Estamos en un
punto de quiebre que nos debe llevar a las reformas y cambios de una república
y su Estado que, en sus casi doscientos años de vida como país ha estado
sometido a los designios de los grupos políticos y económicos de un
conservadorismo opaco, sin muchos recursos para la modernización.
En forma
testaruda ha empleado todos los instrumentos legales e informales: primero,
para no perder el poder directamente o de terceros que actúan en su
representación; y segundo, mantener una misma línea de defensa irreductible tanto
de sus intereses, como cognitiva de preservar su ideología que ha hecho posible
establecer en la mente de la población un “constructo conservador”.
Es decir, una
mentalidad condicionada a que nada cambie, y, a través de su prensa escrita y
televisiva meter miedo a los peruanos de que grupos extraños desde liberales
hasta socialdemócratas intentan reformas que les harán perder su estilo de vida
y los pocos bienes que ostentan.
Los
conservadores por décadas han negado no solo los valores del liberalismo
democrático, sino comprender el proceso sociocultural mundial, teniendo en
cuenta las etapas del desarrollo histórico, han tratado de visionar que el
Perú no forma parte de la
mundialización, conocida hoy como globalización.
No llegan a
comprender que somos un fragmento al formar parte del mundo, sin que ello signifique
dejar las singularidades culturales propias, ni tampoco se limite el desarrollo
en su condición de ser una república nacida par encontrar su identidad. Los conservadores
quienes han decido los destinos del Perú no le dan significación a estos temas
de cultura, identidad y si tenemos o no presencia en el mundo.
En
consecuencia, la república no ha seguido al igual del resto de países procesos
de cambios sin peder su libertad y bajo los fines de convertirse en una democracia,
y que para ello había que empezar por las reformas políticas, y que tenga una
base ciudadanía destinada a participar en la vida del país.
El ser
ciudadano obliga a una democracia de signo político liberal, fuera de cualquier
intención extremista; en el Perú no ha existido de manera permanente la
participación, pues ha estado acostumbrada, si es que pudiera pensar y actuar
de manera muy conocida de “media voz”, asustadiza y a la vez con signos
evidentes de una discriminación nacida en la época colonial de tres siglos
donde imperaban las castas de pura sangre.
Continúan los
densos rezagos del atraso medioevo, a pesar de los doscientos años de la
república, ésta vez bajo el embrujo de los llamados grupos de poder. En el
fondo todavía seguimos la constante de la colonialidad interna.
En el Perú de
siglo XXI parece que los grupos dirigentes decentes se han dado cuenta que esta
situación impide al Perú ser una república democrática, y que, no debe albergar
las condiciones incompatibles con un status aceptable de vida ciudadana, para
ello habrá de empezar por cambiar partiendo de la esfera política; es decir,
promover un conjunto de reformas políticas, en especial para institucionalizar
la independencia entre los poderes públicos.
Ello
representaría contar con un sistema nacional de administración de justicia, que
no sea el tradicional poder judicial, validar las instancias que concuerden con
las otras formas institucionales de administrar justicia en sectores
importantes del Estado, caso de los tribunales fiscales, aduaneros; etc.
Un poder
legislativo que elabore leyes y fiscalice el uso de los ingresos públicos y
esencialmente que sea una organización en que estén representados los ciudadanos
que viven en todos los sectores territoriales, sin excepciones, a través de los
distritos electorales, de carácter regional y/o nacional, la legitimidad se
reflejará en el funcionamiento de dos cámaras: la de diputados y de un senado
revisor.
Vinculado a
la representavidad para tener legisladores realmente democráticos y con
idoneidad cívica, también cabe reformar aparte de un mecanismo electoral
transparente, los candidatos deben provenir de partidos políticos organizados
en donde particularmente se practique la democracia interna e implícitamente
dichos partidos cuenten con elites de
las que surgirán líderes y no caudillos, existiendo un recambio
generacional de dirigentes.
Esto último
parece mentira en el Perú, han sido pocas las oportunidades de contar con
organizaciones partidarias democráticas, éstas nunca las hubo con permanencia.
Los partidos han sido cenáculos, con un grupo de poder y de beneficiarios
económicos, en algunos casos han tenido copiosos votos en las elecciones, e
inclusive aparentemente organizados territorialmente; sin embargo, el jefe era
eterno y de dotes autoritarias con dirigentes ayayeros incapaces de mostrar ser
demócratas y mantener discrepancias con la cúpula de la jefatura del partido. Terminaron
por practicar el doble discurso y cuando estuvieron en el poder fueron fáciles
de ser sobornados, convirtiéndose en grandes arrebatadores de los fondos del
erario y a la vez traidores a sus bases populares y programáticas.
Y, en cuanto
al poder ejecutivo formado por tres estamentos de gobiernos, que observen definidas
competencias en los actos públicos y de respeto a las instancias
descentralistas, sin ninguna intención de contrariar el carácter de unitario de
la república.
