13/09/2018
“Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no temas el resultado
de cien batallas”. Sun Tzu
La acción terrorista del 11 de
septiembre de 2001 –hace 17 años– fue la primera acción político-militar de la
Gran Burguesía Financiera Global GBFG. Independiente de si esa acción fue
realizada por militantes árabes (suicidas y fanáticos de Al Qaeda) o por
mercenarios internacionales o por fuerzas internas de las agencias de
inteligencia de los EE.UU., desde ese día se hicieron visibles los intereses de
esa casta plutocrática que acumula riqueza con base en la especulación, la
guerra y la manipulación mediática1.
Esa Gran Burguesía Financiera Global
nació a principios del siglo XX a la sombra de colonialismos e imperialismos;
luego, pasó su adolescencia bajo la cobertura de las grandes potencias
consolidadas después de las dos guerras mundiales, especialmente de los EE.UU.
pero también de Rusia (URSS)2;
y finalmente, aceleró su formación apoyándose en las políticas monetaristas que
acabaron con los acuerdos de Bretton Woods, alimentándose de cada crisis
económica y financiera desde 1973 a 2008.
Solo si entendemos la naturaleza, el
carácter, los intereses y forma de pensar y de actuar de esa ínfima y exclusiva
casta social (GBFG), podremos entender los fenómenos sociales, económicos, políticos
y culturales que ocurren hoy en todo el mundo y al interior de cada país y
Estado “nacional”, sea del centro imperial o de la periferia capitalista, y
re-pensar las estrategias para enfrentar ese monstruo que la humanidad ha
creado en su loca e inconsciente carrera tras el llamado “progreso” y
“desarrollo”.
Numerosos estudiosos han escrito sobre
el tema desde áreas y campos de estudio diversos y especializados3.
Importantes movimientos sociales y políticos se han enfrentado a esa burguesía
global que se manifiesta de disímiles maneras pero nunca se muestra
abiertamente. Mucha gente todavía se confunde con su accionar al no lograr ni
siquiera identificarla y dispara su dotación contra fantasmas “nacionales” o
“estatales”. Por supuesto, no dan en el blanco, desgastan sus fuerzas y siempre
la fortalecen.
Es posible que esa GBFG ni siquiera se
reconozca a sí misma. Además, si lo hiciera, políticamente sería un grave
error. Es mejor conservar distractores “nacionales” y hacer creer que los
Estados y los organismos internacionales (ONU, OMC, CPI, OIT, etc.) tienen el
poder. De lo contrario, podrían colocarse en la mira de los millones de
trabajadores desempleados y de los cientos de pueblos que sufren miserias y
tragedias de diferente tipo a causa de su existencia. Su actuar transversal,
subterráneo y en cabeza de “otros”, es una de sus principales y más importantes
características.
Los pocos pero bien pagados estrategas
y “Ceos” que están tras esa casta social planetaria saben que la sola
existencia de esa clase social ya es un problema. Que sus capitales y sistemas
de acumulación se fueron formando sin que ellos fueran conscientes de tal
engendro. Muchos de esos multimillonarios hacen esfuerzos por sentirse y
mostrarse como estadounidenses, ingleses, alemanes, franceses, rusos, chinos,
etc., pero cuando deben tomar una decisión financiera o económica tienen que
olvidar esa condición o identidad. Por ello se refugian en el anonimato de las
grandes e impersonales instituciones financieras.
No obstante, amplios sectores de la
población han empezado a darse cuenta de esa situación. La llamada “revolución
árabe”, el movimiento de los “indignados” en Europa (España, Grecia) y la oleada
de “Ocupy Wall Stret” en EE.UU. y en el mundo en 2011, que fueron momentos
culminantes posteriores a las grandes movilizaciones anti-globalización de
finales del siglo XX y principios del XXI, fueron señales –débiles pero
significativas– de la conciencia planetaria de su existencia. “Somos el
99%” fue su lema.
Lastimosamente los gobiernos
progresistas y de izquierda de América Latina no estuvieron a la altura de esas
grandes movilizaciones populares al seguir identificando como su principal
enemigo al llamado “imperialismo norteamericano”. Todavía hoy, después de las
numerosas experiencias que desde 2001 han mostrado nítidamente la existencia de
esa casta plutocrática mundial, la gran mayoría de pensadores revolucionarios
de Latinoamérica siguen en esa línea de pensamiento que no les permite
sintonizarse con los hechos que ocurren en el mundo entero y en la región.
