(Compilación)
Antonio RengifoBalarezo
Lima, Agosto 2018
Parte I
Sería ridículo, absurdo e incluso estúpido hasta no más poder,
pretender que el arte permanece indiferente
a las convulsiones de nuestra época.
Son los hombres los que preparan los acontecimientos,
son los hombres los que los realizan,
y los acontecimientos a su vez
actúan sobre los hombres y los cambian.
Trotsky:“Literatura yRevolución”
(1924)
Miguel Gutiérrez Correa es, sin lugar a
dudas, un sobresaliente literato y declarado mariateguista. Ser literato significa que todo lo que Miguel
tocaba, lo convertía en literatura; tal como el rey Midas, que todo lo que
tocaba lo convertía en oro. Ser mariateguista
implica plantearse la relación dilemática del arte y la política y
asumir la lucha de clases.
Intentaré una explicación de las dos
proposiciones expuestas –referidas a Miguel-, señalando tres hitos o estaciones
en su periplo vital que no son tajantes sino que se interpenetran: La evasión
de la universidad católica, la aparición de la revista Narración y la captura de Abimael Guzmán.
I.- La
evasión de la Universidad Católica
y su
ingreso a la Universidad Nacional de San Marcos. (1959)
Miguel nació en la ciudad de Piura el
año de 1940. Su primera infancia
transcurrió en un barrio pobre de los extramuros de la ciudad. Según sus
propias palabras, había sido un niño
introvertido y debilucho. Por haber mejorado la economía hogareña, de la escuela
fiscal pasó a estudiar educación secundaria en el colegio particular de
sacerdotes salesianos y a residir en otro barrio. La ciudad de Piura de la
década del 50 era una ciudad tradicional y es el escenario donde se desenvuelve
la rebelión de la adolescencia contra las costumbres imperantes de un grupo de
colegiales, entre los que se encontraba Miguel.
Sus vivencias han sido recreadas, de manera descarnada como corresponde
a un buen piurano, en su primera novela: El viejo saurio se retira. (1969).
A los 14 años leyó Crimen y castigo por recomendación de su tía Dioselina, admiradora
de Dostoievski. También leyó Los perros
hambrientos de Ciro Alegría, gracias a un regalo que le hiciera su padre.
Ambos libros estimularon su vocación literaria y su sensibilidad social; pues,
precozmente, tuvo sentido de pertenencia y una premonición de su devenir: Desde
niño supe siempre de qué lado estaba mi corazón. (“Celebración de la
novela” p.147).Y ya en plena adolescencia hasta la senectud fue un lector
impenitente de ficciones.
Llega a Lima en 1958 e ingresa a la Pontificia Universidad Católica; al año
siguiente ocurrió un suceso de gran influjo en su formación ideológica.En unos
vistosos kioscos localizados en plazuelas de intenso tránsito ofertaron al
pueblo peruano por un precio asequible, las primorosas Ediciones populares de
las obras completas de José Carlos Mariátegui en 20 tomos de tamaño bolsillo
con notas explicativas e índice onomástico.
En suma, un generoso aporte de la familia Mariátegui Chiappe a una
necesidad sentida en el país. (En estas
“obras completas” no se incluía los escritos juveniles de Mariátegui).
En la época que Miguel estudió pre
letras la Pontificia Universidad Católica se caracterizaba por ser
conservadora, respecto a la universidad nacional de San Marcos. Deberá recordarse, que laUniversidad Católica
se fundó el año 1917 para preservar a los hijos de la clase dominante de la
república aristocrática, de las ideas renovadoras que empezaban a penetrar,
aunquedébilmente aún en la Universidad de San Marcos. Hasta el año 1959 la Universidad Católica,
guardaba resabios inquisitoriales. Ese año ocurrió la expulsión de un grupo de
estudiantes por asistir sin permiso de la universidad al congreso de la
Federación de Estudiantes del Perú y haberse solidarizado con la Revolución Cubana
(1959) Dichos estudiantes continuaron sus estudios en la Universidad de San
Marcos. La universidad se enriqueció con la pléyade de estudiantes que
expulsados o trasladados voluntariamente llegaron a San Marcos; entre ellos,
Miguel. A Miguel le incomodó el tipo de enseñanza de la Historia y el ambiente
social. Narrado, años después, en el
capítulo II de su magna obra, La
violencia del tiempo. (Octubre 1991).
El ingreso de Miguel a la universidad
Nacional de San Marcos no fue un simple traslado, sino una evasión; pues, fue
una decisión deliberada. La universidad
de San Marcos estaba conmocionada por la onda expansiva de la Revolución Cubana. Se había constituido enla caja de resonancia
de los levantamientos campesinos, las huelgas de los obreros mineros y la toma
de tierras en la zona periurbana de Lima; así como también de la Guerra de
Vietnam y las luchas de liberación nacional de los pueblos de África. Además, se
suscitaban animados debates entre jóvenes comunistas y apristas. (Recuerdo que
en esa época a un alumno de segundo de pre-letras, de apellido Tola, su padre
lo envió a continuar estudios en Madrid; para evitar que se volviera comunista
si se quedaba en San Marcos).
En el año 1962 Miguel estudia simultáneamente literatura y sociología en la
Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San Marcos; luego de haber
cursado dos años de pre-letras. Ahí se inició mi amistad con Miguel, pues,
también estudiaba sociología.
El año anterior había sido creado el
Departamento de sociología y, por consiguiente, la profesión de sociología
resultaba novedosa. Miguel era un joven idealistas, incómodo con la desigualdad
social y desadaptado ante el orden establecido.
Estas características estimulan la idea de un cambio social y la germinación
de la imaginación creadora para fabular y hacer “soportable” la vida personal
del futuro literato.
La seducción del socialismo en los
jóvenes universitario lo provocaron los siguientes libros: El
Manifiesto comunista de Carlos Marx y Federico Engels, Principios elementales de filosofía marxista de George Politzer, La Madre de Máximo Gorki y Reportaje al pie del patíbulo de JuliusFucik. Pero no solo las obras en sí, sino la
atrayente biografía de sus autores.
La formación marxista de los jóvenes lo
ejercía la URSS, representado por el Partido Comunista Peruano a través de
Manuales. A manera de ilustración, uno
de esos manuales: Los fundamentos de la
filosofía Marxista de Fedor Vasielevich Konstantinov; adscrito al Instituto
de Filosofía de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S. Lo que pretendían con los manuales era formar
militantes en cantidades industriales, estandarizados; de manera similar a como
lo hacía EE.UU. en su área de influencia con el pragmatismo, la filosofía del
capitalismo. Sin embargo, ya Mariátegui en 1926 había aconsejado a los
socialistas un antídoto contra tal tendencia:
La verdadera imagen de
Marx no es la del monótono materialista que nos presentan sus discípulos. A Marx hace falta estudiarlo en Marx
mismo. Las exégesis son generalmente
falaces. Son exégesis de la letra, no
del espíritu. (p. 118)
MARIÁTEGUI, José Carlos:
“La agonía del cristianismo” de
Miguel de Unamuno
Variedades. Revista, Lima 2 de enero de 1926
Aprobadas las asignaturas del tercer
año, Miguel desertó de Sociología y continuó únicamente con literatura. La evasión
temprana de Miguel fue causada porque avizoró precozmente la limitación de la
sociología académica, al parcelar la realidad en especialidades o sectores,
delimitando el objeto de su estudio; lo que imposibilita cuestionar la realidad
en su totalidad para revolucionarla.
