Publicado
por Francisco
Umpiérrez Sánchez
martes, 6 de
junio de 2017
La crisis financiera que,
en septiembre de 1856, estalló al mismo tiempo sobre el continente europeo y
sobre Inglaterra, encontró al Crédit Mobilier, como dice el señor
Péreire, en la actitud de una vigilante guardia sobre la finanza y el crédito.
Karl Marx. New York Daily Tribune. 1 de junio de 1857.
Es una verdadera
desgracia que entre las filas marxistas haya tantos dogmáticos. Son personas a
las que les cuesta muchísimo abordar lo particular desde lo particular y se
niegan a que los conceptos muestren los lados que ideológicamente más les
incomoda. He tenido que estar rebuscando textos de Marx donde empleara la
expresión “crisis financiera” –de ahí la cita que encabeza este trabajo–
para así legitimar que yo pueda hacer uso de ella sin ser calificado como un
apócrifo del pensamiento marxista. Los dogmáticos se presentan como guardianes
del pensamiento puro y verdadero de Marx y sufren cuando otros, como es mi
caso, “lo manchan”. Uno de ellos afirma que las finanzas, al ser la forma
fenoménica del capital, no puede ser la causa de la crisis actual del
capitalismo, que la causa se encuentra en la incapacidad que tiene el
capitalismo de reproducirse.
No quiero que el lector
sufra con las abstracciones innecesarias, puesto que las abstracciones en manos
de pensadores que dominan muy mal el pensamiento abstracto, y esto entre las
filas marxistas es predominante, solo generan oscuridad. Todo proceso de
producción es un proceso de reproducción. Hoy la Fábrica Excélsior ha producido
10.000 panes y mañana tiene que volverlos a producir. Puesto que comer pan es
una cosa que debe hacerse cada día. Pero para volver a reproducir esos 10.000
panes, dicha fábrica necesita 4.000 kilos de harina. Y como el harinero no le
regala la harina, la panadería tendrá que pagarla. Pero para pagarla necesita
dinero y se supone que este dinero lo obtiene de vender el pan. Así que la
reproducción del capital de la Fabrica Excélsior está mediada por la venta del
pan y por la compra de la harina. No obstante, las cosas no son tan simples.
Hoy día toda actividad económica está mediada por el crédito. Los propietarios
de la panadería necesitan pólizas de crédito para hacer frente al circulante,
los pagos a proveedores de materia prima y los pagos de salario y seguridad
social; y necesitan también créditos para comprar maquinarias, furgones y
renovar instalaciones. Luego la reproducción está mediada igualmente por el
crédito. Si los bancos no les prestaran dinero a los propietarios de la
panadería, tendrían que cerrar la empresa. Pensemos ahora en el dogmático. Nos
dice que la crisis que se desató en 2008 no puede tener como causa las
finanzas, sino que esta debe encontrarse en el hecho de que el capital no puede
reproducirse. Pero como hemos visto, la reproducción del capital no es posible
sin la mediación del sistema de crédito. Luego su afirmación carece de sentido.
Si el capital de la panadería no puede reproducirse, esa imposibilidad reside
en parte en que no puede financiarse. Y no podrá financiarse, en parte, porque
sus clientes no pagan o demoran muchos meses los pagos, y en parte, porque los
bancos no dan créditos si la cuenta de resultado arroja pérdidas.
