Autor: MARGARITA
LABARCA G
Ya sé que
esto es muy conflictivo, pero yo siempre digo lo que pienso, van a ver que
tengo razón.
Vamos
analizando esto de la Asamblea Constituyente. Le pusieron Convención
constituyente, pero se llama Asamblea, aquí y en la quebrá del ají y así la
llaman todos los juristas del mundo también.
Lo primero
no es lo que se va a poner en el fondo de la Constitución, aunque eso es muy
importante. Pero primero es ver cómo se va a hacer. En ese desafortunado -por
no decir otra cosa porque yo siempre uso palabras muy decentes- repito, en el
desafortunado Acuerdo por la Paz y una nueva Constitución firmado el 15 de
noviembre en el, Congreso, se explica cómo se debería hacer. (En Chile no
existe un régimen parlamentario, es súper presidencialista, así que no digan
parlamento, sino Congreso, Congresistas, o diputados, senadores).
Bueno, pues
en ese acuerdo hay dos alternativas para realizar la “Convención”: Una llamada
mixta, formada por un 50% de congresistas y 50 % por delegados elegidos por el
pueblo. La otra es una Convención formada por puros delegados elegidos
directamente por el pueblo. Hasta aquí no se ve mucha dificultad, porque nadie
o casi nadie votará que sean 50 y 50, pues los actuales congresistas no dan
ninguna confianza Sí, pero ojo, la dificultad comienza porque en el Acuerdo se
fijan las normas de funcionamiento de la Convención, o sea que la cancha ya
esta rayada, y de mala manera. Y si elijes la Convención del pueblo, no le
puedes cambiar esas normas de funcionamiento. Porque en el punto 5 del tal
acuerdo, se dice que la Convención “Adicionalmente no podrá alterar los quórum
ni procedimientos para su funcionamiento y adopción de acuerdos”.
Ahí está el
truco, compañeros. Por ejemplo para elegir a los delgados se establece en el
punto 4 que “La elección de los miembros de ambas instancias se realizará en el
mes de octubre de 2020 conjuntamente con las elecciones regionales y
municipales bajo sufragio universal con el mismo sistema electoral que rige en
las elecciones de Diputados en la proporción correspondiente”. Entonces, para
elegir a un delegado independiente habrá que reunir montones de firmas, no sé
cuántas, pero creo que son diez mil. Con este sistemita todos los delegados a
la asamblea serán militantes de partidos políticos, justamente lo que el pueblo
no quiere, por la razón que sea, pero no quiere que sea gente de partidos. Que
un candidato independiente puede ir en una lista de partido político, creo que
sí. Pero entonces ¿de independiente qué le queda? Esto no es más que una sucia
trampa.
Pero lo que
más ha chocado a todo el mundo es que los acuerdos sólo se puedan tomar por dos
tercios de los constituyentes. Si consideramos cien delegados, por ejemplo, el
acuerdo se debe adoptar por 66 de ellos. Algunos compañeros han propuesto que
sean tres quintos. ¿Y esto para qué sirve? En cien delegados, tres quintos son
60 personas. ¡Tremenda diferencia! La derecha siempre va a tener un tercio o
dos quintos de los delegados a fin de paralizar todos los acuerdos, porque
estos cuorum son iguales que los de la constitución de Pinochet. ¿Que sí, que
seguro vamos a tener dos tercios o tres quintos? No, por favor, no seamos
ingenuos.
Hay quienes
dicen que esta nueva constitución se va a hacer partiendo de una “hoja en
blanco” y que por lo tanto se pueden poner puras cosas generales y dejar los
detalles importantes para las leyes. Se pondrían cosas a las que nadie se puede
oponer, como por ejemplo “Chile es una República democrática”. O “Todas las
personas son iguales ante la ley” De acuerdo, aunque no se aplique.
Y así, dicen
estos compañeros, hacemos una nueva Constitución muy general y queda derogada
la de Pinochet. Pero no es así, ¿o ustedes creen que la derecha es tonta?
Quizás sean tontos, pero tontos astutos, que son los peores. Ya ha dicho:
Andrés Allamand : “Si no se alcanzan los dos tercios para ninguna de las
normas, fracasa la convención, con lo cual no habría plebiscito de ratificación
y entonces tampoco habría nueva Constitución, y por lo tanto, seguiría rigiendo
la Constitución vigente”. Es que no nos enfrentamos a un adversario de buena
fe, digo yo.
Conclusión:
no hay que ir a votar al plebiscito que se hará en abril, sino que realizar
cabildos en todas partes y consultas comunales como se está haciendo y
finalmente organizar una Asamblea Constituyente verdadera, en que el que la
haga sea el pueblo. Para eso, el pueblo se puede autoconvocar sin pedirle
permiso a nadie, porque el pueblo es el constituyente originario, el primero y
el único.
Quizás hace
algunos años eso no era posible porque no había tanta conciencia como para
autoconvocarse en forma masiva. Pero ahora hemos visto que el país entero se ha
movilizado y ha decidido convocar espontánemente a una Asamblea Constituyente
cuyas normas de funcionamiento fijará la misma Asamblea. Para estos efectos ya
se están realizando cabildos en todo el país, y de allí saldrán los delegados
y, si son demasiados, ellos mismos realizaran Asambleas locales para ir
eligiendo a delegados en menor número.
MARGARITA
LABARCA G.
Diciembre,
2019
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