09/01/2017
| Nicolás González Varela
“La situación política es más fuerte que todas las
declaraciones”
(Lenin, 1906)
Un poco en decadencia, el tradicional culto a Lenin
reduce su figura, en el mejor de los casos de forma caricatural, al heroico
bronce de la insurrección armada, los coches blindados y las bayonetas de los
fusiles Mosin-Nagant. El Kul’t lichnosti además de servir de
legitimación y consolidación del régimen de Stalin trajo como efecto secundario
una reducción y mutilación del Lenin político, ya no podíamos comprenderlo en
su dimensión completa, en su práctica materialista-histórica, en su
“concretidad”. Hablar de las elecciones, del parlamentarismo en relación con el
pensamiento de Lenin parece un equívoco, un oximorón o el intento de construir
una relación extraña.
Tanto la Leninología como la mayoría de los
biógrafos (desde hagiógrafos a críticos) raras veces mencionan la actividad
electoral revolucionaria de Lenin, mucho menos describen o analizan su táctica
parlamentaria y su “uso” del mecanismo representativo de voto burgués. Queda
poco espacio para la política electoral en el monumental Lenin
insurreccionalista e ingeniero organizativo, salvo como “momento de pausa”, el
descanso del guerrero entre la fallida revolución de 1905 y la revolución
democrática burguesa de febrero de 1917. Por elevación esta etiqueta-estigma
efectua un ritornello negativo a su maestro Marx por influencia lógica:
tampoco en las luchas democrático-burguesas es muy útil su escasa u ocasional
contribución. Coinciden en esto todas las tendencias: la Leninología/1,
la Sovietología heredada de la Guerra Fría/2 y el Post-marxismo/3
promulgan en que poco tienen que decir sobre rupturas democráticas y
participación electoral tanto Marx como Lenin.
El Lenin electoral es un lapsus accidental/4,un
interregno secundario entre la lucha por el control del partido y la conquista
del poder. El Lenin electoral es una mera máscara del auténtico Lenin
“conspirador-de-facción-insurreccionalista”.
La negación a estas lecturas sectarias la presenta verbatim
el propio Lenin. Ulianov recalcaba la importancia de las diferentes fases
“parlamentaristas” del POSDR y en particular del Bolchevismo, al afirmar tres
años después de la Revolución de Octubre de 1917 que “los bolcheviques hemos
actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha
demostrado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria…
para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución
socialista (octubre de 1917).” O sea que parece invertirse el mito stalinista,
ya que desde esta nueva perspectiva la experiencia bolchevique sería un
laboratorio único y precioso en el que el “uso” de la arena parlamentaria
permitió no solo potenciar la (auto) conciencia de clase de los trabajadores
sino además la construcción de su propio poder autónomo en tanto clase.
Y eso es coherente con la propia biografía de
Ulianov: su práctica política revolucionaria estuvo inmersa en el sistema
parlamentario y las tácticas electorales de 1905 a 1918 al menos (a través de
la participación en cuatro Dumas, la tercera de largo aliento, y luego en los
Soviets pre y post-revolucionarios)/5. Por supuesto que aquí no hay que
olvidar la máxima leniniana, aquella que sentencia que “la acción de las masas,
por ejemplo, una gran huelga, es siempre más importante que la acción
parlamentaria, y no sólo durante la revolución o en una situación
revolucionaria.” Ya en octubre de 1905, en carta a Lunacharski, Lenin reconoce
que “es preciso analizar a fondo la relación del ‘Parlamentarismo’ con la
Revolución”. ¿Cómo entonces combinaba de manera virtuosa Lenin este carácter
bifronte de toda lucha revolucionaria bajo el Capital?
De lo que se trata, como intentó Negri en los años
1970, es de aspirar a una lectura “marxista” del Marxismo de Lenin: la
capacidad de situar la inevitable discontinuidad y las variaciones del análisis
político en un marco crítico-histórico.
