico, sobre todo en lo que se refiere a
Grecia. Resulta útil analizar este informe con la perspectiva del tiempo en el
momento en que este país se hunde en una regresión.
El informe de la "Oficina independiente de
evaluación" del FMI (IOE, Independent Evaluation Office)/1 y
el documento que se refiere a Grecia/2 tratan fundamentalmente del
acuerdo para el primer préstamo (Stand-by arrangement) en 2010, que
trajo consigo el primer "memorándum". Es por eso que resulta
importante volver sobre la génesis de este acuerdo y sobre el primer balance
que se realizó del mismo en 2013. Hacerlo nos permitirá esclarecer dos
cuestiones: ¿Cometió errores el FMI? ¿Tiene razón cuando carga una parte de la
responsabilidad en la Comisión europea?
2010: El primer memorándum
Todo comenzó en el 2010: Grecia ya no podía lograr
préstamos en los "mercados" porque los tipos de interés que se le
pedían eran excesivos. Entonces solicitó una ayuda excepcional de 30 mil
millones al FMI que, junto a los 80 mil millones de las instituciones europeas,
le permitiría hacer frente a sus necesidades de financiación pública durante
los tres años del programa de ajuste.
El 9 de mayo de 2010, el Consejo de Administración
del FMI se reunió para discutir esta petición griega: la primera que llegaba de
una país europeo que además pertenecía a la zona euro y cuya cantidad era
considerable en relación a la cuota de Grecia en el FMI. Las actas de esta
reunión se filtraron y ahora son públicas/3. Su lectura es apasionante y
pone al descubierto dos sectores entre los directores ejecutivos: de una lado,
la mayoría de los europeos y Estados Unidos; del otro, los países del Sur y… el
representante suizo.
La discusión giró en torno a dos puntos
fundamentales. El primero, sobre el carácter exageradamente optimista de las
previsiones económicas asociadas a la puesta en pie de un drástico programa de
recortes presupuestarios. El segundo, en torno a la necesidad de una
reestructuración de la deuda como condición previa para aceptar el programa,
como marcan los estatutos del FMI.
Las reticencias de los directores
Sobre el primer punto, muchos directores expresaron
su más profundo escepticismo, y resulta interesante dar a conocer sus
comentarios porque resultan premonitorios. Pablo Pereira, el representante
argentino, hace una crítica partiendo del enorme fracaso del programa del FMI
para Argentina: "Es difícil olvidar las lecciones de nuestras
precedentes crisis. En 2001 el Fondo propuso medidas similares para Argentina.
Se conocen bien sus catastróficas consecuencias (…) Hay una realidad
irrefutable que no se puede cuestionar: una deuda impagable no se podrá pagar
sin un crecimiento sostenido (…) Conocemos muy bien los efectos que acarrean
las "reformas estructurales" y las políticas de ajuste que terminan
por deprimir la demanda global y, en consecuencia, la perspectiva de la
recuperación económica (…) Es muy probable que tras la puesta en pie de este
programa [Grecia] termine mucho peor de lo que está. Las medidas de ajuste
recomendadas por el Fondo van a reducir el bienestar de su población y la
capacidad real de reembolso de Grecia".
No fue el único. El representante de India, Arvind
Virmani, teme que los recortes presupuestarios puedan "constituir un
enorme lastre" que podría desencadenar "una espiral
deflacionista con caída de los precios, pérdida de empleo y menos recaudación
fiscal" que, al final, podrían poner en cuestión el programa y hacer
inevitable una "suspensión de pagos" o una reestructuración de
la deuda.
Por su parte, el representante suizo, René Weber,
manifestó sus dudas sobre "las hipótesis de crecimiento, que parecen
ser exageradamente optimistas. Incluso una pequeña desviación del escenario
previsto conduciría a una deuda insostenible a largo plazo". Paulo
Nogueira Batista, el representante brasileño llegó incluso a referirse al
carácter "panglosiano" [optimismo ingenuo] del informe cuando
espera que "el crecimiento seguirá un modelo en forma de V. Nos tememos
que el crecimiento sigue un modelo en forma de L, con una muy fuerte
contracción del PIB en 2010 y 2011 y una débil recuperación después".
