28/02/2018
La VIII Cumbre de las Américas, pende literalmente
de un hilo. Podría atribuirse el hecho a la terca e irresponsable conducta de
la Cancillería peruana que, digitada por PPK, se ha puesto a disposición de la
Casa Blanca en el avieso propósito de agredir a Venezuela; pero también a la
voluntad de los halcones del Imperio, empeñados en instalar en nuestra América
una suerte de réplica de la guerra genocida que hoy impulsa Donald Trump en el
Asia Central.
Es claro que la cita de abril es un evento
protocolar en la que los Jefes de Estado y de Gobierno de todos los países de
América se reúnen para intercambiar opiniones en torno a “grandes temas”. El
encuentro no tiene el propósito de loar, ni demonizar, a nadie. Son todos
mandatarios de un mismo rango y representan a distintos países y pueblos. Los
une, en el caso, la voluntad de hablar en torno a la democracia, la corrupción
y la gobernabilidad de este continente, agobiado por grandes retos económicos y
sociales.
Ocurre, sin embargo, que Washington se ha empeñado
en “dejar afuera” a uno de los más importantes países de América del Sur Y eso,
apenas porque considera que su Presidente de hoy, es un “dictador“. Ignora, a
propósito por cierto, que Nicolás Maduro fue electo en un proceso democrático
validado por la propia Organización de los Estados Americanos; y que es
reconocido por todos los gobiernos del mundo como la única autoridad formal de
la República Bolivariana de Venezuela.
Oído por la Asamblea General de Naciones Unidas, no
hace mucho, el jefe de Estado del país llanero formuló un fervoroso llamamiento
a la paz, y defendió con la fuerza de su mensaje la Independencia y la
Soberanía de su patria, lo que -dicho sea de paso- le supo a chicharrón de sebo
al sucesor de Barack Obama.
Este llamado tampoco gustó a Pedro Pablo Kuczynski,
el casual Presidente Peruano que, solícito, se prestó a eslabonar una cadena de
excomuniones contra Venezuela en el empeño de aislar a ese país del concierto
de naciones de nuestro continente. Al alimón, como en las corridas de toros,
ambos Presidentes emprendieron la faena de descalificar a Nicolás Maduro,
denigrando su gestión. Ese empeño hoy adquirió dimensiones mayores, y amenaza
la paz del continente
Pareciera que Washington, en efecto, resolvió ya
intervenir militarmente contra Venezuela. Busca, para este efecto, “calcar” la
experiencia centro asiática. Allí, en efecto se valió de la OTAN para
comprometer a otros países de Europa Capitalista, y Canadá. Aquí, hará uso de
la OEA como manto de ataque. Y como ella no tiene “armada” propia, se valdrá
del Comando Sur de los Estados Unidos y de los Convenios bilaterales que tiene
con cada uno de estos países para “colaborar” en la acción militar contra la
Patria de Bolívar. En el Perú, por lo pronto, funcionan ya 9 bases militares norteamericanas
y hasta se han dado “decretos” mediante los que –incluso- se permite la acción
militar de tropas yanquis.
El conjunto de bases ya instaladas en la región
bajo el pretexto de enfrentar el tráfico de drogas, le servirá de perillas para
esta operación que ya está en marcha y que se inició en Tabatinga hace apenas
dos meses. Por eso Trump no quiere enfrentar a Maduro en la cita de las
Américas.
Si persistiera en esa voluntad –que marcaría el
sentido de la crisis del evento de abril- se sellaría por cierto la suerte de
la Cumbre. Porque ella no podría funcionar con una sola exclusión. No estamos
ya en los años 60 del siglo pasado, donde Estados Unidos se dio el lujo de
prescindir de Cuba con la anuencia de los demás. Ahora hay contestatarios que harán
uso de su dignidad, y no asistirán -o se irán- de la Cumbre, si se concreta la
idea de excluir a Venezuela el concierto americano.
Para en enfrentar desde la base popular este torpe
intento anti bolivariano; las organizaciones sociales y de masas están
programando lo que se ha dado en llamar la Cumbre Alternativa de los Pueblos
Ella tendrá lugar en Lima los días 12, 13 y 14 de abril bajo la convocatoria de
las instituciones más representativas de nuestro pueblo. Diversos actos se han
previsto en la coyuntura, pero quizá si los más importantes sean hasta hoy la
cita que tendrá lugar el jueves 12 de abril a las 6 de la tarde en la
Plaza San Martin para repudiar masivamente la presencia de Donald Trump; y el
evento del sábado 14 que mañana y tarde será escenario de un homenaje a
los gobiernos y pueblos solidarios con la lucha emancipadora de nuestro
continente. Allí, peruanos, cubanos, venezolanos, bolivianos, chilenos,
colombianos, nicaragüenses, mexicanos, salvadoreños, y otros, nos abraza reos
en un grito común contra el Imperio.
A todo esto, en medio del fragor de la Cumbre y del
ruido ostentoso de las “confesiones” de Barata, sumadas a las pillerías de PPK
que asoman de manera cotidiana; los peruanos se preguntan dónde está Alberto
Fujimori. Pareciera que se lo tragó la tierra. Nadie da razón de él, y la
“prensa grande” lo ha olvidado, como si no existiera. No está sano, ni está
enfermo. Tampoco está en política, con Keiko ni contra ella. Simplemente, se ha
esfumado. ¿No será que ya ha huido?
Sería bueno que los periodistas de investigación,
tan diligentes para algunas cosas, se pusieran las pilas y emprendieran la
búsqueda del chinito de la yuca, porque se ha hecho humo. Dijeron que no podía
salir del país porque no tenía Pasaporte. Pasaporte peruano, claro, pero
¿Pasaporte japonés? A lo mejor sí; porque ese pillo, es ciudadano del Imperio
del Sol Naciente. Por lo demás, podría haber ocurrido una fuga no por las
fronteras -donde hay que presentar documentos de identidad- sino por el mar.
Después de todo, en algunas películas norteamericanas se ha visto cómo, en un
helicóptero, se traslada a un individuo de una casa especialmente
acondicionada, y se le lleva hasta un barco en alta mar. Desde allí podría
consumarse un viaje sin retorno, y sin interferencia alguna, a cualquier puerto
nipón ¿o no?
SI algo se supiera en torno al tema, el colapso de
la Cumbre, sería más sabroso.
Gustavo Espinoza M.
Integrante del Colectivo de Dirección de Nuestra
Bandera
https://www.alainet.org/es/articulo/191328
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