A partir del año-bisagra de 1905/6, Lenin
comienza a reflexionar teóricamente sobre la práctica electoral revolucionaria,
sobre la praxis marxista en condiciones “naturales” del dominio capitalista. En
primer lugar es llamativo el “uso” minucioso, casi filológico por su precisión,
de las enseñanzas téorico-prácticas de Engels y Marx entre 1847 y 1851, durante
su participación en la ola de revoluciones burguesas en Europa que estallaron
en 1848. En segundo lugar, las elecciones burguesas, en cuanto posibilidad de
“crisis política”, es la fuente, subraya Lenin, de todo movimiento
revolucionario.
La participación constitucional en la posible Duma
mutilada diseñada por el Zarismo tiene para Lenin un objetivo final claro:
descubrir las “ilusiones constitucionalistas”, desvelar lo que denomina los
“ejercicios escolares de parlamentarismo”. Durante el boicot a la Duma de
Bulyguin (segunda mitad de 1905) señalaba que la tarea general electoral era la
de “despertar e ilustrar políticamente a vastas y atrasadas masas” a las que,
por el momento, hubiera sido utópico pretender abarcar a través de la agitación
típica de la Socialdemocracia.
Las propias luchas constitucionalistas
interburguesas, a las que Lenin denomina “labor destructiva” inconsciente, son
un campo invalorable para la “ilustración incesante” de la clase tanto en
cuanto a sus objetivos socialistas como a la exhibición de la contradicción de
sus intereses. Pero: ¿cuál es entonces el valor de la táctica electoral? Debe
ser siempre, remarca Lenin, la de extender e intensificar la “agitación
política”. Para ampliar esta agitación política, Lenin cree en la conveniencia
de “acuerdos provisionales”, alianzas parlamentarias, con grupos del ala de la
“democracia burguesa revolucionaria”, cuyo objetivo no es otro que “romper”
todo “Frente popular” burgués, generar “crisis de elites”, sin perder la
valiosa autonomía e independencia de clase.
El “uso” táctico del Parlamento burgués no
significa para Lenin un “fundirse-diluirse”, ni desaparecer en la degradación
del “Parlatorio”(sic) en el cual “se charla acerca de la Libertad, se decreta
la Libertad pero no se toman medidas efectivas para eliminar los organismos de
Poder que destruyen la Libertad”. De ninguna manera: para Lenin puede
utilizarse el mecanismo parlamentario siendo simultáneamente una organización
política “independiente, unánime, cohesionada”. Incluso se puede convertir, en
situaciones de reflujo o de contra-revolución, en el “principal centro de
agitación”.
La lucha entre los partidos es para Lenin la
expresión “más íntegra, completa y específica de la lucha política entre
clases”. La táctica electoral, como no podía ser de otra manera, debe
desembocar, condensarse y solidificarse en una consigna, pero en una consigna
“precisa y directa”. Obviamente para Lenin (y para Marx como queda demostrado)
la táctica electoral se deduce (dialécticamente!) del análisis de las
condiciones objetivas, de la situación concreta, nunca debe ser una abstracta
unidad formal de la autoconciencia revolucionaria. La deducción dialéctica de
la táctica debe ser la resultante una unidad orgánica y materialista, lo que
garantiza su cohesión y le confiere movimiento y vida.
Todos los problemas de la táctica son “problemas de
la actividad político del partido”, y aunque se asegure la deducción
materialista y dialéctica, se puede y se debe fundar la praxis en la Teoría de
Marx, Lenin exige la necesidad de brindar respuestas absolutamente claras “que
no admitan dos interpretaciones” a los interrogantes concretos de la práctica
(“¿sí/no?”; “¿debemos ahora, en este preciso momento, hacer tal o cual cosa/
no?”).
En cuanto a la “participación electoral”, Lenin a
partir de 1906, con la nueva Duma zarista más democrática en su funcionamiento,
cree que debe superarse el momento del boicot “activo” (como en la etapa de Bulyguin).