Por ello no pueden entender la
aparición de un Putín, Xi Jinping o Trump que enfrentan a su manera a la GBFG y
su globalización neoliberal. Para hacerlo se apoyan en herencias
“trascendentes” como los nacionalismos (rusos, chinos o estadounidenses), la
religión (ortodoxa rusa, creencias y herencias tradicionales chinas y el
presbiterianismo fundacional norteamericano) y poder militar. Intentan revivir
la dinámica de su pasado imperial, aparentan golpear a la “gran oligarquía
corrupta”4 y
logran entusiasmar amplios sectores de la población con lemas populistas como “Primero
EE.UU.”, “Tu Rusia es mi Rusia” y “El sueño chino”.
Esa GBFG es des-nacionalizada pero, a
la vez, transnacional. Le apunta a intereses nacionales cuando le conviene pero
en lo fundamental sus intereses son globales. Es eminentemente especulativa y
monopólica pero sabe que no puede desprenderse totalmente del aparato
productivo “real” (que transforma materias primas y trabajo manual) pero
controla en forma sistémica e integral toda la dinámica productiva y acumula
capital cediendo espacios de operación y administración a burguesías emergentes
de muchas regiones y, aún, a sectores de trabajadores asociados pero
subordinados a su poder financiero.
La desconcentración, descentralización,
deslocalización y transectorización de los procesos productivos iniciados en la
década de los años 70s del siglo XX en Japón (“toyotismo”5),
súper-acelerados a nivel global con la revolución digital, telemática e
informática de los años 90s, transformaron los grandes conglomerados familiares
primero en “multinacionales” y después en “transnacionales”, creando un grado
de imbricación y superposición de intereses, redes y relaciones que le dieron
vida a esa máquina de especulación financiera que es el soporte real y virtual
de esa nueva casta imperial.
Esa nueva y compleja “centralización”
del capital que genera (y aprovecha) grandes crisis económicas y financieras ha
revivido nuevas formas de acumulación por despojo y desposesión6,
desterritorialización7 y
robo descarado de grandes recursos naturales, recurriendo a nuevos tipos de
guerras reales y artificiales para crear a su antojo “estados fallidos” y
situaciones de tensión y desestabilización que colocan al servicio de sus
manejos especulativos. Así han aparecido nuevas formas de esclavismo y
manipulación de millones de trabajadores y consumidores, provocando fenómenos
de gran impacto en la economía, el medio ambiente, la salud y todas las áreas
de la vida de la humanidad8.
En lo fundamental esa GBFG es formalmente
“anti-estatista”, porque no está interesada en regulaciones y controles pero, a
la vez, sabe que requiere de unos Estados “nacionales” para controlar a la
población, jugar a la democracia en donde sea necesario y provocar guerras y
conflictos que garanticen el flujo de sus capitales en áreas estratégicas para
su reproducción como la industria militar, las economías criminales e ilegales,
el control de los medios de comunicación y de la moneda. Pero, en las últimas
décadas ha descubierto que pueden utilizar Estados autocráticos para obtener
mejores condiciones para explotar a los trabajadores usando a gobiernos
“comunistas”, “nacionalistas” o a viejas dinastías absolutistas recicladas con
visiones posmodernas que domestican el llamado “multiculturalismo”9.
Esa GBFG ha construido una narrativa
“trans-humanista” basada en los avances científicos y tecnológicos que promete
superar los límites humanos: muerte, vejez, inteligencia y belleza. Busca la
perfección racial, la carencia de sufrimiento y la satisfacción de todos los
deseos. Detrás de esa narración están los poderosos conglomerados empresariales
de las “nuevas ciencias y tecnologías” (bio-neurología, nano-tecnología,
bio-psicología, computación cuántica, entretenimiento digital, etc.). No es
ciencia ficción es puro negocio, especulación financiera y manipulación
política. Sueños para minorías “arribistas”.
La dispersión absoluta y la derrota de
los trabajadores a nivel global, y el fracaso de los “socialismos estatistas”
del siglo XX (y de los inicios del XXI), acompañada de la crisis de los
paradigmas teóricos que sustentaban esas luchas y programas políticos10,
ha impedido que los “nuevos trabajadores” precarios, precarizados e
informalizados que han surgido en todas las áreas de la vida humana,
identifiquen con absoluta claridad a ese enemigo mortal y criminal de la
humanidad. Todavía no “vemos” ese enemigo global y preferimos seguir “luchando”
contra enemigos menores y subordinados.
No obstante, nuevos fenómenos
económicos, sociales, políticos y culturales están apareciendo paralelamente al
surgimiento de esa casta financiera global. Los movimientos anti-globalización
neoliberal, contra la discriminación étnico-nacional y cultural, de género y
contra el patriarcalismo, las luchas ambientalistas y por la apropiación de los
“bienes comunes”, las masivas migraciones y muchos otros fenómenos que ocurren
a nivel global pero también en regiones y localidades, han sido el germen de
nuevas formas de ver, sentir, interpretar y comprender esta dura y lacerante
realidad del capitalismo realmente existente.
