miércoles, 11 de septiembre de 2019

SOBRE LAS CLASES SOCIALES EN KARL MARX



Por: Kenneth Smith[1]
Buckinghamshire New University
   Traductor: Leandro Sánchez Marín
Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia

I – Marx sobre la clase social en El Capital, vol. III (Parte VI, capítulo 52 y otros)

Aparte de algunas “observaciones adicionales” añadidas por Engels, la breve discusión de Marx del concepto de clase social es el capítulo final de El Capital, vol. III (Parte VI, capítulo 52) y es, de hecho, incompleta. Los tres volúmenes de El Capital terminan con las famosas palabras: “Aquí se interrumpe el manuscrito”, añadidas por Engels, tal vez para dar la impresión de que Marx estaba trabajando en el manuscrito de El Capital hasta el final y murió, con la pluma en la mano, por decirlo así, después de toda una vida de trabajo intelectual. El hecho de que este capítulo nunca haya terminado se presenta a veces como una tragedia comparable a la pérdida de la comedia de Aristóteles: si sólo Marx hubiera completado esta sección –y seguramente Engels podría haberlo presionado para hacerlo– sabríamos exactamente cuáles eran las opiniones de Marx sobre la clase social y no habría necesidad de debatir el asunto más lejos. Pero cualquier argumento de este tipo es absurdo, en primer lugar, porque representa el concepto marxista de clase social como una categoría a-histórica, como algo que está fijo para todos los tiempos e inmutable de una situación social a otra, y esto difícilmente podría estar más lejos de las opiniones reales de Marx y Engels sobre esta cuestión. Y, en segundo lugar, porque ignora el hecho de que hay muchas otras explicaciones de las consideraciones de Marx y Engels sobre el tema de la clase social en otros lugares (especialmente El manifiesto comunista, pero también El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, La Lucha de clases en Francia y La Guerra Civil en Francia), lo que nos da una idea muy buena de cuáles fueron sus puntos de vista sobre este concepto tan importante.

Porque el Capítulo 52 de El Capital, vol. III, es tan breve –es, de hecho, unas meras 355 palabras de largo, aparte de una nota de pie de página al final de este capítulo que es sin importancia y que por lo tanto voy a dejar fuera aquí– se puede citar este capítulo en su totalidad, como sigue:

Los propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de la tierra, cuyas fuentes respectivas de ingresos so el salarios, la ganancia y la renta del suelo, es decir, los obreros asalariados, los capitalistas y los terratenientes, constituyen los tres grandes clases de la sociedad moderna basada en el modo capitalista de producción.

Indiscutiblemente, es en Inglaterra, donde está más desarrollada, y en su forma más clásica, la sociedad moderna, en su estructuración económica. Sin embargo, esta división en clases no se presenta aquí en toda su pureza. También aquí los grados medios y de transición oscurecen en todas partes (aunque en el campo incomparablemente menos que en las ciudades) las líneas divisorias. Sin embargo, esto es indiferente para nuestro estudio. Ya hemos visto que es tendencia constante y ley de desarrollo del modo capitalista de producción separar cada vez más los medios de producción respecto del trabajo y concentrar los medios de producción dispersos en grupos cada vez mayores, es decir, transformar el trabajo en trabajo asalariado y los medios de producción en capital. Y a esta tendencia corresponde, del otro lado, la separación autónoma de la propiedad inmueble respecto del capital y del trabajo o la transformación de toda propiedad de la tierra en la forma de propiedad inmueble correspondiente al modo capitalista de producción.

La primera cuestión que hay que responder es esta: ¿qué es lo que constituye una clase?  La respuesta resultará automáticamente de la que demos a otra pregunta: ¿qué es lo que convierte a los obreros asalariados, a los capitalistas y a los terratenientes en componentes de las tres grandes clases sociales?

A primera vista, la identidad de sus rentas y fuentes de éstas. Son tres grandes grupos sociales cuyos componentes, los individuos que los forman, viven, respectivamente, del salario, la ganancia y la renta del suelo, es decir, de la valorización de su fuerza de trabajo, su capital y su propiedad inmueble.