Toda participación en elecciones (más o menos formalmente democráticas) debe
ser pensada para desarrollar la conciencia de clase del proletariado, “el
fortalecimiento y ampliación de su organización de clase y su preparación
combativa”. Toda participación en campañas electorales no debe crear “ilusiones
constitucionalistas” jamás; y debe tener como efecto secundario lo que Lenin
denomina “educación sociademócrata”.
La pregunta que debe responder toda organización
revolucionaria es: ¿cuál es el significado “objetivo” de las elecciones y de la
participación plena en ellas, al margen de la voluntad, la conciencia, los
discursos y las promesas de los propios participantes históricos?. Muchas veces
el denostado “juego parlamentario” burgués es para limitar y vaciar al propio
Parlamentarismo. La búsqueda de este enigmático “significado objetivo” de las
elecciones liberales exige, en primer lugar, un enfoque histórico-materialista
crítico, de los “elementos de clase” presentes en los comicios, además de un
análisis de la estructura de clase de los partidos, que para Lenin “se expresan
con particular relieve en su programa y en su táctica”.
Para Lenin el sistema marxiano que devela el
significado objetivo no es otro que “el concepto de las relaciones de producción”y
el Materialismo crítico no es otra cosa que “la explicación de las formas
sociales por las condiciones materiales”/7. En su primer texto
importante de 1894, “¿Quiénes son los Amigos del Pueblo?”, Lenin cita muchos
textos desconocidos de Marx en la época (en la Rusia zarista estaban prohíbidos
los textos de Engels y Marx), como sus cartas a Arnold Ruge de 1843, la crítica
a la Filosofía del Derecho de Hegel de 1843, la Misère de la Philosophie
(en francés) de 1847, la maldita Die deutsche Ideologie de 1845, la Kritik
de 1857-1859, la correspondencia de Marx con la redacción de la revista rusa Otetschestwennyje
Sapiski a causa de un artículo del liberal Michailowski, además de El
Manifiesto Comunista/8, Das Kapital (primer volumen), el Anti-Dühring,
los textos de Engels sobre las tesis de Feuerbach/9 y el origen del
Estado y la familia.
En ese texto además Lenin por primera vez se acerca
de manera detallada al problema de la Dialéctica/10, al señalar que “lo
ideal no es más que el reflejo de lo material” y estableciendo una fórmula
materialista que tendrá gran futuro: “La Verdad abstracta no existe, la Verdad
es siempre concreta”. Se debe razonar pero en “forma dialéctica”, ya que Lenin
considera a la sociedad burguesa como “un Organismo vivo, que se halla en
continuo desarrollo (y no pensarlo como algo mecánicamente enlazado y que, por
ello, permite toda clase de combinaciones arbitrarias de elementos sociales
aislados) y para cuyo estudio es necesario realizar un análisis objetivo de las
relaciones de producción que constituyen una formación social determinada,
estudiar las leyes de su funcionamiento y desarrollo”. El análisis materialista
debe ser especial en cuanto debe considerar las condiciones en las que debe
aplicarse en forma concreta los principios general esbozados por Marx. Es el
que debe establecer objetivamente “el principal campo de batalla político”.
En 1906 Lenin define al Parlamento burgués en todas
su formas como “la forma principal de dominación de las clases y fuerzas
gobernantes”, “el campo de batalla fundamental de los intereses políticos y
sociales”, además lo define como una institución jurídica y simultáneamente un
órgano del “orden burgués”, que expresa la voluntad de determinados elementos
de la burguesía. Queda claro que la burguesía decide que formas de lucha
política son válidas o no para la funcionalidad de su propio dominio, para
hacer eficaz y universal su propia hegemonía, y en este caso particular Lenin
subraya que toda lucha parlamentaria es un mecanismo sofisticado “de anular
todo ‘modo revolucionario’ de resolver problemas histórico-sociales”.
