Nueva sociedad
30-12-2019
Grace Blakeley, reconocida analista política
británica, analiza las posibilidades de socializar el sector que nadie se
anima a tocar: el financiero. Propone, en suma, una izquierda que asuma un
desafío a la altura de este tiempo.
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Su nuevo
libro, Stolen [Robado], lleva el subtítulo Cómo salvar al mundo de la
financiarización. Entonces, comencemos con una pregunta simple: ¿por qué la
financiarización es, ante todo, un problema?
La
definición más conocida de financiarización es el crecimiento de los incentivos
financieros, los mercados financieros, los actores financieros y las
instituciones financieras en el funcionamiento de las economías internacionales
y nacionales. Y es un proceso que puede analizarse a través de diferentes
perspectivas.
Yo analizo
esto como una lógica que gobierna la acumulación económica: un régimen de
crecimiento particular. Sostengo que haber trasladado la lógica de las finanzas
–la lógica de la creación de crédito, la banca, la inversión y la
administración del dinero– a otras áreas de la economía ha transformado la
actividad económica, particularmente en el Reino Unido.
Usted habla
del crecimiento guiado por las finanzas. ¿Lo opuesto a eso sería el crecimiento
en la economía real?
Sí, también
se podría considerar el crecimiento del sector financiero como opuesto al
crecimiento de la economía real. Pero mi enfoque es diferente y tiene mucho más
en común con el pensamiento marxista, que considera el crecimiento del
capitalismo financiero como resultado del desarrollo natural del capitalismo.
En el libro
examino la financiarización del hogar, las empresas y el Estado. Y cuando se
mira desde esa perspectiva, los problemas estructurales se vuelven bastante
claros. La financiarización de las empresas conduce al dominio de la ideología
del shareholder value (valor para el accionista) y del gobierno corporativo, y
esto es impuesto por quienes administran el dinero.
Estos
grandes inversores institucionales tienen ahora un papel más importante que
antes en la economía. E imponen esta forma muy particular de organizar las
empresas: los intereses de los accionistas y los acreedores se colocan por
delante de los de los trabajadores. Además, la distribución de fondos a corto
plazo entre los accionistas tiene prioridad sobre la inversión a largo plazo en
capital fijo.
A través de
procesos como adquisiciones y fusiones, las empresas generan un poder
monopólico que agrava el problema de los bajos niveles de inversión. Porque las
extraordinarias ganancias generadas por los monopolios provienen del control y la
reducción de la inversión. Y esto les otorga a estas empresas un enorme poder
tanto en la economía internacional como en la de cada país, ya se trate de
Estados, trabajadores u otras secciones del mercado.
Y a menudo,
toman grandes montos de deuda, lo que las hace relativamente inestables. El
gigantesco aumento de la deuda de las empresas en el Reino Unido y Estados
Unidos es un resultado directo de ese modelo y de la tendencia a pedir
préstamos. No invertir, sino pedir préstamos con el objetivo de impulsar los
precios de las acciones.
¿Y qué pasa
con los hogares?
Analizo esto
mediante la noción de keynesianismo privatizado. Básicamente, se trata del
reemplazo de la deuda pública por deuda privada. El problema que genera el
crecimiento guiado por las finanzas es que la tendencia a la disminución del
crecimiento de los salarios y a la caída de la inversión en este modelo de
crecimiento guiado por las finanzas podría llevar a un déficit de la demanda
agregada.
La forma en
que se estabiliza el sistema es a través del keynesianismo privatizado.
Entonces, en lugar de combatir ese déficit de demanda con gasto público, lo que
hay es una proliferación de la deuda privada. Entonces, es la deuda privada no
asegurada lo que suele reemplazar el crecimiento salarial para permitir que los
consumidores compren mercancías.
Luego
tenemos la financiarización del Estado. ¿A qué se refiere con eso?
Sí, ya no
tenemos un Estado que esté pensando en el endeudamiento público del mismo modo
en que lo hizo durante el apogeo del keynesianismo, que esté pensando en
restringir los mercados financieros mediante controles de crédito y de cambio.
Y ya no tenemos un Estado que esté pensando en una adecuada regulación
financiera.
