viernes, 27 de diciembre de 2019

REBELIÓN EN CHILE: UN PARTIDO REVOLUCIONARIO PARA CONQUISTAR NUESTRO FUTURO



por Felix Melita

Chile se ha situado en la retina del mundo. Se trata de un pueblo y un país que ha desgarrado el velo de lo que se mostraba aparentemente como el jaguar de Latinoamérica, o el país “modelo” de la derecha latinoamericana -así como una serie de fantasías que la historia se encargó de ubicar en la lista de sinónimos a la mentira-, a pasar a ser el abanderado de lo que se ha llamado la “primavera latinoamericana”.

Sin embargo, lejos de querer desarrollar un extenso y exhaustivo recorrido de lo que han sido los más de 50 días de rebelión popular, que la persona que se encuentre leyendo este artículo ya debe manejar y leído en distintas instancias, queremos destacar que dentro de los últimos días hemos visto una serie de renuncias y fugas masivas al Frente Amplio, a la que se suma la reciente salida del Partido Humanista -partido de figuras como Pamela Jiles, Raúl Florcita Alarcón, Mario Aguilar- del conglomerado, tras la firma del Frente Amplio al pacto de paz con la derecha, así como la aprobación de los mismos de la ley anti-protestas.

Esta situación presenta varias interrogantes para todas las personas que hoy se encuentran en lucha en el país del fin del mundo: ¿Cómo seguir desplegando la lucha tras más de 50 días de movilización? ¿Es necesario organizarse cuando hay organizaciones de izquierda que terminan votando medidas de derecha? ¿Basta con la fuerza que contamos actualmente en las calles para derrotar al Gobierno? Estas son algunas de las interrogantes que buscamos responder en este artículo.

Nuestros sueños no caben en las estrechas paredes del Congreso

Para muchos la emergencia del Frente Amplio en el 2017 significó un aliento de esperanza para la transformación social en Chile. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la luz hizo contrastar las expectativas con la realidad. Así, quienes afirmaban levantar las banderas de un horizonte “socialista, feminista y libertario” (tales como Gabriel Boric, Gonzalo Winter, Gael Yeomans, por decir algunos nombres), terminaron siendo el sostén y la pata izquierda del régimen de Piñera cuando éste más se encontraba en aprietos.

Pero, y antes de hacer alguna conclusión apresurada a que la crisis del Frente Amplio se debe a razones del último tiempo, debemos afirmar que esta votación -que lejos de ser un mero “error” como lo han señalado las figuras anteriormente mencionadas, ya que un “error” lo comete cualquiera al derramar algo sobre la mesa, al equivocarse de línea en el transporte público o al ponerse calcetines distintos; lo cual es muy distinto a votarle las leyes a la derecha- es parte de una línea política que ha llevado adelante el mismo conglomerado: la que podemos ver cuando decidieron sumarse a la agenda de seguridad al inicio del gobierno de Piñera, por ejemplo, o al rechazar abrir las puertas del Municipio de Valparaíso para fortalecer la lucha de los trabajadores portuarios, en donde el mismísimo Boric llamó a dialogar con el Gobierno, mientras a los trabajadores los golpeaban brutalmente en las calles. O incluso en la serie de desmovilizaciones, como podrán dar fe cientos de estudiantes universitarios, que llevaron adelante para negociar con el gobierno de Bachelet, para conseguir así un puesto para Revolución Democrática en el ministerio de educación.




El Frente Amplio ha demostrado que su manera predilecta de hacer política es utilizar la fuerza de las movilizaciones como un trampolín para entrar al Congreso, a cargos ministeriales o municipales, y utilizar la movilización meramente como una medida de presión para negociar con los gobernantes bajo la idea utópica -pues ya hemos visto los resultados- de que podrán reformar el régimen desde adentro. Medida que ha demostrado contundentes resultados, como el que se sigan manteniendo las AFP, la educación de mercado y las innumerables familias endeudadas, la salud de mercado, y, coronando la situación, con mayores medidas represivas por parte del Gobierno, el cual se mantiene -dicho sea de paso- justamente porque en vez de llamar a movilizarse en una huelga general que incluyera una participación real y activa de los sectores productivos y estratégicos de la economía, prefirieron sentarse al lado de la derecha para negociar la paz. Vaya manera de hacer cambios desde dentro.

