Opinión
08/06/2018
Las noticias más importantes sobre la
crisis financiera y la consecuente crisis económica catastrófica, tenemos que
leerlas, entre líneas, de los mismos sujetos políticos y financieros que las niegan
reiteradamente, y de los que, sin negarlas admiten sin pestañear que estamos en
pleno crecimiento económico, que se están reduciendo las cifras de paro o que
cuando lleguen ellos al poder evitarán o corregirán los déficit
presupuestarios, y mejorarán los servicios públicos que los anteriores han
privatizado, rescatado, o los recortes de imposible recuperación en Educación,
Sanidad y gastos en sectores clave.
No importa que ese mercadeo ocurra en
asuntos tan importantes como el de la integración en el Presupuesto –por la vía
de las partidas extraordinarias- de los fondos que hacen posible el acceso a la
Universidad a los hijos de las familias más pobres, las familias en paro y las
familias sin recursos; los que posibilitan el acceso a una vivienda digna, o
los que eliminan el fraudulento negocio derivado de las hipotecas o de la
ausencia total de viviendas sociales, recompradas y negociadas por los grandes
bancos.
Sin mencionar el problema socialmente
indigno de la quiebra del sistema de pensiones y el asuntillo criminal del
mercadeo electoral que se hace con el crecimiento de las dichas pensiones y
ajuste de las mismas. Como mucho se promete un “ajuste corto” para
un “regate en largo” con la consabida promesa de que la
recuperación de las mismas es asunto para estudiar con calma en el Pacto de
Toledo, jubilado el mismo desde hace muchos años.
Con los falsimédicos medios
de comunicación que tenemos, nadie negaría la “necesidad de nuestra defensa
para asegurar la Libertad, la “gran guerra contra el terrorismo” y los
enormes pagos anuales a la OTAN, con el añadido de los pagos demorados (es
decir: la deuda armamentista), por los “programas especiales de armamento”. Las
migajas de todo eso serviría para alejar el riesgo, muy probable, casi diría,
muy seguro, del empobrecimiento general que está sufriendo casi toda nuestra
población.
Por supuesto todos niegan o miran hacia
otra parte cuando la OTAN declara que sus próximos blancos son Siria, lo que
queda de Ucrania, el Yemen, Corea y, sobre todo Cuba y Venezuela, amenaza
considerable, como todo el mundo sabe, para la seguridad de Occidente y para la
nuestra propia. Ya se sabe de nuestra hispanofobia que nos lleva a apoyar la
intervención de todo tipo de Estados Unidos contra los pueblos en lucha por la
independencia de América Latina.
Por supuesto que Rusia y China están en
el punto de mira. Nuestra seguridad es tan globalizada como la
de Washington y sus aliados.
El descalabro que se niega o se utiliza
solo para ganar grupos de votantes es evidente. Está a la vista.
En ese fango estamos. En eso cuando es
ya evidente el desplome del sistema financiero global y, en consecuencia, el
reforzamiento, hasta límites catastróficos, no definidos todavía, no definibles
diría yo, de la crisis económica sistémica.
Hace un poco menos de 10 años, en 2008
dos gigantescas emisiones en dólares y euros de la reserva Federal y del Banco
Central Europeo, anunciaron la explosión de una crisis que siguieron negando
durante meses los EEUU y la Unión Europea, hasta que la crisis se hizo
evidente.
Los segundos grandes anuncios del
descalabro actual son más evidentes que entonces:
Desde hace tiempo, los Estados Unidos
pretenden hacer un reciclado del dólar para poder aumentar sin control su deuda
externa. Tenían tres caminos que fueron minuciosamente estudiados:
-Resetear el dólar; es decir, dejar
fuera de circulación el actual “dólar” y devaluarlo con la emisión de una nueva
moneda (algunos pensaban en llamarlo Trump, sin mucha consideración a tal
anuncio público del fraude. Con eso producirían grandes pérdidas a los países
con reservas en dólares con lo que tendrían enormes problemas con muchos
países, no solo con China, su gran antagonista económico.
EEUU tendría que evitar, además, la
realización de transacciones comerciales en otras monedas y cestas de
monedas. Eso agravaría su crisis y le crearía grandes enemigos incluso dentro
de su zona de influencia.
Los EEUU tendrían que reducir sus
gastos militares y cargarles el costo de la OTAN a sus aliados.
-Bajar la cotización del dólar en
relación con el oro, garantizado por un nuevo acuerdo internacional como el de
Bretton Woods. En estos momentos es imposible ya que la distribución global del
oro no les resulta favorable.
-Ajustar el precio del dólar al de
una cesta de materias primas escasas: barriles de petróleo, reservas de oro,
minerales de gran valor tecnológico como el hierro, aluminio, coltan,
diamantes, etc.
Esto no es realizable desde el punto de
vista de los EEUU ya que tendría competidores muy serios; por ejemplo:
Venezuela. Como decía con razón mi suegro puertorriqueño: “Venezuela ha sido
favorecida por Dios con las mayores riquezas del mundo. Como último regalo les
regaló la isla Margarita”.
Antonio Maira
Miembro del FAI y colaborador de
Rebelión.
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