Igualmente, la Sociología, al inculcar la neutralidad ética en los
estudios, interfiere con la creatividad en el arte para el despliegue de la
fantasía. A Miguel le fue suficiente
llevarse en su deserción –del Departamento de Sociología-, el libro de C.W.
Mills La Imaginación Sociológica. Mills, crítico de la sociología
norteamericana, y del “Sumo pontífice”, Talcott Parsons con su difundida
obra: Social sistem, tan influyente en el flamante Departamento de
Sociología. (Uno de sus destacados
discípulos, el sociólogo francés Francois Borricaud fue profesor visitante del flamante
Departamento de Sociología).
En San Marcos conoció y estableció
lazos de amistad con el poeta y maestro universitario Washington Delgado y el
escritor José María Arguedas, profesor de Introducción a la Antropología. Ahí consolidó su hábito de leer novelas y
concluyó sus estudios de literatura. Al egresar, en lugar de irse a París
becado, como era el anhelo de buena parte de los egresados, optó por irse a
Muquiyauyo, una comunidad del valle del Mantaro en donde fue profesor de la
escuela de educación secundaria.
Mientras fue estudiante universitario,
Miguel se recurseaba como profesor de
redacción en la academia Brown para secretarias bilingües y como reportero del
diario El Correo. En uno de sus
reportajes del año de 1964, Miguel
conoció y se enamoró de Vilma Aguilar, profesora de matemáticas del colegio
nacional Rosa de Santa María, gran aficionada al canto y a la literatura; y poco
después de egresar de la universidad, se casó el año 1965; adoptando a Carlos Eduardo Ayala Aguilar de 08 años, hijo de
Vilma, y tuvieron un segundo hijo, Dimitri, nacido el 02 de mayo del mismo año.
En suma, en la universidad Miguel tuvo
el acceso a la modernidad literaria, la filosofía marxista y al socialismo
creativo de Mariátegui.
II.-
La aparición de “Narración”,
revista
de literatura peruana (1966)
En noviembre de 1966, se publicó el primer número de Narración con acentuado color rojo en su portada y
contraportada, y de formato apaisada. La diagramación correspondió a Vilma Aguilar
Fajardo.
Narración fue el órgano de expresión de escritores jóvenes, aun
no conocidos ni reconocidos con la excepción de Oswaldo Reynoso. Se habían
agrupado para irrumpir en el escenario de la cultura peruana y ser tomados en
cuenta por su calidad literaria. Puesto que los escritores de la clase
dominante no necesitaban agruparse, ya estaban situados en el poder.
Aunque no había un director nominal, en
este primer número, quienes dirigían al grupo con la batuta ideológica eran
Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso.
Oswaldo era el escritor de mayor edad con 34 años y con obra publicada: Los inocentes (1961), libro de relatos que incorpora
el lenguaje popular de los jóvenes limeños y En octubre no hay milagros
(1965), novela; Miguel tiene 26 años y Andrés Maldonado el de
menor edad entre todos, con 19 años; Toshiiko Arakaki. no tenía estudios universitarios.
Casi todos no eran limeños la mayoría procedía de la Costa y de la Sierra, ninguno
de la Selva. Se agruparon por necesidad.
Todos eran emergentes; que no quiere decir arribistas.
La revista se financiaba con los
aportes de sus integrantes. La reuniones
se efectuaban en la casa del flamante hogar de los esposos Gutiérrez/Aguilar.
La aparición de Narración fue el inicio de una lucha con los pertrechos bélicos que
otorga el arte de la escritura y también el establecimiento de una cabeza de
puente de la literatura popular en el Perú.
Su presentación es una declaración de principios subversivos, en el
ámbito cultural de la época. Nada mejor para caracterizar la revista que
extraer los tres últimos párrafo de la Presentación:
CREEMOS
como narradores socialistas, que nuestra única fuente de vida y de creación es
el pueblo.
COMPRENDEMOS
como narradores revolucionarios, comprometidos con su pueblo, que nuestra tarea
es formar, a través de la acción y de la obra creadora, en la conciencia de las
clases explotadas, la necesidad urgente de la-revolución.
POR
ESO NUESTRA MISIÓN es aprender del pueblo, para poder escribir, sin
equivocarnos, sobre la realidad nacional.
La referida Presentación guarda
correspondencia con el texto doctrinario de Mao: Sobre el Arte y la Literatura, reproducido en la revista. Contribuye a sentar posición y lograr unidad
doctrinaria de los integrantes de la agrupación.
En este primer número de Narración, y en los dos siguientes, caracteriza
a la revista la beligerancia en el lenguaje y una decidida adhesión socialista;
además, mostraban su solidaridad con las luchas de masas y los pueblos dentro y
fuera del Perú.
Miguel contribuyó, en la sección Opiniones comprometidas, con la crítica
literaria: Mito y aventura en “La Casa Verde”,
y un adelanto de novela: Perfil del
traidor. El comentario a la novela
de Vargas Llosa está orlado con un apotegma mariateguiano que sirve de
epígrafe:…no soy un crítico imparcial,
objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales,
de mis sentimientos, de mis pasiones.
En su crítica, Miguel comenta: lo siguiente:
Vargas
Llosa sostiene en la actualidad que el creador se halla un poco por encima de
los hechos históricos de su país. Y
define el compromiso como fidelidad del autor con los personajes de sus
ficciones: que ningún credo político,
que ninguna ideología perturbe su ánimo a la hora de la creación: el escritor debe mantenerse aparte, velando
por la libertad de sus personajes. Hoy
se sabe que esto es sólo una argucia… La
objetividad es lícita sólo como técnica. (p. 29)
…Vargas
Llosa parece enseñar finalmente que toda rebelión es inútil y conduce al
fracaso. (p. 29)
No cabe duda que Miguel escribió su
comentario iluminado por la convicción de Mariátegui:
El artista que no siente las agitaciones, las
inquietudes, las ansias de su pueblo y de su época, es un artista de
sensibilidad mediocre, de comprensión anémica.
(p. 58 El artista y la época)
A fines de la década del 60, la
inquietud de Miguel lo condujo a conocer al legendario Mayor del Ejército
Víctor Villanueva; quien había conducido la insurrección armada en el Callo el
3 de octubre de 1948. De esa experiencia, Don Víctor, como así lo
llamábamos por nuestra reverencial admiración, escribió un libro que toda persona
con sensibilidad social debería leer: La
tragedia de un partido y de un pueblo.
