16/03/2018
En efecto, al ritmo actual de producción de
petróleo de 12.354.000 barriles diarios, las reservas petroleras de Estados
Unidos, que alcanzan de 48.000 millones de barriles, se agotarán en unos 10
años, y si no importaran petróleo con un consumo diario de 19.631.000 barriles
diarios se agotarían en menos de 7 años. Destacándose que estas reservas
incluyen todos los descubrimientos de petróleo de esquistos de la última
década.
Esta es una situación extremadamente grave para un
país imperial que basa su dominio industrial en la energía proveniente del
crudo, ya que en ello se les va su futuro como superpotencia. Es por eso que
para ellos es estratégicamente imperativo, por nuestra ubicación geográfica que
es garantía ante cualquier eventualidad, que traten de controlar militarmente
nuestras ingentes reservas petroleras, al igual que lo han hecho en la mayor
parte del Medio Oriente. No tienen otra alternativa.
Toda esta campaña de “ablandamiento” propagandístico
hecha por Estados Unidos y sus lacayos presentando a nuestro proceso como una
dictadura no es más que una máscara cobarde para lubricar una intervención
militar, o cualquier acción violenta similar, que permita eliminar nuestra
Constitución, impedimento legal para ellos meterle la mano a nuestras riquezas.
Al respecto hay que recordar que el derogar la Constitución fue el primer acto
de Carmona en 2002.
Es decir, aquí no valen argumentos como los
esgrimidos por algunos pánfilos sobre que Estados Unidos no intervienen en
países que no toquen sus transnacionales; o que no puede sostener dos frentes
de batallas simultáneos; o que su acción en contra de Venezuela es para luchar
en contra del “socialismo”, etc., Es el petróleo y punto, y mientras más rápido
entendamos esto mejor estaremos preparados para frustrar sus intenciones.
La invasión requiere de apoyos de otros países
Además está el hecho que, dada las características
religiosas de su pueblo y a la manipulación que históricamente han hecho sus cúpulas
dirigentes de las mismas, cada acción militar emprendida viene precedida de una
justificación “demostrable” de que están actuando de acuerdo a su conciencia,
como sucedió en Irak y las inexistentes “armas químicas”.
Es por eso que para ellos es vital conseguir el
acompañamiento de aliados creíbles que soporten sus argumentos. Apoyo que
consiguen mediante la manipulación de sus intereses.
Así vemos como Canadá, que posee importantes
reservas de petróleo, apoya a Estados Unidos porque está temeroso de que si
agota sus reservas ellos corran la misma suerte de México que, por culpa de la
extrema voracidad energética norteamericana, agotó sus reservas de petróleo en
solo 20 años, que pasaron de 48.500 millones de barriles de petróleo en el 2006
a solo 8.000 millones (que solo le alcanzan para 8 años al actual ritmo de
producción)
Que sería el mismo caso de Europa, que si bien no
tiene reservas de petróleo, no les gustaría que Estados Unidos trate de
monopolizar para sí el petróleo del Medio Oriente cuando se queden sin
petróleo.
El caluroso apoyo de Colombia tiene un motivo
diferente: El Golfo de Venezuela, en donde sostiene un litigio limítrofe con
Venezuela, y nada les gustaría más a la oligarquía colombiana que Estados
Unidos destruyera el ejército venezolano para ellos ocupar esa zona en disputa
que posee grandes yacimientos no explotados de petróleo. Igual sería el caso de
Guyana.
Otros apoyos en la región lo han conseguido
agitando el espantapájaros de un “comunismo” que el gobierno de Venezuela
quiere implantar en la región,
Pagamos caro el desechar el pensamiento de Chávez
Este argumento no es nuevo, pero no había calado
antes gracias a la “diplomacia petrolera” emprendida por Chávez en nuestro
continente, que se basaba en la necesidad de una unión latinoamericana que
respetaría la soberanía de cada país, y en la cual Venezuela ofrecía a los
países de la región disponer de la energía fósil necesaria para garantizar el
futuro económico.
