06-11-2017
En el
Manifiesto Comunista, Marx y Engels habían explicado la Tesis mediante la cual
la burguesía había involucionado de una clase revolucionaria a una clase
reaccionaria, de la clase que promovía el avance de la Historia a la clase que
lo detenía, de la clase que vencía a otras más retrógradas, a la que trataba de
frenar a la nueva clase revolucionaria. (Marx y Engels 1955)
Lenin por su parte en su tesis sobre el
Imperialismo, pudo explicar que ese proceso había madurado aún más, la
burguesía, tras el proceso de concentración y centralización de capital a nivel
mundial, se había convertido en una clase cuasi omnipotente y había alcanzado
su cenit constructivo, iniciando ahora su fase destructiva a gran escala; había
llegado a un punto en donde para seguir su camino hacia el poder ilimitado
tenía que comenzar a destruir su propia obra, haciendo de la victoria del
proletariado no sólo una posibilidad sino una necesidad urgente, alguien tenía
que frenar la orgía de sangre, la locura de la destrucción absurda. (Lenin
1976).
La Revolución era urgente porque la clase
imperialista había demostrado que no conocía los límites morales y que sólo
podía ser limitada materialmente cuando encontrara un adversario con la fuerza
suficiente para arrebatarle la posibilidad de manejar el mundo a su antojo. La
posibilidad de poner un alto al sacrificio inútil de miles de proletarios y
campesinos pobres convertidos en carne de cañón, y de evitar el aumento de las
tasas de explotación necesarias para mantener la capacidad productiva destinada
a la destrucción, debía pasar de su posibilidad hipotética a su concreción
científica, en la realidad material.
La Revolución de Octubre creó ese precedente y
descubrió ante el mundo las características básicas de ese límite material de
la orgía imperialista, ella al revolucionar las condiciones materiales, impulsó
a la vez el desarrollo vertiginoso de la ciencia política y de las ciencias
sociales en general, pues obligó a repensar el mundo desde la esfera que fuera,
ya sea desde la dominación o desde la resistencia.
Ciencia para la Hegemonía y Ciencia para la
Revolución
Es una realidad que la burguesía ha promovido el
desarrollo de las fuerzas productivas, y de la ciencia como una de ellas,
promovió el desarrollo de la física, la química, la ingeniería, la biología y
las ciencias naturales en general, pero también se vio en la necesidad de
plantearse científicamente el problema de la dominación, para dejar cada vez
menos a la suerte su posibilidad de consolidarse en el poder y así conjurar los
peligros históricos que ella misma había despertado.
Sin duda, Maquiavelo había sentado las bases de la
Ciencia política al aconsejar a la aristocracia italiana una serie de tácticas
de dominación abstraídas de la historia política de Europa; pero ese proceso
fue de algún modo opacado por el surgimiento de la teoría liberal, la cual
tiene más de ideología filosófica basada en concepciones del deber ser que
imperaba en el pensamiento burgués. Pero la ideología liberal fracasó como
ciencia política por ser incapaz de lograr que sus postulados
ético-filosóficos, fueran funcionales al sostenimiento del Estado burgués. Ha
sido la obra político militar de Napoleón Bonaparte y Otto Von Bismark quienes
inspiraron los intentos de crear la ciencia de lo social y de lo político en
los años posteriores a su auge. Así pues, la ciencia política burguesa aplicada
se parece más a la obra de Maquiavelo que a la de los teóricos del liberalismo.
De este modo aparece una contradicción en el
desarrollo del pensamiento científico social burgués, la verdadera ciencia
política es indefendible en términos ideológicos, pero la ideología liberal es
inaplicable en términos materiales, provocando así una escisión entre la
práctica política y su descripción escrita, siempre cargada de ideología; es
por ello que Comte, Durkheim y Webber, así como sus discípulos que hoy quienes
siguen hegemonizando la academia, han sido incapaces de dar verdadera dirección
a las decisiones políticas y naufragaron en medio de la contradicción. Los
estrategas burgueses que hicieron historia como Hitler, Musolini, Eissenhower,
Nixon, Churchill, Tatcher o Reagan, han basado sus decisiones en la fuerza y el
terrorismo de Estado, mientras que los ideólogos liberales han querido explicar
sus avances como el triunfo parcial o absoluto de ciertas ideologías.
Marx y Engels, por el contrario, captaron la
necesidad de llevar las aspiraciones de liberación social a un plano
científico, para lo cual se dieron a la tarea de explicar la existencia y
desarrollo del capitalismo a través de su abstracción dialéctica e histórica,
lo cual resultaba una tarea indispensable para llevar al plano de lo concreto
la transformación histórica que revirtiera el curso de la Historia en favor de
las grandes mayorías que nada ganarían con el desarrollo capitalista (Engels
1955).
No es propósito de este escrito detallar las
contribuciones científicas de Marx y Engels que permitieron por ejemplo
explicar de manera clara, científica e irrebatible la existencia de la
explotación, y me conformaré por ahora con señalar que sus contribuciones
fueron indispensables para lograr la gran práctica política proletaria que
pusiera de cabeza el mundo a partir de Octubre de 1917.
Las ideas de Marx y Engels habían sido conocidas y
debatidas por un sinnúmero de intelectuales y también por distintas expresiones
del movimiento obrero, sin embargo, parecía que sus obras podían correr el
mismo destino que la de tantos pensadores quienes habían aportado ideas
interesantes pero que habían carecido de impacto histórico. El marxismo era ya
una ciencia en progreso pero necesitaba graduarse.
Lenin, como el elemento más destacado del partido
bolchevique, logró llevar a un plano magistral la ciencia política, de tal
forma que ha sido reconocido por propios y extraños como uno de los estrategas
políticos más grandes de la Historia. Fue capaz de diseñar y llevar a la
práctica una estrategia que llevó al proletariado ruso al poder y que resultó
un catalizador sin precedentes de la lucha proletaria a nivel mundial. Ciencia
y proletariado, dos elementos cuyo crecimiento promovió la burguesía, se
volvían en su contra, levantándose contra ella en aquel Octubre.
Tanto el desarrollo ideológico del capitalismo como
el de su crítica, navegaban en un mar de esterilidad, pues parecía que la
discusión ético – filosófica era lo que podía dar al clavo de cómo, quién y
cuándo habrían de subvertir el capitalismo. Lenin se dio a la dura tarea de
debatir enérgicamente contra las tendencias intelectuales que encajaban mejor
en el sentido común y que hegemonizaban el movimiento obrero y campesino en la
parte final del siglo XIX.
En el desarrollo del capitalismo en Rusia,
(Lenin V.I. 1981) pulverizó las tesis de los populistas rusos quienes defendían
que Rusia se desembarazaría del capitalismo viendo hacia el pasado, y que
afirmaban que era innecesario el papel protagónico del proletariado,
argumentando que en aquel país no era una clase mayoritaria, y que en la comuna
campesina rusa estaban las bases necesarias para la liberación. Con un rígido
análisis estadístico y un debate teórico profundo, Lenin demostró que la
economía rusa ya estaba inserta en el mercado mundial, en la economía
imperialista, y que por tanto, la suerte del proletariado ruso y de los
campesinos pobres, muchos de ellos en proceso de proletarización, estaba echada
si las cosas seguían su curso.
Lenin comprendió de manera clara que sin adoptar la
perspectiva del proletariado como clase internacional, la victoria sería
imposible y que las buenas intenciones de vencer al capitalismo con el arma de
la nostalgia, la belleza estética y el sentimentalismo, habrían de generar en
el mejor de los casos, una derrota memorable. Es decir, el destino del pueblo
ruso explotado y oprimido, proletario o no, sería la misma que la del resto del
proletariado a nivel mundial, y por tanto había que recurrir a tener una
lectura exacta del desarrollo del capitalismo mundial y del proceso que
llevaría a la conformación del proletariado mundial para posicionarse de manera
consciente y práctica en el proceso, para vencer y no para ser vencidos con
honor.
Así pues, Lenin prosiguió elaborando también desde
la práctica, las tesis del Partido del proletariado, el cual habría de
convertirse en la vanguardia, en el estado mayor de la clase
proletaria en el combate final contra las fuerzas del capital. Era preciso
que en ausencia de la posibilidad de que todo el proletariado y los explotados
de Rusia conocieran las leyes de la historia y pudieran diseñar una estrategia
acertada, un grupo de revolucionarios profesionales dieran un paso al frente y
asumieran esa difícil tarea con miras a fusionarse con el resto de su clase al
calor de una verdadera Revolución. (Lenin 1971).
Más adelante, atinó en describir el Imperialismo
como la fase superior, contemporánea y madura del capitalismo en donde se daba
por superado el supuesto de que existían muchos y pequeños capitalismos y que
tal vez uno menos nocivo podía hegemonizar al más destructivo. Lenin mostró que
la clase imperialista que estaba llevando al mundo a la destrucción era el
sector hegemónico de la clase capitalista y que ya se había impuesto sobre
otros sectores menos decididos a ésta, por lo que las incógnitas estaban despejadas
y no dejaban lugar a dudas, el combate contra el imperialismo sería a muerte
pero era irrenunciable. (Lenin 1976).
Ya en el fragor Revolucionario, después de la
revolución de febrero, Lenin pudo percibir que se había conjugado una situación
revolucionaria, que la oportunidad se había abierto en la Historia y que esta
oportunidad no duraría para siempre, por lo que era necesario precisar
científicamente en el pensamiento lo que habría de convertirse en la práctica
concreta de la Revolución.
Los bolcheviques tuvieron la sagacidad suficiente
para comprender que no es mejor científico el que mejor discute sino el que es
capaz de captar en la realidad material las fuerzas motrices de la historia, y
en esa coyuntura, fueron capaces de encontrar que la pregunta que había quedado
abierta en la obra de Marx y Engels, acerca de cuál sería la forma concreta en
que el proletariado podía tomar el poder, se había revelado ya en la práctica
cuando menos para el pueblo ruso.
La revolución de febrero había consolidado la
figura del soviet como la figura idónea del poder popular, el proletariado y
los campesinos pobres estaban casi listos para tomar el poder pues ya tenían el
arma necesaria, sólo restaba orientarlos en su uso y potencial para que esto se
concretara, así lo escribió Lenin en las Tesis de Abril:
Explicar a las masas que los Soviets de diputados
obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por ello,
mientras este gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra
misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo
paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades
prácticas de las masas.
Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una
labor de crítica y esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo tiempo,
la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de diputados
obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus
errores.
No una república parlamentaria -volver a ella desde
los Soviets de diputados obreros sería dar un paso atrás- sino una república de
los Soviets de diputados obreros, braceros y campesinos en todo el país, de
abajo arriba. (Lenin 1981)
Con ello también lograron resolver el dilema sobre
la dualidad de poderes y ser enfáticos en la imposibilidad de que esa situación
durara mucho tiempo, renunciar al poder no deriva en un paso hacia la libertad,
sino en la comodidad para las clases dominantes de seguir estando en esa
posición (Lenin 1981). Para que el poder soviético se impusiera, habría de
derrocar al poder de la burguesía, para que el proletariado y los campesinos
pobres tuvieran la posibilidad de ser libres, tenían que impedir que la
burguesía tuviera la libertad de explotarlos; si la acumulación de fuerzas no
se utilizaba en el momento preciso, ésta terminaría por ser inútil y la
posibilidad de hacer la Revolución se perdería por un largo período.
Finalmente, con el Estado y la Revolución, logró
esclarecer cuáles eran las posibilidades de desperdiciar la oportunidad y
cuáles tendrían que ser los elementos centrales que permitieran al proletariado
insurrecto concentrarse y actuar con precisión, desmantelando el ejército de la
burguesía, tomando los medios de producción e imponer el poder de los
proletarios y campesinos bajo la perspectiva internacional del proletariado
para iniciar el proceso de extinción del Estado. La teoría estaba lista, sólo
faltaba el golpe maestro.
La Revolución de Octubre, una referencia obligada
La Revolución de Octubre reunió las características
idóneas del vencedor que había descrito Sun Tzu:
Triunfan aquellos que: Saben cuándo luchar y cuándo
no, Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas. Tienen tropas cuyos
rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo. Se enfrentan con
preparativos a enemigos desprevenidos. Tienen generales competentes y no
limitados por sus gobiernos civiles. Estas cinco son las maneras de conocer al
futuro vencedor. (Sun Tzu
2003).
