lunes, 27 de marzo de 2017

PREVENCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN




(26 de marzo de 2017)
Por Miguel Aragón

Por lo general, los trabajos de PREVENCIÓN son más sencillos y económicos  que los trabajos de RECONSTRUCCIÓN, y por eso mismo no dejan mayor margen, ni tiempo,  para la ya tradicional "coima". 

Por el contrario, los trabajos de Reconstrucción son más complicados, mucho más costosos, y más prolongados,  que los trabajos de Prevención, y por eso se prestan muy fácilmente para las "coimas", utilizando la situación de "emergencia" ya creada premeditadamente, aprovechando  la desgracia y la desesperación de las mayorías empobrecidas, que adoloridas reclaman “ayuda”.  

Los trabajos de Reconstrucción por lo general cuestan MÁS DE CINCO VECES el costo de los trabajos de Prevención, sin contar las pérdidas humanas, pérdidas que  no tienen precio, pero que pudieron evitarse con un mínimo trabajo  serio de prevención. 

Ahí está “el negocio”, y ahí está una de las  causas de  porque a muchas autoridades, sean congresistas, ministros, gobernadores departamentales, alcaldes provinciales, y otros funcionarios públicos, no les interesa desarrollar una política seria de Prevención, aparte de su desinterés y desprecio por las necesidades de las mayorías, y su rechazo casi instintivo a cualquier trabajo planificado en la política gubernamental. La actual clase dominante y sus defensores son tan ignorantes, que para ellos “planificación es sinónimo de comunismo”. (Aceptan y promueven la planificación estratégica “dentro de las empresas”, pero se oponen a la planificación en el conjunto de la sociedad).  

En estos momentos hay muchos funcionarios públicos, incluidos altos mandos de las fuerzas armadas y de la iglesia, así como muchos grandes  empresarios de la construcción aprovechadores de la desgracia ajena, algunos comerciantes proveedores de materiales y de servicios, y unos cuantos prestamistas (dueños de las empresas bancarias que van a “financiar” las obras de reconstrucción),  que se están "frotando las manos" llenos de alegría, preparándose para la "repartija" del abultado presupuesto que se va a destinar a la superficial Reconstrucción  de algunas partes del maltrecho país. 

Esa es la experiencia negativa, que quedó registrada tras las grandes inundaciones que asolaron varios departamentos  del país en los años 1983 y 1998. Después de los “superficiales trabajos de reconstrucción” de esos años, “los ricos se hicieron más ricos, y los pobres se hicieron más pobres”. Preguntémonos ¿cuáles fueron los resultados reales y efectivos  de los “trabajos de reconstrucción” de los años 1983 y 1998, durante el gobierno democrático de Fernando Belaunde, y el gobierno autoritario de Alberto Fujimori, respectivamente?    

Últimamente, y en menos de tres semanas, desde el desborde máximo de las inundaciones a comienzos de marzo, la mayoría de peruanos estamos  siendo espectadores y testigos, a través de los noticieros televisivos, del atraso, pobreza y miseria extrema,  en que vive la mayoría de la población en el país. Situación agravada y desnudada por los desbordes de las inundaciones. 

¿Cómo no sentir indignación, ante tanto atraso, pobreza y miseria? Acaso las reducidas cúpulas  que disfrutan del poder económico en el país, hasta hace muy poco, en tono muy arrogante,  no nos estaban diciendo que “el Perú muy pronto debería ingresar al club exclusivo de los veinte países más desarrollados del mundo, a la OECD, al  lado de EEUU, los países de la Unión Europea y Japón”.

Todos los peruanos, a través de los noticieros televisivos, estamos recibiendo una lección, “en vivo y en directo”, de sociología del Perú actual. El contraste  entre las formas de vida, por un lado,  de las reducidas cúpulas  de los que tienen el poder económico  en Lima, y otras pocas ciudades,   que viven en el derroche y la ostentación superficial;  y por otro lado, las miserables formas de vida de las mayorías repartidas en el resto del país; ahora es tan, pero tan evidente, que  nadie en su sano juicio podrá poner en duda la real EXISTENCIA DE DIFERENTES CLASES SOCIALES en el Perú.

¿Existen clase sociales en el Perú? ¿Qué son las clases sociales?  

Para responder estas preguntas tan sencillas, no necesitamos ser eruditos en sociología, ni saber un ápice del odioso y despreciado “marxismo”. Solo se necesita observar con un poco de atención, y comparar las condiciones de vida de los personajes anónimos afectados por las inundaciones, que todos los días están saliendo en los programas informativos que se están difundiendo en las pantallas de televisión. 

   Comparemos esas miserables condiciones de vida de las mayorías empobrecidas, de las provincias de Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, Ancash, Lima, Ica, etc.,  con las condiciones de vida de la reducida cúpula propietaria de los bancos, de las grandes empresas comerciales y de la gran minería, para entender de la manera más didáctica y sencilla, lo que realmente son las clases sociales. 

Y si revisamos, con un mínimo de objetividad,  la historia de la civilización, que escasamente tiene menos  de 5 mil años, encontraremos que, donde hay diferencias de clases sociales, necesaria e inevitablemente  existe lucha de clases.

Para intentar aplacar, superficial e hipócritamente, esta diferencia social demasiado evidente, los gobernantes de turno están llamando a la “unidad nacional”. “Todos somos iguales”, “todos somos peruanos”, nos repiten asustados y desesperados. Todos somos “una sola fuerza”, es el último cliché que han acuñado, para pretender ocultar la realidad profunda del país. ¿Esta vez aprenderemos la lección? ¿O esperamos que se repita?

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