El viejo mundo se muere
18/11/2016
| Gustave Massiah
La situación parece desesperanzadora. La ofensiva
de las derechas y las extremas derechas ocupa el espacio y los espíritus. Se
desarrolla en los medios de comunicación y trata de expresar la derechización
de las sociedades. Pero no es nada de eso y nada está jugado. Las sociedades
resisten y las contradicciones están en marcha; son ellas las que determinan el
futuro.
Para comprender la situación partamos de la cita de
Antonio Gramsci: “El viejo mundo muere, el nuevo mundo tarda en aparecer y
en este claroscuro surgen los monstruos”/1
En este contexto, la estrategia de los movimientos
sociales que quieran llevar adelante un proyecto emancipatorio debe articular
la respuesta a la urgencia y la construcción de un proyecto alternativo de
futuro. Deben al mismo tiempo luchar contra los monstruos e inscribirse en la
construcción de un nuevo mundo.
El viejo mundo se muere
Los choques financieros de 2008 confirman la
hipótesis del agotamiento del neoliberalismo. El calentamiento climático, la
disminución de la biodiversidad y las contaminaciones globales, confirman el
agotamiento del productivismo. Se avanzan hipótesis sobre un agotamiento del
capitalismo como modo hegemónico de producción. Damos por supuesto que lo que
sucedería al capitalismo no sería forzosamente un modo justo y equitativo; la
historia no está escrita y no es lineal.
En el Foro Social Mundial de Belém, en 2009, tuvo
lugar una convergencia de movimientos: el movimiento de las mujeres, los
movimientos campesinos, los movimientos ecologistas y los movimientos de los
pueblos amazónicos han expresado fuertemente un nuevo punto de vista. Han
afirmado que, si se trata de redefinir las relaciones entre la especie humana y
la naturaleza, no se trata solamente de una crisis del neoliberalismo o del
capitalismo, se trata de una crisis de civilización, la que desde hace cinco
siglos ha puesto adelante la modernidad occidental y ha conducido a algunas de
las formas de la ciencia contemporánea.
La situación está marcada por la permanencia de las
contradicciones. La crisis estructural articula cinco contradicciones
principales: económicas y sociales, con las desigualdades sociales y las
discriminaciones; ecológicas con la destrucción de los ecosistemas, la
limitación de la biodiversidad, el cambio climático y la puesta en peligro del
ecosistema planetario; geopolíticas con las guerras descentralizadas y el auge
de nuevas potencias; ideológicas con la interpelación de la democracia, los
presiones xenófobas y racistas; políticas con la corrupción nacida de la fusión
de lo político y lo financiero que alimenta la desconfianza en relación con lo
político y abole su autonomía. La derecha y la extrema derecha han llevado una
batalla por la hegemonía cultural, desde finales de los años 1970, contra los
derechos fundamentales y particularmente contra la igualdad, contra la
solidaridad, por las ideologías securitarias, por la descalificación
amplificada desde 1989 (año de la caída del Muro de Berlín, ndt) de los
proyectos progresistas. Han llevado ofensivas sobre el trabajo por la
precarización generalizada; contra el Estado social, por la mercantilización y
la privatización y la corrupción generalizada de las clases políticas; sobre la
subordinación de lo numérico a la lógica de la financiarización.
Los nuevos monstruos
A partir de 2011, los movimientos casi
insurreccionales de ocupación de las plazas atestiguan la respuesta de los
pueblos a la dominación de la oligarquía. A partir de 2013, la arrogancia
neoliberal retoma la delantera y confirma las tendencias que han emergido desde
finales de los años 1970. Se reafirman las políticas dominantes, de austeridad
y de ajuste estructural. La desestabilización, las guerras, las represiones
violentas y la instrumentalización del terrorismo se imponen en todas las
regiones. Las corrientes ideológicas más reaccionarias y los populismos de
extrema derecha son cada vez más activos. Adoptan formas específicas como el
noeconservadurismo libertario en los Estados Unidos, las extremas derechas y
las diversas formas de nacional-socialismo en Europa, el extremismo yihadista
armado, las dictaduras y las monarquías petroleras, el hinduismo extremo, etc.
Pero, a medio plazo, nada está jugado.