Todas estas reservas se corresponden como dos gotas
de agua con lo que iba a pasar. Ahora bien: no importa quién con dos dedos de
frente podría haberlas planteado: ¿quién podía sostener que un programa tan
brutal podía desembocar en otra cosa que una profunda recesión? Ello no impidió
que la ayuda a Grecia fuera aprobada de forma unánime por sus directores. Y el
presidente de la reunión, John Lpsky (que sustituía a Dominique Strauss-Khan)
"sintetizó" el debate mediante este admirable fórmula, todo un modelo
de retórica: "Globalmente, la deuda [de Grecia] es sostenible a
medio plazo, pero, teniendo en cuenta las significativas incertidumbres que
existen al respecto, es difícil afirmar de forma categórica que haya una gran
probabilidad que sea así. No obstante, el apoyo del Fondo, al nivel de la
cantidad solicitada, se justifica en razón del elevado riesgo de los efectos
sistémicos que podría acarrear a nivel internacional".
¿Una deuda sostenible?
En 2010 existía un consenso neoliberal alrededor de
la idea según la cual la austeridad presupuestaria (la
"Consolidación") no tendría efectos demasiado desfavorables para el
crecimiento. En julio de 2010, por ejemplo, Christine Lagarde, en aquellos
momentos ministra de economía en Francia, inventó el concepto de
"rilance", una mezcla imposible de "rigor" (rigeur) y
relanzamiento (relance), al mismo tiempo que Jean-Claude Trichet afirmaba que
"es un error considerar que el rigor presupuestario es contrario al
crecimiento y a la creación de empleo". El mismo Trichet, a la cabeza
del BCE, rechazaba cualquier suspensión de pagos de la deuda: "Los
países industrializados jamás han suspendido pagos desde la Segunda Guerra
mundial y mi hipótesis es que no lo harán. Esto implica que se comprometen con
programas de ajuste presupuestario que les permitirán controlar la deuda"/4.
Dominique Strauss Kahn, directos del FMI en
aquellos momentos, no estuvo en la reunión sobre Grecia en 2010, pero también
defendía la tesis de la sostenibilidad de la deuda griega/5. En
septiembre de 2010, el jefe del Departamento de finanzas públicas del FMI,
Carlo Cottarelli, firma la nota que define la posición del staff decretando que
la suspensión de pagos sobre la deuda de los países avanzados sería "inútil,
no deseable e improbable" (Unnecessary, Undesirable and Unlikely)/6.
La famosa fórmula de mayo de 2010 ("La
deuda es globalmente sostenible pero es difícil de afirmar de forma categórica
que lo sea con una gran probabilidad") figuraba ya en el documento
preparatorio/7 sobre el que debían trabajar los directores. Así pues, la
decisión estaba tomada de antemano, a pesar de las opiniones divergentes que se
expresaron en ella. Las decisiones habían sido adoptadas previamente, en las
negociaciones entre bastidores. Es lo que confirmará más tarde a la Comisión
para la verdad sobre la deuda griega el director griego de la época, Panagiotis
Roumeliotis: "Hubo dos reuniones secretas, en hoteles, entre los
representantes del FMI y representantes franceses y alemanes, para debatir
sobre la participación de la banca en una posible reestructuración. Estas
discusiones tuvieron lugar antes de la discusión del primer memorándum y la
conclusión fue la de no reestructurar [la deuda]"/8.
Los directores del FMI más reticentes se
encontraron ante hechos consumados. Sin embargo, el suizo René Meyer planteo un
problema real: "¿Por qué no se tomaron en cuenta la reestructuración de
la deuda y la implicación del sector privado [PSI, Private sector
involvement]?". E insistió: "se debería realizar un análisis
serio de la reestructuración de la deuda como medio para garantizar la
viabilidad presupuestaria y hacer asumir una parte de la carga del ajuste a los
acreedores privados".
