por Felix
Melita
Chile se ha
situado en la retina del mundo. Se trata de un pueblo y un país que ha
desgarrado el velo de lo que se mostraba aparentemente como el jaguar de
Latinoamérica, o el país “modelo” de la derecha latinoamericana -así como una
serie de fantasías que la historia se encargó de ubicar en la lista de
sinónimos a la mentira-, a pasar a ser el abanderado de lo que se ha llamado la
“primavera latinoamericana”.
Sin embargo,
lejos de querer desarrollar un extenso y exhaustivo recorrido de lo que han
sido los más de 50 días de rebelión popular, que la persona que se encuentre
leyendo este artículo ya debe manejar y leído en distintas instancias, queremos
destacar que dentro de los últimos días hemos visto una serie de renuncias y
fugas masivas al Frente Amplio, a la que se suma la reciente salida del Partido
Humanista -partido de figuras como Pamela Jiles, Raúl Florcita Alarcón, Mario
Aguilar- del conglomerado, tras la firma del Frente Amplio al pacto de paz con la
derecha, así como la aprobación de los mismos de la ley anti-protestas.
Esta
situación presenta varias interrogantes para todas las personas que hoy se
encuentran en lucha en el país del fin del mundo: ¿Cómo seguir desplegando la
lucha tras más de 50 días de movilización? ¿Es necesario organizarse cuando hay
organizaciones de izquierda que terminan votando medidas de derecha? ¿Basta con
la fuerza que contamos actualmente en las calles para derrotar al Gobierno?
Estas son algunas de las interrogantes que buscamos responder en este artículo.
Nuestros sueños no caben en las estrechas paredes del Congreso
Para muchos
la emergencia del Frente Amplio en el 2017 significó un aliento de esperanza
para la transformación social en Chile. Sin embargo, con el transcurso del
tiempo, la luz hizo contrastar las expectativas con la realidad. Así, quienes
afirmaban levantar las banderas de un horizonte “socialista, feminista y
libertario” (tales como Gabriel Boric, Gonzalo Winter, Gael Yeomans, por decir
algunos nombres), terminaron siendo el sostén y la pata izquierda del régimen
de Piñera cuando éste más se encontraba en aprietos.
Pero, y
antes de hacer alguna conclusión apresurada a que la crisis del Frente Amplio
se debe a razones del último tiempo, debemos afirmar que esta votación -que
lejos de ser un mero “error” como lo han señalado las figuras anteriormente
mencionadas, ya que un “error” lo comete cualquiera al derramar algo sobre la
mesa, al equivocarse de línea en el transporte público o al ponerse calcetines
distintos; lo cual es muy distinto a votarle las leyes a la derecha- es parte
de una línea política que ha llevado adelante el mismo conglomerado: la que
podemos ver cuando decidieron sumarse a la agenda de seguridad al inicio del
gobierno de Piñera, por ejemplo, o al rechazar abrir las puertas del Municipio
de Valparaíso para fortalecer la lucha de los trabajadores portuarios, en donde
el mismísimo Boric llamó a dialogar con el Gobierno, mientras a los
trabajadores los golpeaban brutalmente en las calles. O incluso en la serie de
desmovilizaciones, como podrán dar fe cientos de estudiantes universitarios,
que llevaron adelante para negociar con el gobierno de Bachelet, para conseguir
así un puesto para Revolución Democrática en el ministerio de educación.
El Frente
Amplio ha demostrado que su manera predilecta de hacer política es utilizar la
fuerza de las movilizaciones como un trampolín para entrar al Congreso, a
cargos ministeriales o municipales, y utilizar la movilización meramente como
una medida de presión para negociar con los gobernantes bajo la idea utópica
-pues ya hemos visto los resultados- de que podrán reformar el régimen desde
adentro. Medida que ha demostrado contundentes resultados, como el que se sigan
manteniendo las AFP, la educación de mercado y las innumerables familias
endeudadas, la salud de mercado, y, coronando la situación, con mayores medidas
represivas por parte del Gobierno, el cual se mantiene -dicho sea de paso-
justamente porque en vez de llamar a movilizarse en una huelga general que
incluyera una participación real y activa de los sectores productivos y
estratégicos de la economía, prefirieron sentarse al lado de la derecha para
negociar la paz. Vaya manera de hacer cambios desde dentro.
Sin embargo,
podemos ver diversos ejemplos de este tipo en la serie de corrientes políticas
a nivel internacional que el Frente Amplio tiene por ejemplo: Una de ellas es
Syriza, organización que al llegar al gobierno lo que hizo fue aprobar una
serie de ajustes de la mano de la Unión Europea en contra de miles de familias
pobres y trabajadoras, aún con el amplio rechazo de las masas a estas medidas.