Por eso Lenin cita al Marx demócrata revolucionario
de 1848 al hacer suya la idea que toda democracia parlamentaria burguesa tiene
una “significación altamente traidora”. Lenin se anima incluso con una
metáfora: la lucha parlamentaria es solo una pequeña etapa, una estación
ferroviaria menor, un “apeadero liberal”, en el camino de la constitución de la
revolución, por lo que puede servir indirectamente al desarrollo de esa lucha.
En esa época podemos decir que Lenin es un
socialdemócrata revolucionario “germanizado”/11, un “ruso erfurtiano”
como le denomina Lih/12, que tiene muchas coincidencias con Kautsky no
solo en cuanto a organización, en cuanto al proceso revolucionario, en cuanto a
la teoría del imperialismo sino también en el problema del Parlamentarismo/13,
citándolo para establecer que resulta a todas luces indispensable para una
praxis revolucionaria “analizar las condiciones histórico-concretas para toda
lucha parlamentaria”. Recordemos que la democratización “total” de las
instituciones parlamentarias, junto con la abolición de la policía, el ejército
y la burocracia (nobleza de estado moderna), eran parte del programa mínimo del
SPD alemán, que Kautsky suscribía, poniendo como ejemplo histórico-concreto
explícitamente a la Commune de París. Kautsky, y Lenin lo seguía en
esto, repetía una y otra vez que “el Parlamento será siempre el ‘umbral’ de
toda actividad política”/14.
Toda lucha parlamentaria debe resolverse sobre la
base materialista-dialéctica de un análisis minucioso de todas las condiciones
políticas del momento, debe “usarse” la lucha parlamentaria, así como sus
conflictos internos y sus choques con el gobierno de turno, para combatir los
elementos reaccionarios, prestando “especial atención” a los componentes
democráticos revolucionarios liberales como el de apoyar a quienes “en sus
actos” respondan o coincidan con los intereses amplios del proletariado.
8/01/2017
Nicolás González Varela, es ensayista, editor, traductor
y periodista cultural.
Notas:
1/ Los ejemplos pueden multiplicarse pero tomamos dos:
en la gran biografía oficial colectiva de la URSS V. I. Lenin. Biografía,
edición actualizada de 1961 a cargo del IMEL de Moscú, le dedica al trabajo
electoral de Lenin con las Dumas las páginas 155-156 y 188-189 (sobre la
fracción antiparlamentaria de Bogdanov, los “otzovistas”, los “retiraristas”)
de un total de 558, resumiendo la táctica electoral en “desenmascarar públicamente
la Política de la Autocracia y la burguesía”, subordinando esta actividad a la
lucha interna contra los mencheviques y sin mencionar el método de lucha del
boicot activo y el pasivo, en español: AA. VV.: V. I. Lenin. Biografía;
Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1961; en la de Gerard Walter, Lenin,
de 1950, versión casi oficial del Dia-Mat, la política electoral es
reducida a momentos de oasis legales en el perenne asalto contra el “ala
derecha” del POSDR, aunque Walter menciona el método del boicot activo: p. 156
y ss.; la campaña electoral para la Segunda Duma se resume en media página
(161) en que Lenin deseaba una alianza parlamentaria “con los laboristas” (sic)
y evitar a los “kadetes”, en español: Gérard Walter: Lenin, Grijalbo,
Barcelona, 1967.
2/ Un clásico en este sentido es la biografía de
Daniel Shub, Lenin- A biography (1948), que menciona el trabajo de
boicot activo de Lenin en torno a la primera Duma, para concluir que la táctica
bolchevique coincidía vis-a-vis con las intenciones del Zar (pp.
146-148), sin profundizar en la táctica electoral o parlamentaria; en español: Lenin,
Alianza Editorial, Madrid, 1977. El conocido sovietólogo Robert Service, en su
obra Lenin. A Biography del año 2000, señala escuetamente que Lenin
argumentaba que el POSDR debía presentar “candidatos propios y utilizar la
Segunda Duma como una oportunidad para difundir la propaganda del partido” (p.
