Dom,
29/10/2017 - 22:54 — Raúl Perea
Introducción a El capital de Marx,
volumen I: ediciones y contenido*
Orientarse
en el laberinto de las traducciones es especialmente difícil en lo que se
refiere a las obras de Marx y Engels; sin embargo, es una tarea necesaria si se
quiere tener una referencia rigurosa a lo que efectivamente estos dos autores
dijeron, más allá de la imagen que fue construida durante largos años y que, en
muchos casos, tenía intenciones de apoyar una determinada corriente política.
Si bien
no se pretende establecer un panorama completo, se colocan algunas líneas
orientadoras para quien quiera entrar o retomar el estudio del marxismo, más
aún en este año –2017– en que celebramos tanto los 150 años de la aparición de El
capital como los 100 años de Revolución Rusa.
Hay que
destacar dos ediciones que sirven de referencia para cualquier trabajo sobre
estos autores:
La
primera de ellas es la Marx Engels Gesamtausgabe, MEGA 2 y su edición
crítica de El capital.[1]
Esta
edición completa y crítica de las obras de Marx y Engels –que aún se encuentra
en proceso– retoma la publicación de estas obras iniciada en la Alemania del
Este en la década de 1960 –MEGA–, pero detenida por la caída de los regímenes
comunistas.
En 1990
se organiza el IMES para dar continuidad al proyecto con una edición
histórico-crítica, que tendría 114 volúmenes y reúne equipos de expertos de
diferentes países.
En cuanto
a El capital, solo a partir del MEGA 2 se tiene su edición completa e
histórico-crítica. Se debe tener en cuenta que “No existe una obra ‘terminada’
en tres volúmenes titulada El capital. Aunque Marx haya delineada una
estructura general sucesivamente no modificada al menos a partir del 1863/65”
(Fineschi, 2004: XIII). Las ediciones (pero solo del libro primero)
supervisadas por Marx o Engels son cuatro: 1ª edición alemana: 1867; 2ª edición
alemana: 1872/73; 3ª edición alemana: 1883; 4ª edición alemana: 1890; edición
francesa: 1872/75; edición inglesa: 1887.
Todo esto
muestra que el proyecto quedó inconcluso y no hay algo así como la “versión
definitiva”. Una de las más completas revisiones del proceso de elaboración de El
capital puede encontrarse en Un nuovo Marx, donde se comparan las
principales variantes del tomo 1, a través de las ediciones y de los
manuscritos (Fineschi, 2008).
En cuanto
a la edición de la MEGA 2 de El capital, consiste en 15 volúmenes, con
23 tomos, que contienen la totalidad de las ediciones de esta obra, así como
los manuscritos correspondientes. Una revisión del proceso de edición y sus
compontes se puede encontrar también en Tras las huellas del fantasma (Musto,
2011).
La
segunda obra de referencia es Marx-Engels Collected Works.
Iniciada
en 1975 y concluida en el 2004, consiste en 50 volúmenes editados por Lawrence
& Wishart en Londres. No son las obras completas de Marx y Engels, sino una
selección.[2] Las
traducciones, que toman como referencia los originales de Marx y Engels y los
confrontan con traducciones existentes, son las preparadas por Terrell Carver.
Estas son las que deberían ser utilizadas, si no se tiene acceso a la edición
del MEGA 2, mayoritariamente en alemán.
Tres
publicaciones son especialmente importantes:
·
Marx, Karl, Later Political Writings. Trad. de Terrell Carver.
Cambridge: Cambridge University Press, 1996. Incluye: Manifesto of Communist
Party; The eigthteen Brumaire of Louis Bonaparte; Introduction to
the Grundrisse; Preface to A Contribution to the Critique of
Political Economy; The Civil War in France; Critique of the Gotha
Programme; Notes on Adolph Wagner.
