Análisis
03/12/2019
Un gobierno
de transición, pero no para convocar elecciones libres, sino para hacer que el
neoliberalismo pueda volver por largo tiempo al poder.
Al cumplirse
3 semanas desde que Jeanine Añez se proclamó como presidenta de Bolivia es
bueno analizar hasta qué punto se va a cumplir su propuesta de hacer un
gobierno de transición para garantizar un nuevo proceso electoral limpio,
imparcial y transparente. Todo indica que, más bien, éste va a ser un gobierno
que logre la transición desde el modelo nacionalista populista del “socialismo
indigenista” al retorno del anterior de corte neoliberal que rigió a Bolivia
durante las dos décadas que van de 1985 al 2005.
Lo
que menos hay ahora en Bolivia es imparcialidad
Aún no hay fecha
para las nuevas elecciones generales cuando la constitución establece que éstas
deben darse en 3 meses o menos y cuando la actual asamblea legislativa (y
también el cargo de senadora que Añez tiene) se terminan el 22 de enero.
Cuando Añez
juró a su gabinete todos sus componentes eran blancoides y luego puso a una
chola aymara como ministro de turismo y culturas para darle un barniz
pluralista. Ella es un lunar que usa polleras en medio de personas de trajes
europeizantes. Todo esto pese a que Bolivia es una nación donde el 70% de
sus habitantes son indígenas.
Añez ha
nombrado a Salvador Romero como el nuevo primer vocal de la corte electoral de
Bolivia. Esto, pese a que es un amigo de Carlos Mesa con quien ha aparecido
abrazado en una foto.
De un
plumazo Añez ha cambiado radicalmente la política exterior. Ha roto con la
Alianza Bolivarianas de Nuestra América (ALBA) expulsando del país a cientos de
médicos y profesionales de Cuba y Venezuela, ha reconocido como presidente
venezolano a alguien quien nunca ha controlado ningún pedazo de dicho
territorio y que solamente espera a que EEUU produzca una invasión para llegar
al poder, y ha restablecido relaciones con Israel. También se ha iniciado el
intercambio de embajadores entre Bolivia y EEUU a 11 años que Evo Morales
expulsó al embajador norteamericano en La Paz.
Añez,
además, abiertamente pide que Bolivia se salga de la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR), el primer y único bloque de las 12 repúblicas de dicho
continente. Bolivia tuvo el último cargo de presidente pro tempore de la UNASUR
así como albergó a la última sede de tal organismo.
Ahora
Bolivia se ha alineado totalmente con la política de Donald Trump en la región
y con los intentos del Grupo de Lima de provocar la caída violenta del gobierno
de Caracas.
El brazo
derecho del anterior dictador Bánzer es el nuevo portavoz de Bolivia para el
mundo
Añez ha
designado a Jorge “Tuto” Quiroga como el nuevo portavoz del gobierno boliviano
a la comunidad internacional. Quiroga llegó al poder en Bolivia como el
vicepresidente del general retirado Hugo Bánzer cuando en 1997 él llegó a la
presidencia con apenas el 22% de los votos válidos.
Bánzer había
llegado antes al gobierno el 21 de agosto de 1971 cuando realizó un sangriento
golpe para derrocar al gobierno nacionalista “socialista” castrense de Juan
José Torres y a la Asamblea Popular, un ente de poder paralelo impulsado por la
federación de mineros (FSTMB) y por la Central Obrera Boliviana (COB).
Bánzer
implantó una feroz dictadura que perseguía a los sindicatos y luchadores
sociales, la misma que duró 7 años. Su modelo inspiró a los que luego darían
los golpes militares de derecha dura en Chile, Uruguay, Perú y Argentina.
Tras ser
obligado a salir del poder por grandes protestas sociales, Bánzer creó su
propio partido (la Alianza Democrática Nacional, ADN), en la cual se destacó
Quiroga como su delfín, pupilo y mano derecha.
ADN fue uno
de los promotores de todas las medidas de austeridad neoliberal y de represión
que se dieron entre 1985 y 2005. En agosto 1985 Bánzer apuntaló con todo el
paquete de ajustes que en un solo día congeló los salarios y elevó en unas 30
veces los precios de los productos, así como la ola de cierre de minas y
empresas y los despidos masivos (algo que en Bolivia suele llamarse masacres
blancas).
El ADN llegó
como partido al gobierno como socio de Jaime Paz Zamora quien en 1989 debutó en
la presidencia decretando el estado de emergencia y durante el gobierno de Bánzer
en el 2000 decretó estado de sitio.