193) y más adelante vuelve ya sobre la Tercera Duma en torno a la lucha contra
Bogdanov y los “otzovistas” para demostrar el carácter faccioso de Lenin y su
aparente falta de estatura como dirigente nacional-democrático; Service ignora
toda la estrategia y táctica parlamentaria de Lenin in toto; en español:
Lenin. Una biografía; Siglo XXI, Madrid, 2001. En la mayoría de los
sovietólogos si hay un Lenin electoral, es para demostrar su instinto
antidemocrático y conspirativo, el “arma humeante” de la futura evolución
autoritaria hacia el Stalinismo.
3/ La distorsión-subestimación de la contribución a la
lucha y rupturas democráticas de Engels-Marx tiene su paradigma socialdemócrata
en Jürgen Habermas (en su estudio sobre la esfera pública burguesa) y el
posmoderno-neopopulista en el libro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, ahora
puesto de moda por el éxito del partido Podemos en España: Hegemonía y
estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Siglo
XXI, Madrid, 1987 (edición original de 1985) o en el prólogo de Slavoj Zizek a
una compilación de escritos de Lenin, que llega a firmar que “Lenin no entendió
realmente a Marx… la complejidad hegeliana de la ‘Crítica de la Economía
Política’ de Marx le venía grande”, un libro sorprendente que pese a su título
y su intención (“reactivar a Lenin”) habla poco y distorsionadamente de Lenin
como político, en español: Repetir Lenin, Akal, Madrid, 2004; ya veremos
“que poco” entendió Lenin al Marx político y que “grande” le queda al propio
Zizek la complejidad leniniana y su eventual reactivación. Negri en su libro
sobre Lenin, resume el Lenin político a partir de 1905 como una etapa de
transición desde “la Democracia consecuente al Socialismo”, sin mencionar el
trabajo electoral-parlamentario; se resume la etapa 1905-1917 abstractamente
como la de “la construcción de las condiciones de unidad del Proletariado”, o
sea, una vez más se reconduce el Lenin real al Lenin
insurrecionalista-constructor de “la” Organización; Lenin queda atrapado en una
oscilación entre dos polos: el escrito “Dos tácticas de la socialdemocracia
rusa” de 1905 y “El Estado y la Revolución” de 1917, véase: Antonio Negri, La
fabbrica della strategia: 33 lezioni su Lenin CLEUP, Padua, 1977; en
español: La fábrica de la estrategia: 33 lecciones sobre Lenin, Akal,
Madrid, 2004, p. 56 y ss.
4/ Excepción de los pioneros trabajos de August H.
Nimtz: Lenin’s Electoral Strategy from 1907 to the October Revolution of
1917, Palgrave-Macmillan, New York, 2014.
5/ Sobre los experimentos constitucionales burgueses
en la Rusia zarista sigue siendo imprescindible el trabajo todavía no superado
de Geoffrey A. Hosking: The Russian Constitutional Experiment: Government
and Duma, 1907-1914, Cambridge University Press, Cambridge-New York, 1973.
El Dia-Mat en la URSS consideraba los experimentos de las Dumas zaristas
como un intento de adaptación fallida del estado monárquico-feudal a la era
burguesa, intentando políticamente una política de “maniobras” entre las dos
clases principales (terrateniente y burguesa), similar a la de Napoleón III o
Bismarck, coincidiendo con las opiniones de Lenin para la IIIª Duma.
6/ De aquí en adelante dejamos hablar a la voz de
Lenin. Hemos utilizado la edición española de la editorial Akal: Obras
Completas, Akal Editor, Madrid, 1976, 45 volúmenes más índices
complementarios, versión de la cuarta edición soviética; en caso de duda o
falta del texto nos hemos remitido a la edición en alemán (más completa y
exhaustiva que la rusa): Werke (40 Bände, 2 Ergänzungsbände, Register,
Vergleichendes Inhaltsverzeichnis). Dietz-Verlag, Berlin (DDR), 1956–1972; y su
correspondencia: Briefe (10 Bände), Dietz-Verlag, Berlin
(DDR),1967–1976. Para una guía de las obras completas de Lenin, véase: Harding,
Neil: “Appendix 2. Guide to Lenin’s ‘Collected Works’”, en: Leninism,
Duke University Press, Durham, pp. 300-316.; la crónica de la vida de Lenin en:
Weber, Gerda/ Weber, Hermann: Crónica de Lenin. Datos sobre su vida y obra;
Anagrama, Barcelona, 1975.