·
Marx, Karl, Early Political Writings. Trad. de Joseph O’Malley
Cambridge: Cambridge University Press, 1994. Incluye: From the Critique of
Hegel’s Philosophy of Right (§§261-313); On the Jewish Question; A
Contribution to the Critique of Hegel’s Philosophy of Right: Introduction; From
the Paris Notebooks; Critical Marginal Notes on “The King of Prussia and
Social Reform. By a Prussian”; Points on the State and Bourgeois Society;
On Feuerbach; From ‘The German Ideology’: Chapter One, ‘Feuerbach’;
From Poverty of Philosophy; Address on Poland.
·
Marx and Engel’s “German Ideology” Manuscripts, Presentation and Analysis of
“Feuerbach chapter” por Terrell Carver & Daniel Blank. Nueva York:
Palgrave McMillan, 2014.[3]
Además,
se han publicado los Marx’s Economic Manuscript of 1864-1865. Trad. de
Ben Fowkes, ed. e introd. de Fred Moseley. Leiden: Brill, 2015.
Traducciones
a idiomas latinos
No existe
una traducción al español de los textos del MEGA 2 y, por lo que conocemos, ni
siquiera existe como proyecto.
Tenemos
una traducción que toma versiones anteriores y las confronta con los originales
del MEGA 2: Marx. Estudio Introductorio de Jacobo Muñoz. Madrid: Gredos,
2012. Incluye textos selectos: algunos pasajes de El capital (que
desgraciadamente siguen la traducción de Wenceslao Roces); Manuscritos de
París; Manifiesto del Partido Comunista; Crítica del Programa de
Gotha.
En
italiano, está la traducción de Fineschi de El capital: Marx -Engels,
Opere Complete, XXXI, Tomo I y II. Nápoles: La cittá del Sole, 2004.
En
portugués, hay varias traducciones publicadas por la editorial Boitempo, que es
bastante ecléctica, pues toma como referencia el MEGA 2, pero a partir de
traducciones anteriores. Se ha criticado su falta de rigor, sobre todo la
ausencia de criterios filológicos y técnicos precisos.
El capital de Marx en español
Sin lugar
a dudas, la traducción de El capital realizada por Pedro Scaron, editada
por Siglo XXI es la mejor, no solo de las que hay en español sino de todas las
traducciones a otros idiomas, según el criterio de Roberto Fineschi. Scaron
señala, en la introducción a la traducción, la serie de criterios filológicos
que utilizó y los motivos por los que eligió la segunda edición alemana como
texto de base (mientras que la edición crítica de Fineschi, tomando la edición
del MEGA 2, se hace sobre la cuarta edición alemana editada por Engels). Es una
traducción extraordinaria y hemos tenido la suerte de disponer de ella hace ya
largos años.[4]
La
versión de Scaron debería confrontarse con los textos publicados por el MEGA 2
y especialmente con la traducción de Fineschi; los cambios que habría que
introducir en realidad son pocos, aunque algunos de ellos significativos. Desde
luego, lo ideal sería tener una nueva traducción que, partiendo de la de
Scaron, se actualice tomando en cuenta los últimos estudios y hallazgos. Por el
momento, como instrumento de trabajo, sería suficiente tener en cuenta la
edición italiana que, sobre la base de la cuarta edición alemana, coloca todas
las variantes de las otras ediciones alemanas e incluye la francesa revisada
por el propio Marx. Mientras se espera una edición crítica completa de El
capital en español, juntando todas sus versiones y manuscritos, la elección
obligatoria es la traducción de Pedro Scaron, en la cual se tienen que señalar
algunas modificaciones, no tanto de estilo o de giros del lenguaje propios de
nuestra lengua, sino de términos que al cambiarse implican una alteración de
los contenidos, en diversos grados.