El ADN es un
partido que nunca llegó a sacar el 30% o más de los votos. Si en 1997 la
formula Bánzer-Quiroga llegó a palacio fue solamente por haber hecho
componendas en el congreso con otras fuerzas neoliberales. Quiroga, además,
solamente llegó a la presidencia luego que Bánzer entrase en una agonía mortal.
En 2005 Evo
Morales debutó en la presidencia siendo el primero en llegar a tal puesto desde
hacía más de 4 décadas superando la mitad de los votos. El 53.74% de los votos
válidos que entonces obtuvo Morales casi duplicaron a los de la amplia
coalición con la que se presentó el ADN y sus aliados para respaldar la
candidatura de Quiroga.
Luego en las
elecciones del 2014 Quiroga se volvió a presentar pero apenas consiguió el
9.04% de los votos, casi 7 veces menos que el 61.36% que obtuvo Morales.
En las
últimas elecciones generales del 20 de octubre 2019 Quiroga no se atrevió a
postular, pero el mismo Partido Demócrata Cristiano que en el 2014 impulsó la
candidatura de Quiroga esta vez presentó al pastor coreano ultraderechista Chi
Chung, el cual incluso sacó menos votos que los que él obtuvo hace 5 años
atrás.
Las
credenciales de Quiroga son ampliamente cuestionables. Su partido original
(ADN) fue creado para defender el legado de una de las dictaduras más brutales
que tuvo el Cono Sur, que sirvió de ejemplo a Pinochet y a Videla y que
articuló el Plan Cóndor para coordinar, perseguir y asesinar activistas
sindicales e izquierdistas en distintos países.
Quiroga
nunca ganó una sola elección presidencial y solamente llegó a ocupar un año la
presidencia (agosto 2001-2002) reemplazando al moribundo Bánzer, quien, a su
vez, llegó a tal puesto con solo el 22% de los votos.
Desproporcionalidad
Para Añez la
función que tiene ahora el ex presidente Quiroga es la de explicar que “un
puñado de vándalos que no representa ni el 2% de la población han intentado
tomarnos de rehén a los once millones de bolivianos”.
Para ella
los llamados “vándalos” son los seguidores de Evo Morales. Si bien mucha gente
tiene numerosas críticas al presidente que fue obligado por los militares a
dejar su cargo el 10 de noviembre, nadie le puede objetar que es el presidente
que ha mantenido sucesivamente una amplia mayoría absoluta en 3 elecciones
consecutivas. Él ganó en primera vuelta en el 2005 con el 53.74%, en el 2009
con el 64.08% y en el 2014 con el 61.36%. En las presidenciales del 2019
Morales, según cifras oficiales, superó el 47% y 10 puntos porcentuales por
encima de su más inmediato contrincante.
Más bien,
quien nunca ha sacado siquiera el 2% de los votos a nivel nacional es la actual
presidenta. Jeanine Añez solamente ha llegado a ser asambleísta o senadora con
el apoyo de algunos cuantos miles de votantes en su departamento del Beni. En
las elecciones generales del 20 de octubre su partido apenas logró ganar 1 de
las 36 senadurías. Si bien este curul fue en representación del Beni, ni el
cargo titular ni el suplente correspondieron a Añez, quien no fue reelecta para
su actual puesto.
Bolivia les
dijo no
El partido
de Añez (los “demócratas”) fue en alianza con otras fuerzas en la alianza
Bolivia Dijo No. Sin embargo, éste apenas sacó el 4% de los votos emitidos y
consiguió una representación inferior al 3% en la nueva asamblea legislativa.
Añez habla
de fraude, pero la verdad es que si su partido no se hubiese lanzado a competir
solo para lograr un porcentaje tan exiguo y, más bien, hubiese apoyado a Carlos
Mesa, este último habría tenido suficiente caudal electoral como para evitar
que Morales le hubiese ganado en la primera vuelta por más del 10.5% de los
votos.
Si bien la
OEA habla de fraude, este no es un organismo algo neutral, pues se trata de un
instrumento que utiliza la Casa Blanca para promover la caída de cualquier
gobierno contestatario a Washington y para apuntalar a cualquier gobierno que
implemente políticas de ajustes con fuerte represión (como ocurre en Haití,
Ecuador o Chile).
Supongamos
que hubiese habido un fraude (algo que rechaza el Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica de EEUU y otras dos investigaciones hechas
en Norteamérica y Europa), nadie duda que Morales ganó ampliamente en la
primera vuelta. La duda es acerca de la distancia de más de 10 puntos que él le
habría sacado a Mesa y con la cual se haría innecesaria una segunda
vuelta.
