"La
democracia contra el Estado. Marx y el momento maquiaveliano", de Miguel
Abensour
21-05-2018
El
problema que plantea la relación entre la democracia y el Estado es sin duda
uno de los más apasionantes de la filosofía contemporánea. Quedan excluidas las
dos posiciones que no aceptan el problema. Una es la anarquista, sostenida
también por el antropólogo Pierre Clastres, que afirma que la democracia es
incompatible con el Estado. Otra es la liberal-socialdemócrata, para la que la
democracia es una propiedad necesaria del Estado: el Estado democrático de
derecho es su única expresión.
Fuera de estas dos posibles respuestas tenemos una
serie de reflexiones que situan la tensión permanente entre democracia y Estado
sin plantear la solución anarquista ni conformarse con la liberal. En la
segunda mitad del siglo XX se dan en Francia unas sugerentes aportaciones al
respecto. Se inician con Maurice Merlau-Ponty, seguido de su discípulo Claude
Lefort y también de Cornelius Castoriadis (ambos pertencientes a la mítica
revista "Socialismo y Barbarie) y más tarde con Jacques Rancière y Miguel
Abensour.
El libro que nos ocupa, La democracia contra el
Estado, subtítulado Marx y el momento maquiaveliano, está además
completado por varios prólogos muy interesantes del autor y un sugerente
artículo añadido ("Democracia salvaje y el principio de la anarquía). El
título ya plantea claramente la posición del autor: La democracia es un
movimiento contra el Estado. Lo cual no quiere decir que aboge por la
disolución del Estado. Ni siquiera utiliza para el Estado una expresión tan
negativa como la de Rancière: El Estado es siempre policial. Pero Absensour
afirma que la democracia, como movimiento emancipatorio, siempre supera y
desborda al Estado, que tiende a cristalizar en un poder burocrático. La
tradición que reivindica Abensour es la de Maquiavelo y Marx, aunque también la
de Claude Lefort (que igualmente reivindica criticamente a los dos anteriores).
La democracia que defiende Abensour es la que llama
democracia insurgente, en conflicto permanente con el Estado. Es una comunidad
política que nunca puede absorber el Estado. No acepta el conflicto entre lo
social y lo político sino que abre la lucha permanente entre lo político y lo
estatal. Como dice también Rancière, lo político es lo democrático, todos
contra el Uno (el Estado). No hay reconciliación posible. Aquí coincide con
Rancière en la crítica del consenso y la defensa del desacuerdo como matriz de
la democracia.
Maquiavelo señaló la división originaria,
irresoluble, entre los que mandan y el deseo de libertad de los dominados, que
para Abensour es justamente el conflicto entre el Estado y la democracia. Hay
también un texto juvenil y poco conocido de Marx ("Crítica de la filosofía
del Estado de Hegel", escrito en 1843 y publicado por primera vez en 1927)
que para Abensour es clave para entender el problema y la posición de Marx
respecto a la cuestión. Aquí es muy interesante no solo de la influencia de
Maquiavelo sobre Marx, sino también de Spinoza y la crítica radical de Marx a
Hegel. Será el análisis de la Comuna, en 1871, el que devolverá a Marx a la
crítica radical del Estado del anterior texto juvenil.
El centro de la política no puede ser el Estado. El
sujeto político es el Demos como conjunto plural de ciudadanos. Reducir la
política al Estado elimina la participación ciudadana, la democracia como
asociación de iguales e instaura la dominación burocrática. No hay que
fetichizar la ley, dice Abensour, porque debe estar siempre al servicio de los
ciudadanos y no al revés. La democracia es algo creativo, autoinstituyente
(aquí suena mucho Castoriadis, con el que Abensour colaboró). El Estado debe
ser reducido a ser un solo elemento de lo político, no puede serlo Todo.
Abensour reivindica especialmente a Claude Lefort,
autor de la expresión "democracia salvaje". La democracia no es una
institución, ni puede serlo. No es un orden, es un desorden. Hay también una
interrogación sobre el totalitarismo como socialización, comunitarismo, salto
adelante para no afrontar la libertad, la indeterminación de no tener una
tradición a la que seguir.
La idea de la democracia como movimiento que
desborda y supera el estado me parece muy interesante. Es la manera de
contrarrestar la tendencia a la oligarquia del Estado y de los partidos. En una
lectura más moderada, considero, que esta tensión entre democracia y Estado es
muy fecunda. Incluso aceptando la necesidad del Estado como Estado de derecho,
con leyes para garantizar la universalidad e igualdad de derechos. Incluso
aceptando la necesidad de partidos, ¿No es fundamental mantener un control
democrático del Estado y de los partidos para impedir que se transformen en poderes
burocráticos y oligárquicos? El libro merece leerse, es muy sugerente y está
lleno de preguntas interesantes.
La introducción de José Luis Villacañas no tiene
desperdicio pero me falta una introducción a la trayectoria biográfica y
filosófica de Miguel Abensour, nacido en 1939 y fallecido el año 2017). Es
Jordi Riba, que hace una impecable traducción, quién podía haberla hecho, ya
que es el mejor conocedor de Abensour en nuestro país. Para subsanarlo se puede
consultar el artículo de Jordi Riba en el libro Filosofías postmetafísicas.
20 años de filosofía francesa contemporánea. El artículo se llama
"Miguel Abensour: pensar la política de otro modo" y en el mismo
libro hay otro artículo, que he escrito yo mismo y que tiene mucha relación con
el libro "Claude Lefort: repensar la política".
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