Por lo
general, Scaron rehúye el término “fenoménico” y prefiere utilizar
“manifestación”.[5] Aunque no es
el lugar para discutir a fondo, hay una diferencia importante entre una
“manifestación” de la forma y la “forma fenoménica”, porque el término fenómeno
tiene toda una historia y especialmente en Hegel, de donde Marx tomará una
buena parte de su terminología para esta primera sección de El capital.
En otras
ocasiones, Scaron reemplaza “forma cosale [sachlich]” por “forma
material”[6], aunque en
otros contextos mantiene el término cosa para traducir Sache.
El
término que sufre un cambio con implicaciones mucho mayores, es lo “universal”
que se traduce por “general” y, a pesar de la proximidad aparente, remiten a
significados harto diferentes, con implicaciones ontológicas y epistemológicas
sustanciales y pueden conducir a distorsiones en la comprensión del pensamiento
de Marx.[7] Con estos
señalamientos a la traducción de Scaron, se tendría una versión suficientemente
crítica y filológicamente ajustada, que permitiría una gran precisión en los
debates sobre esta primera parte de El capital, que es particularmente
difícil.
El
contenido de El capital, tomo I
Podría
parecer paradójico el preguntarse por el contenido de El capital, pero
no lo es, porque la respuesta a esta pregunta será orientadora de la
aproximación y de la toma de posición sobre los debates específicos que se
tengan sobre esta obra. A continuación, sigo la introducción realizada por
Taylor y Bellofiore (2004), que precisa el conjunto de elementos fundamentales
que están en cuestión en el volumen I de El capital.
La
primera y fundamental tesis hace referencia a la relación entre capital y
trabajo, en donde se trata de entender cómo se produce el capital y esto solo
puede resolverse en relación con el trabajo; son dos elementos que funcionan de
manera correlativa: en nuestras sociedades, no se puede comprender el uno sin
el otro. Pero, esta es una relación desigual, asimétrica, en donde la
existencia del capital implica un proceso de explotación del trabajo; así, los
dos aspectos se encuentran en una confrontación permanente: “El principal
objetivo de Marx en Das Kapital: Kritik der politischen Ökonomie, es
entender las condiciones que hacen posible la existencia y crecimiento del
capital sobre la base de la explotación del trabajo” (Taylor & Bellofiore,
2004: 1). Esta perspectiva se mantiene a lo largo de los tres volúmenes y subyace
como su fundamento, que está detrás de cada uno de los elementos y procesos, no
importa en el nivel en el que nos encontremos. En cada uno de los momentos de
producción del capital, cabe preguntarse por el otro extremo, por el modo en el
que el trabajo entra en dicha fase. Por ejemplo, el momento del capital como
dinero, encontramos que es aquel que compra el tiempo de trabajo socialmente
necesario. Ahora bien, está claro que El capital carece de una versión
definitiva, acabada, que los autores hayan establecido como tal. Incluso
después de cada edición, tal como los manuscritos muestran, se formulan nuevas
redacciones, se introducen otros aspectos y debates, se avanza sobre la propia
comprensión: “El capital de Marx permanece como un proyecto inconcluso que
va de una muy extensa escritura a procesos de revisión que crean enormes
dificultades de interpretación que también son fácilmente olvidables” (Taylor
& Bellofiore, 2004: 1). A pesar de este carácter no terminado de la obra,
se ve con claridad que hay un plan integral, que hay una unidad en donde cada
aspecto depende del otro y que desemboca en una “totalidad estructurada: “Desde
nuestro punto de vista, el rol de la dialéctica de Marx es asir una totalidad
estructurada en donde cada elemento depende de su relación con los otros
elementos y con el todo.” (ibíd.: 12).
En la
dinámica de esta “totalidad estructurada”, hay unos primeros aspectos que
fundamentan y explican todos los demás, que establecen leyes y restricciones
que actúan en los otros niveles y que permiten su desarrollo. Por lo tanto,
cada momento, cada parte, cada hallazgo, tiene que ser tomado en cuenta en el
siguiente momento, porque sin este no se lo puede comprender a cabalidad.