Fue en toda la extensión, una obra magistral, se
atacó en el momento preciso, se impuso la estrategia; dirigencia y masa estaban
unidos por un mismo objetivo y los combates ni siquiera fueron prolongados ni
particularmente sangrientos.
La Revolución de Octubre y la ulterior
consolidación del poder soviético, se constituyeron, por decirlo de algún modo,
en la graduación del marxismo como ciencia de la Revolución, y logró en los
hechos barrer a las corrientes liberales críticas, anarquistas y
socialdemócratas, rebasadas por las circunstancias, consolidándose como el
método más acertado en las condiciones históricas concretas para poner el freno
material al imperialismo.
Ha sido la fuerza material de la Revolución de
Octubre y de las subsiguientes victorias del poder soviético, la que la
consolidó como un hito en la Historia contemporánea, así como la continuidad de
la revolución proletaria en otras partes del mundo lo que posicionó a los
explotados de diversos lares frente a la fuerza imperialista, fue la fuerza
material de la práctica lo que pudo dinamizar la producción teórica, pues no
puede perfeccionarse el conocimiento de las leyes de la Historia si esta no se
pone en movimiento. Es por ello que la Revolución de Octubre es una de las más
grandes contribuciones hechas a la ciencia política del proletariado, a la
ciencia política de la Revolución y de la transformación social.
Tal vez he decepcionado a algunos de los asistentes
quienes esperaban que en esta fecha nos dedicáramos a criticar cómodamente los
ulteriores defectos del poder soviético, sin embargo me parece que no es la
ocasión propicia para ello, está claro que de los errores se aprende más que de
los aciertos y que es necesario un análisis minucioso, científico, sobre lo que
se pudo haber hecho mejor en la URSS, pero eso de ninguna manera se puede trasladar
al punto de hablar como si el proletariado, como si los revolucionarios no
tuviéramos victorias de las cuales aprender. La Revolución de Octubre es una
lección histórica de gran trascendencia y sería un gran error el negarse a
aprender de ella, si hemos de superar su obra, la forma de hacerlo no es en
cómodos debates, sino en la práctica, si hemos de mejorar lo hecho hasta ahora,
hagámoslo y dejemos a los que vienen algo más que palabras, dejemos nuestra
contribución material, escribamos la historia haciéndola, esa es la más grande
lección de Lenin en aquellos días, inmortalizada en las palabras finales a la
edición de El Estado y la Revolución (Lenin 1977), y esa lección no perderá
jamás su vigencia.
Referencias:
Marx y Engels. (1955) Manifiesto del Partido
Comunista. Dentro de: Marx y Engels 1955, obras escogidas en II Tomos. Tomo I.
Moscú. Progreso.
Lenin V.I. (1976). El Imperialismo Fase Superior
del Capitalismo. Ediciones extranjeras. Pekín.
Engels F. (1955) Del Socialismo Utópico al Socialismo
Científico. Dentro de: Marx y Engels 1955, obras escogidas en II Tomos. Tomo
II. Moscú. Progreso.
Lenin V.I. (1981) El desarrollo del capitalismo en
Rusia. Progreso. Moscú
Lenin V.I. (1971) ¿Qué Hacer? Progreso. Moscú.
Lenin V.I. (1981) Las tareas del proletariado en la
presente revolución. Dentro de: Lenin V.I. 1981. Entre dos revoluciones.
Progreso. Moscú.
Lenin V.I. (1981) La dualidad de poderes. Dentro
de: Lenin V.I. 1981. Entre dos revoluciones. Progreso. Moscú.
Sun Tzu (2003) El arte de la guerra. Biblioteca
virtual Universal. Disponible en: http://www.biblioteca.org.ar/libros/656228.pdf
Lenin V.I. (1977) El Estado y la Revolución. Dentro
de: Lenin V.I. 1977. Obras escogidas en 12 tomos. Tomo VII. Progreso Moscú.
Notas
[1] Ponencia presentada en el Coloquio: Centenario
de la Gran Revolución Socialista de Octubre, el cual se realizó el pasado
lunes 30 y Martes 31 de Octubre de 2017, en la Facultad de Historia de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Andrés Avila Armella, Miembro del Buró Político del
Partido Comunista de México (PCdeM). También es Sociólogo y Dr. en
Estudios Latinoamericanos por la UNAM, donde labora como docente.
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