La discusión
está en precisar el momento en que caben hacer estas reformas y sin agraviar la
parte sustancial de la constitución, corresponde al poder legislativo la
responsabilidad de dictar las disposiciones sobre las condiciones de los
cambios y alistar a los mismos para las elecciones del 2021, coincidentemente
con la fecha en que se cumplen 200 años de vida independiente, y a pesar del
tiempo transcurrido no se haya completado su organización institucional que la
identifique con una república democrática.
La cuestión
de Estado porque se espera su aplicación como algo extremo que el Poder
Ejecutivo propone la aceptación ante un congreso que en su mayoría responden
por su condición autoritaria y conservadora. ¿Pueden estar calificados para diseñar
las reformas propuestas?
Estas
reformas no son aisladas del pensar de la ciudadanía y del cambio de la
economía. Precisar que es un proceso que: primero, se harán las reformas
políticas en el marco de la democracia liberal que debió haberse producido en
los primeros años de su independencia, no hubo un grupo liberal cohesionado y
fuerte como para enfrentar al conservadorismo y el militarismo, los que impidieron los cambios necesarios; y
segundo, consolidada la participación ciudadana y con instituciones
estatales reformado al servicio de todos los peruanos y de un válido Estado de
derecho, vendrán las reformas de orden económico, que encaminarán al Perú por
un desarrollo sustentado y humano, donde el crecimiento económico y su PBI
solamente respondan a una producción de tipo primario neo extractivo, ello debe
superar esto último promoviendo una economía en que tenga una bse de
sustentación como la productivaza agraria en términos del autoabastecimiento
alimentario y de dietas que respondan a objetivos de salud pública y que harán
elevar la calidad de vida de los peruanos.
Otros
aspectos de esta nueva política económica es que tenga un soporte de emplear con fines internos la
producción de hidrocarburos, gas y electricidad, instrumentos, para salir de
sólo primarios exportadores (minerales) a una diversidad productiva con valor
agregado.
La voluntad
decisoria por las reformas no puede descansar en un congreso de raigambre
conservador y que niega cambios, donde ha cosechado en buena parte de su
población preparada para frenar lo nuevo, el interés sólo económico, el embrujo
del consumismo sin límites, el cinismo en el comportamiento como
roba pero hace obra, y nada al riesgo por progresar y derrotar a los
males como la corrupción.
Lo
dicho no merece más explicaciones, ¿estaremos arriesgando, pero cuando empezaremos
por ser diferentes y progresistas?
El grupo de
peruanos que ostentan democráticamente la dirección ejecutiva del país, han
decidido empezar, no se ha teniendo en tres años de gobierno intentos de cambiar, se ha sufrido el boicot
de la mayoría fujimorista en complicidad de los legisladores del antiguo
partido aprista.
Este boicot
no es una mera reacción de normal oposición, lamentablemente en el Perú los
miembros de la mayoría parlamentaria obedecen a doctrinas que no creen, ni creerán
en la democracia política y menos en la económica, ellos tienen origen en la
autocracia cruel en la reacción y corrupta en las acciones de gobierno,
dirigida por el trío Fujimori/Montesinos/Hermoza Ríos dueños de tres gobiernos
de los 90.
El caso de la
reducida representación aprista en ellos tiene la política del doble discurso y
son herederos de dirigencias amantes de la verticalidad partidaria, con jefes
únicos, el último con dos gobiernos que han lucido un vergonzante uso a su
favor de los bienes públicos.
Estos comportamientos
hacen ver que en ellos no puede darse las reformas anunciadas, su rechazo con aspavientazos,
en que más de las veces hacen interpretaciones constitucionales fuera de ella y
de la realidad en que estamos.
Las reformas
más que legales son políticas, de rumbo a una sociedad que como la peruana no
cambia, ni se renueva, razones que hacen que sean cuestiones de Estado, con
aprobación y dialogo o sin aprobación y disolución del congreso, pero que de acuerdo
a la constitución se renueva todo el parlamento hasta el 2021.
El asunto
merece una reflexión de que si podemos esperar del congreso vigente una salida
coherente y dialogada, parece un imposible. Negociar con la mayoría es riesgoso
porque estos no van a aprobar ni siquiera lo medular, y no están lejos las
trampas y las mentiras asolapadas o abiertas que los peruanos han visto en este
congreso con una mayoría antidemocrática y filo fascista. Este hecho de la no
decente conducta del fujimorismo, se obre un milagro la renuncia significativa de
congresistas fujimoristas, pero que a la vez acompañen a la cuestión de Estado,
emitan convencidos de la importancia de empezar con la reforma política.
El otro
riesgo de que no sea aceptada la cuestión de Estado, el nuevo congreso es una
incógnita, en que se elijan peruanos decentes, honorables y capaces
cívicamente. Esto último también responde a la emisión del voto de todos los electores.
La
responsabilidad de gran dimensión la juegan todos los peruanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario