jueves, 14 de junio de 2018

LOS 3 CEREBROS DEL VOTANTE​​​​​​​




​​​​​​​Este artículo comienza en Moscú.

Pero no estoy en Moscú ahora mismo. Aunque por estos días veo, escucho y leo mucho sobre aquella imponente ciudad. La magia del fútbol. Y del negocio del espectáculo, claro.

Entonces me acuerdo de Moscú, de cuando sí estuve, de cuando no había allí ningún campeonato mundial de nada.

A mi retorno por supuesto que traje matrioskas.

Son todo un símbolo.

Y esas matrioskas siempre representaron, para mí, la esencia del cerebro del votante.

Ese cerebro que llamo uno y trino porque es uno pero al mismo tiempo es tres. 

Te lo explico mejor en el artículo Los 3 cerebros del votante.

El asunto es relevante porque la comunicación política está desde siempre obsesionada con uno de esos tres cerebros. Uno solo. Y hacia allí van todos los mensajes.

Mientras tanto los otros dos cerebros, los que deciden, son ignorados por las campañas electorales.

¿Quieres un consejo?

Pues te sugiero que te comuniques con esos cerebros ignorados.

Allí tienes todo para ganar.

Saludos moscovitas

Daniel



Si digo Moscú, inmediatamente vienen a mi cabeza unos cuantos recuerdos…
La espectacular Plaza Roja.
La Torre de la Televisión (y ver la ciudad desde arriba, salpicada de espacios verdes).
La nave espacial en la que viajó Yuri Gagarin (¿cómo pudo volar encerrado en algo tan pequeño?).
El paisaje de cúpulas doradas visto desde mi habitación del 10º piso del hotel.
Navegar por el Río Moscova, atravesando la ciudad justo el último día antes que las aguas comenzaran a congelarse.
El idioma incomprensible, y el oasis de cada lugar donde me respondían en inglés.
Las fabulosas obras de arte que son las estaciones del Metro.
El tren super rápido devorando kilómetros en el viaje nocturno rumbo a Ucrania.
Las matrioskas (no podía volver de Moscú sin auténticas matrioskas varias).
Matrioskas, ese es el punto.
La matrioska es una tradicional artesanía rusa. Una muñeca de vivos colores y hueca por dentro.
En su interior otra muñeca rusa similar pero más pequeña.
En el interior de la más pequeña otra más pequeña aún.
Y otra, y otra. Todas huecas y con otra muñeca más chica adentro. Algunas incluyen 3 muñecas, otras más hasta el número que se desee. Pocas pasan de 20, aunque en algunos casos pueden resultar más de 50 muñequitas una adentro de la otra.
Pueden llegar a ser muy originales, más allá de las tradicionales de siempre.
Por ejemplo: una matrioska tiene la imagen de Vladimir Putin. Adentro la de Boris Yeltsin. Adentro de ésta la de Gorbachov. En su interior la de Brezhnev, luego la de Krushchov, después Stalin, Lenin y finalmente los propios zares. Interesante, ¿verdad?
La matrioska es una buena imagen para representar el cerebro humano.
Porque aunque a todos nos parece que tenemos 1 cerebro, en realidad tenemos 3. Uno adentro del otro.
El primer cerebro es el más conocido, por decirlo de algún modo.
Es la estructura más propiamente humana, basada fundamentalmente en la corteza cerebral.
La zona más evolucionada, la de aparición más tardía.
Base de la inteligencia, la imaginación, la creatividad y la vida psicológica más sutil.
Pero dentro de esa estructura hay otra. ¡Sorpresa!
Otra estructura cerebral con su propia lógica de funcionamiento, basada en el cerebro medio.
Una zona más antigua, con características similares a las de los mamíferos.
Base de las emociones, los sentimientos, los impulsos y toda una vida psicológica bastante conflictiva.
Pero además hay una estructura más. ¡Otra!
Con otra lógica de funcionamiento diferente a las 2 anteriores, basada en el tronco cerebral.
Una zona completamente primitiva, con ciertas características similares a las de los…¡reptiles!
Base de las jerarquías, la violencia, el dominio territorial, los rituales y toda una oscura vida psicológica.
Por si no bastara con 1 cerebro…
3 cerebros. Tres. Three. Trinidad. Triple.
Cerebro humano, dentro del cual un cerebro de mamífero en el que a su vez reside un cerebro de reptil.
Los 3 operando a la vez
A veces juntos…y muchas otras veces desafinando entre sí.
Muchas veces hay campañas electorales que trabajan como si dentro del votante no hubiera ningún cerebro.
Cero. Vacío. Nada.
Eso parecen pensar algunos candidatos.
Otras campañas trabajan como si el votante tuviera un solo cerebro.
El cerebro típicamente humano. Evolutivamente humano.
Pero aún estas campañas se están olvidando de los otros 2 cerebros agazapados en el votante.
El cerebro de mamífero.
Y el cerebro de reptil.
Como las matrioskas.


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