Fue Poul Thomsen, en aquellos momentos jefe de la
misión del FMI en Grecia, quien le respondió, invocando la posición de las
autoridades griegas, que "desde el principio de la discusión la
reestructuración de la deuda estaba excluida de la agenda". Pero esta
respuesta es cínica e hipócrita. Cínica, porque el gobierno griego no podía
decir ni pío; e hipócrita, porque la verdadera respuesta estaba en otra parte:
el rechazo a cualquier reestructuración de la deuda se basaba en realidad en el
hecho de que pondría en peligro a los bancos alemanes, franceses y holandeses,
muy expuestos a la deuda pública griega, y que la misma corría el riesgo de
desencadenar un fenómeno de contagio a otros países. La respuesta está en la
cuestión planteada por Meyer: estaba excluido a priori que los
acreedores privados (los bancos) asumieran "una parte de la carga del
ajuste".
Por lo tanto no es sorprendente constatar que el
programa recibiera el firme apoyo de los principales representantes europeos:
Klaus Stein (Alemania), Willy Kiekens (Bélgica), Ramón Guzmán (España),
Ambroise Fayolle (Francia), Age Bakker (Holanda) y Per Callesen (Suecia),
convencidos de que las medidas propuestas "eran apropiadas para
estabilizar la posición presupuestaria y definir los retos de la economía
griega de una forma decisiva (…) Somos plenamente conscientes de que esta
programa es muy exigente y que no está exento de riesgos. Sin embargo la
situación actual hace que esas dificultades inevitables y este programa son la
única alternativa si se quiere evitar un escenario mucho peor".
El súmmum del cinismo se alcanza cuando los
representantes de los tres países más expuestos aseguraron, llevando la mano al
corazón, que sus bancos no dejarían caer a Grecia. El más prudente fue el
alemán Klaus Stein: "Aún no dispongo de una información concluyente. Lo
que sé es que los bancos [alemanes] tienen la intención de mantener una
exposición limitada en los bancos griegos, lo que significa que no venderán más
obligaciones griegas y que mantendrán las líneas de crédito a Grecia. Cuando
éstas lleguen a su vencimiento serán renovadas, al menos, en parte".
El representante holandés, Ager Bakker, fue más categórico: "Los bancos
holandeses han discutido con nuestro ministro de finanzas y han anunciado
públicamente que cumplirán sus obligaciones para apoyar al gobierno y a los
bancos griegos".
No obstante, la palma se la llevó el francés
Ambroise Fayolle: "Esta semana ha tenido lugar una reunión previa entre
los grandes bancos y mi ministra, la Sra. Lagarde. Quisiera insistir sobre la
declaración publicada en relación a esta reunión según la cual los bancos
franceses se comprometen a mantener su exposición en Grecia durante todo el
tiempo que dure el programa". En resumen: "los bancos
franceses, que están entre los más expuestos en Grecia, harán su trabajo".
Evidentemente, estas afirmaciones eran una sarta de
mentiras: la reestructuración de la deuda griega habría supuesto la
"implicación del sector privado": es decir, la asunción de pérdidas
por parte de los bancos. Su rechazo era la condición para que los bancos
franceses, alemanes, etc. se desembarazaran sin pérdidas de los títulos de la
deuda griega. Como muestra el siguiente gráfico, esta reducción de su
exposición empezó antes incluso de la conclusión del primer memorándum. En lo
que respecta a la deuda griega, fue parcialmente reestructurada en la primavera
de 2012, pasando esta exposición a ser de 240 a 80 mil millones de euros.