Refocilémonos un poco más
en la realidad concreta del mundo monetario, aunque eso sí, de la mano de Marx,
para que los dogmáticos no me acusen después de hereje. En su trabajo La
causa de la crisis monetaria en Europa, escrito el 27 de octubre de 1856,
Marx dice: “En Alemania no tardaremos en enterarnos de manifestaciones
semejantes a éstas, ya que el pánico no se basa en la escasez de medios
circulantes, sino en una enorme desproporción entre el capital disponible y el
número enorme de empresas industriales, comerciales y especulativas que
existían por entonces. El medio con que se encausó pasajeramente el pánico fue
la elevación de la tasa de descuento por los diferentes bancos de gobierno, por
acciones y privados; algunos de ellos aumentaron su tasa de descuento hasta el
6 por 100 y otros incluso hasta el 9”. ¡Ay!, qué alegría la concreción. Marx
nos habla de pánico, de escasez de medios circulantes, de desproporción entre
capital disponible y número de empresas, y de tasas de descuento. Todas las
empresas, esto lo sabe todos los que viven en la realidad, recurren al
descuento de pagarés de sus clientes para resolver una parte de sus problemas
de liquidez. Y cuánto se entristecen los gestores de dichas empresas cuando los
bancos les dicen que ciertos clientes no son de fiar y no pueden descontar sus
pagarés. Pero disfrutemos otra vez de la riqueza y la frescura de la concreción
y de nuevo de la mano de Marx. En su trabajo La crisis monetaria en
Europa-La historia de la circulación monetaria, escrito el 1 de noviembre
de 1856, Marx dice: “Las grandes sociedades ferroviarias, por ejemplo, que
contaban hasta la extensión de sus trabajos y el pago de sus dividendos y de
sus bonos con el suministro de nuevos empréstitos, que ahora resultan
imposibles, emprenden desesperados intentos para tapar el agujero en sus cajas.
Así, el ferrocarril occidental de Francia necesita una cantidad de sesenta
millones de francos, el ferrocarril oriental de veinticuatro, el ferrocarril
del Norte de treinta, el del Mediterráneo de veinte, el de Orleáns de cuarenta,
y así sucesivamente. Se calcula que la suma total que requieren las sociedades
ferroviarias asciende a trescientos millones”. Aquí se trata solo de poner de
manifiesto que en la parte de crisis financiera que tienen todas las crisis las
empresas necesitan dinero. Y lo necesitan para ampliar sus negocios, para
mejorar sus instalaciones, para pagar dividendos y bonos, y para pagar algunas
cosas más. Pero el dogmático, que huye del aspecto concreto de la realidad como
de la peste, se basta con los conceptos de fuerzas productivas y de relaciones
de producción y sentencia desde “la más alta cima del conocimiento” que todas
las crisis capitalistas son debidas a su incapacidad para reproducirse o porque
su tasa de ganancia disminuye. El dogmático se basta con los conceptos generales,
con el mundo representado abstraído de la sensibilidad, con la negación de la
concreción. Y después se quiere presentar ante el mundo como el garante y
representante incuestionable del “marxismo puro”. Aunque “el marxismo puro” no
es más que los discursos de los “marxistas” dogmáticos que ignoran, en parte,
la riqueza y la fluidez del pensamiento de Marx, y en parte, la riqueza de la
realidad en toda su extensa y profunda concreción.
Ahora, lo siento por el
lector, me tengo que trasladar por unos instantes al mundo de las
abstracciones, donde cualquiera puede decir lo que le venga en gana y, sin
embargo, sus palabras tener algún sentido. ¿Por qué? Porque cada palabra
considerada aisladamente siempre está dotada de su significado general. Así que
el especulador abstracto pone en marcha su pensamiento y por su boca salen las
uniones más caprichosas de sintagmas. Y como en esos sintagmas las palabras
abstractas dominan, resulta más fácil engañar a los incautos. El mundo de las
abstracciones vacías, donde hasta lo más claro termina cubriéndose de
sombras, es el mundo predilecto de los dogmáticos. Dice el
dogmático que las finanzas es la forma fenoménica del capital. Esta afirmación
es falsa. Forma fenoménica y modo de expresión son conceptos equivalentes. La
relación que mantenemos todas las personas del mundo con los espejos es una
relación fenoménica o una relación de expresión. Lo que viene a decir Marx es
que el dinero hace de espejo de todas las mercancías. Si queremos saber cuánto
vale una mercancía, miramos su precio. El precio es el valor de la mercancía
expresado en dinero. Y cuando entre marxistas se habla de “finanzas”, se
entiende que se habla del capital productor de interés. Y el capital productor
de interés no es la forma fenoménica o modo de expresión del capital. Y como la
precisión, además de la concreción, es siempre un placer y si es de la mano de
Marx mucho más, volvamos a escucharlo en el capítulo de El Capital titulado
Exteriorización de la relación capitalista en la forma de capital productor
de interés: “El capital es ahora una cosa, pero, en cuanto cosa, capital.