Dicho sea de paso, Miguel no tenía predisposición para hacer amistades;
a diferencia, de Vilma; a quien yo consideraba que era su ventana hacia el
exterior.
En 1968
viajó con su familia a Huamanga en
cuya universidad se incorporó como profesor de literatura. Lo recargaron de cursos; pero, todos de
literatura. Vilma ocupó la dirección del
colegio de aplicación Huamán Poma de
Ayala. Ahí permanecieron hasta 1970.
De Huamanga vino con Vilma a Lima por
unos días y presentó en el legendario
bar Palermo su primera novela: El
viejo saurio se retira (1969); título puesto por el editor. Miguel la tituló: Ejercicios espirituales. En
medio de la alegría del acontecimiento, pensé: que tal ojo de zahorí ha tenido Vilma al casarse con Miguel. Pues,
yo también tenía la convicción que Miguel llegaría a ser un extraordinario novelista.
La primera novela de Miguel fue presentada en el bar Palermo
(En
el mismo bar presentó Oswaldo Reynoso Los
Inocentes el año 1961)
(Oswaldo
llamaba al Palermo: Universidad
popular)
El segundo número
de Narración apareció en julio de1971 bajo la dirección de
Miguel Gutiérrez. La portada la diseñó Lorenzo Osores y diagramó Vilma Aguilar.
Miguel contribuyó con una selección de textos de José Carlos Mariátegui bajo el
título genérico: Sobre el Realismo. De la Presentación de los textos
seleccionados, sustraigo unos párrafos introductorios:
No se puede ser realista, si no se acepta la lucha
de clases como ley del desarrollo social y la obra literaria como expresión
ideológica. (…) como Lenin y Brecht,
José Carlos Mariátegui lejos de ver una contradicción entre realismo y
fantasía, ve en esta última un instrumento poderoso para el descubrimiento y
exploración de lo real. (pp. 4-5)
Por ser de interés para conocer los criterios
clasificatorios, de la selección de textos, expondré su esquema (pp. 5/11):
1.El
Escritor
1.1. Marxismo, Política y
Libertad
1.2. El oportunismo de los
intelectuales
1.3. Destino del escritor
en la sociedad capitalista
2.
El Realismo
2.1. Vigencia del realismo
2.2. El realismo
proletario
2.3. El realismo crítico
2,4. Naturalismo y
populismo
3.
La forma artística
3.1. El rol de la
imaginación
3.2. El problema del
lenguaje y la técnica
También contribuyó en la sección Opiniones comprometidas, con una crítica
literaria que lleva por título: Un mundo
para Julius, un fastuoso vacío.
La actividad de Miguel era intensa. A las
contribuciones ya mencionadas se sumó la crónica en coautoría con Antonio
Gálvez Ronceros: Los sucesos de Huanta y Ayacucho, ocurrido los días 21 y 22 de
junio de 1969, sucintados por el Decreto
Supremo promulgado por el gobierno militar en el mes de febrero de 1969.
Imponía sanciones económicas (cien soles mensuales) a los alumnos secundarios
que obtuvieran notas desaprobatorias. Con esta crónica se inauguraba un
suplemento de “Narración”: Nueva crónica y Buen gobierno; en
alusión a la extraordinaria denuncia que hiciera Huamán Poma.
El 31
de julio de 1974 publicaron Narración N° 3. Desde la Presentación, explicitan la
postulación del grupo a la compatibilidad de la actividad política insertada en
la lucha de clases y el valor artístico de la obra narrativa. Y lo demuestran con la fusión de la revista
con el suplemento: Nueva crónica y buen
gobierno.
Empieza la revista con un debate: la vía pacífica hacia el socialismo o la
captura del Poder a través de la lucha armada. Se tomó como escenario el caso
de Chile con el triunfo electoral de Salvador Allende y el golpe militar del general
Augusto Pinochet el 11 de setiembre de 1973; lo que demostró el fracaso de la
transición pacífica al socialismo. Uno
de los argumentos:
El poder se sustenta en la
burocracia y el ejército, y éste, es el principal sostén del poder. Mientras no se les derroque, de ninguna
manera puede hablarse de toma del poder.
Miguel contribuyó con un cuento Una
vida completamente ordinaria. Plantea en él, las implicancias de la
militancia política clandestina y una vida completamente ordinaria. Otra contribución fue su extenso artículo en
cual demuestra, una vez más, haber
asimilado la obra de Mariátegui; se trata de: Mariátegui, marxista-leninista. La finalidad de dicho artículo, en
palabras de Miguel: desenmascarar y
combatir a los que tergiversan, mutilan y calumnian al fundador del socialismo
científico en el Perú.
Sin embargo, su contribución
trascendente fue 1971: Gran huelga minera.
Es un relato de los antecedentes, desarrollo y culminación de la huelga
general del proletariado minero de Lima, Pasco, Junín y Huancavelica que confrontó
a la empresa norteamericana Cerro de Pasco Corporation entre el 26 de octubre y
el 15 de noviembre de 1971. El equipo de redacción estuvo integrado,
además de Miguel, por Vilma Aguilar, Ana María Mur y Gregorio Martínez. De
similar valía es La Cronología de los sucesos de Moquegua y Cuajone, redactada
por Ricardo Raéz y Oswaldo Reynoso.
Por primera vez en el Perú se demostró
que el trabajo en equipo, de investigación y redacción, ligado a las masas y
desde una perspectiva clasista, es factible.
Dicha fecha de aparición, 31 de julio de 1974, debe ser considerada como una efeméride en el calendario de la
historia social peruana. Hicieron patente
el verso hecho aforismo de César Vallejo:
toda voz genial, viene del pueblo
y va hacia él.
En suma, el principal aporte, entre
otros, de Narración fueron las
crónicas clasistas. Mediante dichas
crónicas participaron de manera directa en las luchas campesinas, obreras y
masas pobres de la ciudad y del campo. Los textos hablaban de la resistencia
popular y sus protagonistas, de sus vidas y situación económica y social.
Paradójicamente, cuando el grupo de la
revista había logrado resolver el dilema entre arte o política socialista y
establecer una cabecera de playa en la lucha de clases cultural, se retiró del teatro de operaciones. ¿Por qué sucedió
tal implosión?
Se pueden aventurar varias hipótesis
explicativas. ¿Problemas
económicos? ¿Diversidad ideológica
interna? ¿Viajes de sus integrantes? ¿Desarrollo de proyectos literarios personales? ¿Temor a la represión de las instituciones
del Estado y de las empresas trasnacionales?
En fin… únicamente quedan formulados los interrogantes.
El mismo año 1974, que coincidió con la aparición del tercer y último número de
Narración, Miguel sustentó su tesis de Bachiller, después de diez años de haber
egresado de la universidad de San Marcos; la tituló: Estructura e ideología en Todas las sangres.
Si acaso le interesó a Miguel un grado
académico fue únicamente para afianzarse como profesor de literatura y asegurar
su medio económico de sustentación.
Al año siguiente, 1975, vio la luz, Monólogo
desde las tinieblas que consagró a Antonio Gálvez Ronceros; quien le dio
protagonismo a los afrodescendientes de
la campiña chinchana. (Ilustración del propio autor)
En
1976 viajaron a China Miguel, Vilma y su pequeño hijo Dimitri llegaron el
29 de setiembre, a los veinte días del fallecimiento de Mao. No fueron para prepararse en guerra de
guerrillas; sino para oficiar de correctores de estilo de la revista China reconstruye, editada en
castellano. Estuvieron alojados en el hotel de La Amistad junto con colegas de
diversos países del mundo.
En China sostuvieron un cotejo, nada
agradable, entre su imagen del socialismo en China y el contacto con la
realidad cotidiana al empezar las reformas económicas de Deng Xiaoping. Con la misma
finalidad laboral de Miguel, Oswaldo Reynoso, se ausentó del Perú y viajó a
China el año 1977.
Mientras tanto, en Lima apareció el
jocoso relato Canto de Sirena, que
consagró a Gregorio Martínez como “el Arguedas de la Costa”. En dicho libro,
Goyo acoge la vivacidad del lenguaje oral y la profundidad de la filosofía
popular de los campiñeros de Nazca. El
mismo año, otro de los escritores del grupo Narración,
Augusto Higa publica Que te coma el
tigre; relatos del mundo de los adolescentes de barrio. El
equipito de Mogollón, fue el relato de ambiente futbolero que logró gran
difusión.
En China Miguel concibió Babel
El Paraíso; sin embargo, tuvieron que pasar varios años para que la
plasmara en un relato. También en China seguía gestando su obra magna, La violencia del tiempo, pues en China
adquirió, fortuitamente, el nombre de Primorosa
para el personaje principal de su futura novela. Miguel y Vilma permanecieron en China hasta
el año 1979. Año que ellos decidieron dar por concluido su
contrato y retornar al Perú.
Deberá recordarse que al año siguiente
de su retorno, el 17 de mayo de 1980, en víspera de elecciones, el
Partido Comunista del Perú –denominado después, Sendero luminoso- expresó su rechazo a la democracia mediante la
quema de la oficina electoral instalada en el pueblito de Chuschi (Ayacucho). De esta manera dio inicio a la lucha armada
para capturar el Poder.
Luego de su regreso de China, Miguel se
reincorporó a la Universidad La Cantuta como profesor de literatura y, además,
dirigió una investigación con un equipo de auxiliares referida a La Generación del 50; incluía no solo a
literatos, sino a intelectuales.
Los días 18 y 19 de junio de 1986, durante el primer gobierno de
Alan García acaeció el genocidio del
penal El Frontón. Entre los 135
reclusos asesinados figuraba Carlos Eduardo. Como todo padre, Miguel sintió
mucho la muerte de su hijo; sin embargo, la ejecución extra judicial perpetrada
con su hijo, en lugar de deprimirlo, le provocó un estado de frenesí creativo o
para decirlo en términos de Miguel, estar
con la mecha prendida o con el fuego
encendido. Acometió con mayor ímpetu
la escritura del ensayo La Generación del
50 y también de la novela El Viento y
la memoria. (Posteriormente titulada La
Violencia del tiempo).
La única arma punitiva que Miguel podía
esgrimir era su acerada pluma. Tal como
lo explicita en una carta remitida al periódico El Diario. Lima 24 de abril de 1987.
Apareció publicada el jueves 30 de abril en la sección Opinión. Se trata de un
entredicho que sostuvo con el periodista César Hildebrant:
Mi lucha la desarrollo en
el plano de las ideas, de la escritura, de la creación de ficciones, pero -eso
sí- al margen y en contra de la cultura y las instituciones oficiales (…) Nada
heroica ni notable mi opción (reconozco) es modesta y por encima de las
limitaciones y defectos que como individuos los tengo procuro ser coherente con
el camino elegido.
La guerra contrasubversiva era el telón
de fondo de la época y desde donde escribía Miguel; en consonancia con ello, el
14 de mayo de 1988 fueron torturados,
asesinados 39 campesinos desarmados entre madres, padres e hijos del pueblo de Cayara (Ayacucho). Los cadáveres fueron desaparecidos por el
ejército. Luego, también fueron asesinados
varios testigos. En esa fecha estaba de presidente de la república Alán García
y como jefe del comando político militar de la zona de emergencia, el general
José Valdivia Dueñas.
En ese clima de tensión salió a la luz,
el mismo año de la masacre de Cayara, en Ediciones Sétimo Ensayo, La
Generación del 50: un mundo dividido. Historia y balance. La editorial
registra como domicilio la casa de Miguel y de Vilma Aguilar: Jr. Manuel Cuadros 382, departamento 507,
Lima 1. Miguel dedicó el libro a su
hijo:
A Carlos Eduardo Ayala
Aguilar, mi hijo, desaparecido durante el genocidio de los combatientes
sociales presos en la isla El Frontón, Callao, Perú, los días 18 y 19 de junio
de 1986, con estas palabras de Balzac:
“De todas las semillas
confiadas a la tierra, la que da más rápida cosecha es la sangre vertida por
los mártires”.
GUTIÉRREZ, Miguel:
La Generación del 50:
un mundo dividido.
Historia y balance.
Ediciones SETIMO ENSAYO 1.
Primera edición (Lima 1988) pp. 286.-
En la solapa de la primera edición se
expone lo que constituye el libro:
Este ensayo es un intento
de estudiar críticamente a toda una generación a la luz de los acontecimientos
históricos que caracterizan al Perú actual (…) Estas páginas fueron escritas
desde la perspectiva de un pensamiento situado, entendiendo por tal una teoría
general del conocimiento, una posición de clase, la dialéctica como método y la
concepción de la sociedad como un todo en permanente contienda entre los
factores retardatarios y las fuerzas transformadoras que la conforman. (…)
Diseño de la portada: Balmes Lozano
Retrato de Miguel, dibujo
(contracarátula): Bruno Portuguéz
Apeló al ensayo como género expositivo, continuando con la tradición
mariateguiana y lo definió con suma claridad en el prólogo de su investigación:
El ensayo –discurso libre
que navega entre la literatura, la filosofía y la ciencia- es una forma que
conquistó desde siglos su autonomía (Montaigne lo legitimó confiándole su
nombre, pero ya lo encontramos en Platón o en San Agustín) y se caracteriza por
exponer de manera viva y vívida reflexiones, perplejidades o algunas certezas
pensando en el lector común, no especializado, aunque sí amante de la aventura
y la imaginación: Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana –“el discurso
del método del proletariado”, según Lenin- puede ser leído por un obrero y los
ensayos de nuestro Mariátegui (además del placer que produce su lectura) sirven
de reflexión y arman ideológicamente para sus luchas al proletariado y a los
intelectuales progresistas y democráticos del Perú y Latinoamérica. El ensayo, legítimo en sí mismo, es la forma
que más convenía a un estudio que no oculta el yo, que incorpora a la
subjetividad en el proceso de racionalización de una determinada democrática.