El creciente
predominio de las finanzas lleva a la financiarización del Estado, en forma de
iniciativas de financiamiento privado. Es el Estado diciéndoles a los
inversores privados: gasten en mi nombre. Finalmente, lo que tenemos es que la
toma de decisiones económicas se aparta cada vez más de la obligación democrática
de rendir cuentas, lo que facilita su captura por parte de las elites
financieras.
En todos
estos niveles diferentes, se puede ver cómo el aumento de la financiarización
conduce a estos grandes y significativos problemas. Ya sea que se esté hablando
de la caída de los salarios o la caída de la inversión u observando la dinámica
que impulsó la crisis financiera.
¿Cómo encaja
la austeridad en su análisis? ¿Y diría usted, comparando el sector financiero
en 2008 con la actualidad, que hay una gran diferencia?
En la forma
en que entiendo este modelo de crecimiento guiado por las finanzas, no se trata
simplemente de un conjunto de regulaciones. En realidad, se basa en un cambio
en el equilibrio de poder entre las diferentes clases. Analizo la larga
historia del capitalismo a través de la lente del equilibrio de poder entre
trabajo y capital.
Desde este
punto de vista, el surgimiento de la socialdemocracia está basado en el
crecimiento del poder de la mano de obra organizada. La decadencia de ese
modelo se basa en la erosión, provocada por el creciente poder del capital
financiero, de muchas de las instituciones que dieron sustento al consenso de
la posguerra.
Y el
surgimiento del crecimiento guiado por las finanzas en la década de 1980 está
relacionado con el desarrollo de los mercados financieros, el aumento de la
movilidad del capital y las dificultades asociadas al mantenimiento de la paz
entre el trabajo y el capital en el nivel del Estado. Todo esto desplazó el
equilibrio de poder desde el trabajo hacia el capital. Y, en particular, hacia
el capital financiero internacional.
Cuando se
habla de austeridad, hay una clase particular que se vuelve dominante dentro
del Estado y dentro de un grupo de otras instituciones. Estas personas
reaccionan frente a la crisis financiera de 2008, causada por el modelo de
crecimiento guiado por las finanzas, haciendo que la gente común cargara con
los costos y rescatando a los bancos. El impacto que eso tiene en la economía
es en gran medida negativo para la gran mayoría de los trabajadores. Mientras
tanto, los que están en la cima quedan a salvo.
A partir de
2008, hemos visto que los bancos centrales bombean dinero mediante la expansión
cuantitativa en la economía solo para mantenerla a flote, en lugar de que los
gobiernos utilicen el dinero en inversión pública. ¿Cuál es su opinión al
respecto?
El problema
tiene que ver, en parte, con la propia expansión cuantitativa, pero más en
profundidad con la falta de demanda que existe en todas estas economías
diferentes. Otra resaca de la financiarización. Tiene que ver con la caída de
los salarios, la caída de los niveles de inversión en capital fijo, el
sobreendeudamiento masivo que implica que una gran parte de las ganancias tenga
que destinarse a pagar deuda. Esto, combinado con la negativa de los gobiernos
a gastar, está creando esta situación crónica de demanda escasa.
Los bancos
centrales están intentando contrarrestarlo básicamente inflando los precios de
los activos. Nunca dicen que es eso lo que están haciendo, pero obviamente es
lo que la expansión cuantitativa ha generado. Esto está exacerbando, sobre
todo, muchos de los problemas que nos han conducido a la actual situación.
Dada la
postura del Banco Central Europeo, es posible que nunca veamos el final de la
expansión cuantitativa. Lo cual tiene grandes implicancias distributivas de las
que nadie está hablando en realidad.
Ahora
supongamos que pudiéramos retroceder el tiempo y volver al consenso de la
posguerra para revivir la socialdemocracia, regular nuevamente los bancos, etc.
¿No sería eso suficiente?
Creo que el
consenso socialdemócrata, particularmente en el Reino Unido, fue un intento de
silenciar las contradicciones y los conflictos entre esas dos clases.