El dinero lleva ahora el amor en su entraña. Tan pronto como se presta o se
invierte en el proceso de reproducción, genera interés, ya duerma o esté
despierto, se quede en casa o viaje, de día o de noche. Así, pues, el devoto
deseo del atesorador se realiza en el capital monetario productor de interés.
Es esta excrecencia del interés en el capital monetario como en una cosa lo que
da tanto que hacer a Lutero en su ingenua acometida contra la usura”.
Sigamos en la realidad en
toda su concreción. Hablo de la realidad en toda su concreción porque la
realidad tiene también partes abstractas y algunas de ellas muy importantes. No
es un error hablar de las partes abstractas de la realidad, lo que es un error
es transformar estas partes abstractas en la totalidad de la realidad y
entonces ver el mundo desde las distancias más infinitas. Cuando hablamos de
las finanzas, hablamos de los bancos, de la división del trabajo entre los propietarios
del capital que cobran un interés, y los usuarios del capital, que en el caso
de ser empresarios obtienen un beneficio (la ganancia menos el interés), y en
el caso de ser consumidores sencillamente lo emplean en adquirir el bien o el
servicio que necesitan. Cuando hablamos de las finanzas, hablamos de las
acciones, de los ahorros, de los bonos, de la deuda pública, de las hipotecas,
de los leasings, de los confirming y de un sinfín de formas del valor. Cuando
hablamos de los bancos hablamos, y ahora nos ocupamos de lo particular, de la
grave crisis por la que está atravesando el Banco Popular, hablamos de que sus
gestores han subido el tipo de interés a los depósitos para que sus
propietarios no se los lleven a otros bancos, hablamos como siempre de los
especuladores que buscan enriquecerse sin trabajar. El dogmático marxista lucha
contra el mundo financiero desde la ignorancia y desde el sectarismo. Quiere
hacer desaparecer esa dimensión del mundo económico o minusvalorar el poder
ontológico que representa. Pero al igual que es imposible que el ser humano se
desprenda de los espejos, del mismo modo es imposible que el ser humano pueda
desprenderse del mundo financiero. Incluso en el socialismo avanzado, y solo
teniendo en cuenta que los ahorros seguirán constituyendo una poderosa fuerza
económica, el mundo financiero seguirá siendo una parte básica de la economía.
¡Ay!, señores dogmáticos,
abandonen de una vez la cima de las abstracciones y aterricen en la realidad. Y
estudien a Marx en su totalidad y en su completud. Es cierto que hay crisis que
no son financieras, pero aun así, en el muy mal interpretado El Capital,
concretamente en el capítulo dedicado a los componentes del capital bancario,
dice Marx lo siguiente: “En un sistema de producción donde todo el mecanismo
del proceso de reproducción se basa en el crédito, cuando éste cesa
repentinamente y solo rige ya el pago al contado, tiene que producirse
evidentemente una crisis, una demanda violenta de medios de pago. Por eso, a
primera vista, todas las crisis se presentan solamente como crisis de crédito y
dinero”.
Así que, de acuerdo con
Marx, toda crisis capitalista, al estar basado el mecanismo de la reproducción
en el crédito, es una crisis de crédito y de dinero, aunque no solo de crédito
y dinero.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.pe/2017/06/el-concepto-de-crisis-financiera-y-marx_6.html
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