Otro ejemplo es PODEMOS en el Estado Español, quienes se reuzaron a apoyar las
movilizaciones por la independencia de Cataluña, afirmando que “no era el
momento”, poniéndose así del lado de la monarquía española.
Es así que
la idea de una transformación paulatina “desde dentro” del poder, del Estado,
del régimen, en estos casos lo único que ha acarreado es mayores medidas en
contra de las grandes mayorías, mayor represión. El ejemplo de Chile es uno de
los más esclarecedores, ya que las medidas del Frente Amplio fueron un tanque
de oxígeno a Piñera que tambaleaba completamente, y demuestra tajantemente una
cosa: que la conquista de nuestros sueños, de nuestras demandas, no podrán
venir desde las estrechas paredes del Congreso ni de los edificios de gobierno.
¿Entonces,
cómo las conseguimos?
“Transformar el mundo, dijo Marx. Cambiar la vida, dijo Rimbaud. Para
nosotros, estos dos lemas se volverán uno solo”
Para muchos
formar parte de un partido político podría ser una idea anticuada, o incluso
algo fraudulento. Y es algo que se comprende completamente. Y si de algo se ha
encargado la exConcertación, la exNueva Mayoría, y recientemente el Frente
Amplio, es de tener un discurso de izquierda, pero con acciones de derecha. La
exConcertación se encuentra implicada en casos de corrupción hasta los últimos
pelos que les quedan en sus blancas cabezas, la exNueva Mayoría mantuvo el
régimen exactamente igual, y el Frente Amplio hoy vota a favor de Piñera en la
ley anti-protestas.
Sin embargo,
las medidas del Frente Amplio no se quedan allí. Además de haber traicionado
una rebelión histórica, también han desilusionado a cientos de personas
honestas que veían en el Frente Amplio una posibilidad de cambio o
transformación social.
Pero lejos
de buscar potenciar una idea fatalista de que “todos los partidos se corrompen”
o incluso que “todos los partidos son iguales” -sentimiento que el Frente
Amplio ha instalado también producto de su acción-, una de las herramientas
históricas que se necesitan hoy en día para el triunfo de la rebelión chilena
es justamente un partido de combate, que disponga a movilizar todas sus fuerzas
para el triunfo de una revolución en Chile que acabe con todo el Chile de los
empresarios, de los ricos, de los políticos corruptos. El Chile de los abusos,
la explotación y la opresión.
Si ellos se
organizan entre congresistas, ministros, empresarios, latifundistas, banqueros,
la iglesia y las Fuerzas Armadas, ¿por qué nosotros no?
Lo que
queremos verter en este artículo es que una de las tareas que se encuentran
planteadas es la de una organización enorme que permita catapultar la gran
valentía que han demostrado las y los jóvenes en la primera línea, y unificarla
con la fuerza titánica de la clase obrera, en un plan de lucha y movilización
ascendente, de la mano de un paro nacional, que tenga como perspectiva una
huelga general absoluta para derribar todos los pilares del régimen actual, y
de sus herencias pinochetistas.
Si las y los
jóvenes que hoy se encuentran enfrentando día a día la represión policial, se
pudiesen unificar con la clase trabajadora, y que ésta paralice todos sus
espacios de trabajo, el Chile de los poderosos se derrumbaría. Sin embargo, una
organización de ese tipo no podría surgir de la noche a la mañana. Los límites
de depositar nuestra confianza en la idea de la espontaneidad se expresan en
que justamente una revolución triunfante no puede ser improvisada.
En este
sentido, León Trotsky, afirmaba que: “Sin una organización dirigente,
la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en
una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera
ni el pistón, sino el vapor.”.
Siguiendo
estas palabras, lo que buscamos plantear no es la idea tradicional de un
partido que busca controlar cual títeres a las personas que se organizan allí,
sino que una organización que tenga como perspectiva el triunfo de una
revolución socialista en nuestro país -y el mundo-, pero para eso, es necesaria
la más amplia actividad y participación de cada uno y una de sus integrantes.
Es decir, la idea de un partido que esté enraizado desde los lugares de
trabajo, estudio, poblaciones, para buscar unificar las fuerzas para
transformar la vida y la realidad a través de nuestra propia lucha, y no
mediante negociaciones con quienes nos han mantenido en estas condiciones
durante más de 30 años. Después de todo como bien puntualiza Trotsky “lo
que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor”.