Reparto de los títulos de la deuda griega
Fuente : Wyplosz et Sgherri (voir note 2)
Sobre la elasticidad de las reglas
Tras la desastrosa experiencia de Argentina, el FMI
se planteó no conceder préstamos mas que a países cuya deuda se consideraba
sostenible "con una gran probabilidad". El problema estaba en los
detalles, en la cláusula citada más arriba, según la cual "resulta difícil
afirmar de forma categórica que se dé esa fuerte probabilidad", que
tendría que haber llevado a rechazar el programa de ayuda a Grecia. Así pues,
se trataba de modificar de forma subrepticia las reglas del FMI. Varios
directores levantaron la liebre, pero la modificación se realizó con el aval de
la representante de Estados Unidos que confesó no haber reparado en ese punto
durante su "lectura rápida" del documento. Esto confirma que el
Consejo de Administración no era más que una cámara de registro y que las
verdaderas decisiones se tomaban en otras partes. Pero también pudo existir la
presión de los países europeos. En efecto, este cambio de la norma estuvo
motivado por los posibles "efectos sistémicos a nivel internacional";
dicho de otro modo, por la voluntad de impedir cualquier contagio de una
reestructuración de la deuda griega a otros países en dificultad, como
Portugal, España, Irlanda e, incluso, Italia. Esta norma ah hoc, denominada,
"exoneración sistémica", que se introdujo de tapadillo, será
abolida en 2016.
2013: los economistas "idiotas útiles"
Casi por todas partes encontramos gráficos como el
que reproducimos aquí que muestran como las previsiones del FMI sobre el PIB
griego se revisaban constantemente a la baja. El error es enorme -todo un
record-; ahora bien ¿se trata de un error?
Fuente : FMI
Este debate atravesó todos los trabajos de la
Comisión para la verdad de la deuda griega. Sin duda, para resolver esta
cuestión hay que distinguir dos polos en el seno del FMI: de un lado, "los
economistas"; de otro, el staff o, dicho de otro modo, la dirección
real del Fondo. Existen distintas interacciones entre estos dos polos, o más
bien vínculos mas o menos distendidos que no afectan de la misma manera al
conjunto de los economistas pagados por el FMI. En determinados casos, se
afloja la brida y se logran estudios que rozan la heterodoxia. Algunos, por
ejemplo, se plantean si no se "sobrevaloraba" el neoliberalismo y
otros muestran que "la reducción del salario mínimo incrementa las
desigualdades"/9.
Cuando se pasa a las cuestiones serias, la correa
de transmisión funciona a la inversa y en ese momento los economistas tienen la
función de garantizar la defensa e ilustrar las orientaciones políticas. Pero
el mecanismo se atraganta periódicamente, como lo muestra la cuestión de los
"multiplicadores". Si el multiplicador presupuestario es igual a 1,
eso quiere decir que una reducción del gasto público de 1 punto del PIB hará
bajar el PIB en un punto. Y como la recaudación pública está más o menos
indexada al PIB, la recaudación también descenderá en la misma proporción, de
forma que, en realidad, no se reducirá el déficit público. La famosa ratio
deuda/PIB puede incluso aumentar y se habrá provocado una recesión
gratuitamente.
En 2010, un grupo de nueve economistas dirigido por
Daniel Leigh estudió esta cuestión y demostró que la "consolidación
presupuestaria" de un punto del PIB conducía a una reducción del
0,5 % del PIB, pudiendo incluso llegar al 1 % si esta política se
extendía a varios países/10. Unos años más tarde, Olivier Blanchard, el
economista jefe del FMI, publicará con el mismo Daniel Leigh un documento de
trabajo que constituye en cierta manera una autocrítica/11. Admite que
la consolidación presupuestaria condujo a un crecimiento más débil que el
previsto: "una interpretación natural es que los multiplicadores
presupuestarios eran sensiblemente superiores a las hipótesis implícitas de
quienes las pronosticaron". En resumen, las previsiones se hicieron
con multiplicadores cercanos a ½ cuando en realidad eran superiores a 1.
Algunos meses más tarde de este mea culpa
técnico, el FMI publicó, en junio de 2013, un documento que realizaba el
balance del primer memorándum del 2010/12. El FMI constató que "la
crisis y la recesión tuvieron consecuencias terribles para Grecia".
