Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
viernes, 27 de enero de 2017
Al
igual que el saber humano no se reduce al saber de las ciencias estatuidas como
tales, del mismo modo la lógica matemática o lógica formal no abarca todas las
formas lógicas del mundo. Sin embargo, hay especialistas en lógica matemática
que quieren razonar e interpretar la historia o las relaciones económicas con
esas herramientas, y en consecuencia no dicen grandes cosas, o dicen cosas
superficiales, o le niegan la certeza al saber construidos a lo largo de la
historia sobre dichas dimensiones del ser humano: la historia o las relaciones
económicas. Cuando yo critico a la lógica formal, no la critico por aquella
parte de la realidad –ciertas formas del pensamiento– que representa de
forma acertada, sino porque pretende someter a sus formalismos partes de la
realidad de las que no puede dar cuenta de forma científica. Así que las formas
lógicas del pensamiento y de la realidad representan un mundo mucho más grande
que el que nos proporciona la lógica matemática.
Lo que expongo a
continuación trata sobre la lógica dialéctica del valor. Independientemente de
si la lógica dialéctica exista como cuerpo teórico o esté formalizada, lo
cierto es que está presente en la construcción teórica de El Capital. Sin
duda que esta lógica dialéctica es una herencia hegeliana. Pero advierto que
Hegel no es un pensador oscuro, como muchos piensan, sino un pensador
complejo. La oscuridad se le produce al lector poco preparado o al lector que
quiere entender el pensamiento de Hegel con los esquemas de la lógica
matemática. Hegel es uno de los grandes colosos del pensamiento universal. Lo
que sucede es que la filosofía dominante, muy acorde con el capitalismo, es el
empirismo y el neopositivismo: una filosofía que hace de la física y de la
lógica matemática las dos grandes paradigmas de la ciencia. Cuando lo cierto es
que son las dos esferas de saber más abstractas que existen. Dicho de otro
modo: en el saber de esas ciencias el ser humano prácticamente no existe o es
reducido a un sujeto puramente abstracto.
Si hay un objeto que está
presente en nuestras vidas de forma absoluta, que nos domina y nos enajena,
este no es otro que el dinero. Pero hoy no vamos hablar del dinero en su
función de medio de compra, esto es, del dinero como simple dinero, sino del
dinero como capital. Y el dinero como capital, sobre todo en su forma más
cosificada, esto es, el dinero productor de interés, está en el centro de
la crisis económica que nos asola desde el año 2008. Y sobre este respecto nada
nos puede decir la lógica formal, sin embargo, la lógica dialéctica sí puede
decirnos cosas muy interesantes. En el capítulo dedicado a la transformación
del dinero en capital, Marx se expresa en los siguientes términos: “Por tanto,
lo primero que hay que hacer es analizar las diferencias de forma entre los
ciclos D-M-D y M-D-M. Con ello se tendrá al mismo tiempo la diferencia de
contenido que se oculta tras estas diferencias de forma”. La lógica formal se
caracteriza por vaciar de contenido el pensamiento, por el contrario, la lógica
dialéctica se caracteriza por descubrir las diferencias de contenido a través
del análisis de las formas económicas. Una diferencia sustancial que no se debe
echar en saco roto.
El producto final de la
circulación de mercancías, que tiene su apogeo en el siglo XVI con la creación
del mercado mundial, es el dinero. Y el dinero es la primera forma de
manifestación del capital. Pero el dinero tiene dos formas de circular: uno
viene representado por la fórmula M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía), vender
para comprar; y el otro viene representado por la fórmula D-M-D
(Dinero-Mercancía-Dinero), comprar para vender. De la primera forma
participan todos los trabajadores: venden su fuerza de trabajo a cambio de
dinero y con este dinero compran todos los medios de subsistencia que
necesitan y pueden. Y de la segunda forma participan todos los capitalistas:
compran fuerza de trabajo y mercancías, después elaboran un producto con estos
dos factores, y luego lo venden para obtener más dinero. Las formas económicas
que nos encontramos aquí son: la mercancía, el dinero, los ciclos M-D-M
y D-M-D, y las dos fases que constituyen estos ciclos: M-D y D-M. En
total nos encontramos aquí con seis formas económicas.
Veamos las diferencias entre
el ciclo M-D-M (circulación simple de mercancías) y D-M-D (circulación del
dinero como capital). En el primer ciclo se vende para comprar, el punto de
partida y el punto final es la mercancía, y el dinero es el punto intermedio.
Por el contrario, en el segundo ciclo se compra para vender, el punto de
partida y el punto final es el dinero, y el punto intermedio es la mercancía.
En el primer ciclo el dinero se transforma en mercancía que sirve de valor de
uso. Por lo tanto, el dinero se ha gastado definitivamente. Mientras que en la
circulación del dinero como capital el capitalismo lanza dinero al mercado para
poderlo retirar con un incremento. Por lo tanto, el dinero no se gasta, sino
que se conserva. Y no solo se conserva, sino que se multiplica. Ahondemos más
en la diferencia entre los dos ciclos: en la circulación simple de mercancías
la renovación de la venta para comprar tiene su meta en un fin exterior a él,
en el consumo, en la satisfacción de las necesidades. Es lo que hace el
trabajador. Mientras que en la circulación del dinero como capital, comprar
para vender, principio y fin son lo mismo, dinero. Por lo tanto, el
movimiento es ya infinito. Este aspecto es importante y definitivo: Si con
100 euros obtengo 110 euros, con 110 euros obtengo 120, y así sin parar. Este
es el aparente secreto de esos capitalistas que dicen que han partido de “la
nada” y terminan siendo inmensamente ricos, porque el ciclo económico del que
participan constituye un movimiento del valor infinito. Este hecho económico, el
enriquecimiento sin límite que observamos en los capitalistas, Marx lo expresa
en los siguientes términos: “La circulación del dinero como capital es fin
absoluto, pues la valorización del valor solo existe dentro de este movimiento
constantemente renovado. De ahí que el movimiento del capital sea ilimitado”.
