miércoles, 3 de enero de 2018

¿SON MÁS INTELIGENTES LOS RICOS?




Investig’Action
03-01-2018

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos


Es bien sabido: cuanto más abultada es la cartera de papá y mamá, mejor será el  boletín de notas. El sentido común lo explica de una manera muy simple: los ricos disponen de mejores genes y tienen un carácter más fuerte. Además, por eso se han hecho ricos y lo transmiten de buen grado a sus hijos. Pero no sería la primera vez que el sentido común lleva a conclusiones burdas. 

Según el sentido común, la tierra es plana y el sol gira alrededor de nuestro planeta. Lo esencial de este razonamiento intuitivo se basa en la idea de que la inteligencia es una circunstancia puramente biológica y que además permanece constante. Varias investigaciones recientes acaban con ambas suposiciones. 

La influencia del medio 

Se han realizado experiencias rigurosas en este dominio, no en personas sino en animales. Así es como se ha estudiado el desarrollo del cerebro de ratas respectivamente “ricas” y “pobres”. Las ratas “ricas” vivían en grupos pequeños en jaulas con muchos juegos; las “pobres”, más numerosas, en jaulas vacías. Los circuitos neuronales de las ratas ricas se desarrollaron mucho más fuertemente y sus cerebros se volvieron claramente más pesados que en el caso de sus colegas pobres. Por lo tanto, las ratas ricas fueron más hábiles para encontrar la salida de un laberinto. En los monos también se ha constatado la importancia del entorno en el desarrollo cerebral y la inteligencia (1). 

En los seres humanos el impacto de factores relacionados con el entorno es aún más fuerte; es lo que demuestra sobre todo un estudio reciente llevado a cabo entre plantadores de caña de azúcar indios. Estos pequeños campesinos reciben más de la mitad de sus ingresos anuales de una vez, justo después de la cosecha. Así, una parte del año son relativamente ricos mientras que son más bien pobres durante la otra mitad. Resulta que estos campesinos tienen unos resultados más mediocres en los test de inteligencia cuando son pobres. Pierden hasta 13 puntos de la escala del test del coeficiente intelectual (C.I.), lo que equivale a una noche en blanco o a una adición alcohólica. Sin embargo, se trata de las mismas personas, de los mismos cerebros . 

También existe el Efecto Flynn. Después de la Segunda Guerra Mundial unos ciudadanos estadounidenses obtuvieron de media 100 en los test de C. I. En 2002 los mismos test, que principalmente sondeaban las respuestas a problemas abstractos, dieron una media de 118. Es un aumento importante . Este efecto apareció en todos los países industrializados y, por lo tanto, también en Bélgica. El aumento fue del 3 al 5 % por década. Actualmente el efecto estaría prácticamente estancado e incluso a veces en retroceso. 

La inteligencia no es un dato estático sino que puede fluctuar (fuertemente) en el seno del mismo individuo. Además, los medios pueden evolucionar con el paso del tiempo. Por lo tanto, una parte de las aptitudes intelectuales está determinada genéticamente, pero el entorno inmediato también ejerce una gran influencia sobre la inteligencia. 

Circuitos neuronales y estrés 

Esta influencia actúa de dos maneras. Primero está la influencia directa sobre los circuitos neuronales, que son muy importantes sobre todo en la infancia para el desarrollo de nuestro cerebro. Más tarde siguen siendo importantes, pero en menor medida. Estos circuitos son los ladrillos de la memoria pero también sirven para elaborar información.

Una alimentación sana y un entorno mejor, por ejemplo, eliminando el plomo de la gasolina, son factores favorables para el buen desarrollo cerebral. Una enseñanza mejor también estimula el funcionamiento de estos circuitos. 

Un segundo factor importante es el estrés, sobre todo en el caso de precariedad o de pobreza. En esa situación lo que se vuelve importante es lo que no se tiene, aquello de lo que se carece: una factura sin pagar, ¿podré comprar suficiente comida? ¿cómo pagar los gastos de escolaridad?, etc. 

La precariedad devora, hace perder la perspectiva de lo que está a largo plazo y impide prestar atención a cosas que se consideran importantes. Es como si la capacidad de juicio fuera rehén de grandes preocupaciones o de una fuerte angustia. Las personas que viven en la pobreza están ausentes, se desorientan fácilmente, día tras día. Desarrollan una visión en túnel que les impide pensar con claridad. A veces toman decisiones poco razonables, no porque sean tontas, sino porque viven en un contexto en el que cualquiera tomaría malas decisiones. 

Una misión para la enseñanza

En resumen, los ricos no son más astutos, se vuelven. Lo mismo ocurre con los pobres, no son más tontos sino que se vuelven.

Esta es, por consiguiente, una tarea importante que se asigna a la enseñanza. Una buena enseñanza puede paliar una parte del retraso intelectual. Es lo que debe hacer una enseñanza equitativa. La desgracia es que nuestro sistema escolar en vez de reducir este abismo entre ricos-inteligentes y pobres-menos inteligentes lo único que hace es confirmarlo y reforzarlo. En ese sentido la enseñanza belga es la peor de todos los países ricos. En ninguna otra parte el origen social predice tan bien los resultados escolares como en nuestro país. 

“Nuestra enseñanza no desempeña su papel de ascensor social”, afirma el profesor Dirk Jacobs (ULB). Según su colega Wim Van den Broeck (VUB), es un verdadero escándalo: “Formar insuficientemente y armar mal para la vida a los alumnos que tienen menos bagaje cultural en casa es la peor de las injusticias sociales”. 

En nuestro país el gran abismo es la consecuencia de la compatimentación entre orientaciones fuertes y débiles, que no son sino la preselección para el mercado laboral. La reforma de la enseñanza prevista en la parte norte de Bélgica, confeccionada a medida por la NVA [Nueva Alianza Flamenca] populista de derecha, no hará más que aumentar este abismo. 

Traducción [al francés] del neerlandés: Anne Meert para Investig’Action.


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