La decisión de las FARC-EP de retomar el accionar
armado combinado con una ofensiva política sin precedentes, exige un análisis
en profundidad más que una colección de bravos, hurras y demás frases hechas
que poco o nada aportan.
Para empezar es necesario subrayar el gesto hacia
el ELN que este recoge y que supone una unificación, no solo en el plano
meramente armado, sino también en la estrategia política, situación que antes
no se daba y que incluso en el pasado supuso algún choque armado entre ambos
grupos insurgentes.
La reactivación del Movimiento Continental
Bolivariano que, en otras palabras, es la reactivación del internacionalismo
con mayúsculas, no esos internacionalismos pensados para dar cobertura
ideológica a ciertos ególatras, es una pieza importantísima en este puzzle.
Hablamos de un internacionalismo que retoma lo mejor de lo que fueron sus
inicios y que recogía pueblos que no se resignaban a ser absorbidos por la
estrategia bien imperialista, bien reformista.
Pueblos que a partir de una u otra estrategia de
lucha (porque las condiciones no son las mismas en todas las partes del
planeta) planteaban la vinculación de su futuro con una estrategia de
resistencia al imperialismo que les llevase inequívocamente al socialismo, un
socialismo que reconociese el derecho de los pueblos a la independencia, un
socialismo feminista y respetuoso con los derechos LGTB, un socialismo
encaminado a la construcción del ser humano nuevo…
La insurgencia ha apostado por una paz que plantea
un escenario nuevo en Colombia. Ha sido respetuosa con sus compromisos hasta el
último día, pero ha constatado que por una parte el Estado colombiano como
todos los Estados imperialistas no fue a la negociación para acercarse a ese
escenario de paz con justicia sino que iba con la única intención de desarmar a
las FARC-EP, llevarla ideológicamente a la socialdemocracia y, por
consiguiente, a la aceptación del capitalismo en Colombia y por último a la
división y fragmentación de las FARC-EP. Una estrategia que en Euskal Herria
conocemos de sobra.
Por otra parte el Estado colombiano se disponía a
repetir la estrategia genocida de los años 80 con la aniquilación y asesinato
de lideres sociales, cuadros políticos y exguerrilleros. En esta situación,
mantener esa falsa paz, ese mal llamado proceso de paz, además de insostenible
era suicida.
Las FARC-EP no solo plantean una vuelta a la lucha
armada, de momento centrada en labores defensivas. Plantean un amplio diálogo
con un sinfín de colectivos, partidos y movimientos sociales que como ellos
mismos dicen definan las reformas y ajustes institucionales necesarios para
atender los retos que la paz demande, poniendo en marcha un nuevo marco de
convivencia política y social.
E insisten en que existen las herramientas para
seguir intentando una salida concertada, impulsando un proceso constituyente
abierto hacia la superación de la exclusión, la miseria y las inmensas
desigualdades; hacia la democratización en profundidad del Estado y de la vida
social, restableciendo la soberanía y garantizando el bienestar y el buen vivir
de su pueblo.
Por descontado los reformistas de aquí y de allá
han salido demonizando esta apuesta por la verdadera paz que ha lanzado la
insurgencia. Nos lo esperábamos…
Tanto Timochenko como Sortu representan la misma
podredumbre. Boltxe kolketiboa está con las FARC-EP en esta apuesta digna.
El futuro es de los pueblos rebeldes.
Boltxe Kolektiboa
1 de septiembre de 2019
Fuente: https://www.boltxe.eus/2019/09/01/el-futuro-es-de-los-pueblos-rebeldes/ | Boltxe
Fuente: https://www.boltxe.eus/2019/09/01/el-futuro-es-de-los-pueblos-rebeldes/ | Boltxe
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