Nuevamente, en el caso de la constitución del dinero, este remite en último
término a relación entre capital y trabajo, entre valor de uso y valor.
En el
proceso de producción del capital, los niveles más desarrollados no solo abren
nuevos campos de realización hacia adelante, sino que regresan sobre su propio
fundamento, sobre su punto de partida, arrastrando a estos a su plena
concreción, a la posibilidad de su reproducción ampliada, en una espiral sin
fin, tal como vivimos desde el inicio del capitalismo. Tal como se ve en el
caso del dinero, únicamente cuando el capital aparece como dinero, este capital
puede comprar ese trabajo socialmente necesario y reproducirse a escalas cada
vez más amplias. El dinero regresa sobre la relación valor de uso y valor para
realizarse plenamente el valor, para convertirlo en capital. En términos
actuales se podría decir que el capital actúa como un software, que de manera
recursiva se llama a sí mismo en un bucle interminable.
Metodológicamente
hablando, el punto de partida de Marx son las categorías simples, que expresan
ese fundamento en su inicio, nuclear, que sirve de inicio a todo el proceso,
que crean un campo marcado en donde se dan todos los demás procesos; estas
categorías no desaparecen durante todo el proceso de producción del capital
sino que mantienen como su núcleo causal y explicativo:
[…] todos
los que contribuyen a la colección actual están de acuerdo que Marx comienza en
el Volumen I con las categorías abstractas y simples y entonces procede en el
curso de los tres volúmenes a desarrollar cada vez más concretas y complejas
categorías (ibíd.: 11).
Por
ejemplo, la contraposición entre valor de uso y valor, entre capital y trabajo,
se mantendrá de principio a fin en los tres volúmenes de El capital. Ya
nos es conocido que el punto de partida es la mercancía, detrás de la cual está
la contraposición entre valor-de-uso y valor:
Dado que
esta totalidad de relaciones no puede ser presentada inmediatamente la primera
dificultad es en dónde empezar. Marx comienza, en la Primer Parte con la
“mercancía” y su oposición dialéctica interna entre el valor-de-uso y el valor,
y entonces coloca la forma-valor como la peculiar modalidad a través de las que
estas contradicciones se exhiben (ibíd.: 12).
El valor
se levanta como una forma que abstrae, que separa el contenido del valor-de-uso,
que prescinde de él y que tiende a valorizarse en niveles cada vez más amplios.
Aquí la noción que atraviesa prácticamente todos los procesos, es esta de
forma-valor, que enuncia con claridad su relación con el valor-de-uso.
La
forma-valor contiene en cada momento, en cada fase, en cada aspecto de la
producción del capital, una expresión específica de la “oposición dialéctica”
entre capital y trabajo. Hay que resaltar que esta “oposición” no es algo
exterior, sino que le es “interna”, inherente o le pertenece plenamente a toda
la producción del capital, sin la cual no podría ni existir ni ser comprendida.
Una vez
que está dado el capital, este aparece como un universal, imponiendo su
estructura y sus procesos a todos los demás. Este capital “como un todo” “pone”
los otros elementos, a través de “particularizaciones y concreciones”:
A partir
de aquí todo lo que es presupuesto –todas las relaciones del capital como un
todo– son puestas progresivamente… En otras palabras, todos los conceptos en la
primera parte del Volumen I requieren de posteriores particularizaciones y
concreciones. El proceso de particularización y concreción puede ser más
fácilmente entendido como un doble movimiento que estructura, de una parte, la
relación entre las partes del volumen I (particularización) y, de otra, la
relación entre las partes particulares de los otros tres volúmenes (concreción)
(ibíd.: 18)
Aquí cabe
detenerse para clarificar este término que proviene del sistema hegeliano y que
Marx utiliza: “poner”. ¿Qué se quiere decir con “puestos progresivamente”? En
un primer sentido evidente, se está refiriendo a que el capital como universal
coloca los otros elementos que le son necesarios para su reproducción ampliada,
para valorizar el valor cada vez más; pero, significa, de fondo, que estos
procesos que se desencadenan no son exteriores al capital, sino que son
realizaciones de este.
