Daniel Eskibel
La mejor herramienta para construir liderazgo político es contar con una
idea poderosa y ceñirse a ella.
Una idea. 1. One. Solo una. Fuerte.
Pero la tentación siempre es la contraria: trabajar con muchas ideas,
cuantas más sean pues tanto mejor. Y en el complejo mundo de hoy ese es un
serio error. Porque la atención de las personas es el bien más escaso y más
preciado. Y para capturarla es esencial trabajar las múltiples dimensiones de
una sola y poderosa idea.
Esto vale en cualquier terreno, no solo en el campo político.
De hecho yo construí Maquiavelo & Freud y todo mi trabajo como
consultor político en torno a una idea: aplicar la psicología a
las campañas políticas.
Ya ves: una idea.
Piensa en Google y su buque insignia.
Una idea: una simple caja de texto donde escribir lo que buscas.
Piensa en el nacimiento del iPhone.
Una idea: un ordenador pequeño conectado a internet que además te permite
hablar por teléfono.
Piensa en Facebook.
Una idea: contacto social con amigos y familiares.
Piensa en Obama.
Una idea: cambio.
Piensa en cualquier político que haya construido un liderazgo importante
(ya sea en el mundo, en el país o en la ciudad).
Verás una idea poderosa.
Un buque insignia.
Detrás de esa idea vendrán otras, claro. Multiplicidad, diversidad,
amplitud de miras, riqueza de matices, novedades y mucho más.
Pero el liderazgo político necesita, siempre, de una idea central. Una idea
poderosa, inspiradora, potente.
Sobre esta piedra fundacional construirás luego el edificio.
Ya ves que este mismo artículo sigue la misma regla.
Una sola idea central para el liderazgo político.
Y esa idea es que el liderazgo político tiene como piedra fundacional una sola
idea poderosa.
Única. Fuerte. Una.
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