Un hoy fértil en futuro
14-01-2017
Las
movilizaciones actuales no tienen precedentes y, con su fuerza y seriedad,
presagian nuevos movimientos futuros de enorme importancia social. Al mismo
tiempo, dejan una importante enseñanza para quien esté dispuesto a aprender
algo de la llamada “gente común” que hace propio el principio de “primero la
acción” frente a tantos que creen que primero fue el Verbo.
Las revoluciones no se hacen y menos aún las hacen
los revolucionarios con o sin comillas: las revoluciones se organizan. Esta es
pues la etapa de la organización en la marcha y en la lucha. Es también la fase
en la que la gente que realmente quiere un cambio social tiene que ajustar el
tiro, o sea sus políticas que, en el caso del EZLN y el de MORENA –no así de
algunos de sus integrantes- ha dado muy lejos del blanco.
Concuerdo con el análisis que de las movilizaciones
hizo Leopoldo Santos Ramírez en un artículo de La Jornada del jueves 12. No
creo posible que estas manifestaciones no dejen ningún rastro y caigan en el
cansancio y la resignación.
Cada lucha importante es un peldaño. Ningún peldaño
permite por sí mismo llegar el objetivo pero, en su conjunto, forman a escalera
que podría llevar a él. La conciencia histórica, por otra parte, se forma con
las adquisiciones conscientes individuales, con el cambio en la subjetividad de
quienes luchan, la que después se transforma en conciencia colectiva, de masas.
Ésta no es permanente. Un pueblo puede desaprender pero no olvida nunca todo lo
que aprendió. Ese sedimento es importante y forma las características
nacionales. Por eso el pueblo mexicano desde 1910 se reconoce en la Bola, no
detrás de un partido, y adquiere confianza y madura al verse en la acción.
Ni la Revolución mexicana, ni el 68, ni Tlatelolco,
ni la APPO ni la movilización por Ayotzinapa se convirtieron en humo: todas
esas luchas están reunidas hoy en el combate contra la afrenta infligida, la
vergonzosa sumisión al imperialismo, la prepotencia de la corrupción y del
gasolinazo. En este momento, los indígenas, los campesinos, los trabajadores,
protestan unidos con vastos sectores de las clases medias (estudiantes,
sacerdotes, como en Coahuila, pequeños comerciantes y empleados, como en
Hermosillo) e incluso con los sectores de la burguesía como la Coparmex
interesados por mantener el poder adquisitivo de sus clientes, que son asalariados.
Esta alianza social será importante si permite
avanzar, resistir al imperialismo, reorganizar la sociedad. Es posible formar
un Frente Amplio con dichos sectores cuya parte más activa sea la izquierda
social (los sindicatos combativos, los revolucionarios, los reformistas de
izquierda que militen en MORENA, los que quieran formar poder popular). El
detonante podría ser el llamado de la CNPA (la agrarista Confederación Nacional
Plan de Ayala y la UNT, que integra a sindicatos como el STUNAM, los telefonistas
o la CNTE), a convocar para el 31 de enero un paro nacional y a coordinar las
acciones con otros sectores en lucha, independientemente de quiénes son los
dirigentes de la UNT.
Como dice Santos Ramírez, las protestas abarcaron
todos los sectores populares y buen parte de los estados del país, fueron
espontáneas (en el sentido de no organizadas por ningún partido, no en el de la
maduración previa de los convocantes), no cayeron en las provocaciones
organizadas por el gobierno o por parte de éste, fueron mucho más masivas que
todas las manifestaciones anteriores y, aunque se realizaron en un período
prelectoral, no le prestaron atención a las elecciones (que están siempre en
veremos) sino que buscaron y buscan imponer un cambio mediante la “votación” de
las calles.
Los silenciosos estrategas electoralistas del EZLN
y de MORENA están aún a tiempo para aprender del pueblo mexicano y sumarse a su
lucha.
Nacen en la UNAM las Juntas de Defensa
Universitarias, surgidas del ejemplo de las policías comunitarias y de los
grupos de autodefensa, los estudiantes del Centro de Estudiantes de Derecho de
la UNAM encuentran apoyo en el CCH Sur, en Filosofía, en Ingeniería y en otras
facultades y centros de estudio, manifestaciones de decenas de miles de
personas se realizan en todas las ciudades del Norte, la megamarcha en el DF
fue un éxito completo y el movimiento sigue creciendo.
Es cierto que, dado que no se puede vivir sólo en
manifestaciones, este momento es transitorio ¿pero qué ley social impone que se
derrumbará y no que será superado por otro tipo de movilizaciones con objetivos
más radicales?
Para esa superación –es decir, para organizar esta
ola de fondo- deben trabajar los que, como el EZLN, declaran querer organizar
poder popular en la acción. Si no intervienen en este proceso con todas sus
fuerzas no sólo no lograrán nada con la campaña que proponen sino que, sobre
todo, aparecerán como meros “impermeables para días de sol”. En cuanto a
MORENA, imperturbablemente electoralista (aunque algunos militantes locales
combativos hayan participado privadamente en la organización de las protestas),
¿de dónde va a obtener votos si se pone de espaldas a quienes deberían ser su
electorado y s se obstina en sostener al gobierno con su pasividad?
Es indispensable crear un Frente Único entre la
ANUEES, la OPT, la Nueva Central Obrera y los grupos anticapitalistas para que
ese Frente dé un eje a alianzas amplias con los demás sectores en lucha en la
perspectiva de un Paro Nacional -una huelga general nacional unida a la paralización
de todas las actividades (transporte, escuelas, comercio) – que conduzca a una
Asamblea Nacional como la de la APPO y a la adopción inmediata de medidas de
cambio. Esa coordinación debería llamar a medidas de boicot contra las empresas
imperialistas.
El pesimismo y el escepticismo
son paralizantes. Este es un tiempo de acción y de apostar con optimismo a
todas las perspectivas latentes en esta protesta nacional precisamente porque
si no se lucha el futuro justificará el pesimismo porque será aún más negro.
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