Ello es tema de nuevas reflexiones y
germen de nuevos paradigmas que están en construcción en el mundo. Se intentará
abordar esa temática en nuevos escritos.
Popayán, 12 de septiembre de 2018
E-mail: ferdorado@gmail.com /
Twitter: @ferdorado
1 “‘El capital ficticio’, que está
en la base de esta forma de operar de la burguesía, nace de la incesante
necesidad de crédito para la expansión y eliminación de rivales en la lucha
inter-monopólica” (“El poder de la burguesía financiera” de Fernando Hugo
Azcurra).
2 Muchos herederos y teóricos de la
antigua burguesía rusa conciben (y aplauden) la acción de los bolcheviques como
una acción necesaria para superar el atraso económico de esa nación sumida en
el “feudalismo oriental”. (Nota del Autor).
3 Entre los estudiosos del
capitalismo financiero y la aparición de una burguesía global se pueden
destacar a Antonio Negri y Michael Hardt con el “Imperio”; Saskia Sassen con
“La ciudad global; William I. Robinson, David Harvey, Costas Lapavitsas, Yanis
Varoufakis, Jorge Beinstein y muchos otros autores que hacen aportes
importantes en esa dirección. También están los teóricos del “sistema-mundo
capitalista” como Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi, aunque su
planteamiento ha sido cauto y medido frente a aceptar la existencia de una
“casta financiera global”. (Nota del Autor).
4 Tanto en Rusia como en China se
han lanzado campañas “anticorrupción” contra connotados multimillonarios rusos
y chinos y sus colaboradores y agentes dentro del gobierno y el partido. Dichas
campañas potenciaron políticamente a Putín y Xi Jinping pero ambos tienen
poderosos aliados capitalistas dentro sus países. Trump hace alarde de
enfrentar a Wall Street y al “Estado Profundo” y efectivamente diversas élites
globalistas lo conciben como una amenaza. (Nota del Autor).
5 Proceso que se inició en Japón
que se expandió por todo el mundo, denominado como “re-estructuración
post-fordista”. (Nota del Autor).
6 Ver: David Harvey en “El nuevo
imperialismo” (2004), “El enigma del capital y las crisis del capitalismo”
(2012), “El cosmopolitismo y las geografías de la libertad” (2017) y otros
textos.
7 Esa “desterritorialización”
implica, también, nuevas formas de apropiación del territorio por las
comunidades despojadas y desplazadas, aún en desarrollo. (Nota del Autor).
8 Los enormes desequilibrios
ambientales, energéticos, aparición de nuevas enfermedades, crisis alimentaria,
descomposición moral, el auge de las economía criminales (tráfico de armas,
drogas, personas, genes, apuestas ilegales, micro-crédito informal, pornografía,
guerra informática, etc.) son manifestaciones del impacto que ha generado la
aparición y fortalecimiento de la casta financiera global y su acción
depredadora a nivel planetario, de lo cual existen múltiples, amplios y
juiciosos estudios. (Nota del Autor).
9 La teoría del “capitalismo
asiático” y las tendencias neo y proto-fascistas que pululan en todo el mundo
parecieran ir en esa dirección. Es una nueva combinación del “neoliberalismo
extremo” con gobernanzas autoritarias y militarizadas (de “izquierda” o de
“derecha”). Es la re-creación a un grado superlativo de la teoría de Teng Siao
de que “No importa que el gato sea blanco o negro mientras cace ratones”. (Nota
del Autor).
10 Es evidente que los paradigmas
teóricos que se basaban en análisis geopolíticos y en los intereses de los
Estados “nacionales” han hecho crisis, especialmente desde la llamada
revolución (o “primavera”) árabe. Hoy esos paradigmas no saben cómo leer a
Trump, Putin, Xi o cualquier otro líder representativo de intereses de clases o
fracciones (y facciones) de clases que se enfrentan a la casta financiera
global. Los mismos análisis que sirven para atacar a Trump sirven para
justificar el apoyo a dictaduras como las de Ortega y Murillo en Nicaragua o
para defender castas reaccionarias islámicas u otras lacras. En Colombia,
dichos paradigmas teóricos no han podido caracterizar a Uribe y han sido la
base teórica para aliarse con la burguesía transnacional para –supuestamente–
superar la “pre-modernidad gran terrateniente”. (Nota del Autor).
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