martes, 15 de noviembre de 2016

¿CÓMO CONTROLAR LAS MÁQUINAS ELECTRÓNICAS DE VOTACIÓN?





14/11/2016
Opinión

Desde los algoritmos de motor de búsqueda (search engine) a las máquinas electrónica de votación, la tecnología ofrece oportunidades para la manipulación de votantes y de los sufragios de maneras que podrían afectar profundamente los resultados de una elección. En EEUU, la elección presidencial 2012 fue ganada por un margen de apenas 3,9 por ciento; y la mitad de las elecciones presidenciales de EUU han sido ganadas históricamente por márgenes por debajo del 7,6 por ciento. Estos márgenes estrechos pero consecuentes de victoria subrayan la importancia de entender cómo secreto la potencialidad de balancear los resultados electorales controlando la propiedad de la tecnología, sin importar si son desarrollos nuevos o cada vez más anticuados.

Mark Frary, en Index on Censorship, describe la última investigación de Robert Epstein y de Ronald E. Robertson del American Institute for Behavioral Research and Technology sobre lo que ambos llaman Efecto de Manipulación del Motor de Búsueda (SEME, sigla en inglés de Search Engine Manipulation Effect). Su investigación se focaliza en el potente papel desempeñado por los algoritmos secretos (incluyendo PageRank de Google y EdgeRank de Facebook) que determinan el contenido de nuestros resultados de búsqueda en Internet y la oferta de servicios de noticias en los medios de las redes sociales.

Epstein y Robertson estudiaron sobre 4.500 votantes indecisos en EEUU y la India usando métodos aleatorios controlados, de doble anonimato, con temas de investigación encuadrados lo más posible al electorado de cada país. “Los resultados –difundió Frary– fueron impactantes”. Epstein y Robertson mostraron que manipulando las clasificaciones de búsqueda “podrían cambiar en 20%, o más, las preferencias de los votantes indecisos”. El efecto podría ser mayor al 20 por ciento en algunos grupos demográficos, y quizás significativamente más alto si esta tendencia que ordena las búsqueda "pudiera ser enmascarada de manera que la gente no tenga ninguna conciencia de la manipulación”.

En un artículo anterior para Político, Epstein escribió que el Efecto de Manipulación del Motor de Búsqueda (SEME) “resulta ser uno de los efectos conductuales más grandes jamás descubierto… Creemos que SEME es una amenaza seria al sistema democrático de gobierno".

Epstein describió cómo el estudio midió –incluyendo confianza en los temas de investigación, gustos y preferencias de votación–, “como era de esperar todo predecible”, basado en la información proporcionada por un motor de búsqueda de Google parecido al Search Engine creado por él y Robertson al que llamaron Kadoodle.

En uno de los experimentos, Epstein y Robertson documentaron SEME con votantes reales durante una campaña electoral real: En un estudio que involucró a 2.000 votantes elegibles indecisos en la elección 2014 de Lok Sabha, en India, encontraron que las “clasificaciones del motor de búsqueda podrían impulsar a la proporción de gente que favorecía a cualquier candidato por más de 20 por ciento y más de 60 por ciento en algunos grupos demográficos”.

Como era predecible, Google cuestionó estos hallazgos. Como reportó Frary, un vicepresidente senior de Google, Amit Singhal, respondió en Político: “No hay absolutamente ninguna verdad en la hipótesis de Epstein de que Google podría trabajar secretamente para influir los resultados de la elección. Nunca jamás Google ha re-clasificado (re-ranked) de nuevo resultados de búsqueda sobre ningún asunto (incluyendo elecciones) para manipular el sentimiento del usuario”. Sin embargo, como debidamente hizo notar Frary, “Singhal dice específicamente “re-clasificado” (re-ranked) en vez de “clasificado” (ranked). Lo que Singhal quiere decir con esto es que el algoritmo decide la clasificación de resultados de búsqueda y que nadie entra y los manipula después. La misión establecida de Google de “organizar el mundo de la información y hacerlo universalmente accesible y útil, debe quizás tener una advertencia: ‘mientras nuestro algoritmo decida que usted debe verlo’”.

Los algoritmos ocultos dan forma al contenido en línea de modo considerablemente diferente a los métodos más extensamente reconocidos sobre la censura editorial por televisión y en la prensa. Frary observó que allí, en la TV y en la prensa, “una persona es el corazón del proceso de decisión… Podemos imaginarnos cómo encarga a los redactores que piensen, pero los algoritmos detrás de Facebook y de Google son opacos”. Esta situación llevó a Emily Bell, profesora de periodismo en la Universidad de Columbia, a observar: “Si existe una prensa libre, los periodistas ya no son más responsables de ella. Los ingenieros, que raramente piensan en el periodismo o en el impacto cultural o en la responsabilidad democrática, ahora están tomando las decisiones de cada día sobre cómo se elaboran, se crean y se difunden las noticias”.

Cuando la filtración es secreta, motivada financieramente, y más allá de nuestro control, “debemos estar muy preocupados”, dijo Robert Epstein en Índice de Censura. “La filtración en línea en plataformas masivas tales como Google y Facebook, se está convirtiendo rápidamente en la forma más potente de control mental que ha existido nunca”, advirtió.

Más del 75 por ciento de las búsquedas en línea en EEUU se realizan en Google. En otros países la participación de Google en búsquedas compartida de Internet es tan alta como el 90 por ciento; unos 1.500 millones de particulares, partidos políticos, negocios y otras organizaciones utilizan ahora Facebook. Epstein y Robertson actualmente investigan cómo contradecir al SEME. “Encontramos al monstruo; ahora estamos intentando imaginar cómo matarlo”, escribió Epstein en su artículo en Político. Estos esfuerzos se articulan en parte para erosionar la confianza pública en Google, incluyendo nuestra buena voluntad de aceptar como un hecho, sea cual fuere el resultado de nuestra búsqueda que nos presenten.

