Le Vif
03-07-2019
Traducido
del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
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En los
últimos años se ha tendido a asociar radicalización y yijadismo. Recientemente
se ha instalado una nueva forma de radicalización que en Flandes tiene unas proporciones
inquietantes. La radicalización de la extrema derecha se ha convertido en un
problema más importante que los combatientes sirios o el extremismo musulmán.
Veamos un panorama general.
El avance de la derecha en Flandes, que fue
evidente durante las últimas elecciones, se aprecia claramente entre las
personas jóvenes y en particular entre los chicos. Este deslizamiento a la
derecha de la generación joven se inscribe dentro de una desconfianza
generalizada en la política. Solo un 18
% de las personas jóvenes afirma confiar todavía en la política. Y, lo que
es peor, una cuarta parte de las y los nuevos electores, de entre 18 y 23 años,
cree que la democracia no es la mejor forma de gobierno y preferiría un dirigen te autoritario. ¡En el
caso de las personas jóvenes que cursan formación profesional este porcentaje
llega al 57 %! Desgraciadamente, esta tendencia
va en aumento.
Radicalización
Según un reportaje
de la televisión flamenca que
ha
tenido mucha repercusión sobre “Schild en Vrienden” [Escudo y amigos, véase
infra. N de la t.], las y los docentes en Flandes cada vez se enfrentan más a
ideas extremas y al odio hacia las personas homosexuales y musulmanas. Se trata
de un alumnado que glorifica la violencia, llevan cruces gamadas o provoca en
clase enarbolando la enseña el León de Flandes. Algunos desafían
deliberadamente a sus profesores. En Alemania ha causado una enorme indignación
el lanzamiento de una página
web de AfD
en la que el alumnado puede denunciar a las y los docentes comprometidos
políticamente. En el pasado el Nationalistisch
Jongstudentenverbond (NJSV), un movimiento juvenil cercano a Vlaams Belang,
ya había puesto en marcha este tipo de página web.
La violencia de la extrema derecha se intensifica
en toda Europa
occidental.
En Finlandia se fundó el 2015 los Soldados
de
Odin,
una milicia que patrulla en una docena de países, incluida Bélgica. El año
pasado se persiguió y atacó a personas de origen extranjero tras una
manifestación en la ciudad alemana de Chemnitz.
Hoy una comuna flamenca de
cada cinco declara enfrentarse a manifestaciones extremistas de derecha. La
radicalización de la extrema derecha es más preocupante que los combatientes
sirios o el extremismo musulmán.
Flandes ha conocido la creación de 'Schild
en Vrienden'. Ante la cámara estos jóvenes aparecen como gentlemen
en traje de chaqueta. Hablan de los valores de la familia, de la identidad
flamenca y de una alternativa positiva al pensamiento políticamente correcto.
Pero sus grupos de discusión secretos rebosan de sexismo, de racismo, de
antisemitismo y de glorificación de las armas y del nazismo. Algunos medios
presentan a Dries Van Langenhove, el dirigente de S&V, como el “yerno ideal”.
Tras unos reportajes de la VRT [la radiodifusión pública de Bélgica que emite
en flamenco] un grupo de profesores
universitarios y de escritores expresó su preocupación por “la
normalización del pensamiento de extrema derecha” y el “deslizamiento de los
límites de lo permisible”. Hoy en día este neofascista, diputado en el
Parlamento, se ha convertido en un héroe para muchos chicos flamencos.
Caldo de cultivo
El siglo XXI no
facilita las cosas a las personas jóvenes. Las redes sociales magnifican
ilimitadamente los pequeños conflictos o los inconvenientes y multiplican los
daños emocionales. Las personas jóvenes se las tienen que arreglar en una
cultura del éxito. Instagram les obliga a intercambiar imágenes de una “vida
perfecta”.
Las personas jóvenes han crecido con ataques
terroristas en su territorio y ven disminuir cada día las posibilidades de
vivir en un planeta sostenible. La crisis de las personas refugiadas y la
exageración de los hechos a este respecto por parte de la derecha han suscitado
la falsa imagen de que estamos siendo invadidos por personas extranjeras.