Hay que preguntarse sobre estos monstruos y las
razones de su emergencia. Se apoyan sobre los miedos alrededor de dos vectores
principales y complementarios: la xenofobia y el odio a los extranjeros: los
racismos bajo sus diferentes formas. Hay que señalar una ofensiva particular
que toma las formas de la islamofobia; después de la caída del Muro de Berlín,
el “islam” ha sido instituido como el enemigo principal en el “choque de
civilizaciones”.
Esta situación resulta de una ofensiva llevada con
constancia desde hace cuarenta años, por las derechas extremas, para conquistar
la hegemonía cultural. Se ha centrado especialmente sobre dos valores. Contra
la igualdad en primer lugar, afirmando que las desigualdades son naturales. Por
las ideologías securitarias, que consideran que solo la represión y las
libertades pueden garantizar la seguridad.
El endurecimiento de las contradicciones y de las
tensiones sociales explica el surgimiento de las formas extremas de
afrontamiento. El endurecimiento empieza por el de la lucha de clases y se
extiende a todas las relaciones sociales. El multimillonario Warren Buffet
declaraba tranquilamente que "algunos dudan de la existencia de una
lucha de clases; por supuesto que hay una lucha de clases y es mi clase quien
la está ganando”. La financiarización ha profundizado las desigualdades y
la casta de los muy ricos se ha restringido. Las llamadas clases medias se han
hinchado, pero la precarización afecta y pone en riesgo a una parte de las
mismas.
La voluntad de acumulación de riquezas y de poderes
es insaciable. Frente a esa desmesura, se asiste a un refugio en la vuelta de
lo religioso, confiando en que conseguirá suavizar los extravíos insoportables.
La confianza en la regulación estatal está fuertemente cuestionada. La clase
financiera ha conseguido subordinar a los Estados. Y el proyecto de socialismo
de Estado ha naufragado en las nomenclaturas y en las nuevas oligarquías. La
situación es inestable. ¿Cómo creer que puede durar indefinidamente un mundo en
el que 62 personas, 53 hombres y 9 mujeres, poseen tanto como otras 3,5 mil
millones? La voluntad de imponer la reproducción de la situación y el miedo de
las revueltas se traduce en el auge de la violencia, la represión y las
guerras.
Pero también hay otro motivo para esta situación,
que es el miedo de la aparición de un nuevo mundo. Los nuevos monstruos saben
que su mundo está en cuestión; para salvaguardar sus posiciones y sus
privilegios, instrumentalizan el miedo al futuro, el temor de las convulsiones
sociales de las sociedades que va a marcar el futuro.
El nuevo mundo que tarda en aparecer
¿Cuál es este nuevo mundo que tarda en aparecer? Un
nuevo mundo que puede dar miedo a los privilegiados y que los movimientos
sociales dudan en percibir.
La propuesta es estar atento a las revoluciones en
marcha. Hay varias revoluciones en marcha, pero están inacabadas. Y sus salidas
son inciertas. Nada permite afirmar que no serán aplastadas, desviadas o
recuperadas. Por tanto, convulsionan al mundo; son también portadoras de
esperanzas y marcan ya el porvenir y el presente. Son revoluciones de amplio
período y cuyos efectos se inscriben en varias generaciones.
Para ilustrar esta idea, partamos de cinco
revoluciones en marcha y que son, recordémoslo, inacabadas. Se trata de la
revolución de los derechos de las mujeres; de la revolución de los derechos de
los pueblos; de la revolución ecológica; de la revolución numérica; de la
revolución del poblamiento del planeta.
La revolución de los derechos de las mujeres es la
más impresionante. Ella cuestiona relaciones milenarias. Las luchas por los
derechos de las mujeres han avanzado enormemente durante los últimos cuarenta
años. Se mide progresivamente las convulsiones que suscitan. Esta revolución se
encuentra inacabada y arrastra resistencias de una gran violencia. Se puede
medir por la violencia de las reacciones de ciertos Estados contra toda idea de
la liberación de las mujeres y por la resistencia en todas las sociedades al
cuestionamiento del patriarcado. La revolución de los derechos de las mujeres
ya ha suscitado un gran cambio en la estrategia de los movimientos; es la
negativa a subordinar a otras luchas la lucha contra la opresión de las
mujeres. Su negativa a considerar su reivindicación como una contradicción
secundaria ha sido retomada por todos los movimientos y traduce el
reconocimiento de la diversidad de los movimientos sociales y ciudadanos.
También es significativa la revolución de los
derechos de los pueblos. Está inacabada y enfrentada a las tentativas de
reconfiguración de las relaciones imperialistas. La segunda fase de la
descolonización ha comenzado. La primera fase, la de la independencia de los
Estados ha encontrado sus límites. La segunda fase es la de la liberación de
los pueblos. Ella desemboca sobre nuevas cuestiones, con los derechos de los
pueblos que adoptan diferentes nombres: indígenas, primeros, autóctonos.
Renuevan la cuestión de las identidades con la irrupción de identidades
múltiples como han sido calificadas por el poeta EdouardGlissand. Interpela
sobre la relación entre las libertades individuales y las libertades
colectivas.
La revolución ecológica está en sus inicios. Desde
ya convulsiona la comprensión de las transformaciones y el sentido del cambio.
Ella introduce la noción del tiempo finito y la noción de los límites en
relación con el crecimiento ilimitado. Pone en cuestión todas las concepciones
del desarrollo, de la producción y del consumo. Reimpone la discusión sobre la
relación entre la especie humana y la naturaleza. Interpela sobre los límites
del ecosistema planetario. La revolución ecológica es una revolución filosófica
que trastorna las certidumbres más consolidadas.
La revolución de lo numérico es una parte de una
nueva revolución científica y técnica, combinada especialmente con la de las
biotecnologías. Abre nuevas contradicciones sobre las formas de producción, de
trabajo y de reproducción. Impacta a la cultura, empezando a convulsionar a
terrenos tan vitales como los del lenguaje y la escritura. Por el momento, la
financiarización ha logrado instrumentalizar las convulsiones de lo numérico,
pero las contradicciones permanecen abiertas y son profundas.
La revolución del poblamiento del planeta está en
gestación. Todas las grandes convulsiones históricas han tenido consecuencias
sobre el poblamiento del planeta. Entenderlo permite evitar calificar a las
cuestiones de las migraciones y de los refugiados como crisis migratorias que
se podrían aislar y que acabarían por reabsorberse. Los cambios en el
poblamiento del planeta prolongan las rupturas precedentes. La de la
urbanización y de la armadura urbana mundial con la multiplicación de los
barrios precarios. El cambio climático no solo va a acentuar las migraciones
medioambientales. La elevación del nivel del mar podría alcanzar hasta un metro
desde ahora hasta el final de siglo. Según las Naciones Unidas, el 60% de las
400 áreas urbanas de más de un millón de habitantes en 2011 -o sea 900 millones
de personas aproximadamente-, estarían expuestas a un elevado riesgo natural.
La escolarización de las sociedades modifica los flujos migratorios. Los
diplomados que salen permanecen en contacto con su generación a través de
internet. Los otros alimentan al grupo de los parados diplomados, nueva alianza
entre los hijos de las capas populares y los hijos de las capas medias. Los
movimientos sociales intentan articular las luchas por el derecho a seguir
viviendo y trabajando en el país. Verifican que las ganas de permanecer son
indisociables del derecho a salir. La noción misma de identidades se encuentra
interpelada por la evolución de los territorios y por el mestizaje de las
culturas.
El necesario pensamiento estratégico
Los movimientos sociales y ciudadanos deben adoptar
su estrategia a la nueva situación. Todo pensamiento estratégico se construye
sobre la articulación entre la urgencia y la construcción de un proyecto
alternativo. La urgencia es la resistencia a los nuevos monstruos. Pero para
resistir es necesario un proyecto alternativo.
El proyecto alternativo empieza a perfilarse. Desde
2009, en el Foro Social Mundial de Belém al que se ha hecho anteriormente
mención, la propuesta que se presenta es la de una transición ecológica,
social, democrática y geopolítica. Esta propuesta combina la toma de conciencia
de las grandes contradicciones y la intuición de las grandes revoluciones
inacabadas en marcha.
Hay que insistir sobre la idea de transición que es
frecuentemente –mal- presentada como una propuesta de temporización. La
propuesta de transición no se opone a la idea de revolución, está en ruptura
con una de las concepciones de la revolución, la de la gran tarde; inscribe la
revolución en el tiempo largo y discontinuo. Subraya que en el mundo actual
emergen nuevas relaciones sociales, como han emergido las relaciones sociales
capitalistas, de forma contradictoria e inacabada, en el mundo feudal. Esta
concepción da un nuevo sentido a las prácticas alternativas que se buscan y que
permiten, también en este caso de forma inacabada, precisar y preparar un
proyecto alternativo.