Máquinas de votación vulnerables

Como escribió Frary, Facebook, Google, y otros, son “altamente reservados sobre cómo trabajan sus algoritmos”. Las máquinas de votación presentan desafíos similares documentaron Harvey Wasserman y Bob Fitrakis en su libro The Strip & Flip Selection of 2016: Five Jim Crows & Electronic Election Theft. “Las máquina electrónicas de votación son propiedad de corporaciones privadas… ¡Y las cortes han dictaminado que éstas también son propietarias del código fuente de estas máquina que registran y cuentan los votos electrónicos emitidos, como le dijera Wasserman a Amy Goodman de Democracy Now! en febrero de 2016.

En 2016, cerca del 80 por ciento del electorado de EEUU sufragó usando máquinas de votación anticuadas que confían en el software propiedad de corporaciones privadas, según un estudio de septiembre de 2015 del Centro Brennan Center por la Justicia, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York. Cuarenta y tres estados están utilizando máquinas de por lo menos diez años en 2016; mientras en catorce estados, las máquinas tienen quince o más años. El estudio del Centro Brennan identifica “un aumento de fracasos y desplomes, que pueden llevar a largas colas y a votos perdidos” como el “riesgo principal” de equipos de votación anticuados, mientras observa que máquinas más viejas también tienen “defectos de seguridad y confiabilidad tan severos que hoy son inaceptables”.

“Desde la perspectiva de la seguridad,” afirma Jeremy Epstein, de la National Science Foundation, “el software viejo es más riesgoso porque constantemente están desarrollándose nuevos métodos de ataque, y un software más viejo es más probable que sea vulnerable”. Recientemente, el estado de Virginia des-certificó un sistema electoral electrónico usado en veinticuatro de sus recintos después de descubrir que elementos externos podrían tener acceso a las características inalámbricas de la máquina de “registro de datos de votación o inyectar datos malévolos”. La investigación también despertó inquietudes por la máquina de AccuVote-TSX, que se utiliza en más de veinte estados. En 2014, los votantes de Virginia Beach observaron que cuando seleccionaban un candidato, la máquina registraba su selección como de otro aspirante, debido a un “problema de alineación”.

Amy Goodman, de Democracy Now!, le preguntó a Wasserman cómo los electores que usaban máquinas de votación electrónicas podrían estar seguros de que sus preferencias eran registradas. “No pueden”, respondió. “Usted no puede verificar un máquina que registra y cuenta votos emitidos electrónicamente… El propietario del software evita que el público consiga acceder al conteo real de votos”. En un artículo para el sitio Free Press, en marzo de 2016, Fitrakis y Wasserman escribieron que en los eventos electorales presidenciales, del Congreso de EEUU, de gobernadores, legislaturas estatales, comisiones del condado, y otras, la “veracidad de los resultados variará de estado a estado de acuerdo a los caprichos y el interés de los responsable de los cómputos electrónicos”.

En Democracy Now!, y en otras partes, Wasserman y Fitrakis han abogado por universalizar el conteo a mano de votos de papel junto con el registro automático de votantes, como parte de su “Plan Ohio” para prevenir fraudes en las elecciones de EEUU.

Los medios de comunicación corporativos incluyendo CNNMoney, Fortune y el Washington Post proporcionaron cierta cobertura a la investigación de Epstein y Robertson. En mayo de 2016, el Huffington Post publicó un artículo del actor y activista Tim Robbins, titulado “Necesitamos fijar nuestro quebrado sistema de elección”. Robbins escribió: “Cada máquina quebrada, cada votante privado del derecho a votar, cada discrepancia entre las encuestas al pie de urna y los resultados finales, sugieren un ‘hecho delictivo’ y “cada vez desilusionan más al elector con el resultado de menos y menos votantes”.

Fuentes:

Robert Epstein, “How Google Could Rig the 2016 Election,” Politico, August 19, 2015 http://www.politico.com/magazine/story/2015/08/how-google-could-rig-the-2016-election-121548.

Mark Frary, “Whose World are You Watching? The Secret Algorithms Controlling the News We See,” Index on Censorship 44, no. 4 (December 2015), 69–73. (Extract available via: http://ioc.sagepub.com/content/44/4/69.extract)

Lawrence Norden and Christopher Famighetti, “America’s Voting Machines at Risk,” Brennan Center for Justice (New York University School of Law), September 15, 2015, https://www.brennancenter.org/publication/americas-voting-machines-risk.

Harvey Wasserman, interview by Amy Goodman, “Could the 2016 Election be Stolen with Help from Electronic Voting Machines?” Democracy Now!, broadcast February 23, 2016, transcript, http://www.democracynow.org/2016/2/23/could_the_2016_election_be_stolen.

Bob Fitrakis and Harvey Wasserman, “Is the 2016 Election Already being Stripped & Flipped?,” Free Press, March 31, 2016, http://freepress.org/article/2016-election-already-being-stripped-flipped.

Student Researchers: Brandy Miceli (San Francisco State University) and Amanda Woodward (University of Vermont)

Faculty Evaluators: Kenn Burrows (San Francisco State University) and Rob Williams (University of Vermont)

Traducción de Ernesto Carmona / Mapocho Press

http://www.alainet.org/es/articulo/181664

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