Argumento muy cierto, ya que los países
latinoamericanos consumieron en el 2016, (sin incluir a Venezuela) 6.365.000
barriles diarios para lo cual solo disponen de 27.000 millones de barriles de
crudo de reservas, que solo alcanzarían para poco más de una década de consumo.
Solo el poder contar con el petróleo venezolano les puede garantizar a los
países hermanos el disponer de suficiente energía para su desarrollo económico.
Lamentablemente esa “diplomacia petrolera” zozobró,
se ralentizó el proceso de integración latinoamericana, lo que ocasionó dudas
sobre la verdadera intención de nuestro país y terminó facilitando la
manipulación norteamericana. Si se hubiese mantenido la política chavista hacia
el área, ese famoso “Cartel de Lima” nunca se hubiese creado, ni Venezuela
tuviese esa “coalición” de naciones en contra.
El apoyo interno es crucial para la intervención
El apoyo interno es crucial dentro de la estrategia
norteamericana. Y así hemos visto que la llamada oposición venezolana ha
marchado al ritmo de los intereses norteamericanos de buscar un cambio violento
del sistema. En los últimos 16 años han sido numerosos los intentos
desesperados de esa oposición de llevar a nuestro país a ese necesario
conflicto abierto.
¿Por qué actúan así? Básicamente por la codicia de
meterle la mano a ese botín gigantesco que representan las riquezas de nuestro
suelo. A eso ayuda el hecho de que muchos, si no la mayoría, de los llamados
“dirigentes de la oposición” son venezolanos de primera o segunda generación,
es decir hijos o nietos de esa oleada de inmigrantes que pobló nuestro país,
por lo que no tienen verdaderamente raíces auténticamente venezolanas, no les
duele su país, y en el peor de los casos siempre podrán volver al origen de sus
ancestros.
Toda esa oposición está movida por intereses
bastardos y baila al son que le diga el Departamento de Estado. En la
actualidad no hay oposición extremista ni democrática. Todos son iguales. Por
eso es que considero que ese famoso y malogrado “diálogo” fue un gigantesco error
que cometió este gobierno, que solo sirvió para darle oxígeno a una dirigencia
opositora desprestigiada.
Para mí la única forma de acabar con ese apoyo
interno que tiene la intervención militar es aplastándolos ideológica y
políticamente, desenmascarando sus planes y presentándolos como son.
Esto no quiere decir que todos los que estén en
contra del proceso sean vende patrias y que haya que acabar con ellos. Al
contario. Históricamente en Venezuela han existido sectores, intelectuales,
organismos y dirigentes no socialistas que han mantenido una posición
auténticamente nacionalista. ProVenezuela, Uslar Pietri, Renny Ottolina,
Alejandro Hernández, Reynaldo Cervini, y miles más han querido y defendido con
hidalguía nuestra patria.
Es claro que en nuestro país existen valiosos
venezolanos patriotas no militantes del proceso, herederos de esa tradición
venezolanista, que pudiesen constituir una oposición soberana, solo que la
unión entre los recursos imperiales y los medios de comunicación serviles han presentado
como única opción opositora la actual podredumbre política.
A fin de cuentas, lo militar es lo decisivo
Pero la defensa de nuestros recursos debe ir más
allá que la retórica política, debe concretarse en el ámbito militar, que es a
fin de cuentas lo único que garantiza nuestra independencia.
Es por ello que se debe continuar con el plan de
Chávez de tener una Fuerza Armada completamente equipada y modernizada. En este
sentido es que se puede apreciar el enorme daño que ocasionaron los causantes
de la disminución de la producción petrolera que ocasionó una baja sensible de
divisas, vitales para la adquisición de armamento. Esos desgraciados deberían
ser juzgados por traición a la patria.
El otro aspecto que considero prioritario es
terminar de conformar una milicia suficientemente grande (para mí unos 700.000
efectivos como mínimo) y capacitada para poder repeler cualquier a nuestro
territorio y no esa milicia que uno ve cuidando centros electorales y otros
sitios que no inspiran ninguna confianza en situaciones de combate.
Tenemos más de 900.000 kilómetros cuadrados con una
orografía excepcional para garantizar cualquier defensa efectiva, pero eso por
sí solo no basta.
https://www.alainet.org/es/articulo/191652
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