Sin embargo, podemos ver diversos ejemplos de este tipo en la serie de corrientes políticas a nivel internacional que el Frente Amplio tiene por ejemplo: Una de ellas es Syriza, organización que al llegar al gobierno lo que hizo fue aprobar una serie de ajustes de la mano de la Unión Europea en contra de miles de familias pobres y trabajadoras, aún con el amplio rechazo de las masas a estas medidas. Otro ejemplo es PODEMOS en el Estado Español, quienes se reuzaron a apoyar las movilizaciones por la independencia de Cataluña, afirmando que “no era el momento”, poniéndose así del lado de la monarquía española.

Es así que la idea de una transformación paulatina “desde dentro” del poder, del Estado, del régimen, en estos casos lo único que ha acarreado es mayores medidas en contra de las grandes mayorías, mayor represión. El ejemplo de Chile es uno de los más esclarecedores, ya que las medidas del Frente Amplio fueron un tanque de oxígeno a Piñera que tambaleaba completamente, y demuestra tajantemente una cosa: que la conquista de nuestros sueños, de nuestras demandas, no podrán venir desde las estrechas paredes del Congreso ni de los edificios de gobierno.

¿Entonces, cómo las conseguimos?

“Transformar el mundo, dijo Marx. Cambiar la vida, dijo Rimbaud. Para nosotros, estos dos lemas se volverán uno solo”

Para muchos formar parte de un partido político podría ser una idea anticuada, o incluso algo fraudulento. Y es algo que se comprende completamente. Y si de algo se ha encargado la exConcertación, la exNueva Mayoría, y recientemente el Frente Amplio, es de tener un discurso de izquierda, pero con acciones de derecha. La exConcertación se encuentra implicada en casos de corrupción hasta los últimos pelos que les quedan en sus blancas cabezas, la exNueva Mayoría mantuvo el régimen exactamente igual, y el Frente Amplio hoy vota a favor de Piñera en la ley anti-protestas.

Sin embargo, las medidas del Frente Amplio no se quedan allí. Además de haber traicionado una rebelión histórica, también han desilusionado a cientos de personas honestas que veían en el Frente Amplio una posibilidad de cambio o transformación social.

Pero lejos de buscar potenciar una idea fatalista de que “todos los partidos se corrompen” o incluso que “todos los partidos son iguales” -sentimiento que el Frente Amplio ha instalado también producto de su acción-, una de las herramientas históricas que se necesitan hoy en día para el triunfo de la rebelión chilena es justamente un partido de combate, que disponga a movilizar todas sus fuerzas para el triunfo de una revolución en Chile que acabe con todo el Chile de los empresarios, de los ricos, de los políticos corruptos. El Chile de los abusos, la explotación y la opresión.

Si ellos se organizan entre congresistas, ministros, empresarios, latifundistas, banqueros, la iglesia y las Fuerzas Armadas, ¿por qué nosotros no?

Lo que queremos verter en este artículo es que una de las tareas que se encuentran planteadas es la de una organización enorme que permita catapultar la gran valentía que han demostrado las y los jóvenes en la primera línea, y unificarla con la fuerza titánica de la clase obrera, en un plan de lucha y movilización ascendente, de la mano de un paro nacional, que tenga como perspectiva una huelga general absoluta para derribar todos los pilares del régimen actual, y de sus herencias pinochetistas.

Si las y los jóvenes que hoy se encuentran enfrentando día a día la represión policial, se pudiesen unificar con la clase trabajadora, y que ésta paralice todos sus espacios de trabajo, el Chile de los poderosos se derrumbaría. Sin embargo, una organización de ese tipo no podría surgir de la noche a la mañana. Los límites de depositar nuestra confianza en la idea de la espontaneidad se expresan en que justamente una revolución triunfante no puede ser improvisada.

En este sentido, León Trotsky, afirmaba que: “Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor.”.

Siguiendo estas palabras, lo que buscamos plantear no es la idea tradicional de un partido que busca controlar cual títeres a las personas que se organizan allí, sino que una organización que tenga como perspectiva el triunfo de una revolución socialista en nuestro país -y el mundo-, pero para eso, es necesaria la más amplia actividad y participación de cada uno y una de sus integrantes. Es decir, la idea de un partido que esté enraizado desde los lugares de trabajo, estudio, poblaciones, para buscar unificar las fuerzas para transformar la vida y la realidad a través de nuestra propia lucha, y no mediante negociaciones con quienes nos han mantenido en estas condiciones durante más de 30 años. Después de todo como bien puntualiza Trotsky “lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor”.