Pero
pongamos un ejemplo: Si el 12 de noviembre -fecha reconocida como la más masiva
y radical que ha tenido la rebelión chilena- miles de trabajadores,
estudiantes, mujeres y pobladores, organizadas en sus lugares de trabajo, en
sus asambleas, hubiesen votado y decidido no acatar ningún llamado a la
normalidad, ningún llamado a la paz, y movilizarse con más fuerza, y unificarse
con los mineros, los portuarios, los forestales -sectores más importantes en
términos económicos para el país-, y abrir paso a una huelga general hasta
hacer caer el gobierno de Piñera, hoy no sólo sería Chadwick el que diría
adiós, sino que Piñera y todos sus secuaces.
Para esto
la/el lector ya podrá dar cuenta de que sería necesario ningún tipo de vínculo
con los ricos, los poderosos y quienes gobiernan hoy en día. Y efectivamente,
no se puede negociar con aquellos que mantienen las cosas como están hoy en
día, con más de 300 lesiones oculares, una veintena de personas fallecidas,
torturados, etc. Después de todo cuando de una revolución se trata, es decir,
de imponer un nuevo orden favorable a las amplias mayorías de la
sociedad, no se puede negociar con aquellos que viven a costa de miles con el
negocio de las AFP, la salud, la educación, el agua, la explotación en los
trabajos, etc.
De lo que se
trata es transformar la realidad y la vida para abrir paso a un nuevo orden
social favorable a las amplias mayorías de la sociedad. Habrá quienes alegarán
que estas palabras son añejas, anticuadas, utópicas. Pero si algo ha demostrado
el pueblo chileno en lucha es que ha corrido la frontera de lo que era
imposible y de lo que ayer era utópico. Hoy el pueblo se encuentra hermanado en
las calles, solidarizando con gente que no conoce ni sus rostros ni sus
nombres.
Hoy un
ejemplo de esta unidad en la acción son los Comité de Emergencia y Resguardo
que se han levantado en diversos puntos de Antofagasta, en donde desde la misma
auto-organización de estos sectores han surgido diversas comisiones como de
auxilios, de derechos humanos, así como de coordinación para diversas manifestaciones,
movilizaciones y luchas para nutrir de fuerza a la propia movilización. Un
verdadero ejemplo de que a través de nuestra propia fuerza y organización se
puede avanzar. Consideramos que es esta organización la que debe multiplicarse
porque justamente puede sentar las bases para transformarse en verdaderos
organismos de unificación, coordinación y lucha para una verdadera emancipación
de las amplias mayorías por su propia acción. Son estos organismos los que
cumplen un papel decisivo para el triunfo del pueblo en alza.
¿Es
imposible levantar un partido revolucionario, de combate, de la clase
trabajadora para un nuevo mundo? Hoy los hechos hablan por sí mismos. Pero a
aquellos y aquellas que aún no se atreven a cruzar la frontera de lo imposible
Lenin les podría responder: “Es preciso soñar, pero con la condición de
creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar
nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra
fantasía.”
Tomar
partido hoy en día es buscar tomar el curso de nuestras vidas y el de las
generaciones futuras en nuestras manos, para que a través de nuestra
unificación, coordinación y lucha podamos acabar con el viejo orden de
los empresarios, los ricos y los poderosos, para abrir paso a un nuevo
orden que nos abra de par en par las puertas de la libertad más amplia
y absoluta. A decir de Trotsky: “ La revolución arrancará para cada
individuo el derecho no sólo al pan, sino a la poesía.”
Es esta la
invitación que les hacemos a cada una de las y los luchadores infranqueables
que se encuentran en la primera línea enfrentando la represión de Carabineros,
a aquellos ex militantes críticos del resultado del Frente Amplio, a cada una
de las y los trabajadores que se han movilizado en estos más de 50 días, a
todos aquellos quienes se abran a la idea de la transformación radical de la
realidad para cambiarlo todo, y de un horizonte socialista, levantando
corrientes militantes en los sindicatos, en las universidades, en las escuelas
y liceos, siendo parte de cada huelga y lucha para unificarnos con las y los
trabajadores que hacen girar al mundo sobre su eje con sus manos, enfrentando
la represión de Carabineros, así como luchando por la perspectiva de una huelga
general que acabe con el Chile de los 30 años, y abrir una asamblea
constituyente verdaderamente libre y soberana sobre las ruinas del régimen de
Piñera. Es esta la invitación que hacemos quienes componemos el Partido de
Trabajadores Revolucionarios.
(Tomado de Izquierda
Diario)
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