Para explicar ese resultado catastrófico, el FMI retomó el argumento técnico
sobre la subestimación de los multiplicadores pero, fundamentalmente, avanzó
argumentos más políticos. Deploró que "en el debate público, los socios
europeos evocaran" la posibilidad de un Grexit, que el programa no había
previsto privatizaciones y una lucha más decidida contra la evasión fiscal. En
resumen, plantea toda una serie de factores más o menos exógenos que habrían
dificultado la buena marcha del programa. Por último, el FMI trata de
sustraerse a toda responsabilidad afirmando que "ni los gobiernos
[europeos], ni la Comisión Europea, ni el BCE contaban con la experiencia
necesaria".
Pero encontramos en filigrana la cuestión de la
deuda. Entre las lecciones a retener, el FMI subraya la necesidad de evitar
"retrasos injustificados en la reestructuración de la deuda".
En el mismo parágrafo, podemos leer que la reestructuración de la deuda no se
podía realizar al inicio (de golpe), pero que el Fondo comenzó a plantearlo a
partir del momento en el que "el programa descarriló a principios de
2011". Una reestructuración antes "habría aligerado el peso
del ajuste sobre Grecia y conducido a un retroceso menos dramático de la
producción". Pero ese retraso se realizó en beneficio de los
acreedores privados "para reducir su exposición y transferir la deuda a
las instituciones públicas" y todo ello, "a un nivel considerable".
Nos encontramos de nuevo con una de las
conclusiones del primer informe de la Comisión para la verdad de la deuda
griega/13: " el primer acuerdo para el préstamo de 2010 tenía
como primer objetivo salvar los bancos privados griegos y europeos y permitir a
los bancos reducir su exposición a los títulos públicos griegos".
Los límites del mea culpa de 2016
Periódicamente, el FMI hace que su actividad sea
examinada por la "Oficina independiente de evaluación" (Independent
Evaluation Office). Una práctica saludable, aún cuando se trate de un
control a posteriori, si bien la cuestión está en saber si las lecciones
de las autocríticas planteadas sirven para algo. Como hemos visto, este no es
el primer mea culpa del FMI y no escapa al comentario de Yanis
Varoufakis, para quien se trata de "confesar el pecado para volver a
cometerlo"/14.
Durante su última reunión oficial de 2015, la
Comisión para la verdad de la deuda griega declaró que el tercer memorándum era
por lo menos "tan insostenible como los dos precedentes",
fundamentalmente porque se basaba en los mismos postulados invalidados por la
experiencia/15.
El documento anexo consagrado a Grecia no aporta
nada nuevo. Se trata de un relato evidentemente bien documentado que se
resguarda sobre elementos de autocrítica ya realizados por el Fondo. Los
autores tratan incluso de limpiar la cara al FMI por los errores de previsión:
después de todo, dicen, se trataba de un programa que debería conducir a un
ajuste "particularmente ambicioso" (challenging). Por lo
tanto, la evaluación resulta "complicada" y no se podría "basar
en una comparación entre las previsiones y los resultados". Ahora
bien, no sabemos en qué otros elementos se podría basar.
Para justificar esta táctica de distracción, los
autores invocan, sin definirlos, a "desarrollos imprevistos en el
entorno de la zona euro". Sostienen que es "imposible
construir un escenario alternativo" comparando la evolución constatada
de la economía griega con los eventuales resultados de otra estrategia. Esta
afirmación es desconcertante, pues esos estudios ya existían/16. Además,
el FMI puede poner en marcha modelos de previsión para desarrollar test de
sensibilidad/17 y que, por tanto, podrían haber servido para examinar
escenarios retrospectivos.