Es el
propio capital el que se desdobla, el que se desarrolla, el que se despliega
sin parar y cada una de sus “creaciones” solo son formas concretas en las que
ha devenido el mismo capital. Es como si el capital fuera adquiriendo diversas
caras, como “Las siete caras del Doctor Lao”, que son siempre las del mismo
personaje. El capital existe de esta manera: explicitándose, indexándose, a
través de una serie de concreciones y particularizaciones.
Entonces,
esos momentos en los que el capital se realiza le son inherentes y más aún,
necesarios; esto es, sin ellos no podría existir; este es el caso del dinero.
El capital está obligado a convertirse en dinero para poder comprar el trabajo
socialmente necesario y reproducirse ampliadamente.
Durante
todo el proceso se trata, siempre, de cómo se valoriza el valor, de cómo se
acumula más capital, que es como un vampiro insaciable que chupa la sangre de
los trabajadores, en una metáfora que proviene del mismo Marx, y que solo puede
hacerse a través del dinero:
Las
partes de El capital I están conectadas por un movimiento que va de la
universalidad a la particularidad y las determinaciones (sistemáticas) internas
que vinculan estos diferentes elementos a la unidad: capital. En las primeras
dos partes del volumen I la universalidad del capital está inicialmente
constituida por el desarrollo de formas-valores, mercancías, dinero, capital.
“Valor” es presentado como el auto-movimiento de la substancia o del sujeto
yendo a través de un proceso de auto-valorización capital como valor en
proceso, como dinero en proceso (ibíd.: 12).
La fórmula
general del capital M-D-M’ muestra este proceso de valorización del valor, este
incremento del capital y del dinero, cuyo único origen se encuentra en la
apropiación del plusvalor, de la cantidad de trabajo socialmente necesario no
pagado:
Esta
forma es la forma más abstracta-simple de “valorización”, un proceso en donde
una cantidad inicial de dinero genera una diferencia cuantitativa con ella
misma (un plusvalor) que es puesto como un incremento monetario (la cantidad en
la M’ excede a M). (Taylor & Bellofiore, 2004: 12).
Por esto,
El capital no trata únicamente de los procesos del capital sino de su
origen, que se encuentra, tal como se estableció desde el inicio, en la
relación de oposición entre valor-de-uso y valor, entre capital y trabajo; esto
es, en la explotación de los trabajadores por parte del capital. El capital
existe únicamente en la medida en la que explota la fuerza-trabajo, en cuanto
incorpora el trabajo vivo y pone el movimiento el trabajo muerto –el capital–:
La parte
media del volumen I responde a la cuestión no solo de cómo el capital trabaja
sino (y sobre todo) de dónde viene. Aquí Marx considera ‘no solo cómo el
capital produce, sino cómo el capital es el mismo producido’ y con eso coloca
el escenario para el análisis de explotación como una condición necesaria para
la existencia del capital como forma de valorización. Un incremento del dinero
solo es posible gracias a la incorporación del capital en sí mismo con la
fuerza-trabajo, e incluye una breve introducción al valor de la fuerza-trabajo,
el salario (ibíd.: 13).
La
explotación no es exterior al capital, no es una especie de componente marginal
que podría o no estar; aquí toda la fuerza está en su carácter “necesario”, sin
el cual el capital no podría existir: el capital para valorizarse, o el proceso
de valorización del valor, está en función directa del grado de explotación de
la fuerza-trabajo.
Así, no
se podría decir que el capital financiero ha tenido ganancias extraordinarias
sin estar diciendo, al mismo tiempo, que el grado de explotación de la
fuerza-trabajo también ha crecido de manera “extraordinaria”; como tampoco
sería válido sostener que la consolidación de cierto capital industrial se ha
dado si no se dice simultáneamente que la explotación de la fuerza-trabajo se
ha incrementado.