Sin embargo, desde este punto de vista, los médicos y los funcionarios, por ejemplo, formarían dos clases, pues pertenecen a dos grupos sociales diferentes, en los que las rentas de los miembros de cada uno de estos dos grupos afluyen de la misma fuente. Lo mismo podría decirse de  la infinita dispersión de intereses y posiciones en que la división del trabajo social separa tanto a los obreros como a los capitalistas y terratenientes, a estos últimos, por ejemplo, en propietarios de viñedos, de tierras de labor, de bosques, de minas, de pesquerías, etc. {Aquí se interrumpe el manuscrito}[2].

Aparte del hecho de que es incompleto, ¿qué más podemos decir acerca de este capítulo tan famoso? Lo primero que podemos decir –y esto es muy claro– es que esta no es la formulación final de Marx de sus pensamientos sobre la cuestión de la clase social en un modo de producción capitalista altamente desarrollado, sino simplemente el comienzo. Si nada más, su uso de la expresión “A primera vista…” serviría para aclarar este punto, al igual que su comentario de que incluso en Inglaterra –el país con el modo de producción capitalista más desarrollado del mundo en aquel momento Que Marx estaba escribiendo–, la estratificación de las clases no aparece todavía en su forma pura, sino que intervienen todo tipo de clases medias e intermedias. Por lo tanto, lo que Marx dice aquí es claramente una declaración inicial de sus puntos de vista sobre esta cuestión –algo que es típico de su método– y, como podemos ver, vuelve inmediatamente a retraer el punto de que los trabajadores asalariados, los capitalistas y los terratenientes son las tres grandes clases de la sociedad moderna basada en el modo de producción capitalista. La supuesta identidad de las clases con las fuentes de sus ingresos –que a primera vista parece tan convincente– no puede ser la base sobre la cual las tres grandes clases sociales están demarcadas en la sociedad capitalista, piensa Marx, ya que si realmente fuera así esto significaría que tendríamos también que identificar numerosas otras clases sociales sobre la base de sus ingresos también –clases dentro de las clases por así decirlo, e incluso dentro de la clase(s) trabajadora(s), también– y claramente esto no es lo que Marx pretende que hagamos.

De hecho, como se sabe, la idea de que sólo hay tres clases principales en la sociedad moderna fue defendida por Ricardo en el prefacio a sus Principios de Economía Política y Tributación (1817) y Ricardo mismo tomó esta idea del economista francés François Quesnay, como Marx explica a un corresponsal suyo, Maxim Kovalevsky, en una carta fechada en abril de 1879:

La idea principal del prefacio de Ricardo a su famosa creación, en la que examina las tres clases del Estado (terratenientes, capitalistas y obreros; estos últimos labrando el suelo por su trabajo), habría visto que la primera invención de tres clases en la esfera económica y sus relaciones mutuas podrían encontrar un lugar sólo en el sistema de agricultura, donde Quesnay lo expresó. Además, un escritor debe distinguir entre lo que un autor da realmente y lo que da sólo en su propia imaginación. Esto es cierto incluso en los sistemas filosóficos; así, lo que Spinoza consideró la piedra angular de su sistema y lo que realmente constituye la piedra angular son dos cosas completamente diferentes. No es sorprendente, por lo tanto, que algunos de los partidarios de Quesnay… vieran la esencia de todo el sistema en su parafernalia mientras que los fisiócratas ingleses, escribiendo en 1798, fueron los primeros en demostrar –sobre la base de los conceptos de Quesnay y contrario a Adam Smith– la necesidad de abolir la propiedad privada de la tierra[3].

Las fuentes de ingresos por sí solas, aunque necesarias, no son suficientes por sí mismas para identificar las tres grandes clases sociales de la sociedad capitalista. Más allá de esto, sin embargo, no podemos decir qué otros factores pensó Marx que podrían ser necesarios para distinguir entre estas clases sociales o entre la clase(s) dominantes de la sociedad capitalista y todas las otras clases que eran subordinado a ellas.  Basándonos sólo en este fragmento, apenas podemos adivinar lo que Marx pudo haber dicho.

