Este artículo comienza en Moscú.
Pero
no estoy en Moscú ahora mismo. Aunque por estos días veo, escucho y leo mucho
sobre aquella imponente ciudad. La magia del fútbol. Y del negocio del
espectáculo, claro.
Entonces
me acuerdo de Moscú, de cuando sí estuve, de cuando no había allí ningún
campeonato mundial de nada.
A mi
retorno por supuesto que traje matrioskas.
Son
todo un símbolo.
Y esas
matrioskas siempre representaron, para mí, la esencia del cerebro del votante.
Ese
cerebro que llamo uno y trino porque es uno pero al mismo tiempo es tres.
Te lo
explico mejor en el artículo Los 3 cerebros del votante.
El
asunto es relevante porque la comunicación política está desde siempre
obsesionada con uno de esos tres cerebros. Uno solo. Y hacia allí van todos los
mensajes.
Mientras
tanto los otros dos cerebros, los que deciden, son ignorados por las campañas
electorales.
¿Quieres
un consejo?
Pues
te sugiero que te comuniques con esos cerebros ignorados.
Allí
tienes todo para ganar.
Saludos
moscovitas
Daniel
Si digo Moscú, inmediatamente vienen a mi cabeza unos cuantos
recuerdos…
La espectacular Plaza Roja.
La Torre de la Televisión (y ver la ciudad desde arriba, salpicada de espacios
verdes).
La nave espacial en la que viajó Yuri Gagarin (¿cómo pudo volar encerrado en
algo tan pequeño?).
El paisaje de cúpulas doradas visto desde mi habitación del 10º piso del hotel.
Navegar por el Río Moscova, atravesando la ciudad justo el último día antes que
las aguas comenzaran a congelarse.
El idioma incomprensible, y el oasis de cada lugar donde me respondían en
inglés.
Las fabulosas obras de arte que son las estaciones del Metro.
El tren super rápido devorando kilómetros en el viaje nocturno rumbo a Ucrania.
Las matrioskas (no podía volver de Moscú sin auténticas matrioskas varias).
Matrioskas, ese es el punto.
La matrioska es una tradicional
artesanía rusa. Una muñeca de vivos colores y hueca por dentro.
En su interior otra muñeca rusa similar pero más pequeña.
En el interior de la más pequeña otra más pequeña aún.
Y otra, y otra. Todas huecas y con otra muñeca más chica adentro. Algunas
incluyen 3 muñecas, otras más hasta el número que se desee. Pocas pasan de 20,
aunque en algunos casos pueden resultar más de 50 muñequitas una adentro de la
otra.
Pueden llegar a ser muy originales, más allá de las tradicionales
de siempre.
Por ejemplo: una matrioska tiene la imagen de Vladimir Putin. Adentro la de
Boris Yeltsin. Adentro de ésta la de Gorbachov. En su interior la de Brezhnev,
luego la de Krushchov, después Stalin, Lenin y finalmente los propios zares.
Interesante, ¿verdad?
La matrioska es una buena
imagen para representar el cerebro humano.
Porque aunque a todos nos parece que tenemos 1 cerebro, en realidad tenemos 3.
Uno adentro del otro.
El primer cerebro es el más
conocido, por decirlo de algún modo.
Es la estructura más propiamente humana, basada fundamentalmente en la corteza
cerebral.
La zona más evolucionada, la de aparición más tardía.
Base de la inteligencia, la imaginación, la creatividad y la vida psicológica
más sutil.
Pero dentro de esa estructura
hay otra. ¡Sorpresa!
Otra estructura cerebral con su propia lógica de funcionamiento, basada en el
cerebro medio.
Una zona más antigua, con características similares a las de los mamíferos.
Base de las emociones, los sentimientos, los impulsos y toda una vida
psicológica bastante conflictiva.
Pero además hay una estructura
más. ¡Otra!
Con otra lógica de funcionamiento diferente a las 2 anteriores, basada en el
tronco cerebral.
Una zona completamente primitiva, con ciertas características similares a las
de los…¡reptiles!
Base de las jerarquías, la violencia, el dominio territorial, los rituales y
toda una oscura vida psicológica.
Por si no bastara con 1 cerebro…
3 cerebros. Tres. Three. Trinidad. Triple.
Cerebro humano, dentro del cual un cerebro de mamífero en el que a su vez reside
un cerebro de reptil.
Los 3 operando a la vez
A veces juntos…y muchas otras veces desafinando entre sí.
Muchas veces hay campañas
electorales que trabajan como si dentro del votante no hubiera ningún cerebro.
Cero. Vacío. Nada.
Eso parecen pensar algunos candidatos.
Otras campañas trabajan como si
el votante tuviera un solo cerebro.
El cerebro típicamente humano. Evolutivamente humano.
Y allá mandan sus mensajes racionales, lógicos, argumentativos…
Pero aún estas campañas se
están olvidando de los otros 2 cerebros agazapados en el votante.
El cerebro de mamífero.
Y el cerebro de reptil.
Como las matrioskas.
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