Para explicar la enorme brecha entre las
previsiones y la realidad no queda sino referirse a la pérdida de
"confianza" de los mercados y el error técnico sobre los
multiplicadores, un último argumento que lleva a levantar una terrible
sospecha. El FMI habría despreciado el hecho de que la economía griega es una
economía pequeña y encerrada, de la que solo una pequeña parte de las
exportaciones es sensible a la competitividad. Así pues, habría sobrestimado la
contribución potencial de las exportaciones al crecimiento. Pero, en principio,
los parámetros de los modelos que servían para realizar las previsiones
integraban este tipo de características, como, por ejemplo, el débil valor de
la elasticidad-precios de las exportaciones.
Por ello, la duda que se ampara del lector o la
lectora sobre esos mea culpa sucesivos es la siguiente: ¿El FMI basa sus
previsiones sobre modelos macroeconómicos correctamente detallados y
"acabados"? Los errores de previsión ¿más que un fallo técnico, no
serán reflejo de opciones orientadas a priori a definir un escenario que
produjera los efectos deseados, incluso a ajustar el modelo, o dicho de otro
modo, a hacerlo funcionar a la inversa? Sólo un tránsfuga podría responder a
estas preguntas, pero la experiencia de las sucesivas previsiones, ilustradas
por los famosos gráficos reproducidos más arriba, muestra que no solo existen
"errores" sino que se repiten persistentemente. Cada ola de
previsiones se desplaza en relación a la precedente sin que, manifiestamente,
se haya corregido el modelo.
Esta persistencia en los "errores" nos
remite a los elementos políticos que sólo han aparecido en la evaluación
propuesta. La falta de confianza de los mercados se presenta como un factor
subjetivo imprevisible mientras que la brusca retirada de capitales se explica
simplemente por la voluntad de los inversores de retirar su dinero. Los autores
subrayan correctamente "la interacción tóxica" entre la deuda
soberana y el balance de los bancos: el riesgo de una suspensión de pagos
habría puesto en peligro la "solidez del sistema bancario europeo".
Como hemos visto, es este argumento del "riesgo sistémico" el que
pesó en la voluntad propiamente política del FMI de hacer abstracción de la no
sostenibilidad de la deuda griega a la hora de elaborar los escenarios.
"Doc Schäuble" y Christine Lagarde
El trabajo sucio del Eurogrupo
La intervención del FMI en Grecia (como en Irlanda
y Portugal) fue desde muchos puntos de vista una novedad: por primera vez [la
crisis de la deuda] afectaba a países europeos, además miembros de la zona euro
y, por tanto, sin posibilidad de devaluar su moneda. Además, el programa de
ayuda se estableció conjuntamente con las instituciones europeas. En tiempos
normales el FMI habría organizado un ajuste drástico. Pero eso no era posible:
la reestructuración de la deuda estaba excluida y la devaluación era imposible.
Y el FMI tuvo que transgredir sus principios.
Aún sin dar credibilidad a las recriminaciones del
FMI hacia las instituciones europeas, es preciso señalar la terrible
responsabilidad de estas últimas en la tragedia griega. En lo que respecta al
BCE, las cosas son bastante simples: fue el "brazo armado de los
acreedores"/18. Cerró el grifo de la liquidez cuando quiso
presionar sobre el gobierno griego y lo abrió de nuevo cuando el gobierno
griego se doblegó. En cuando a la Comisión Europea, sirvió de fachada
institucional: fue en el Eurogrupo donde realmente se tomaron las decisiones,
aún cuando "no existe legalmente"/19. Su papel se puede
precisar a partir de las discusiones de la primavera pasada.
El pasado mayo, según Wall Street Journal/20,
el FMI concibió un plan de reestructuración de la deuda griega previendo una
moratoria del reembolso hasta 2040, el establecimiento de un tipo de interés
máximo del 1,5 % y, a partir de ahí, una extensión de los reembolsos hasta
el 2080. La cuestión es que el detalle de este plan ya se conoce, porque forma parte
del documento preparado por el staff del FMI/21 y fue distribuido
en la reunión de su Consejo de Administración del 23 de mayo de 2016. Sin
embargo, como señala el documento, el mismo "no fue discutido, ni
aprobado". Entre tanto, el FMI se vio enfrentado al rechazo del Eurogrupo
por una razón bastante simple: el FMI no posee mas que el 5 % de la deuda
griega, contra un 73 % de las instituciones europeas (Tabla 1).