Estos problemas existenciales, reales o
imaginarios, ahondan un profundo sentimiento de desesperación y miedo al
futuro, a lo que se añade el malestar socioeconómico. La Generación Y es la
víctima principal de la crisis y de la consiguiente política de austeridad.
Cada vez resulta más difícil encontrar una vivienda asequible o un trabajo a
tiempo completo. Se inculca a las personas jóvenes que “vivimos por encima de
nuestras posibilidades”, lo cual es una mentira
descarada, pero de ella deducen que vivirán una situación financiera más
difícil que la de sus padres y que probablemente no tendrán una pensión de
jubilación.
Los partidos tradicionales y la Unión Europea no
hacen frente a las preocupaciones y problemas de las personas jóvenes, lo que
abre la puerta a la extrema derecha. La derecha radical se dirige a los grupos
que no tienen recuerdo
alguno de las ideas extremistas que abocaron a los horrores de la Segunda
Guerra Mundial.
Guerrilla mediática
Vlaams Belang ha sabido valorar correctamente y
beneficiarse mejor que nadie de la influencia
de las redes sociales. Ha captado perfectamente la cólera y los
temores de muchas personas a través de las redes sociales y los ha
traducido en un lenguaje simple y en imágenes potentes. Durante la campaña
electoral el parido de Van Grieken gastó más en publicidad
en Facebook
que todos los demás partidos flamencos juntos. Gracias a los bombardeos
digitales masivos llegó a un
millón y medio de personas al día. En las últimas semana su objetivo han
sido las personas jóvenes de entre 18 y 34 años.
La inteligente estrategia del Vlaams Belang en
materia de redes sociales no cae del cielo, la encontramos en todo el mundo. La
propaganda digital es el secreto que hizo posible la elección de Donald
Trump, pero también la de Jair Bolsonaro en Brasil y de políticos de otros
países. El cerebro que está detrás de esta estrategia es Steve Bannon, que fue
jefe de campaña de Trump. A principios de diciembre el Vlaams Belang invitó a
Steve Bannon al Parlamento
de Flandes.
Desradicalización
¿Cómo detener el avance de la extrema derecha? La
experiencia de esa otra forma de radicalización que es el yijadismo nos enseña
que no será fácil y que habrá que llevar a cabo la batalla en varios frentes.
Sin una perspectiva de futuro atractiva, es
indudable que las personas jóvenes seguirán siendo sensibles a la tentación de
la extrema derecha. Esto exige que acabemos decididamente con la política de
austeridad y que nos ocupemos con firmeza del paro de las personas jóvenes. Es
la base de todo lo demás. Una buena perspectiva de futuro exige también que
tomemos medidas drásticas para garantizar un planeta en el que se pueda vivir.
Hay que instalar un control democrático de las
redes sociales, con una tolerancia cero de toda noticia falsa o de cualquier
forma de fanatismo o de odio. Todavía queda mucho por hacer. Las personas
jóvenes deben aprender en la escuela a utilizar las redes sociales de manera
crítica y segura. Ya se han hecho muchos esfuerzos en ese ámbito.
Por último, las personas jóvenes, lo mismo que las
adultas, deben aprender a gestionar la diversidad. Deben descubrir que personas
de orígenes diferentes puede vivir juntas perfectamente y que las personas de
orígenes diferentes son capaces de resolver los problemas juntas. La
educación
tiene la llave del éxito y esto debería ser una tarea fundamental para
ella. Pero aunque ya disponga de herramientas para hacerlo, la tarea recaerá
una vez más sobre un profesorado que ya sufre una fuerte presión en el trabajo.
Si la educación es, en efecto, la clave para resolver los problemas sociales es
necesario invertir en ella, mucho más de lo que se invierte actualmente.
La cuestión se reduce a saber si nos tomaremos en
serio esta nueva amenaza de radicalización, cuyas proporciones son inquietantes
aunque, por el momento, no hay una ninguna reacción política. ¿Habrá que
esperar a un ataque como el de Breivik en Noruega o como el que vimos en
Christchurch, Nueva Zelanda? Esperemos que no.
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