De tal
manera que
[…] casi
la tercera parte del libro trata de este antagonismo fundamental aunque
necesario entre trabajadores-asalariados y capitalista, a través de indagar que
abarca el intercambio (que ahora se llama mercado de trabajo) y la producción.
La particularización del capital en capital constante y variable (tanto los
gastos monetarios como sus elementos) constituyen los dos polos opuestos de la
“unidad en la diferencia” de manera crucial, el trabajo vivo permite una transferencia
de valor exhibidos por los elementos del capital constante a un nuevo producto
y al mismo tiempo genera un nuevo “valor añadido”, que para Marx no es sino la
expresión monetaria del “tiempo de trabajo socialmente necesario” extraído de
los trabajadores (ibíd.: 13).
Por
eso, Marx establece cuantitativamente la relación entre capital y trabajo, a
través de la tasa de plusvalor, que establece una relación directamente
proporcional entre el incremento del capital y el grado de explotación. Si ha
habido en un período dado, ganancias extraordinarias del capital significa
directamente, que el grado de explotación de los trabajadores ha crecido de
manera monstruosa: “La razón entre el plusvalor y el capital variable es
llamada por Marx la ‘tasa de plusvalor’y es dependiente del ‘grado de
explotación de la fuerza-trabajo por el capital’” (ibíd.: 13).
Al final
del volumen I de El capital nos encontramos con la acumulación
capitalista; esto es, con el resultado del proceso de valorización del valor a
través de una determinada tasa de plusvalor, que siempre se da en una escala
más grande, que tiene la lógica de seguir una espiral que no puede detenerse.
La parte
final del Volumen I considera la reproducción del capital. La categoría de
acumulación significa que el resultado de la actividad productiva es realmente
la perpetuación del propio movimiento de auto-valorización (Parte Siete), La
‘reconversión’ del plusvalor en capital Marx lo llama ‘acumulación de capital’.
Una espiral de acumulación es esencial al concepto abstracto de capital, puesto
que, sin este, el capital meramente colapsaría en dinero en su simple función
de medio de circulación de mercancías (Parte Uno) (ibíd.: 14).
Ahora
podemos explicitar la parte política de la crítica a la economía política de
Marx, porque a través de la desigualdad entre capital y trabajo, conectados por
la explotación del uno sobre el otro, vemos cómo todo movimiento del capital
tiene repercusiones directas sobre los trabajadores. De esta manera, la
acumulación como tendencia imparable lleva a la concentración del capital que
hecha fuera del “mercado de trabajo” a una masa de trabajadores, que conforman
el “ejército de reserva” y que permite mantener los salarios lo más bajo
posible:
El dinero
como capital continuamente es lanzado a la circulación: tanto los avances del
dinero original como su incremento. Dada la tendencia del capital incesante e
ilimitada a acumular, la dinámica de explotación culmina sistemáticamente en:
(i) la concentración del capital y (ii) al ejército de reserva de los
desempleados a través de la expulsión del trabajo vivo… ahora él introduce una
referencia directa al capital ‘total’ como tal y a la reproducción social del
capital total de una manera esencial (ibíd.:14).
Estamos
ya de lleno en una sociedad de clases. Desgraciadamente con los sucesos del
siglo XX, especialmente la caída de los llamados socialismos reales, el triunfo
del capitalismo y las grandes derrotas de los trabajadores, esta perspectiva ha
desaparecido de los análisis, de las estrategias, de las prácticas, de la
academia.
Pero, se
tiene que volver a esta perspectiva de clase porque la valorización del valor
cada vez en un nivel más amplio y profundo, que no deja aspecto alguno de la
vida sin secuestrar, significa un nivel mayor de explotación de los
trabajadores. Nunca ha sido tan cierto como ahora que las leyes del capital se
cumplen férreamente y que El capital sigue siendo la mejor descripción
de la realidad que vivimos; esto es, una sociedad de clases en donde los trabajadores
solo tienen su fuerza-trabajo para vender mientras el capital crece sin cesar:
[…] ahora
podemos ver la emergencia de sujetos realmente “desiguales” en una sociedad de
clase, la clase trabajadora (que tiene solo la fuerza-trabajo para vender) y la
clase capitalista (que es propietaria del dinero, los medios de producción y
las mercancías; (iii) el capital por lo tanto no solo produce y realiza el
plusvalor, sino también y principalmente produce capital y en una escala
ampliada, así que (iv) la reproducción es la reproducción de las relaciones
capitalistas de explotación (ibíd.: 15).
Por eso,
cualquier estrategia que únicamente se centre en los procesos de dominación, en
las alternativas contra-hegemónicas o en las iniciativas puramente culturales o
lingüísticas -con todo lo importantes que son y que siempre tienen que estar
presentes- están destinadas al fracaso, a ser reabsorbidas por la lógica del
capital.
La lucha
de clase tiene que expresarse tanto en los niveles de la dominación como de la
explotación; esta es la única manera de ser realmente anti-capitalistas. Por
eso, se puede concluir que:
El
Volumen I de El capital es acerca del proceso de producir y reproducir
una particular sociedad de clase; es acerca de la relación capital-trabajo a
través de la que las relaciones sociales capitalistas de explotación y
acumulación son reproducidas (ibíd.: 15).
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** Carlos Rojas Reyes. Profesor Honorario de la Universidad de Cuenca y
de la Universidad del Azuay, Ecuador. Docente de Epistemología y de Estética.
Diversas publicaciones en el campo filosófico y literario, especialmente tres
volúmenes de Estéticas Caníbales que contiene segmento sobre la forma en
El capital de Marx. carlos.rojas@ucuenca.edu.ec
http://esteticascanibales.blogspot.com
[1] Marx Engels Gesamtausgabe publicado por el IMES, Internationale
Marx-Engels-Stiftung IMES), cuya página web oficial es: http://mega.bbaw.de/struktur, en donde
además se pueden encontrar todos los tomos aparecidos y digitalizados, de libre
acceso, en el idioma original en que fueron escritos por los autores.
[3] (En español, se puede ver el análisis y la traducción de algunos
fragmentos de la “German Ideologý”, en Carlos Rojas, “La ideología alemana. Un
libro que nunca existió”, en http://esteticascanibales.blogspot.com/search/label/Ideolog%C3%ADa%20Alemana)
[5] Así, la versión de Fineschi dice: “il valore d’uso diventa forma
fenoménica del suo contrario del valore” (67), la versión de Scaron: “el valor
de uso se convierte en la forma en que se manifiesta su contrario, el valor”
(69). Fineschi: “E dunque una seconda peculiaritá della forma di equivalente
che il lavoro concreto diventi forma fenoménica del suo contrario, del lavore
astrattamente humano” (69), Scaron: “Es, pues, una segunda peculiaridad de la
forma de equivalente, el hecho de que el trabajo concreto se convierta en la
forma en que se manifiesta su contrario, el trabajo abstractamente humano”
(72).
[6] Donde Fineschi escribe: “…dei lavori umani riceve la forma cosale
[sachlich]” (83), se lee en Scaron: “…de los trabajos humanos adopta la forma
material…” (88).
[7] Cuando Fineschi escribe: “In questa misura, per lui lo scambio è un
proceso universalmente sociale” (99), en Saron se lee: “En esa medida el
intercambio es para él un proceso social general” (105). O también: cuando
Fineschi escribe “…la sua merce vale come equivalente universal” (99), Scaron
opta por: “… y esta como equivalente general de todas las demás” (105).
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