II – Marx sobre la clase social en El manifiesto comunista y en El Capital, vol. I

Afortunadamente para nosotros, sin embargo, como digo, no necesitamos adivinar lo que Marx podría haber querido decir porque tenemos otras fuentes a nuestra disposición, e incluso otras referencias a la clase social en El Capital mismo. Por lo tanto, es posible llenar las “lagunas” de la escritura de Marx aquí y, de hecho, decir lo que él podría haber dicho después de haber completado este capítulo. Antes de hacerlo, lo primero que debemos decir sobre el concepto general de clase social de Marx es que éste es, en efecto, muy complejo. Simplemente no se hará por lo tanto intentar decir de una manera directa que este concepto es dado, pues el concepto en sí no es simple o directo. Marx afirmó varias veces que había dos, tres, cinco y siete clases (pero no hasta donde yo sé cuatro o seis clases) y por lo tanto lo que tenemos que hacer es llegar a un concepto marxista de clase social que pueda acomodar todas estas diferentes reivindicaciones. La explicación habitual de esta aparente anomalía en la escritura de Marx (y es realmente sorprendente cuán a menudo se dice esto) es que Marx está “contradiciéndose” a sí mismo. Pero esto es muy poco probable, ya que Marx era demasiado inteligente para que este fuera el caso, uno de los más grandes intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX, es extremadamente improbable que Marx no pudiera ver a través de esta “contradicción” en su propia obra tan fácilmente como sus críticos pudieron. Por el contrario, está bastante claro que lo que Marx estaba haciendo aquí describía una serie de situaciones sociales muy diferentes, cada una con sus propias estructuras de clase muy diferentes. Cuando Marx describe a una sociedad altamente industrializada como Gran Bretaña en la década de 1840 –su ejemplo del modo de producción capitalista–, habla de dos o quizás tres clases principales, dependiendo de la etapa de desarrollo que el modo de producción capitalista supuestamente haya alcanzado. Pero cuando describe las sociedades preindustriales –siendo aquí su caso ejemplar Francia en el período de 1850-70– afirma que hay cinco o incluso siete clases. En otras ocasiones, donde discute ciertos casos de transición a medio camino entre el modelo agrícola/feudal ejemplificado por Francia y el modelo industrial/capitalista ejemplificado por Gran Bretaña, identifica tres o más clases. Que no hay “contradicción” entre estos diferentes puntos de vista debe ser evidente. Todo lo que Marx está haciendo aquí es discutir diferentes situaciones sociales en diferentes etapas de su desarrollo.

En los casos más extremos ­–en los que dice que sólo hay dos clases principales– Marx suele referirse sólo a sociedades altamente industrializadas en las que las clases se oponen hostil e irreconciliablemente. En las sociedades capitalistas, estas circunstancias pueden ser identificadas con las que Marx caracteriza en términos de la creciente “pauperización” de la clase obrera (es decir, la “miseria creciente” o la pobreza abyecta de la clase trabajadora). En estas circunstancias, se dice que la clase capitalista está progresivamente obligada a recortar costos por las presiones de la competencia de otros capitalistas hasta que eventualmente los únicos costos que queda por recortar son los salarios de la clase obrera. Finalmente (El continuo progreso de la competencia capitalista es implacable en el modelo de economía cerrada del modo de producción capitalista) los capitalistas, habiendo reducido todos los demás costos en la medida en que pueden hacerlo, no sólo se ven obligados a reducir los salarios de los trabajadores a un nivel de subsistencia (en cuyo punto los trabajadores todavía pueden reproducirse a sí mismos y sus familias, aunque en un nivel de vida muy pobre), sino reducir los salarios por debajo del nivel de subsistencia, situación en la que la clase obrera no puede reproducirse en absoluto. En este punto, la clase obrera (y los grandes sectores de la clase(s) media que dependen también, total o parcialmente, de los salarios para vivir) se ven obligados a rebelarse contra un sistema de producción que ya no sólo no puede sostenerlos, sino que en realidad no puede ni siquiera sostenerse a sí mismo, ya que ningún sistema de producción puede existir sin trabajadores de alguna clase. Como Marx y Engels dicen sobre este punto en El manifiesto comunista:

Los intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada vez más, a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de los burgueses entre sí y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios son cada vez más fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la máquina coloca al obrero en situación cada vez más precaria[4].

Y continúan:

Pero para poder oprimir a una clase, es preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su existencia de esclavitud. El siervo, en pleno régimen de servidumbre, llegó a miembro de la comuna, lo mismo que el pequeño burgués, llegó a elevarse a la categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza. Es, pues, evidente que la burguesía ya no es capaz de seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz de dominar porque no es capaz de asegurarle a su esclavo la existencia, ni siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarlo decaer hasta el punto de tener que mantenerlo, en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale es decir que la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad[5].

Un punto importante a destacar aquí es que la clase obrera actúa como una clase en oposición a la clase capitalista -la contradicción hostil e irreconciliable a la que se refieren Marx y Engels- no porque la clase obrera esté políticamente comprometida con la filosofía del comunismo o del socialismo, o con cualquier otra forma de ideología anticapitalista para esta materia, sino simplemente porque ya no pueden vivir bajo estas condiciones. No teniendo otra opción, tienen que rebelarse contra un modo de producción que ya no puede sostenerlos o de lo contrario morirán de hambre. No se trata pues de la conciencia de la clase obrera de su posición como clase, sino más bien de la absoluta necesidad de vivir. La sociedad se polariza en dos campos hostiles e irreconciliables: por un lado, la clase capitalista (y todos los que están en la periferia de esta clase) que, aunque temporalmente, todavía tienen acceso a los medios de producción de la vida; por otro lado, la clase obrera (y los de las clases medias cada vez más empujados a las filas de la clase obrera), que no tienen nada que vender sino a sí mismos y que ahora no pueden venderlo. Marx y Engels hacen una serie de referencias en El manifiesto comunista al hecho de que la clase obrera debe organizarse en un movimiento político si quiere llegar a alguna parte en su lucha contra la clase capitalista. Insisten en que “toda lucha de clases es una lucha política”[6] y sostienen que la “organización del proletariado en clase y, por lo tanto, en partido político, vuelve sin cesar a ser socavada por la competencia entre los propios obreros. Pero resurge, y siempre más fuerte, más firme, más potente”[7]. Pero cuando se trata de la lucha de clases propiamente dicha (es decir, cuando se trata de la revolución socialista), Marx y Engels siempre hablan de esto en términos de compulsión: la compulsión de las circunstancias materiales en que la clase obrera, y de hecho la clase capitalista, se encuentran en sí mismas. Así, como Marx y Engels dicen sobre este punto en una famosa referencia al final de la Parte II de El manifiesto comunista:

Si en la lucha contra la burguesía el proletariado, se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime, al mismo tiempo que estas relaciones de producción, las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y, por lo tanto, su propia dominación como clase[8].

Apoyar la idea del concepto de clase social de Marx como lucha de clases (y, por tanto, la idea de que las clases sólo existen realmente durante lo que Marx llama esos períodos “históricos” de transición de un modo de producción a otro) No sólo se encuentra en El manifiesto comunista, sino también en El Capital mismo. Por ejemplo, Marx comenta en el volumen I de El Capital:

Con el número cada vez menor de los magnates capitalistas, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de miseria, de opresión, de esclavitud, de degradación, de explotación; pero también la indignación de la clase obrera, cada vez más numerosa, y educada, unida y organizada por el mecanismo del proceso capitalista de producción[9].

Esta referencia del vol. I y varias otras referencias similares a lo largo de los tres volúmenes de El Capital[10], niegan la sugerencia que a veces se hace todavía[11] de que el concepto de polaridad de clase de Marx sólo debe ser Encontrado en sus obras anteriores o “inmaduras”.

III – Marx sobre Clase Social en Francia

Pero ¿qué hay de los muchos otros escritos de Marx sobre la clase social aparte de El Capital y El manifiesto comunista, qué dice Marx aquí? En otros lugares, pero especialmente en sus escritos sobre la situación política en Francia en el siglo XIX –El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, La Guerra Civil en Francia y La lucha de clases en Francia (incidentalmente el único de los muchos libros de Marx que realmente tiene la palabra “clase” en su título) nos parece presentar un concepto muy diferente de clase en términos de modelo de sociedad compuesto por (i) un lumpenproletariado (es decir, una clase de subclase), (ii) la clase obrera industrial, (iii) campesinado, (iv) la pequeña burguesía (es decir, los preocupados por los negocios), (v) la burguesía propiamente dicha (los capitalistas), (vi) la aristocracia financiera (es decir financistas) y (vii) la aristocracia propiamente dicha (es decir, las clases terratenientes).

Así, en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx identifica “la aristocracia financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeños burgueses, el ejército, el lumpenproletariat […] organizado como Guardia Móvil, las capacidades intelectuales, los curas y la población rural”[12]. Mientras en La lucha de clases en Francia se refiere a la aristocracia financiera como “una fracción” de la burguesía francesa, así como a la “burguesía industrial propiamente dicha”, a la “pequeña burguesía”, a la “clase campesina[13] y a los “portavoces ideológicos de las citadas clases”[14]. Incluso en el famoso e incompleto capítulo 52 del volumen III de El  Capital, como hemos visto, Marx se refiere no sólo a las tres grandes clases de la sociedad moderna –los trabajadores asalariados, los capitalistas y los terratenientes– sino también a ciertos “grados medios y de transición”[15] y otras clases dentro de las clases, mientras que en El manifiesto comunista, Marx y Engels se refieren a la clase media como “pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos”[16] a la aristocracia, e incluso a “ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad”[17], es decir, el lumpenproletariado, sin dejar de aclarar que esperaban que estas “clases intermedias” se absorbieran en la clase obrera o en la clase capitalista[18].

¿Qué implicaciones tiene entonces todo esto para la naturaleza de la clase en la sociedad industrial tardía? Algunos marxistas han afirmado que los modelos de tres, cinco o siete clases son la visión más sofisticada, sutil o compleja de Marx de la clase social, y que el modelo de polarización de clase representa la anterior visión inmadura de Marx sobre esta cuestión. Ya he criticado este argumento sobre la base de que Marx parece reiterar el modelo de dos clases en su obra más madura, El Capital, vol. 1, a pesar de que también nos presenta un modelo de tres clases en el capítulo 52 del vol. III. La solución a este aparente problema no se encuentra en la madurez de Marx o de otra manera, sino en una mirada más atenta a las circunstancias que describe Marx cuando emplea un modelo de tres, cinco o siete clases. En todos estos casos, con la posible excepción del modelo de tres clases en Vol. III, se refiere a la lucha de clases en Francia a mediados del siglo XIX, una situación muy diferente en conjunto a la de la lucha de clases en Inglaterra, Alemania o incluso en América. Y donde Marx se refiere a tres clases en el contexto inglés (por ejemplo, en El manifiesto comunista), parece esperar que la tercera clase se marchite frente al desarrollo de la industria moderna. La pregunta que tenemos que hacernos a nosotros mismos es ¿cuáles fueron las condiciones que existían en Francia a mediados del siglo XIX, que hizo que Marx se refiriera aquí a una multiplicidad de clases cuando en otro lugar se refiere sólo a dos o tres clases sociales? Aquí la respuesta es bastante clara. Para Marx, la república burguesa en Francia, que precedió a la dictadura de Luis Bonaparte, significaba el “despotismo ilimitado de una clase sobre otras”[19], mientras que la aparente autonomía de la propia dictadura de los bonapartistas se debía al hecho de que representaba los intereses de una clase que, según él, no tenía ningún papel histórico: el pequeño campesinado. A menos que los marxistas que prefieren un modelo de múltiples clases al modelo de dos clases se dispongan a decir que las sociedades post-industrializadas modernas también se caracterizan por el despotismo de una clase sobre todas las demás y además que esta clase y este período en nuestra historia no tiene un papel histórico (y yo podría estar preparado para estar de acuerdo con ellos si dicen esto), entonces pienso que deben estar preparados para decir que el modelo de dos o tres clases era el modelo preferido de Marx para sociedades históricamente progresistas, mientras que el modelo de cinco a siete clases se aplica a períodos más estacionarios en la historia.

