martes, 4 de junio de 2019

LA RESPONSABILIDAD DE GRAN DIMENSIÓN LA JUEGAN TODOS LOS PERUANOS POR LA REFORMA POLITICA


Estamos en un punto de quiebre que nos debe llevar a las reformas y cambios de una república y su Estado que, en sus casi doscientos años de vida como país ha estado sometido a los designios de los grupos políticos y económicos de un conservadorismo opaco, sin muchos recursos para la modernización.
En forma testaruda ha empleado todos los instrumentos legales e informales: primero, para no perder el poder directamente o de terceros que actúan en su representación; y segundo, mantener una misma línea de defensa irreductible tanto de sus intereses, como cognitiva de preservar su ideología que ha hecho posible establecer en la mente de la población un “constructo conservador”.
Es decir, una mentalidad condicionada a que nada cambie, y, a través de su prensa escrita y televisiva meter miedo a los peruanos de que grupos extraños desde liberales hasta socialdemócratas intentan reformas que les harán perder su estilo de vida y los pocos bienes que ostentan.
Los conservadores por décadas han negado no solo los valores del liberalismo democrático, sino comprender el proceso sociocultural mundial, teniendo en cuenta las etapas del desarrollo histórico, han tratado de visionar que el Perú  no forma parte de la mundialización, conocida hoy como globalización.
No llegan a comprender que somos un fragmento al formar parte del mundo, sin que ello signifique dejar las singularidades culturales propias, ni tampoco se limite el desarrollo en su condición de ser una república nacida par encontrar su identidad. Los conservadores quienes han decido los destinos del Perú no le dan significación a estos temas de cultura, identidad y si tenemos o no presencia en el mundo. 
En consecuencia, la república no ha seguido al igual del resto de países procesos de cambios sin peder su libertad y bajo los fines de convertirse en una democracia, y que para ello había que empezar por las reformas políticas, y que tenga una base ciudadanía destinada a participar en la vida del país.
El ser ciudadano obliga a una democracia de signo político liberal, fuera de cualquier intención extremista; en el Perú no ha existido de manera permanente la participación, pues ha estado acostumbrada, si es que pudiera pensar y actuar de manera muy conocida de “media voz”, asustadiza y a la vez con signos evidentes de una discriminación nacida en la época colonial de tres siglos donde imperaban las castas de pura sangre.
Continúan los densos rezagos del atraso medioevo, a pesar de los doscientos años de la república, ésta vez bajo el embrujo de los llamados grupos de poder. En el fondo todavía seguimos la constante de la colonialidad interna.
En el Perú de siglo XXI parece que los grupos dirigentes decentes se han dado cuenta que esta situación impide al Perú ser una república democrática, y que, no debe albergar las condiciones incompatibles con un status aceptable de vida ciudadana, para ello habrá de empezar por cambiar partiendo de la esfera política; es decir, promover un conjunto de reformas políticas, en especial para institucionalizar la independencia entre los poderes públicos.
Ello representaría contar con un sistema nacional de administración de justicia, que no sea el tradicional poder judicial, validar las instancias que concuerden con las otras formas institucionales de administrar justicia en sectores importantes del Estado, caso de los tribunales fiscales, aduaneros; etc.   
Un poder legislativo que elabore leyes y fiscalice el uso de los ingresos públicos y esencialmente que sea una organización en que estén representados los ciudadanos que viven en todos los sectores territoriales, sin excepciones, a través de los distritos electorales, de carácter regional y/o nacional, la legitimidad se reflejará en el funcionamiento de dos cámaras: la de diputados y de un senado revisor.
Vinculado a la representavidad para tener legisladores realmente democráticos y con idoneidad cívica, también cabe reformar aparte de un mecanismo electoral transparente, los candidatos deben provenir de partidos políticos organizados en donde particularmente se practique la democracia interna e implícitamente dichos partidos cuenten con elites de las que surgirán líderes y no caudillos, existiendo un recambio generacional de dirigentes.
Esto último parece mentira en el Perú, han sido pocas las oportunidades de contar con organizaciones partidarias democráticas, éstas nunca las hubo con permanencia. Los partidos han sido cenáculos, con un grupo de poder y de beneficiarios económicos, en algunos casos han tenido copiosos votos en las elecciones, e inclusive aparentemente organizados territorialmente; sin embargo, el jefe era eterno y de dotes autoritarias con dirigentes ayayeros incapaces de mostrar ser demócratas y mantener discrepancias con la cúpula de la jefatura del partido. Terminaron por practicar el doble discurso y cuando estuvieron en el poder fueron fáciles de ser sobornados, convirtiéndose en grandes arrebatadores de los fondos del erario y a la vez traidores a sus bases populares y programáticas.    
Y, en cuanto al poder ejecutivo formado por tres estamentos de gobiernos, que observen definidas competencias en los actos públicos y de respeto a las instancias descentralistas, sin ninguna intención de contrariar el carácter de unitario de la república.      
La discusión está en precisar el momento en que caben hacer estas reformas y sin agraviar la parte sustancial de la constitución, corresponde al poder legislativo la responsabilidad de dictar las disposiciones sobre las condiciones de los cambios y alistar a los mismos para las elecciones del 2021, coincidentemente con la fecha en que se cumplen 200 años de vida independiente, y a pesar del tiempo transcurrido no se haya completado su organización institucional que la identifique con una república democrática.
La cuestión de Estado porque se espera su aplicación como algo extremo que el Poder Ejecutivo propone la aceptación ante un congreso que en su mayoría responden por su condición autoritaria y conservadora. ¿Pueden estar calificados para diseñar las reformas propuestas?
Estas reformas no son aisladas del pensar de la ciudadanía y del cambio de la economía. Precisar que es un proceso que: primero, se harán las reformas políticas en el marco de la democracia liberal que debió haberse producido en los primeros años de su independencia, no hubo un grupo liberal cohesionado y fuerte como para enfrentar al conservadorismo y el militarismo, los que  impidieron los cambios necesarios; y segundo, consolidada la participación ciudadana y con instituciones estatales reformado al servicio de todos los peruanos y de un válido Estado de derecho, vendrán las reformas de orden económico, que encaminarán al Perú por un desarrollo sustentado y humano, donde el crecimiento económico y su PBI solamente respondan a una producción de tipo primario neo extractivo, ello debe superar esto último promoviendo una economía en que tenga una bse de sustentación como la productivaza agraria en términos del autoabastecimiento alimentario y de dietas que respondan a objetivos de salud pública y que harán elevar la calidad de vida de los peruanos.
Otros aspectos de esta nueva política económica es que tenga un  soporte de emplear con fines internos la producción de hidrocarburos, gas y electricidad, instrumentos, para salir de sólo primarios exportadores (minerales) a una diversidad productiva con valor agregado.
La voluntad decisoria por las reformas no puede descansar en un congreso de raigambre conservador y que niega cambios, donde ha cosechado en buena parte de su población preparada para frenar lo nuevo, el interés sólo económico, el embrujo del consumismo sin límites, el cinismo en el comportamiento como roba pero hace obra, y nada al riesgo por progresar y derrotar a los males como la corrupción.
Lo dicho no merece más explicaciones, ¿estaremos arriesgando, pero cuando empezaremos por ser diferentes y progresistas?
El grupo de peruanos que ostentan democráticamente la dirección ejecutiva del país, han decidido empezar, no se ha teniendo en tres años de gobierno  intentos de cambiar, se ha sufrido el boicot de la mayoría fujimorista en complicidad de los legisladores del antiguo partido aprista.
Este boicot no es una mera reacción de normal oposición, lamentablemente en el Perú los miembros de la mayoría parlamentaria obedecen a doctrinas que no creen, ni creerán en la democracia política y menos en la económica, ellos tienen origen en la autocracia cruel en la reacción y corrupta en las acciones de gobierno, dirigida por el trío Fujimori/Montesinos/Hermoza Ríos dueños de tres gobiernos de los 90.
El caso de la reducida representación aprista en ellos tiene la política del doble discurso y son herederos de dirigencias amantes de la verticalidad partidaria, con jefes únicos, el último con dos gobiernos que han lucido un vergonzante uso a su favor de los bienes públicos.
Estos comportamientos hacen ver que en ellos no puede darse las reformas anunciadas, su rechazo con aspavientazos, en que más de las veces hacen interpretaciones constitucionales fuera de ella y de la realidad en que estamos.
Las reformas más que legales son políticas, de rumbo a una sociedad que como la peruana no cambia, ni se renueva, razones que hacen que sean cuestiones de Estado, con aprobación y dialogo o sin aprobación y disolución del congreso, pero que de acuerdo a la constitución se renueva todo el parlamento hasta el 2021.
El asunto merece una reflexión de que si podemos esperar del congreso vigente una salida coherente y dialogada, parece un imposible. Negociar con la mayoría es riesgoso porque estos no van a aprobar ni siquiera lo medular, y no están lejos las trampas y las mentiras asolapadas o abiertas que los peruanos han visto en este congreso con una mayoría antidemocrática y filo fascista. Este hecho de la no decente conducta del fujimorismo, se obre un milagro la renuncia significativa de congresistas fujimoristas, pero que a la vez acompañen a la cuestión de Estado, emitan convencidos de la importancia de empezar con la reforma política.
El otro riesgo de que no sea aceptada la cuestión de Estado, el nuevo congreso es una incógnita, en que se elijan peruanos decentes, honorables y capaces cívicamente. Esto último también responde a la emisión del voto de todos los electores. La responsabilidad de gran dimensión la juegan todos los peruanos.

Fernando Arce Meza                                 Surco, 3 de Junio del 2019 

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