Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
lunes, 20 de
agosto de 2018
Primero las
cosas cobran vida en el reino de la existencia y después viene solícito el
pensamiento a saber qué son. Los seres humanos no se reúnen previamente para
decidir entre todos qué tipo de relaciones sociales quieren establecer, sino
que primero se establecen esas relaciones sociales y después los seres humanos
se preguntan por qué pasa lo que pasa. Esta circunstancia, que primero las
cosas son y después se piensa qué son, es la causa que impide controlar la
generación de la enajenación. (Por enajenación entenderemos que los seres
humanos no controlan ni dominan las relaciones sociales que crean). Y esto
ocurre sobre todo en el mundo capitalista, donde se invierte la relación
racional y justa entre lo individual y lo social y se sustituye por una relación
perversa: en vez de que en la actuaciones individuales prime el interés social,
y tendríamos así una sociedad socialista, ocurre lo contrario: los productos
sociales se utilizan como un medio para la realización del interés individual,
teniendo así una sociedad capitalista. Esta relación perversa entre lo
individual y lo social, esta relación que convierte lo social en medio del
interés individual y que es engendrado por el mundo mercantil-capitalista, es
la principal fuerza económico-social que fortalece la enajenación de las
grandes masas sociales.
Esto pasa
con Internet y sus criaturas Facebook e Instagram. Se han generado unas
relaciones sociales entre los seres humanos donde una proliferación de imágenes
sin medida y orden está tiranizando al pensamiento. Es el reino y el dominio de
la publicidad. Las imágenes han convertido al pensamiento en siervo suyo, lo
han transformado en su pequeño complemento, restándole la independencia que
otrora tenía. El consumo y la producción de imágenes por parte de las grandes
masas sociales gracias a los dispositivos móviles han llegado al extremo de la
desmesura y la desproporción. Sus consecuencias inmediatas son el
arrinconamiento y enterramiento del pensamiento. El pensamiento está perdiendo
su independencia. El rasgo esencial que diferencia a los seres humanos de los
animales es justamente el pensamiento. Es en el reino animal donde predomina el
imperio de las imágenes sensibles. Ahí apenas el pensamiento tiene desarrollo o
es un simple apéndice de la actividad sensible. Pues algo parecido está
ocurriendo en el mundo virtual creado por internet y las redes sociales: un
mundo donde la imagen predomina sobre el pensamiento.
En este
mundo de enajenación global, donde lo social es un medio para el dominio desmesurado
e irracional del interés individual y donde una acumulación sin fin de imágenes
debilita la independencia y creatividad del pensamiento, la solución no es otra
en principio que refugiarse en el estudio de las grandes obras del arte, de la
ciencia y de la filosofía. En ese ámbito es el pensamiento quien determina qué
debemos imaginarnos y representarnos. En ese ámbito la imagen queda bajo el
dominio del excelso pensamiento. Y la solución social no puede pasar por otro
camino que no sea ponerle serios límites a la propiedad privada, que en la
época de la globalización lo mata todo, incluida a la acomodada clase media. Es
una irracionalidad, algo que contradice incluso los principios de la revolución
burguesa, el poder tan gigantesco y desproporcionado que está adquiriendo las
empresas tecnológicas. Nos están robando el mundo y nosotros distraídos por lo
local y secundario lo estamos permitiendo. Y la base de nuestro error está en
lo que decía al principio: dejamos que al principio las cosas sean y después
nos preguntamos con honda preocupación qué son y qué podemos hacer para que no
sean como son. ¡Ay!, amigos míos, cuánto necesitamos de los grandes pensadores
de todos los tiempos y cuánto necesitamos destronar a personajes como Messi,
Ronaldo o las Kardashian.
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