IV – Marx sobre el concepto de desarrollo a-histórico

Muy influenciado por la filosofía de la historia de Hegel –muy influido, de hecho,  por la filosofía de Hegel en general–, Marx tenía un concepto significativo de “no” o “a-histórico” desarrollo. Hegel define el “despotismo” como “la repetición del mismo ocaso mayestático”[20]. En términos marxistas, este concepto podría expresarse fácilmente como la reproducción del mismo modo de producción altamente desarrollado una y otra vez, pero sin ningún progreso histórico de un modo de producción al siguiente; y de ahí la ausencia de lucha de clases. El concepto de “historia” para Marx (como también para Hegel) no se refería directamente a “todos los sucesos pasados” o incluso “todos los sucesos pasados conocidos” de la manera que entendemos hoy este término, pero Marx y Hegel describen a ambos como periodos “a-históricos” en el pasado cuando afirman que no se llevó a cabo un desarrollo históricamente progresivo. Parafraseando a Hegel, Marx afirmó que:

La sociedad hindú carece por completo de historia, o por lo menos de historia conocida. Lo que llamamos historia de la India no es más que la historia de los sucesivos invasores que fundaron sus imperios sobre la base pasiva de esa sociedad inmutable que no les ofrecía ninguna resistencia[21].

Del mismo modo, El manifiesto comunista comienza con la famosa afirmación de que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”[22], pero esto no quiere decir que Marx y Engels piensen que todas las sociedades son caracterizadas por la lucha de clases o que siempre han sido históricamente progresistas. Más bien, ciertas sociedades, como la India en la opinión de Marx, no tienen ninguna historia en absoluto. Esto se debe a que estas sociedades se caracterizan por la ausencia de lucha de clases y es precisamente por eso que Marx dice que la sociedad francesa en el momento en que escribía era a-histórica o despótica: porque estaba dominada por una multiplicidad de clases, ninguna de las cuales podía hacer cualquier avance entre sí. Al mismo tiempo que Inglaterra se polarizaba cada vez más entre los intereses de dos clases hostiles e irreconciliables, como suponía Marx, la sociedad francesa estaba dominada por la supervivencia del campesinado en la era moderna y –caracterizada por una multiplicidad de otras clases– históricamente hablando, no iba a ninguna parte.

Aunque El manifiesto comunista comienza con la afirmación de que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”[23], la idea de que esto significa (a) que todos los períodos históricos se caracterizan por “luchas de clases” y por lo tanto (b) que las clases deben siempre y en todas partes existir es una de las creencias más extendidas, pero, en mi opinión, creencias erróneas sobre el concepto de clase de Marx hoy en día. Dado que Marx y Hegel tenían un significativo concepto de desarrollo a-histórico (es decir, de períodos relativamente estacionarios a lo largo de la historia, en los que las sociedades particulares no estaban progresando históricamente de un modo de producción a otro), esto abre la posibilidad de que, por lo menos para Marx, no todas las sociedades o todos los acontecimientos pasados son caracterizados por clases o por lucha de clases. En mi opinión, el concepto marxista de clase no debe identificarse con todas las posibles “escala[s] gradual[es] de condiciones sociales”[24], sino sólo con ciertas situaciones sociales muy específicas –o mejor aún, fundamentales–; básicamente aquellas en las que el acceso y separación de la propiedad de los medios de producción, y por lo tanto la reproducción de la vida humana, se encuentra en una etapa crítica de su desarrollo. Definido de esta manera, se puede decir que las “clases sociales” en el sentido marxista de este término sólo existen bajo ciertas condiciones muy excepcionales y por lo tanto bastante raras, transitorias y fugaces; condiciones encontradas sólo durante periodos históricamente progresistas (o en otras palabras, revolucionarios) en la historia. La mayor parte del tiempo, sin embargo, la mayoría de las sociedades no se caracterizan por este tipo de conflicto de clases (es decir, por la lucha de clases) y es precisamente por eso que no se están desarrollando históricamente.