La
Generación del 50 fue un libro que tuvo una gran acogida y comentado de manera
soterrada; así como también, criticado desde todos los flancos. Pues, Miguel, hasta cierto punto, no dejó títere como cabeza. Deberá tomarse en
cuenta que su aparición ocurrió en el marco del auge de la guerra subversiva y
contra subversiva.
Miguel no recibió mayores críticas por
los títeres que había degollado con su guadaña punitiva; sino por los
personajes que había ponderado: Abimael Guzmán, intelectual y conductor de la
guerra subversiva, Mario Vargas Llosa, novelista y, Jorge Eduardo Eielson, poeta. Además, fue anatematizado de pro senderista.
Había indicios que Miguel tenía cierta
expectativa respecto al desenvolvimiento de la guerra subversiva; ya que el
diagnóstico de la realidad peruana justificaba una subversión. Era consciente
que Abimael Guzmán era quien le había puesto “el cascabel al gato” en la
disyuntiva en que se debatía la izquierda peruana: vía pacífica o vía armada para la conquista
del Poder y transitar hacia el socialismo.
Por lo demás, como mariateguista sabía que:
no hay revolución
mesurada, equilibrada, blanda, serena, plácida.
Toda revolución tiene sus horrores.
(p. 59)
MARIÁTEGUI,
J.C.: Aspectos viejos y nuevos del
futurismo. Publicado originalmente en el diario El Tiempo: Lima, 3 de agosto de 1921. Tomado de El Artista y
la Época, vol. 6 de las Obras completas
de J.C.M.
Sin embargo, Miguel no era consciente que si triunfaba el
fanatismo y la intolerancia él sería una de sus víctimas por su misma
convicción mariateguista; es decir, su autonomía de pensamiento. Y para ese ejercicio de la autonomía, se
necesita libertad, como bien lo ha expresado Mariátegui:
El arte, como el hombre y
la planta, necesita aire libre.
(p. 27 MARIÁTEGUI, J.C.: La torre de marfil. Publicado en Mundial, revista. Lima, 7 de
noviembre de 1924. Reproducido en El Artista y la Época, editorial Amauta,
colección Obras Completas, Vol. 6.-
El mismo año de 1988 también apareció Hombres de Caminos. Libro que forma parte de la saga narrativa de
la familia Villar, próxima a aparecer: con el título: La violencia del tiempo.
Al poco tiempo de la publicación de Hombres de caminos, sostuve una
conversación en su casa en torno a dicha novela. En ella comprobé la tesitura mariateguista de
Miguel. Teniendo en mente un principio fundamental de Mariátegui en su 7 Ensayos:
El problema de
nuestro tiempo no está en saber cómo ha sido el Perú. Está, más bien, en saber cómo es el
Perú. El pasado nos interesa en la
medida que puede servirnos para explicarnos el presente.(7 Ensayos de Interpretación de la Realidad
Peruana,p. 327)
Le formulé a
Miguel el siguiente planteamiento para obtener su apreciación:
A.R.- Es fácil hallar sociólogos, historiadores, literatos,
antropólogos, psiquiatras, etc., que estudian el pasado como una evasión para
no comprometerse con la situación presente. En cambio, hay otros que a pesar de
su temática ubicada en el pasado no se quedan allí; sino que la relacionan con
el presente aportando elementos a la ideología dominante y disuadiendo
a los sectores populares en sus propósitos reivindicativos. Tú encarnas una
opción diferente, como lo has demostrado
con Hombres
de caminos; en tal sentido, quisiera que la hagas explícita.
M.G.- A mí el pasado
mismo no me interesa. El pasado me interesa en la medida que explica un
presente y prepara un porvenir. Cuando un escritor o un novelista -para
situamos en mi propio campo- toma una lucha popular ocurrida hace cincuenta o
cien años, pero hablando al presente plantea que esta lucha, tan cargada de
heroísmo y abnegación, fue, sin embargo inútil, está dando un mensaje,
revestido con la caduca filosofía del humanismo burgués, según el cual los
pueblos no deben seguir el camino de la rebelión armada; pues ésta no trae sino
muerte y destrucción. Por cierto, un mensaje de esta naturaleza va contra la
corriente de la historia; porque si las rebeliones fracasan o han fracasado -lo
cual es verdad-, no por eso el pueblo deja de seguir levantándose en armas, ya
que el pueblo tiene otro sentido de la muerte y, además, mediante el desacato
la rebelión de los pueblos adquiere su mayor dignidad humana.
Entonces yo no utilizo
el pasado, digamos, en el caso de la rebelión popular para condenarla, por el contrario,
lo exalto y comprendo.
Prosiguiendo mi indagación para
comprobar la tesitura mariateguina de Miguel, le ofrecí otro planteamiento para
que se proyectara, y es el siguiente:
A.R.-Dime, Miguel ¿no serás un hombre poseído de una fuerte agresividad que la descargas
vigorosamente en el escenario literario -donde contienden las ideas- con la destreza
de tu pluma y bajo la
orientación de la filosofía marxista? En
relación a lo dicho,
¿suscribirías la siguiente proposición?: las armas no son los únicos
pertrechos bélicos. ("1879
cien años después", exposición de Luis Jaime Cisneros -Julio de 1979- ante los jefes y
oficiales de la Guarnici6n de Lima, en
el auditórium del Ministerio de Guerra).
M.G.-
En
efecto, existe también el arma de la crítica; pero nada se podría alcanzar sin
la crítica de las armas. Si no se comprende esto último, estaremos condenados a
vivir para siempre en la ilusión.
La presente conversación se llevó a
cabo
en la casa de Miguel Gutiérrez el año 1988.
Publicada por la revista SIETEVIENTOSN°4,
Año III, Sullana, Piura, diciembre de 1992, pp. 25/37.-
Antes de la reaparición de Miguel
después de 19 años, desde su novela formativa El Viejo saurio se retira del año 1969, el caustico periodista César Hildebrant le había dicho que
era un escrito mínimo; y no le
faltaba razón. Parecería que el impacto de esa frase le sirvió de acicate,
pues, desencadenó su ímpetu creativo.
Pero, no es tan simple; puesto que Miguel vivía una situación
conflictiva. Dejemos que Miguel nos lo
explique a través de la pregunta que le formulé en el conversatorio en torno a Hombres de caminos: ¿Cuál es tu
concepción del oficio del escritor? He aquí su respuesta:
Pienso que
el escritor se debate entre dos solicitaciones. Por una parte, la pasión
literaria y, por otra parte, el requerimiento social. Tú sabes que las pasiones
son exclusivas o tienden a lo exclusivo. Es una contradicción que el escritor
debe darle solución de alguna manera.
En alusión a la respuesta de Miguel,
traigo a colación que en alguna de las conversaciones personales, me dijo que se
interesaba por el escritor y militante comunista mexicano José Revueltas; quien
tuvo un conflicto similar al de Miguel. Para
Revueltas no debía existir la separación entre política y arte, entre escritor
y militante. Pero
es curioso, que Miguel en sus escritos o exposiciones públicas no mencionara a
Revueltas…
Publicadas La generación del 50, y Hombres
de caminos, Miguel tomó una determinación transcendental en su vida:
dedicarse exclusivamente a escribir.