7/ Lenin ya lo tenía claro en 1895 al resumir in
extenso la obra de Engels y Marx: La Sagrada Familia, en la edición
original de 1845 (seguramente facilitada por Plejanov). Krupskaia señalaba que
Lenin tenía “un conocimiento maravilloso” de Marx para el estándar de la época
y que cuando llegó a San Petersburgo en 1893 ya había leído el tomo I de Das
Kapital en 1888 asi como textos raros o menores, como “El Manifiesto
Comunista”, casi desconocidos en la Rusia zarista; incluso Lenin traducía del
alemán (aprendido de su madre) y el francés (cuando estudiaba con su hermana
Olga) los textos de Marx que le interesaban.
8/ En la Rusia zarista solo podía conseguirse la
edición alemana de contrabando; Krupskaia confiesa que recién pudo leerlo en el
año 1898 y en el exilio.
9/ Lenin además había leído varias obrasde Feuerbach,
como Grundsätze der Philosophie der Zukunft (1843) o Vorlesungen über
das Wesen der Religion (1851).
10/ Lenin utiliza in extenso el estratégico segundo
prólogo de Marx a Das Kapital que aclara malentendidos sobre su Método y
donde explica la diferencia entre el Modo de Investigación (Forschungswiese)
y el Modo de Exposición (Darstellungswiese).
11/ Sobre la influencia absoluta del Marxismo del SPD y
su ala izquierda sobre Lenin hasta 1914, véase: Norman Levine: “The
germanization of Lenin”; en: Studies in Soviet Tought, 35, 1981, pp.
1-37.
12/ Por la influencia del famoso “Programa de Erfurt”
del SPD, cuya autoría se debía a Karl Kautsky: Das Erfurter Programm in
seinem grundsätzlichen Theil, Dietz Verlag, Stuttgart, 1892; un
“Erfurtiano” es para Lih alguien que acepta el SPD como modelo de partido,
acepta el Programa de Erfurt como una autorizada profesión de fe de la misión
socialdemócrata revolucionaria, acepta el comentario al programa escrito por
Karl Kautsky como una declaración de principios socialistas irrebatible, el
Programa de Erfurt como definición de socialdemocracia, en todos los aspectos,
Leih sostiene que Lenin era un apasionado”Erfurtiano”; véase: Lars T. Lih: Lenin
rediscovered. “What is to be Done?” in Context, Brill, Leiden, 2005, en
especial su “Part I. Erfurtianism”, p. 41 y ss. Según Lih Lenin era un
“socialdemócrata revolucionario”, que consideraba que el futuro “renegado”
Kautsky era uno de los principales exponentes de las ideas marxistas, y que las
aplicaba con éxito a las condiciones de su tiempo.
13/ Karl Kautsky: Der Parlamentarismus, die
Volksgesetzgebung und die Socialdemokratie, Dietz Verlag, Stuttgart, 1893;
en español: Parlamentarismo y Democracia; Editora Nacional, Madrid,
1982.
14/ Como señala Lih, de hecho Lenin siguió afirmando el
pasado revolucionario de Kautsky incluso más allá de 1917, incluso después de
Kautsky se hubiera convertido en una especie de diablo y renegado. Hasta el día
de su muerte, Lenin continuó afirmando que Kautsky fue el teórico marxista más
destacado de su tiempo, lo confirma que se preparaba en el IME bajo la
dirección de David Riazanov, que preparaba las obras completas
histórico-críticas de Marx y Engels, una edición exhaustiva de sus escritos.
- See
more at: http://www.vientosur.info/spip.php?article12097#sthash.wHSXCGCG.dpuf
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