La definición más clara de Marx de clase social es aquella en la que él deja muy claro que no todo el mundo siempre y en todas partes tiene una ubicación de clase. Esto ocurre en su discusión sobre el campesinado francés a mediados del siglo XIX. Francia en esta época era despótica, por la cual, como hemos visto, Marx nos hace entender que no se estaba desarrollando históricamente precisamente porque el campesinado francés no constituía una clase social significativa. En El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx comenta:

Así se forma la gran masa de la nación francesa, mediante la simple adición de unidades homónimas, como las patatas de un saco forman un saco de patatas. En la medida en que millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que separan su modo de vida, sus intereses y su cultura de los de otras clases, enfrentándolas antagónicamente a éstas, forman una clase. En la medida que en entre los campesinos parcelarios existe una relación puramente local y la identidad de sus intereses no produce ni comunión, ni unión nacional, ni organización política, no forman una clase[25].

Basados en esta cita podemos decir que una clase social es una clase para Marx sólo cuando se aplican las siguientes condiciones, pero no de otra manera:

Conclusión

Ahora estamos en condiciones de responder a la pregunta de cuál de los conceptos anteriores -el modelo polarizado de dos clases o el modelo de tres clases, o el de cinco o siete clases- es el concepto de clase social de Marx y, por supuesto, la respuesta a esta pregunta (como podríamos haber esperado todo el tiempo) es que ambos y/o los tres modelos de clase son la “verdadera” visión de la clase en Marx. Cuando Marx está describiendo un período históricamente estancado o relativamente estacionario en la historia del desarrollo de un país, emplea un modelo de múltiples clases y cuanto menos histórico es el desarrollo de una sociedad en particular, en ese momento más clases dice que tiene. Sin embargo, cuanto más esta situación se ajusta a un período de desarrollo histórico, más emplea un modelo de dos clases. Entre estos dos extremos utiliza un modelo de clase más o menos finamente graduado para describir los períodos históricamente progresivos de la historia. En otras palabras, Marx no está empleando dos o tres conceptos diferentes de clase aquí en absoluto, sino simplemente un complejo concepto de clase en el que emplea dos o tres modelos diferentes para analizar situaciones de clase completamente diferentes. Este concepto de clase puede expresarse en la siguiente tabla:

El concepto de clase social de Marx

Por último, ¿cuál es la situación en lo que se refiere a la clase social en las sociedades postindustriales de hoy? ¿Estamos viviendo en un período históricamente progresivo de la historia, caracterizado como hemos visto por un modelo de sociedad de dos clases, o en un período de paridad social relativa y la ausencia de cualquier progreso histórico real, caracterizado por una multiplicidad de clases o una ausencia de modelo de clase? Claramente, el modelo a-histórico se ajusta a la situación en la que nos encontramos hoy en día mucho mejor que uno caracterizado por la polaridad de clase. El crecimiento de las llamadas “clases medias” en la sociedad postindustrial, en lugar de su esperada desaparición, la supervivencia de la aristocracia –y especialmente de la familia real británica– en el siglo XXI, todo tipo de otras fracciones y estratos intermedios, incluyendo toda clase de divisiones étnicas en la sociedad, indica la ausencia de cualquier período históricamente progresivo en el desarrollo del modo de producción capitalista y, por tanto, la ausencia de todo lo que razonablemente podría ser llamado lucha de clases.