Antes de seguir hablemos
del valor para distinguirlo de la mercancía y del dinero. Supongamos que un
agricultor produce 100 kilos de naranja que los cambia por 30 euros y que luego
con estos 30 euros se compra una camisa. Los 100 kilos de naranja, los 30 euros
y la camisa tienen el mismo valor. O mejor: una determinada cantidad de valor
existe primero como 100 kilos de naranja, después como 30 euros, y por último
como una camisa. El valor carece de existencia inmediata. Solo existe como
mercancías particulares, las naranjas y la camisa, o como la mercancía general:
el dinero. Pasa como en el tiempo y con el significado: carecen de existencia
inmediata. Pero a lo que carece de existencia inmediata no se le niega la
existencia. Y si no consideráramos la existencia del valor, sería imposible
explicar el intercambio de naranjas por dinero y del dinero por camisas. Igual
que si le negáramos la existencia al significado, sería imposible explicar la
comunicación lingüística.
Sigamos ahondando en las
diferencias entre los dos ciclos. El dinero es la forma autónoma de existencia
del valor. Entre dos mercancías diferentes, entre naranjas y camisas, hay
diferencias cualitativas: tienen propiedades diferentes y satisfacen
necesidades diferentes. Pero entre 100 euros y 120 euros no hay diferencias
cualitativas, solo hay diferencias cuantitativas. 100 euros y un millón de
euros son bajo el punto de vista de la cualidad lo mismo. De este modo
reconocemos que el dinero es la forma autónoma del valor. Volvamos a fijarnos
en el ciclo de la circulación simple de mercancías, M1-D-M2: La forma autónoma
del valor, esto es el dinero, que adopta el valor de la primera mercancía actúa
solamente de mediadora del intercambio. Al final de este ciclo el dinero
desaparece. Mientras que en el caso del ciclo D-M-D, la circulación del dinero
como capital, el valor pasa constantemente de la forma del dinero a la forma de
la mercancía y de este de nuevo a la forma del dinero sin perderse en este
movimiento, convirtiéndose así en un sujeto automático. Así lo expresa
Marx: “El valor deviene aquí el sujeto de un proceso en el que, bajo el
continuo cambio de las formas del dinero y mercancía, varía su propia magnitud.
Hablemos ahora de la
sustancia. El significado de las palabras es una sustancia social. Las palabras
no significan lo que yo quiero que signifiquen, sino lo que la sociedad en un
momento determinado de su desarrollo social establece. Los significados son una
obra de la sociedad. Sucede después que grandes figuras de la literatura, como
es el caso de Cervantes, cristaliza en una obra literaria, como es el caso de El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, los significados de una
comunidad de hablantes. Lo mismo ocurre con el valor económico: es una
sustancia social. El valor de la mesa que yo construyo no viene constituida por
la cantidad de horas de trabajo que yo empleo, sino por la cantidad de horas de
trabajo social media que cuesta a la sociedad producirla, de acuerdo con la
productividad y las condiciones técnicas de trabajo predominantes. De manera
que aunque yo haya empleado 8 horas de trabajo pero el trabajo social medio es
de 4 horas, mi mesa tendrá un valor de 4 horas y no de 8 horas. De ahí que el
valor, como el significado, sea una sustancia social.
A este respecto Marx se
expresa en los siguientes términos: “Si en el circulación simple el valor de
las mercancías reviste a la sumo, frente a su valor de uso, la forma autónoma
del dinero, aquí –en la circulación del dinero como capital– se presenta
de momento como una sustancia en proceso, con movimiento propio, para la que
mercancía y dinero no son más que meras formas”. Así es: en la circulación del
dinero como capital el valor se presenta como una sustancia en proceso que no
cesa de crecer. Hay personas que me dicen que participando jugadores como Messi
y Cristiano de la circulación simple de mercancía, puesto que venden su fuerza
de trabajo a cambio de dinero, por qué los presento yo como capitalistas. La
explicación es sencilla: El dinero que gana un trabajador medio en concepto de
salario lo gasta por completo. Mientras que Messi y Cristiano ganan tanto
dinero que después de comprar los medios de satisfacción de las necesidades de
ellos y sus familias, les sobra muchísimo dinero. Y este dinero lo ponen luego
a circular como capital y no como medio de compra. Y el contenido objetivo de
esta circulación, la valorización del valor, es el fin subjetivo de ambos. Y
como agentes conscientes de este proceso son presas del apetitivo insaciable de
ganar como cualquier otro capitalista. Y tratan de engañar a Hacienda, por
medios legales e ilegales, porque se apodera de ellos el afán absoluto de
enriquecimiento.
Solo me resta decir que
esta exposición que habla del dinero como capital, que presenta el ciclo del
capital como valor que se valoriza, como sujeto automático y como sustancia en
proceso, solo es posible gracias a la lógica dialéctica. Y en este sentido los
marxistas, con Marx a la cabeza, debemos sentirnos deudores eternos del
pensamiento de Hegel.
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