lunes, 16 de abril de 2018

EL FUJIMORISMO Y LOS VINCULOS CON EL NARCOTRAFICO



Estimados amigos:
Con los últimos acontecimientos parecieran que el llamado fujimorismo se da golpes de pecho, por sus constantes obstáculos en la gestión del ex presidente PPK, sin embargo debemos manifestar hasta que punto PPK juntó dichos obstáculos que trajeron como consecuencia su falta (mala) de gobernabilidad.
Asimismo muchos estamos preocupados de ¿qué está hecho el fujimorismo?, en esta segunda etapa en que los herederos de Alberto, en especial de su hija Keiko han organizado un partido de derecha o una organización temeraria y delincuencial, donde saltan 74 parlamentarios que constituyen un frente de independientes, cuyos comportamientos pasados no coinciden necesariamente con la organización de Fuerza Popular, y es así que aparecen las perlas que son muchas de hombres y mujeres que no son de confiar.
Adjuntamos un artículo que se ocupa del origen y del modo de actuar de éste neo fujimorismo, muy parecido al que encabezó Kenja Fujimori en la década del 90. Allí el sátrapa golpeó la institucionalidad, se arrebataron los bienes de erario y hubo muchos desaparecidos y asesinados por los grupos paramilitares con la bendición del gobierno ejercido durante ese infausto momento.
Atentamente,
Fernando Arce

Jorge Millones 

Diario “La República”, 13 Abr 2018

Analistas y periodistas en los últimos años se esforzaron por estudiar al fujimorismo como un fenómeno netamente político. Lo llamaron primera fuerza política y analizaron únicamente el caudal estadístico de sus votos y su composición social, consideraron su influencia en el Estado y los medios legitimándolos incluso como una fuerza democrática. “Aprendieron la lección, decían”.
Sin embargo, excluyeron del análisis el peso de su historia, el estilo de hacer política, que en muchos casos se volvió un modus operandi, excluyendo una serie de hechos y vínculos que lo emparentan más con el crimen organizado que con la política, no por nada la Fiscalía los investiga bajo ese concepto legal.
A los casos de la época de Alberto como el avión presidencial repleto de drogas, la vinculación de Montesinos con “Vaticano” y el cartel de Tijuana, habría que sumar las declaraciones de la capa mexicana Sandra Ávila Beltrán, alias la “reina del Pacífico”, quien señaló que durante el gobierno de Fujimori se facilitó la producción y comercialización de cocaína a los carteles. Recordemos también el aporte a la campaña del 2011 hecho por Luis Calle vinculado a un cartel colombiano, el caso de Joaquín Ramírez y sus negocios investigados por la DEA, la tonelada de cocaína encontrada en los almacenes de Kenji.
Hoy que se descubre que el congresista fujimorista Edwin Vergara fue socio de un narcotraficante colombiano nos preguntamos ¿cómo es posible hacer un análisis politológico o sociológico sin considerar estos hechos? ¿Es que acaso no es un peligro para la democracia una agrupación que no es clara con su financiamiento, que no es clara con el reclutamiento de sus candidatos y que blinda a sus sospechosos y acusados? ¿No se podría sospechar que el factor político es en realidad una fachada?
Poco tiempo les duró el romance entre la teoría y la realidad.

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