Referencias

Desai, M. (2002). Marx’s Revenge: The Resurgence of Capitalism and the Death of Statist Socialism. London & New York: Verso Press.
Hall, S. (1977). “The ‘political’ and the ‘economic’ in Marx’s theory of class” en: Hunt, A. (Ed). Class and Class Structure. London: Lawrence & Wishart.
Hegel, G. W. F. (1994). Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Barcelona: Ediciones Altaya.
Marx, K. (1979). La lucha de clases en Francia. Moscú: Editorial Progreso.
____________. (2009). El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Madrid: Alianza Editorial.
____________. (2014). El Capital. Crítica de la economía política (Obra completa en ocho tomos). Madrid: Ediciones Akal.
Marx, K. & Engels, F. (1971). The Communist Manifesto. London: Penguin.
____________. (1981). Acerca del colonialismo. Moscú: Editorial Progreso.
____________. (1991). Marx and Engels Collected Works. Vol. 45. Moscow: Progress Press.
____________. (2007). El manifiesto comunista. México: Fondo de Cultura Económica.

[1] Este texto corresponde al apéndice del libro A Guide to Marx’s Capital Vols I–III, escrito por el profesor Kenneth Smith a quien agradecemos el permiso para la publicación de esta traducción. El libro fue publicado por Anthem Press en el año 2012. (N. del T.)
[2] Marx, K.  El Capital. Crítica de la economía política (Obra completa en ocho tomos). Madrid: Ediciones Akal, 2014, Libro III, Tomo III, pp. 357-358.
[3] Marx, K. & Engels, F. Marx and Engels Collected Works. Vol. 45. Moscow: Progress Press, 1991, p. 452.
[4] Marx, K. & Engels, F. El manifiesto comunista. México: Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 164.
[5] Ibíd., p. 167.
[6] Ibíd., p. 165.
[7] Ibíd.
[8] Ibíd., p. 176.
[9] Marx, K. El Capital. Crítica de la economía política, op. cit., Libro I, Tomo III, p. 258.
[10] Cfr. Hall, S. “The ‘political’ and the ‘economic’ in Marx’s theory of class” en: Hunt, A. (Ed). Class and Class Structure. London: Lawrence & Wishart, 1977, pp. 29-30.
[11] Cfr. Desai, M. Marx’s Revenge: The Resurgence of Capitalism and the Death of Statist Socialism. London & New York: Verso Press, 2002, p. 81.
[12] Marx, K. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Madrid: Alianza Editorial, 2009, p. 44.
[13] Marx, K. La lucha de clases en Francia. Moscú: Editorial Progreso, 1979, p. 29.
[14] Ibíd., p. 30.
[15] Marx, K. El Capital. Crítica de la economía política, op. cit., Libro III, Tomo III, p. 357.
[16] Marx, K. & Engels, F.  El manifiesto comunista, op. cit., p. 163.
[17] Ibíd., p. 166. En la edición que utiliza el autor, esta cita tiene algunas variaciones, por ello la anexamos a continuación para que el lector pueda contrastar: “«dangerous class», the social scum, that passively rotting mass thrown off by the lowest layers of old society”, Marx, K. & Engels, F. The Communist Manifesto. London: Penguin, 1971, p. 92.
[18] Cfr. Marx, K. & Engels, F. El manifiesto comunista, op. cit.
[19] Marx, K. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, op. cit., p. 45.
[20] Hegel, G. W. F. Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Barcelona: Ediciones Altaya, 1994, p. 203.
[21] Marx, K. & Engels, F. Acerca del colonialismo. Moscú: Editorial Progreso 1981, pp. 47-48.
[22] Marx, K. & Engels, F. El manifiesto comunista, op. cit., p. 155.
[23] Ibíd., p. 155.
[24] Ibíd., p. 156.
[25] Marx, K. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, op. cit., p. 161.

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