miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA CRISIS POLÍTICA DE LA PRESIDENCIA DEL PERÚ 2017


Oscar Ugarteche

ALAI AMLATINA, 19/12/2017.- Los dilemas del Presidente Kuczynski comenzaron cuando las políticas de su diseño– las del Consenso de Washington - fueron puestas en valor en el Perú en 1992. El golpe de Estado del 5 abril de 1992, inspirado por las políticas de mercado promovidas y financiadas por el Banco Mundial, le abrió la oportunidad a muchos asesores para hacer fortuna. Él fue uno y creó Westfield Capital con este fin ese año. Fue una década espléndida para los que privatizaban empresas y para los que las compraban. Fue una maravilla para los que tuvieron papeles de deuda peruana que vieron sus precios subir de 5% a 95% de valor en seis meses. Fue una fiesta para los desreguladores y los desregulados, como ha analizado Francisco Durand en muchos trabajos. Fue una fiesta como quedó registrada por la Comisión de Delitos Económicos y Financieros que presidió Javier Diez Canseco entre 2001 y 2003 en el Congreso de la República.

Los empresarios retomaron el control del Estado con una ayuda del Banco Mundial, que funcionó como el partido político de Fujimori, con las ideas y los técnicos antes del golpe, y el dinero tras el golpe. El mercado se había robustecido con la nueva doctrina promovida por el BM, y los mercaderes se enriquecieron. No somos ni hemos sido nunca un estado comunista unipartidario ni de economía centralmente planificada y sin mercado, pero el remedio fue idéntico que en la Unión Soviética y en Europa del Este. Para matar la hiperinflación del primer gobierno de Alan García y reactivar la economía que se había contraído 35% con García, la guerra con Sendero Luminoso, y la deuda externa, había que hacer como en la URSS en esa misma época.  A eso algunos llaman “la transición”. Transitamos del desarrollismo y la crisis de la deuda, a “la republica de los empresarios”. 

El asunto del diagnóstico de clase derivó en que los empresarios hicieron de las suyas a través de sus inmensos estudios de abogados, con beneficios tributarios insólitos y con proyectos de construcción de infraestructura aprobados con presupuestos doblados con ampliaciones tramposas. Los reyes de eso en esa época fueron JJC Constructores del ex ministro Camet, y GyM. Era el inicio de Odebrecht en el Perú.  Ahora los accionistas principales de ambas empresas están en la cárcel. Fue el inicio del vale todo.

Sería interesante conocer cuántas ganancias le generaron las operaciones peruanas al Presidente. Es de imaginar que de allí salió la alianza implícita entre PPK y el Fujimorismo y explícita entre PPK y el capital chileno. Muchos simpatizantes de las políticas aplicadas, funcionarios públicos y ciudadanos contentos con la paz y la baja inflación, decidieron cerrar los ojos a las trampas y mañas que evidentemente estaban pasando y que se pudieron apreciar cuando se transmitieron los vladivideos. Abimael Guzmán fue agarrado en ese mismo 1992 y Sendero se dio por derrotado, brindándole seguridad a los inversionistas y la ciudadanía. Empero, en simultáneo, el narcotráfico en el poder de la década del 90 fue grosero, pero ese fue un aspecto que otros prefirieron no mirar para hacer dinero y por la paz lograda. El dinero pasaba en efectivo sobre la mesa y era filmado, en un caso inédito de funcionarios públicos comprando empresarios.

Bajo el peso de esa corrupción cayó Fujimori el año 2000, tras un trabajo largo del Foro Democrático de algunos años hablando de la importancia de los valores democráticos y de la importancia de la institucionalidad y de innumerables marchas callejeras lideradas por artistas, intelectuales y estudiantes, el más recordado siendo Víctor Delfín. El candidato del Foro en el 2001 fue Alejandro Toledo y el pueblo creyó en él. “Un peruano como tú” fue la campaña de Alberto Fujimori en 1990.  Está en la cárcel por corrupción y por crímenes de lesa humanidad.  Toledo si era un auténtico “peruano como cualquier otro” salvo por un doctorado en Stanford y una esposa belga. Acusado de haberse enriquecido en 50 millones de dólares y con orden de extradición de Estados Unidos, también fue una decepción. A éste le siguió Alan García reloaded. Igual que Michael Manley en Jamaica y que Felipe Gonzales en España antes, comenzó a la izquierda y acabó a la derecha. García aún debe explicar una casa en Paris y cómo vive en Madrid, mantiene y mantuvo dos hogares a todo tren en diversas ciudades del mundo durante un par de décadas. Decimos en el Perú: “A quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga”. También decimos: “Sacristán que tiene velas y no tiene cerería, de dónde será si no es de la sacristía”. Otra decepción.  A García le sucedieron, por sucesión y por suceso, los Humala, ahora en la cárcel preventiva. Otra. Esta colección ha debilitado la confianza en la democracia, señala Latinobarómetro. No hay en quien creer.