Asimismo, se dijo: uno no puede
ser literato de fin de semana. Para
lo cual solicitó su jubilación adelantada por sus servicios prestados a la
universidad. Y se dedicó al ejercicio de
su vocación hasta la última exhalación de su existencia. Escribir era su manera de vivir.
Como aún le faltaba concluir La Violencia del tiempo; Miguel se dedicó
a continuar escribiéndola. En esa época,
Miguel me buscaba para dar un paseo por algún parque. Mientras caminábamos, me narraba sus avances;
luego de escucharlos, me preguntaba mi opinión y nunca la discutía. Presumo que era por cortesía, pues, yo no
tenía un gran conocimiento de literatura y lo que se de literatura lo aprendí
por conversaciones con él. Me parece que
los paseos conmigo los hacía para afianzarse en lo que estaba escribiendo y relajarse.
Sin embargo, ese relativo relajamiento
era intermitente, pues, no podía ser indiferente ante la represión
gubernamental durante el primer gobierno aprista de Alan García contra los
dirigentes sindicales como es el caso del secuestro, tortura y asesinato de
Saúl Cantoral Huamaní, secretario general de la Federación Nacional de
Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y
Siderúrgicos del Perú; y de Consuelo García, promotora social, ocurrido en Lima
el 13 de febrero de 1989. Otro suceso de gran repercusión, se produjo
la noche del 09 de noviembre: la caída del muro de Berlín y el inicio de la
reunificación de Alemania que marca el fin de la era estaliniana…
Uno de esos días se presentó Vilma con
la alegría que la caracterizaba para anunciarle a Miguel que había conseguido
el lugar ideal para que continuara escribiendo, pues era amplio cómodo y
apacible. Al ver a Vilma alborozada con la noticia, Miguel la percibió
esplendorosa como una libélula batiendo
sus alas y suspendida en el aire.
Era una especie de hostal ubicado en Santa Clara, lugar cercano a
Lima. De propiedad de la Asociación
Nacional de Cesantes y Jubilados de
Educación (ANCIJE).
Al hospedarse en el local de ANCIJE, Miguel
pasó a la “clandestinidad”. Era la
manera de que se concentrara y no tuviera interrupciones. Yo era el único de los amigos que sabía en
donde estaba y permitido de visitarlo de vez en cuando. Sin embargo, Miguel tuvo algunas
distracciones. Se averiguó, con el viejo
guardián, a quien había pertenecido el local y qué función tuvo. El local había pertenecido opulento banquero
limeño y homosexual, proyectado para sus fiestas íntimas de fin de semana. También se informó de la vida de los dos
únicos huéspedes: un sacerdote y un exdirector de teatro, ambos jubilados.
En octubre de 1991 salió a la luz pública La Violencia del tiempo. A los pocos
meses de su publicación, se agotó y fue reeditada. El acierto editorial correspondió a Carlos
Milla Batres; quien, con intuición de artista y empresario, se aventuró a
publicar una novela de más de mil páginas y de un autor, entonces, no tan
conocido. La corrección de las pruebas
de galera estuvo a cargo del historiador Carlos Araníbar, a petición de su alumno
el editor Milla Batres. Miguel; se sintió sumamente complacido. La ponderación
de Miguel hacia Araníbar se acrecienta con el tiempo, lo considera gran humanista, ensayista de prosa
deslumbrante y gramaticalmente impecable.
(“El Maestro oculto”, revista Libros
& Artes Nos. 78-79, Lima, marzo 2016, p. 7)
Aunque el “epicentro” de su novela es
Piura los escenarios trascienden la frontera nacional. Miguel nos presenta y explica literariamente
el problema de nuestro país como nación; premunido, implícitamente, del aserto
mariateguista de que nuestro país es una
nación en formación. Manejó
dialécticamente la disolución de las identidades que constituyen nuestra nación,
aunque no desemboca en el eclecticismo ni en el nihilismo; tampoco provoca una
reacción fundamentalista. Aquí es
pertinente recordar que Miguel es, ante todo, un literato. Con ello contribuye a contrarrestar las
verdades absolutas, el fanatismo, los prejuicios, el maniqueísmo, las historias
oficiales y demás estigmas. En ese
sentido, su propuesta es literaria y novedosa:
El libro perpetuo de la comunidad
Sorprendió que “El Comercio”, que lo
había ignorado, publicara, el 15 de diciembre de 1991, un comentario a La violencia del tiempo de Ricardo
González Vigil, colaborador del diario y reconocido crítico literario. Calificó a la novela como una
de las mejores novelas del idioma.
Con ello le dio el espaldarazo
literario.
A pesar de su relación ambivalente con
Piura, Miguel estuvo arraigado a su terruño.
La violencia del tiempo está “salpicada” de piuranismos, que
tal vez haga difícil su traducción. La
comida típica de Piura era de su agrado; por eso le solicitaba a su mamá que el
día de su cumpleaños fuera ella quien cocinara.
A su piuranidad también ha contribuido su entrañable y fiel amigo, desde
su etapa escolar, Efren Alfajeme. A él,
seguramente, le debe alguna historia de las noveladas por Miguel.
Efren tenía la prestancia de los
humildes y una discreción expresiva. Tal
era la amistad de ambos, que cuando Miguel intentó viajar a EE. UU. le dije:
¿Y qué te vas hacer, sin Efren?
¡Tienes qué llevarlo! La piuranidad de Miguel también se expresó al
presentarle a mi amigo Yamunaqué, notable ceramista de Chulucanas. Rápidamente
simpatizó con él; y lo trataba de “paisano”; es decir, coterráneo. Otro amigo piurano fue Aurelio Díaz, notario,
quien lo auxiliaba de los aprietos burocráticos que le ocurrían.
Con La
violencia del tiempo, Miguel no solo reveló su excelencia artística; sino
también su vocación literaria; es decir, su extraordinaria fuerza de voluntad para
compensar su restricción presupuestaria.
No tenía máquina de escribir y mucho menos computadora. Le presté mi vieja máquina de escribir. Y escribió a máquina un original y dos copias
con papel carbón. ¡Imagínense! Borrar
cada error de tipeo, pacientemente, de un texto que impreso tuvo más de mil
páginas.
Después de ese agotador esfuerzo, tomó
la decisión de comprarse una computadora.
Fue a mi casa para que lo acompañara a comprar una computadora. Al poco tiempo aprendió a escribir en
computadora. Lo que motivó que yo
también me comprara una computadora. Pues, pensé, si Miguel es un inútil para
las cosas prácticas, entonces yo también puedo escribir en computadora. (Gracias,
Miguel por tu motivación)
El
3 de noviembre de 1991, es decir, al mes siguiente de la publicación de La Violencia del tiempo, sucedió la
llamada Matanza de los Barrios Altos en aplicación de la política de
terrorismo de Estado del presidente Fujimori.
Ahí mataron hasta un niñito.
Por esa fecha, un paisano de Miguel, el
fotógrafo Julio Olavarría, que residía en Suiza, le remitió unas postales de su
autoría para que escribiera glosas al pie de cada una. Miguel emprendió la
tarea en el contexto de la época marcada por la ofensiva antisubversiva del
gobierno de Fujimori.
La intensificación de la ofensiva
antisubversiva se inicia el 5 de abril de
1992 con el llamado “autogolpe”; el presidente Alberto
Fujimori centraliza todos los poderes del Estado bajo su jefatura y consolida
su dictadura cívico-militar. El terrorismo de Estado como política se había
trasladado a la capital.
Con los amplios poderes que detenta, el
gobierno emprende, desde el 6 al 9
de mayo un operativo militarizado desproporcionado
para masacrar a los prisioneros y prisioneras por el delito de subversión en el Establecimiento Penal de Máxima Seguridad
“Miguel Castro-Castro”. En el desigual operativo bélico, cayeron abatidos numerosos
prisioneros; entre ellos, la que fuera esposa de Miguel, Vilma Aguilar Fajardo
(03.06.1930/07.05.1992).
El Estado, representado por el
presidente Fujimori no recurrió a mecanismos alternativos tendientes a lograr
una solución negociada del conflicto con los internos del penal y rechazó la
intervención de la Cruz Roja Internacional, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, la Comisión Episcopal de Acción Social y la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos, cuyos representantes ofrecieron mediar en el
conflicto. El Estado tampoco prestó auxilio
humanitario a muchos internos gravemente heridos.
La incineración del cadáver de Vilma se
llevó a cabo en el crematorio del cementerio Británico de Bellavista. Antes de
depositar sus cenizas, Cecilia accionó su tocadiscos portátil y escuchamos
cantar a Vilma “Huérfano pajarillo” a través de un Lp. que grabara con el Conjunto Evocación Huanta. El
arrobamiento fue de tal magnitud que permanecimos estáticos y silentes. Fue una
experiencia mística. Luego Miguel leyó un
breve texto de su autoría que por el contenido y la excelencia artística
merecería compartirlo con quienes nos
encariñamos con Vilma.
Continuando con su inflexible política
de Estado del presidente Fujimori, el 18 de julio de 1992 perpetraron el asesinato
e incineración de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta ejecutado por el
escuadrón de la muerte, llamado grupo Colina, perteneciente al Servicio de
Inteligencia de las FF.AA.
Mientras tanto, Miguel escribía las
glosas a las fotos que su amigo Olavarría le había remitido; se entusiasmó
tanto, que le dio vuelo a su imaginación creadora; resultando una novela. En agosto
de 1992 se terminó de imprimir La destrucción del Reino; novela escrita y publicada poco antes
de la captura de Abimael Guzmán, bajo el sello de la editorial Milla Batres
S.A. Ahí se patentiza el concepto de
Mariátegui de la interrelación entre ficción y realidad:
… la ficción no es libre.
Más que descubrirnos lo maravilloso, parece destinada a revelarnos lo
real. La fantasía cuando no nos acerca a
la realidad nos sirve bien poco. (…) La
fantasía no tiene valor sino cuando crea algo real. Esta es su limitación. Esta es su drama.
(MARIÁTEGUI,
J.C.: La realidad y la ficción.
Publicado en la revista Perricholi,
Lima, 25 de marzo de 1926.
Reproducido en El Artista y la Época,
editorial Amauta, colección Obras Completas, Vol. 6, p. 26. (Lima, 1959)
En La
destrucción del reino, Miguel, nuevamente, revela aspectos de la historia
social piurana con el enfoque de la lucha de clases. Es un escritor situado, pues se identifica
con una de ellas. Mencionaré una de las historias de mi preferencia; me refiero
a La Zarca, mujer que jefatura una
partida de bandoleros en Piura (pp. 63/90). Este es uno de los dos casos
excepcionales en el mundo; el otro ocurrió en La India, según lo ha registrado
el renombrado historiador inglés Eric Hobsbawm.
De las galanuras del lenguaje artístico
de toda obra literaria, sustraigo unas palabras que me encantaron:
… las apetencias
crapulosas se tornan más imperiosas cuanto más el cuerpo declina y la filuda
guadaña de la muerte se alza centellante. (p. 95)
De La
destrucción del reino tomo una paráfrasis que Miguel elabora a partir de un
concepto de Mariátegui, en la que sustituye la palabra revolución por guerra; he
aquí:
En toda guerra los hombres
abjuran de la civilización, cometen excesos y dan rienda suelta a sus
soterrados instintos homicidas.
(p.
25 La destrucción del reino Ed. Milla
Batres S.A. (Lima, setiembre de 1992)
Asociada al protagonismo de género de La Zarca en La Destrucción del reino, deberá recordarse que el comité central
de Sendero luminoso estaba compuesto
por trece mujeres y siete hombres. Otro caso excepcional.
III.-La captura de Abimael Guzmán Reynoso
La captura de Abimael Guzmán es el
tercer hito que señala el último punto de inflexión en el periplo vital de
Miguel. La noche del 12 de setiembre de 1992 aconteció en Lima la captura de Abimael Guzmán.
La captura de un dirigente de un movimiento subversivo no es improbable;
pero la captura de Abimael Guzmán causó sorpresa y conmoción en todas partes. No tanto por el hecho en sí mismo; sino por la
forma de la captura.
Fue una exitoso operativo “de alta
cirugía” de la Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE). Contó con el estímulo económico y con el
apoyo tecnológico de la Central de Inteligencia Americana (CIA) por mediación
de la embajada norteamericana. Sucedió
tal como en el ajedrez; la jugada brillante, no solo se produce por la
genialidad de uno de los jugadores; sino por un error del adversario.
La captura de Abimael Guzmán no fue llamada
como tal por Miguel, sino, con su intuición de literato, la denominó la caída de Abimael Guzmán. Aquí la
impresión que le produjo relatada varios años después del acontecimiento:
Recuerdo que mientras veía
por la televisión las incidencias de la caída del “Presidente Gonzalo”,
acudieron en tropel a mi mente sucesos, escenas e imágenes sobre el altísimo
costo que significó para el pueblo peruano y los propios combatientes el
desarrollo de la guerra. Entonces
recordé la primera visita que hice a un familiar en el Frontón. A la entrada del pabellón de los prisioneros
de guerra había un enorme cartel en el que se leía una cita de Mao: Quién
se atreve a ser cortado en mil pedazos podrá desmontar al emperador, y como
lo fui sabiendo, no se trataba de una frase retórica o demagógica, pues no
pocos militantes murieron de esa manera, literalmente, pero ahora el
“Presidente Gonzalo”, según veía por televisión las incidencias de su apresamiento,
había olvidado la vieja sentencia maoísta. (Figura en el prólogo ampliado a la
2da. Edición de La Generación del 50
del año 2008; pp. 22 y 23)
La expresión escrita, de un suceso
impactante, siempre es meditada y, más aún, cuando han transcurrido varios años
de la ocurrencia. En cambio la conducta
reactiva expresada con la inmediatez del suceso y coloquialmente tiene la carga
emotiva de la vivencia. Miguel no estuvo
consternado; sino, sumamente indignado.
Pues, había estado a la expectativa del desenvolvimiento de Sendero Luminoso como lo corrobora su
estudio de La Generación del 50.
El Partido Comunista del Perú, llamado
Sendero Luminoso fue denominado así porque sus comunicados oficiales concluían
con un eslogan o consigna: Por el
luminoso sendero de Mariátegui; sin embargo, no mariateguisaron el camino
hacia el triunfo de la revolución; lo que condujo a la derrota, sobre todo,
militarmente; aunque, su mayor aporte fue la militarización del partido. ¡Vaya paradoja! De lo que se concluye, que la
preparación militar no es suficiente para la victoria de cualquier revolución.
Luego de la captura de Guzmán por la
DIRCOTE, el grupo Colina, ya mencionado, asesinó el 18 de diciembre de 1992 a Pedro Huillca Tecse, secretario general de la
Confederación General de Trabajadores del Perú; lo que facilitó la conculcación
de los derechos laborales y sociales obtenidos en largos años de luchas.
Con el ímpetu narrativo desencadenado, Miguel,
el año 1993, publicó Babel
el paraíso; que, según su autor: Puede
ser considerada como una parábola burlesca sobre el socialismo, el poder y la
convivencia humana. Ese mismo año
trabó amistad con el crítico de literatura Ricardo González Vigil; quien le
diera el espaldarazo en 1991 con su comentario a La violencia del tiempo.
A partir de la captura de Abimael
Guzmán, Miguel empieza a publicar con profusión una serie de ensayos sobre
literatos y sus obras. A la pregunta: ¿En qué tipo de lector
piensa cuando escribe sus ensayos? Miguel, responde:
Pienso
en un lector que ama la literatura, pero que no ha tenido acceso a la vida
académica, que no ha seguido cursos especializados, pero que quiere saber más
de literatura. Pienso, también, en los profesores de secundaria que van a
transmitir esto a los alumnos, pienso en estos alumnos y en los universitarios.
Por supuesto empleo todo el rigor, pero procuro que sea un lenguaje no difícil,
no hermético como se utiliza en el mundo académico.
Por
Carlos M. Sotomayor
Fuente:
Correo, Lima 01/07/7
http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=50973&seccion_nota=4
Paralelamente a los ensayos, Miguel
continuó escribiendo y publicando novelas que son de conocimiento público. Toda su vida la organizó para escribir.
La posición actual de Miguel la explicitó
en el párrafo final del prólogo que escribió en abril del 2007 para su
libro de ensayos Un Pacto con el Diablo (Ensayos 1966/2007), ahí declaró:
Visto desde la perspectiva
que confieren los años, el autor de los trabajos aquí reunidos es un individuo
que, persistiendo en los principios básicos que han orientado su vida –su
adhesión a la causa popular y al socialismo, y su distancia de los poderes que
gobiernan al mundo-, no ha permanecido inmune ante los acontecimientos
históricos, sociales y políticos que sacudieron al Perú y el mundo en las
décadas finales del siglo pasado y comienzos del siglo XXI. Este proceso, naturalmente, ha influido en mi
pensamiento y en mi escritura. Así he
morigerado en algo el tono confrontacional, de mis exposiciones. He cuidado en matizar más mis planteamientos,
he conferido más peso a la línea del placer que toda obra válida suscita, he
acentuado cierto espíritu heterodoxo que siempre estuvo en mí y he añadido una
razonable dosis de escepticismo a todas mis certezas sociales humanas.
El comentario del importante párrafo le corresponde a los lectores. Yo simplemente hago dos pequeñas observaciones al voluminoso libro de la compilación de sus ensayos. La primera, quien estuvo al cuidado de la edición y colaboró con la selección de los textos fue Mendiz Inocente F., profesora de literatura y a quién Miguel llamaba cariñosamente “mi flaquita”. Me permito decir que Miguel sin Mendiz ni Vilma, sus esposas, no hubiera sobrevivido y llegado a ser el connotado escritor que conocemos. La segunda observación que refleja la personalidad de Miguel se refiere a la dedicatoria del mencionado libro: A mis buenos hermanos José y Socorro. Indudablemente, que Miguel tiene justificada razón; pero, tuvo, además, otro hermano y otra hermana...
En sus afectos o desafectos, Miguel,
como artista, es apasionado. En tal sentido, su cariño y admiración al Mayor
E.P. (R) Víctor Villanueva lo retribuyó el año 2013 escribiendo el prólogo a La
Mina y otros relatos; del cual transcribo el párrafo final:
el mayor Villanueva
incursionó en la narrativa, porque, entre otras razones, vio en la literatura,
tal como la concebía el realismo social, un medio para continuar en el combate
por un mundo social más justo y humano.
Y lo hizo como todos los compromisos que asumió en su vida con
convicción, disciplina y solvencia literaria.
Finalmente, no dejo de mencionar –de
pasada- que a Miguel lo han criticado por sus novelas cuya trama comprende la
guerra interna ocurrida en nuestro país: Kymper (2014) y Confesiones de Támra Fiol (2009);
poniendo en cuestión su esencia marxista.
En contraposición, me aventuro a suponer que si Mariátegui estuviera
redivivo, le haría a Miguel el mismo comentario que le hiciera a la escritora
rusa Lidia Seifulina:
…no es posible pedirle una
literatura de rigurosa trama socialista.
La Seifulina no es una teorizante ni una funcionaria socialista; sino
una artista. (Trotsky ha planteado ya,
en sus justos términos, la cuestión del arte proletario).
Mariátegui, J.C.:
“Caminantes”
por Lidia Seifulina
Variedades, revista. Lima, 15 de enero de 1927.
Tomado de Signos y Obras.
Ediciones populares de las obras completas
Primera etapa, volumen N° 7
Empresa editora Amauta
1ra. Edición. (Lima, 1959) pp. 186.-
A manera de colofón, concluyo el ensayo
Miguel Gutiérrez, literato mariateguista
con las palabras iníciales de Miguel al recibir la distinción como Doctor Honoris Causa por la Universidad
Ricardo Palma el 15 de noviembre del 2013:
El título de mi
conferencia es La novela y la vida,
que como ustedes habrán advertido pertenece a José Carlos Mariátegui. Lo he tomado en préstamo por dos razones:
porque soy un mariateguista de corazón y porque fue Mariátegui quien me
introdujo en las escuelas de vanguardia de las dos primeras décadas del siglo
XX.
Antonio RengifoBalarezo
Lima, agosto del 2018.
Nota.-
Texto que formará parte del libro
en homenaje a Miguel Gutiérrez que publicará en diciembre la universidad
particular Ricardo Palma.
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