Sin embargo,
no hay peor fraude que quien ha terminado en la presidencia no sea nadie de los
9 candidatos que compitieron para tal cargo en las últimas elecciones
generales. Más bien, es una persona que no fue siquiera reelecta y cuyo partido
apenas obtuvo el respaldo de uno de cada veinticinco votantes y un caudal
electoral entre once a doce veces menor que el de Morales, al que ahora se le
imputa de fraudulento, dictador y terrorista.
A pesar que
al frente “Bolivia Dijo No” los bolivianos le dijeron NO, este bloque ha
terminado colándose en el poder y detentando la presidencia.
Dictadura
Añez ha
estructurado una nueva unidad antiterrorista de la policía y viene acusando de
sedición y terrorismo a Evo Morales.
Lo
paradójico es que desde el punto de vista constitucional Morales sigue siendo
el presidente hasta que la asamblea Legislativa no apruebe su carta de
renuncia, cosa que aún no ha hecho.
Además, Añez
ha llegado de manera muy inconstitucional a la presidencia. Tras que Morales el
10 de noviembre presentó su carta de dimisión ella entonces argumentó que le
correspondía reemplazarle a él en dicho cargo. Sin embargo, la constitución
boliviana es clara en afirmar que la sucesión va en este orden: vicepresidente,
presidencia del senado y presidencia de los diputados. Luego de esas 3 plazas
no hay más. La carta magna ni siquiera habla de que el gobierno podría pasar al
primer vicepresidente de la cámara de los senadores o de los diputados, y menos
aún a la segunda vicepresidencia del senado, cargo que entonces ella ostentaba.
Sin que la
asamblea legislativa discutiese la carta de renuncia presidencial, sin quorum y
con al menos un 70% de sus miembros ausentes, Añez decidió colocarse la banda
presidencial.
Ella jamás
ha logrado convocar a una manifestación de apoyo al 2% o al 0.2% de los 11
millones de bolivianos. Cuando en la noche del martes 10 de noviembre salió al
balcón presidencial a dar su primera proclama presidencial apenas había algunas
decenas de oyentes escuchándola en la adyacente plaza Murillo. En cambio, horas
antes, decenas de miles de manifestantes habían caminado 15 o más kilómetros
desde El Alto para demandar que ella fuese nominada presidente por tildarla de
“racista”.
En los
hechos ella ha sido la cubierta femenina de una dictadura militar-policial. La
policía que se amotinó contra Morales y el ejército que en la TV llamó a
Morales a que dejase la presidencia fueron las instituciones que controlaron el
país cuando entre el 10 y 12 de noviembre Bolivia se convirtió en el único país
del mundo sin jefe de Estado ni jefe de Gobierno ni gabinete.
Estas
fuerzas uniformadas con las mismas que inmediatamente después no han dudado en
disparar balas a decenas de bolivianas y bolivianos habiendo producido más de
30 muertos por armas de fuego en las primeras 2 semanas del gobierno de facto.
Dictadura
con represión
Apenas Añez
llegó a palacio ella lanzó decretos que incrementaban el presupuesto militar y
daban inmunidad a cualquier uniformado que disparase balas o matase a civiles.
El nuevo
gobierno de facto llamó a combatir a los “terroristas” y “sediciosos”. Sin
embargo, hasta la fecha nunca ha procesado o encarcelado a los verdaderos
“vándalos” que quemaron tribunales electorales departamentales, casas de
gobernadores, instituciones públicas o la residencia de la hermana del entonces
presidente Evo Morales o del presidente de los diputados (a cuyo hermano
secuestraron y amenazaron de golpearle o matarlo si el tercero en sucesión a la
presidencia no renunciaba a su cargo).
Tampoco han
sido sancionados a todos aquellos que aparecen en videos que han circulado
ampliamente en las redes sociales ultrajando a la alcaldesa indígena de Vinto a
quien le golpearon, le pintaron de rojo y le cortaron sus cabellos, a las
decenas de policías que aparecen insultando a la wiphala (la bandera indígena
que es co-oficial de Bolivia) y recortando ésta de sus respectivos uniformes, a
las decenas de personas que fueron a sacar a la wiphala de edificios públicos e
incluso a quemarla en plena plaza.
Y, por
supuesto, de los uniformados que han disparado balas contra decenas de
manifestante ninguno han sido tocados.
Los
principales apresados son los distintos vocales de la disuelta corte electoral.