Quizás estemos en el momento de “que se vayan todos” y lo que le sigue es que la ciudadanía empoderada exija un cambio. Estamos a tiempo para regresar a la constitución de 1979 y dejar la espuria de 1993 y a tiempo de organizar un movimiento social de apoyo a las instituciones que exprese el deseo de la población y que tenga liderazgo honesto.  

Al final del camino iniciado en 1992 con el golpe y las reformas económicas tenemos al autor de las ideas de las reformas, enriquecido con ellas y acusado, en el fondo, de no importarle de dónde vienen sus ingresos. Dijo en una entrevista de una hora en la TV peruana el domingo 17 de diciembre, que no le preguntó a su gerente de dónde salieron las ganancias de su empresa unipersonal en los años señalados por los entrevistadores. Esa es la médula conceptual de las reformas económicas en realidad. El problema ético es que sí importa de dónde salen las ganancias.

Otro problema actual es que no parece haber quien haga el trabajo de construir algo equivalente al Foro Democrático. Esto hace la sucesión más complicada.  La tarea más inmediata sin embargo no es la sucesión, sino preservar el Tribunal Constitucional y al Fiscal de la Nación.  No hay duda que el ataque contra el Presidente Kuczynski es un ataque artero. Tampoco hay duda que ha dado motivos y que su respuesta al problema ha sido débil. El problema es que los crímenes penalizados no son necesariamente lo mismo que los aspectos políticos.

La calidad moral de los acusadores está en el centro del problema político peruano. Todos los presidentes y expresidentes vivos estarán involucrados en actos de corrupción, de pasar esta acusación constitucional contra el presidente, el jueves 21 de diciembre. Los expresidentes están además acusados penalmente. El presidente Kuczynski aún no y tardará eso, de ser el caso.

El camino para adelante es el problema. El Perú con su PIB creciendo a casi 4% a pesar de los bajos precios de las materias primas, y con un tipo de cambio gruesamente sobrepreciado puede verse atacado por operadores cambiarios especulando a ponerlo en su nivel técnico (6 soles por dólar + o -); y si lo logran frenarán el crecimiento económico ferozmente.  Eso podría ayudar a replantear las bases del desarrollo desde pilares más estables pero tendrá un efecto inmediato en el nivel de vida de la población.

En lo político lo deseable sería llamar a elecciones generales que requiere que los vicepresidentes dejen sus aspiraciones de poder actuales y renuncien junto con el presidente, en solidaridad con él. Eso le inyectaría un poco de decencia al lodazal en que se ha convertido el campo político. El problema es que abre la posibilidad de un gobierno del fujimorismo durante al menos un año, dice Fernando Tuesta. En este marco entonces hay lo que está, por débil que sea, y lo que cabe es fortalecer las instituciones con el apoyo de la ciudadanía.

En este sentido quizás la iniciativa de David Rivera sea la correcta y la ciudadanía empoderada, la prensa y los colegios profesionales, deba exhibir al congreso en sus maniobras para que no continúe atentando contra el Tribunal Constitucional y el Fiscal mientras se intenta destituir al presidente, ante un golpe de estado constitucional. Sería una paradoja que quien se vio beneficiado por el golpe de Fujimori en 1992 termine perjudicado por otro golpe de Fujimori 25 años después. Lo más terrible sería que afecte a todo el país. 

Quizás por el dinero que hizo en la década del 90, durante su año en el gobierno, PPK ha hablado de liberar a Alberto Fujimori.  No entender que el fujimorismo no es su aliado aunque esté del mismo lado económico y posiblemente con los mismos apoyos empresariales, es el peor error del gobierno del Presidente Kuczynski desde el inicio.  Lo que no puede pasar es que por este error, y sus derivados actuales, la Fiscalía no pueda investigar a Alan García y Keiko Fujimori, artífices del golpe constitucional. 

- Oscar Ugarteche, economista peruano, es investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas UNAM (México), SNI/CONACYT, Coordinador del proyecto Obela www.obela.org.

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