Pero pongamos un ejemplo: Si el 12 de noviembre -fecha reconocida como la más masiva y radical que ha tenido la rebelión chilena- miles de trabajadores, estudiantes, mujeres y pobladores, organizadas en sus lugares de trabajo, en sus asambleas, hubiesen votado y decidido no acatar ningún llamado a la normalidad, ningún llamado a la paz, y movilizarse con más fuerza, y unificarse con los mineros, los portuarios, los forestales -sectores más importantes en términos económicos para el país-, y abrir paso a una huelga general hasta hacer caer el gobierno de Piñera, hoy no sólo sería Chadwick el que diría adiós, sino que Piñera y todos sus secuaces.


Para esto la/el lector ya podrá dar cuenta de que sería necesario ningún tipo de vínculo con los ricos, los poderosos y quienes gobiernan hoy en día. Y efectivamente, no se puede negociar con aquellos que mantienen las cosas como están hoy en día, con más de 300 lesiones oculares, una veintena de personas fallecidas, torturados, etc. Después de todo cuando de una revolución se trata, es decir, de imponer un nuevo orden favorable a las amplias mayorías de la sociedad, no se puede negociar con aquellos que viven a costa de miles con el negocio de las AFP, la salud, la educación, el agua, la explotación en los trabajos, etc.

De lo que se trata es transformar la realidad y la vida para abrir paso a un nuevo orden social favorable a las amplias mayorías de la sociedad. Habrá quienes alegarán que estas palabras son añejas, anticuadas, utópicas. Pero si algo ha demostrado el pueblo chileno en lucha es que ha corrido la frontera de lo que era imposible y de lo que ayer era utópico. Hoy el pueblo se encuentra hermanado en las calles, solidarizando con gente que no conoce ni sus rostros ni sus nombres.

Hoy un ejemplo de esta unidad en la acción son los Comité de Emergencia y Resguardo que se han levantado en diversos puntos de Antofagasta, en donde desde la misma auto-organización de estos sectores han surgido diversas comisiones como de auxilios, de derechos humanos, así como de coordinación para diversas manifestaciones, movilizaciones y luchas para nutrir de fuerza a la propia movilización. Un verdadero ejemplo de que a través de nuestra propia fuerza y organización se puede avanzar. Consideramos que es esta organización la que debe multiplicarse porque justamente puede sentar las bases para transformarse en verdaderos organismos de unificación, coordinación y lucha para una verdadera emancipación de las amplias mayorías por su propia acción. Son estos organismos los que cumplen un papel decisivo para el triunfo del pueblo en alza.

¿Es imposible levantar un partido revolucionario, de combate, de la clase trabajadora para un nuevo mundo? Hoy los hechos hablan por sí mismos. Pero a aquellos y aquellas que aún no se atreven a cruzar la frontera de lo imposible Lenin les podría responder: “Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.”

Tomar partido hoy en día es buscar tomar el curso de nuestras vidas y el de las generaciones futuras en nuestras manos, para que a través de nuestra unificación, coordinación y lucha podamos acabar con el viejo orden de los empresarios, los ricos y los poderosos, para abrir paso a un nuevo orden que nos abra de par en par las puertas de la libertad más amplia y absoluta. A decir de Trotsky: “ La revolución arrancará para cada individuo el derecho no sólo al pan, sino a la poesía.”

Es esta la invitación que les hacemos a cada una de las y los luchadores infranqueables que se encuentran en la primera línea enfrentando la represión de Carabineros, a aquellos ex militantes críticos del resultado del Frente Amplio, a cada una de las y los trabajadores que se han movilizado en estos más de 50 días, a todos aquellos quienes se abran a la idea de la transformación radical de la realidad para cambiarlo todo, y de un horizonte socialista, levantando corrientes militantes en los sindicatos, en las universidades, en las escuelas y liceos, siendo parte de cada huelga y lucha para unificarnos con las y los trabajadores que hacen girar al mundo sobre su eje con sus manos, enfrentando la represión de Carabineros, así como luchando por la perspectiva de una huelga general que acabe con el Chile de los 30 años, y abrir una asamblea constituyente verdaderamente libre y soberana sobre las ruinas del régimen de Piñera. Es esta la invitación que hacemos quienes componemos el Partido de Trabajadores Revolucionarios.

(Tomado de Izquierda Diario)

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