Investig’Action
19-06-2018
“Gastar lo máximo posible en el
ejército está en contradicción con las grandes promesas de reactivar la
economía estadounidense al interior del país. Salvo que Trump haya decidido en
su fuero interno que esa recuperación se hará masacrando los salarios y las
condiciones de trabajo de la mano de obra estadounidense. Una cosa es segura:
Trump no podrá satisfacer a todos sus electores ni a todos sus patrocinadores.
Se anuncia un despertar muy brusco”. Lea este extracto del último libro de
Michel Collon, “El mundo según
Trump” ¿Quién piensa (y qué) en el complejo industrial militar?
Estamos
en presencia de tres teorías que pretenden fortalecer a Estados Unidos:
- la teoría Chalmers Johnson: un capitalismo sin
imperialismo
- la teoría Brzezinski: atacar a Rusia y a China
- la teoría Mearsheimer y Walt: unirse a Rusia
contra China
La
primera nos parece idealista en el mal sentido del término. Irrealista. Porque
“el capitalismo trae consigo la guerra como las nubes traen la tormenta”, como
decía Jean Jaurès en 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Para
dominar y repartirse el mundo, los capitalistas tienen una necesidad absoluta
de la guerra, en este sistema es una necesidad ineludible.
La
segunda teoría, efectivamente, ha encontrado grandes dificultades : plantearse
demasiados enemigos cuando ya no se tienen medios, significa diluir sus
esfuerzos y perder eficacidad, como lo expresaba el historiador Paul Kennedy.
La
tercera teoría pretende pues adaptar los compromisos de Estados Unidos a sus
capacidades actuales. Y sobre todo a aplicar mejor la divisa colonial “Divide y
vencerás”. ¿Tendrá la oportunidad de ser aplicada?
Al
principio parecía que sí, con la propaganda electoral de Trump y sus primeras
medidas en la Casa Blanca. Sin embargo, el debate entre los estrategas está
sesgado por los intereses del complejo industrial militar. Cuando sus
beneficios y sus privilegios están basados en los gastos militares y disponen
de los mecanismos para determinar la elección de los candidatos, ¿cómo los
comerciantes de bombarderos, de misiles y de múltiples servicios para el
ejército podrían aceptar un presupuesto militar “razonable”?
¿Y
si ocurre que el ganador no sea el candidato escogido? Harán todo lo posible
para ubicarlo en el camino que les convenga.
La guerra: un buen negocio
En
el sistema capitalista la guerra es un buen negocio, como cualquier otro. No,
más bien es mucho mejor que los otros. De hecho, el que paga – el contribuyente
– no tiene ningún control ni sobre la utilidad del producto, ni sobre el
precio. Las marcas de los armamentos le hacen pagar por lo menos dos veces más
caro debido a la situación de monopolio y al sistema de corrupción generalizado
en este sector.
Dado
que los valores bursátiles de estas sociedades de armamentos han doblado desde
el 2014, la directora ejecutiva de Lockheed Martin ha mostrado su satisfacción
por “la “inestabilidad” [en el Medio Oriente] “y por las oportunidades para los
asuntos correspondientes”. Poco importa que Daesh sea un “enemigo” o un “factor
estratégico” para Washington. En cualquier caso, es una buena estratagema para
los accionistas.
Por
cierto, vale la pena escuchar un poco el discurso de la directora ejecutiva de
Lockheed Martin :
“Estamos
muy entusiasmados por la manera como hemos remodelado nuestro catálogo de
productos y de competencias. Financieramente, hemos superado todas nuestras
previsiones para el 2015 y obtenido niveles récords de pedidos y de ventas
internacionales. (…) El mes pasado, al presentar en el Senado su Informe sobre
la amenaza global, James Clapper, el director del servicio de información dijo
que “la inestabilidad imprevisible” se había transformado en una nueva norma en
lo que se refiere a las amenazas alrededor del planeta, una tendencia que va a
persistir en el futuro previsible. El extremismo violento continúa
extendiéndose. El ascenso sin precedentes de ISIS, de Boko Haram y de otros
grupos militantes no parece menguar. Los ataques terroristas continúan
produciéndose con una frecuencia alarmante en Europa, en Asia y en África”.
En
resumen, para estos accionarios es ¡viva el terrorismo!
Diferencias entre Clinton y Trump
Clinton
había prometido continuar con la misma política que favorecía a los sectores
vinculados a la guerra. Como Bush, pensaba que el botín capturado en los países
conquistados permitiría la revitalización de la economía estadounidense. También
creía que era necesario debilitar, a la vez y activamente, tanto a Rusia como a
China. Para que Estados Unidos pudiera recolonizar aquellas zonas que
comercializaban con estas potencias rivales.
Trump
se apoyaba en otros análisis, según los cuales la extensión del imperio
estadounidense cuesta demasiado cara ya que un intervencionismo sistemático
multiplica las resistencias y todo eso perjudica la economía, privando a las
multinacionales estadounidenses del apoyo necesario para su competitividad (…)
Gastar
lo máximo posible en el ejército está en contradicción con las grandes promesas
de reactivar la economía estadounidense al interior del país. Salvo que Trump
haya decidido en su fuero interno que esa recuperación se hará masacrando los
salarios y las condiciones de trabajo de la mano de obra estadounidense.
Retomaremos este tema. De cualquier manera, una cosa es segura : Trump no podrá
satisfacer a todos sus electores ni a todos sus patrocinadores. Se anuncia un
despertar muy brusco.
Fuente:
fragmento del libro de Michel Collon (Ediciones Investig’Action/Viejo Topo,
Barcelona, 2018)
http://www.investigaction.net/es/quien-piensa-y-que-en-el-complejo-industrial-militar/
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