A pesar de que hace 6 semanas se habla de fraude aún éste no se ha probado. En
verdad, al castigar y humillar a esos vocales mandándolos tras rejas y
fotografiándolos como reos peligrosos, lo que se hace es buscar amedrentar a
los nuevos vocales a ser designados a que se alineen con el nuevo poder y a que
estén dispuestos a permitir fraudes en beneficio de ellos.
Ultraderechismo
Si es claro
que las fuerzas armadas y policiales son las que socavaron a Morales, la
principal figura civil ha sido Luis Fernando Camacho, el líder del Comité
Cívico pro Santa Cruz quien es parte de una de las familias más ricas de
Bolivia y una de las más afectadas por la nacionalización del gas que hizo
Morales (debido a que sus empresas pasaron a manos públicas).
Camacho,
quien se educó en las “juventudes cruceñistas”, un ente paramilitar con raíces
en el falangismo y en los fascistas ustasha croatas que combatieron junto a
Hitler y sus SS en la segunda guerra mundial, es la persona que apareció en el
balcón presidencial junto a Añez en la noche que ella dio su primera proclama
presidencial.
Para mostrar
quien es quien realmente mandaba, Camacho apareció exhibiendo una biblia
gigantesca (más grande que la de su propia cabeza y también que la que
enarbolaba la flamante nueva presidenta de facto).
Camacho
tiene como agenda busca volver a privatizar el gas y recuperar sus inversiones
familiares, así como traspasar una serie de tierras y recursos naturales a
grandes empresas privadas. Hoy él se ha lanzado a la presidencia y uno de sus
aliados y posible candidato a la vicepresidencia es el líder de los cívicos de
Potosí, Mario Pumari, un hombre que, si bien tiene raíces indígenas y mineras,
expresa a la elite de su departamento interesada en el lucrativo negocio del
litio, un componente esencial para la fabricación de pilas, celulares y
sofisticados instrumentos, el mismo cuyo principal yacimiento en el planeta se
encuentra en los salares de sur región.
Lo que ha
hecho Añez en su natal Beni es una muestra de lo que los diversos derechistas
piensan hacer muy pronto. Ella ha habilitado el 42% de las tierras de este
departamento, uno de los 2 más grandes y verdes de Bolivia, para el
agro-negocio.
Fundamentalismo
La constitución
boliviana, así como la de las demás repúblicas americanas estipula que el
estado debe ser secular y pluralista ante todas las religiones.
Hoy, sin
embargo, Añez ha trastocado ese principio. Ella y su mentor Camacho han dicho
que por fin la Biblia y Dios han vuelto al poder. Una persona cercana a ellos
llegó a declarar que por fin Cristo y no la Pachamama gobernaran Bolivia.
Este tipo de
actitudes es sumamente peligroso y genera precedentes para una guerra
religiosa, una de tal manera que puede terminar dando la vuelta a la tortilla y
acabar haciendo que otras religiones sean acosadas (católicos persiguiendo a
evangélicos o animistas persiguiendo a monoteístas).
Pachamama
significa “madre tierra” y no necesariamente un culto religioso. Es más, el
Papa Francisco busca unir la defensa de la “madre tierra” con los rituales
católicos.
Añez ha
escrito varias veces que para ella los rituales indígenas son satánicos y que
los indios deben dejar las ciudades.
Camacho han
hecho grades concentraciones atacando a sus rivales de satánicos. Este tipo de
improperios es una herencia de la inquisición y de la intolerancia religiosa.
Se supone
que todo discípulo de Jesús debe fomentar el amor al prójimo y la tolerancia a
todas las personas de todas las creencias y razas. Añez, en cambio, fomenta el
odio hacia lo indígena, hacia sus rituales y hacia el carácter secular y
neutral en temas religiosos que todo estado debe preservar.
A Jesús se
le insulta en querer deformar sus enseñanzas para promover el odio, los
asesinatos a balas, el racismo y la discriminación.
Planes
para restaurar el modelo neoliberal
A
estas alturas queda claro que no tenemos un gobierno provisional dedicado a
buscar elecciones limpias y transparentes. En pocos días en el poder se ha
militarizado al país, se imponen persecuciones, se busca alterar la estructura
multirracial y multi-religiosa de la sociedad y se ha trasformado a Bolivia en
un instrumento que ahora EEUU para promocionar una intervención en Venezuela.
Es en este
último país donde los sectores auspiciados por Trump, como los de Juan Guaidó,
ahora quieren sacar ventaja y organizar marchas para propiciar el derrocamiento
violento de Nicolás Maduro.