Una de las dificultades de este período concierne a
esta articulación entre la resistencia y el proyecto alternativo. La lucha de
clases es, sin duda, el elemento determinante de la resistencia y de la transformación.
Pero es necesario redefinir la naturaleza de las clases sociales, de su
relación y de las luchas de clases. En la concepción dominante de los
movimientos sociales, la revolución social debía preceder y caracterizar a las
otras revoluciones y liberaciones. La importancia de las otras cinco
revoluciones en marcha interpela a la revolución social y el atraso de la
revolución social interpela a su vez a las otras revoluciones.
No es necesario volver a la urgencia de la
resistencia contra los monstruos. A la vez que señalar la importancia y la
necesidad de un proyecto alternativo. No es secundario comprender como el miedo
all nuevo mundo actúa sobre la aparición de los monstruos. Cojamos el ejemplo
de un elector de Trump, de clase media, blanco, en el Estados Unidos profundo;
cuando mira alrededor suyo ve que los indios siguen ahí, que los negros ya no
soportan el racismo, que los latinos son cada vez más numerosos y a veces
mayoritarios y que las mujeres no se dejan manejar. ¡Acaba por ver que su América
profunda va a dejar de existir y está dispuesto a coger sus fusiles para tirar!
De hecho, las sociedades resisten más de lo que se
piensa a la derechización de las elites y de los medios de comunicación. Se
puede verificar. En Hungría, el referéndum contra los extranjeros no ha podido
ser validado, ya que, a pesar de las presiones, solo el 37% de los-as
húngaros-as han ido a votar en esa consulta. En Polonia, las manifestaciones
masivas han hecho retroceder a los que querían prohibir cualquier aborto. En
Francia, dos tercios de los-as franceses-as se han opuesto a la abrogación de
las leyes de matrimonio para todos. Un sondeo en cinco países europeos muestra
que, según los países, del 77% al 87% de los encuestados son favorables a la
regularización de los sin papeles que dispongan de un contrato de trabajo. Un
sondeo de Amnistía Internacional en 27 países ha mostrado que, a pesar de los
discursos anti-refugiados, en 20 de los 27 países, más del 75% de los
encuestados está a favor de la acogida de los refugiados.
Cuando pueden expresarse, las sociedades son más
abiertas y más tolerantes de lo que quieren hacer creer las corrientes de
extrema derecha y los medios de comunicación que les sirven de correa de
transmisión. Pero esta resistencia no se muestra, no se traduce en la adhesión
a un proyecto progresista, manifestando así la ausencia de un proyecto
alternativo creíble. Es menos “la derecha” que triunfa que “la izquierda” se
desmorona.
Así pues es necesario que resistamos, en lo
inmediato, paso a paso y aceptar comprometerse en el tiempo largo. Esta
resistencia pasa por la alianza con todas las y todos los -y ellos-ellas son
numerosos/as-, que la igualdad es mejor que las desigualdades, que las
libertades individuales y colectivas deben ser ensanchadas al máximo, que las
discriminaciones conducen al desastre, que la dominación conduce a la guerra,
que es necesario salvaguardar el planeta. Esa batalla sobre los valores pasa
por el cuestionamiento de la hegemonía cultural del neoliberalismo, del capitalismo
y del autoritarismo. Podemos demostrar que resistir es crear. Por cada una de
las revoluciones inacabadas, a través de las movilizaciones y las prácticas
alternativas, podemos luchar para evitar que sean instrumentalizadas y sirvan
para reforzar el poder de una élite, antigua o nueva.
Los años que vienen serán sin duda muy difíciles y
las condiciones serán muy duras. Pero, a escala de una generación, nada está
jugado, todo es posible.
15/10/2016
Gustave Massiah es una personalidad de referencia internacional en
el espacio altermundista
Notas:
1/ Cuadernos de la Cárcel, Tomo 3, ERA, 1984,
(pdf) disponible en http://www.mediafire.com/view/cukxs78er9y3neb/Cuadernos_de_la_cárcel_(Tomo_III)
- See
more at: http://www.vientosur.info/spip.php?article11927#sthash.pSbMTOW9.dpuf
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