Por consiguiente, la moratoria propuesta por el FMI
afecta fundamentalmente a su "socios"· europeos, que no la quieren.
Además, el funcionamiento interno del FMI se modificó. En 2010, todo se negoció
de golpe y el Consejo de Administración no hizo más que tomar nota de las
decisiones. En 2016, la situación ha cambiado: el staff prepara un plan
de reestructuración, pero es rechazado por el Consejo de Administración, porque
son los europeo quienes tienen la mayoría de los votos y cuentan con el apoyo,
de hecho, de Estados Unidos. Esa es la razón por la que el documento que hemos
citado más arriba ni siquiera fue discutido.
Queda una cuestión. ¿Por qué el gobierno griego no
retomó por su cuenta las reservas del FMI y sus llamamientos para una
reestructuración? En un momento, Tsipras incluso exigió que el FMI no
participara en las negociaciones, incluso cuando sus propuestas era más
favorables que las del Eurogrupo. A través de este último, es Alemania seguida
de Francia/22 quien exigió a los sucesivos gobiernos griegos que
avalarán las previsiones ultra-optimistas asociadas a los diferentes programas.
Como explica el staff del FMI en su documento no discutido, fue lo que
ocurrió en 2012: "el gobierno griego, apoyado por sus socios europeos
[sic] insistió en mantener los objetivos muy ambiciosos en materia de
crecimiento, de excedente presupuestario y de privatizaciones, haciendo valer
que disponía de un amplio apoyo político para dicho programa". Lo
mismo en 2015, siempre según el FMI: "el nuevo gobierno ha afrimado,
como su predecesor, que está capacitado para lograr el apoyo político para las
reformas planteadas".
Así pues, la Troika ha sido el escenario de una
confrontación entre el FMI y el Eurogrupo. Pero el futuro de Grecia no era el
problema principal, para ella se trataba de ir de Málaga a Malagón. En medio de
esta cacofonía, cada cual ha seguido su guión, con una mezcla de brutalidad
total, de cinismo, de sumisión, de fingida contricción y de hipócritas mea
culpas.
22/08/2016
Notas:
1/Independent Evaluation Office, The IMF and the Crises in Greece, Ireland, and Portugal,
July 2016.
2/ Charles Wyplosz y Silvia Sgherri, The IMF’s
Role in Greece in the Context of the 2010 Stand-By Arrangement,
IEO background paper, February 2016.
3/Le verbatim : "Minutes of IMF Executive Board Meeting", May
9, 2010 ; el informe y la lista de decisiones: "Board
meeting on Greece’s request for an SBA", Office memorandum, May
10, 2010 ; el relato de Paul Blustein, "Behind
the scenes at the IMF on a fateful day in the Greek crisis", cigionline,
July 7, 2015.
4/ Jean-Claude Trichet, "La BCE
n’est en aucun cas là pour réparer les erreurs des gouvernements",
entrevistado por Jean Quatremer, blogs.liberation.fr, 13 juillet 2010.
5/ En su presentación (principalmente no-económica) en
la TF1 el 18 de septiembre de 2011, DSK reviene sobre esta posición: "La
deuda griega (…) hay que reducirla cueste lo que cueste. Cueste lo que cueste,
salvo al precio del estancamiento, incluso de la recesión (…) Se puede decir:
Grecia pagará todo ella sola. Pero no puede. O se puede decir, porque estamos
en la Unión, que podemos compartirla (…) El problema es que para eso es
necesario aceptar y reconocer que cada cual va a perder su parte. Existen
pérdidas, hay que asumirlas (…) Para asumirlas, todo el mundo tiene que hacerlo.