Apenas ha
caído Morales, Piñera en Chile puede sentir cierto alivio y buscar una nueva
componenda “constituyente” para evitar ser echado, mientras que Trump ahora ya
no solo amenaza a Venezuela, Nicaragua y Cuba de invadirles sino que ahora
viene dando el primer paso para preparar incursiones militares en México al
desinar a las bandas narcos de ese país como “terroristas”.
Con el nuevo
gobierno de facto se prepara la restauración de los gobiernos neoliberales de
1985-2005, en los cuales las organizaciones sociales van a ir siendo relegadas
y subyugadas.
Quien crea
que las elecciones que este nuevo gobierno de facto prepara van a ser algo
imparciales se equivoca. Si bien Añez podrá dejar participar al Movimiento Al
Socialismo (MAS), los dos principales líderes de este partido (Evo Morales y Álvaro
García Linera) están impedidos de volver y sobre Morales el gobierno prepara el
ponerlo inmediatamente bajo cadena perpetua.
Sin sus
principales líderes y con el grueso de la prensa que constantemente les acusa
de haber hecho un fraude, el MAS no tiene muchas chances. Y, encima, algo que
le afecta, es la manera en la cual han terminado cediéndole el poder a quién
ellos acusan de usurpadora.
Inconcebible
Ya se han
cumplido 3 semanas de que Añez inconstitucionalmente ha hecho un gobierno de
facto.
Evo Morales
no quiso movilizar a sus casi 3 millones de electores para defender su voto.
Tampoco durante sus casi 14 años en el poder creó una milicia popular, como la
que en Venezuela ha defendido al chavismo.
Apenas el
comandante en jefe de las FFAA le pidió que dimitiera Morales accedió a su
petición.
Morales ni
siquiera quiso que la presidencia pase a cualquiera de sus 3 camaradas de
partido que le seguían en la línea sucesoria (vicepresidente, presidenta del
senado y presidente de diputados) instándolos a que renuncien, camino por el
cual terminó aprovechándose Añez para colarse entre los
palos.
El MAS no ha
querido impulsar los bloqueos campesinos o los del Alto o preparar una gran
marcha o huelga general.
Tampoco se
ha atrevido a hacer algo tan elemental como es la de aprovecharse de controlar
a más de dos tercios de la asamblea legislativa para no aceptar la carta de
renuncia de Morales, para declarar inconstitucional la proclamación
presidencial de Añez o para pedir que la presidencia pase a la nueva
presidenta del senado.
Mientras que
los gobiernos izquierdistas de Honduras, Paraguay y Brasil cayeron cuando la
mayoría parlamentaria pidió su salida, en este caso ocurre lo inverso. Tenemos
un congreso con inmensa mayoría “socialista” y una presidenta impopular que
nunca ha sido electa por el pueblo. Pese a todo ello el MAS no se atreve a
defender la constitución y a exigir la inmediata salida de alguien que no tiene
mandato popular o constitucional, que promueve el racismo, que tiene las manos
manchadas con la sangre de decenas de civiles baleados, que viola la
constitución al colocar a la wiphala en el mismo rango de una bandera oriental
que no es co-oficial, que rompe con toda la política exterior establecida en
los últimos 14 años, que quiere eliminar el carácter secular de toda república
pluralista y toda constitución tolerante con todos los cultos y que solamente
se dedica a perseguir y apresar a los partidarios del presidente saliente
mientras ampara a los “vándalos” y “terroristas” que han quemado casas,
edificios públicos y el símbolo patrio de la wiphala.
Al parecer
la actual estrategia de Morales sería la de “apaciguar” a sus perseguidores a
fin de convencerles “por las buenas” para que le dejen regresar a Bolivia o les
briden garantías al MASA para que pudiese competir limpiamente en elecciones,
las cuales quisiera ganar.
Este tipo de
políticas tenderá a desmoralizar a muchos luchadores sociales y viene
legitimando a la nueva dictadura.
El PT
brasileño ya antes transitó por ese mismo camino al dejar que a Dilma Rousseff
le sacaran de la presidencia sin apelar a grandes marchas y una huelga general.
Las consecuencias han sido la de apresar a su jefe histórico (Lula da Silva) y
a que el político más a la extrema derecha que haya tenido Brasil (Jair
Bolsonaro) llegue a palacio derrotando al PT.
Si se
consolida el golpe y la nueva dictadura Bolivia va a transitar nuevamente de
regreso al viejo modelo neoliberal y represivo, algo que tanto patrocinó el
banzerismo cuyo ex presidente Quiroga es quien acaba de ser nominado como el
representante de Bolivia para el mundo.
Isaac
Bigio
Hizo
investigación doctoral sobre Bolivia en la London School of Economics.
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