Los Estados, Vd. tiene razón, y los bancos." Ver "Dominique
Strauss-Kahn sur la dette grecque", Samuel Laurent, Le
Monde.fr, 27 de octubre de 2011.
6/ Carlo Cottarelli et al., "Default in
Today’s Advanced Economies: Unnecessary, Undesirable, and Unlikely",
IMF Staff Position Note, September 1, 2010.
7/ IMF, Greece: Staff Report on Request for Stand-By Arrangement,
May 2010.
8/ Emilie Paumard, "Audition de Panagiotis Roumeliotis du 15 juin 2015",
CADTM, 17 de juinio de 2015. El testimonio de Roumeliotis es realmente
precioso, pero ello no debe hacernos olvidar lo que escribió en 2010 en tanto
que representante de Grecia: "El programa comprendre medidas orientadas a
proteger los sectores más vulnerables de la población. ¿Están mis autoridades
preparadas para istribuir los costes del ajuste de forma equitativa y justa? La
presión fiscal va a aumentar para los ricos, mientras se garantizarán las
pensiones y las ayudas familiares (…) La fuerte implicación de las autoridades
en la puesta en pie de este programa cuenta con el apoyo de la gran mayoría del
pueblo griego". Fuente : « Statement by Panagiotis Roumeliotis, Alternate
Executive Director for Greece » en annexe du document du
staff del 9 de mayo de 2010 citado en la nota 7.
9/ Verr Michel Husson, "Si c’est
le FMI qui le dit !", Le progrès social, 18 de junio de
2016 ; y: "Les "danseuses "du FMI", nota
hussonet n° 95, 21 de marzo de 2016.
10/ IMF, "Will It Hurt? Macroeconomic Effects of Fiscal Consolidation",
World Economic Outlook, octobre 2010, chapter 3.
11/ Olivier Blanchard y Daniel Leigh, "Growth
Forecast Errors and Fiscal Multipliers", IMF, January 2013.
12/ IMF, Ex Post Evaluation of Exceptional Access under the 2010
Stand-By, June 2013.
13/ Commission pour la vérité sur la dette publique
grecque, Rapport préliminaire, juillet 2015.
14/ Yanis Varoufakis, "IMF:
Confessing to the sin in order to repeat it", July 31, 2016.
15/ Michel Husson, http://www.vientosur.info/spip.php?article10542,
3/10/2015.
16/ Ver, por ejemplo: Sebastian Gechert, Ansgar
Rannenberg "The costs of Greece’s fiscal consolidation",
IMK Policy Brief, March 2015.
17/ Ver por ejemplo el trabajo de la Troika : Greece:
Preliminary Debt Sustainability Analysis, February 15, 2012.
18/ Romaric Godin, "La BCE,
bras armé des créanciers", La Tribune, 2 juin 2016.
19/ Como su secretario explicó a Varufakis cuando fue
excluido de la reunión el 27 de junio de 2015: "se trata de un grupo
informal y, por tanto, ninguna ley escrita limita la capacidad de su
presidente". Ver el relato de Varufakis: "Leur seul
objectif était de nous humilier", Le Monde diplomatique,
août 2015,
20/ Marcus Walker, "IMF
Proposal on Greece Sets Up Battle With Germany", The Wall
Street Journal, May 17, 2016
21/ IMF, "Preliminary
Debt Sustainability Analysis. Updated Estimates and Further Considerations",
May 2016.
22/ "Solo el ministro de finanzas francés [Michel Sapin]
se diferenció de la línea alemana y sus diferencias era muy sutiles. Se
veía que cuidaba sus palabras para no aparecer como opuesto. Y a la hora de la
síntesis, cuando Doc Schäuble concluyó y fijó la línea oficial, el ministro
francés terminó por someterse y aceptarla". Ver: Yanis Varoufakis, "Our battle
to save Greece", New Statesman, 13 July, 2015.
Traducción: VIENTO SUR
Fuente:
http://vientosur.info/spip.php?article11675#sthash.MWUyWVMh.dpuf
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