Lo hizo de
manera muy exitosa casi durante todo ese periodo. La razón por la que el
compromiso fue estable durante tanto tiempo fueron las tasas de crecimiento
relativamente altas y la elevada productividad. Seguimos teniendo imperialismo
durante gran parte de esa era, que luego fue seguido por una forma de
globalización que en muchos sentidos reproduce tipos de lógica similares.
Esto
significa que había más para repartir. Cuando hay más para repartir, queda
oculto el juego de suma cero que enfrentamos en momentos de crisis. Todavía hay
un juego de suma cero en curso, y es únicamente entre el Norte y el Sur
globales.
Pero dentro
del Norte global, debido a la lógica del imperialismo y la extracción, es fácil
crear lo suficiente para apaciguar a los trabajadores y al capital con un
modelo en el que el Estado interviene y dice: ustedes se llevarán esto, ustedes
se llevarán esto otro.
¿Es una
ilusión de progreso nacional porque no está inserto en un contexto global?
Exactamente,
sí. Con la crisis de la década de 1970 hay una competencia cada vez mayor con
el resto del mundo y una erosión de las ganancias en el Norte global. El primer
gran cambio ocurre con el primer pico en el precio del petróleo. Y, obviamente,
una enorme inflación significa que habrá patrones diciendo que necesitan
reducir costos y trabajadores diciendo que necesitan aumentos salariales debido
a la inflación. Entonces se ve que el conflicto de clase, que es inherente a
cualquiera de estos sistemas, emerge y sale a la luz.
El intento
de silenciar eso solo funcionará en un contexto de abundancia. En muchos
sentidos, el crecimiento guiado por las finanzas se basó en un intento similar;
con la salvedad de que en lugar de que haya un Estado que media entre el
capital y el trabajo, de lo que se trata es de convertir a más personas en
capitalistas.
El conflicto
inherente que existe dentro del capitalismo, entre el capital y el trabajo,
hace que la democracia social sea muy difícil, particularmente en tiempos de
escasez como los que estamos viviendo.
Quiero
hacerle una segunda pregunta relacionada con el subtítulo de su libro. Si, como
usted describe, la financiarización es un problema tan grande, ¿cómo podemos
salvar al mundo de ella? ¿Cuál debería ser la agenda de los progresistas?
Creo que ese
es probablemente el punto donde mi análisis diverge de algunas de las
perspectivas más socialdemócratas. A menudo escucho que, como progresistas,
estamos ganando la batalla de las ideas. La gente reconoce que es necesario
regular adecuadamente las finanzas.
Está muy
bien hablar sobre la batalla de las ideas, pero también es necesario hablar
sobre la batalla de las calles. Creo que muchos en la izquierda socialdemócrata
hacen lo que Marx criticaba de los otros filósofos alemanes, que priorizaban
las ideas sobre la realidad material.
Eso genera
un conjunto de problemas, porque terminamos enumerando problemas y luego
simplemente proponemos soluciones. Por ejemplo, el problema es la ideología del
valor para el accionista, que lleva al cortoplacismo, a bajos niveles de
inversión y bajos salarios. Entonces ¿qué debemos hacer? Cambiar las leyes en
materia de responsabilidad fiduciaria para los inversores institucionales, de
modo que tengan que priorizar los objetivos ambientales y sociales, además de maximizar
sus rendimientos.
Claro, es
una buena idea, pero ¿quién lo va a hacer? ¿Dónde está la coalición de clase
que puede lograrlo? Hay una razón por la cual el sistema financiero y la
regulación en torno de él funcionan del modo que lo hacen. Porque hay una clase
de personas que poseen todas las cosas y que hacen todas las reglas. Y es muy
importante entender el capitalismo no solo como un sistema económico de
propiedad, sino también como un sistema político.
Entonces,
¿en lugar de la socialdemocracia, usted quiere pasar al socialismo democrático?
¿Y qué ideas concretas implicaría eso?
Sí, ir hacia
el socialismo democrático como alternativa ideológica al neoliberalismo
requiere un cambio en el equilibrio de las fuerzas de clase. Y el surgimiento y
desarrollo de un movimiento que pueda defender e imponer esas ideas.
Podríamos
socializar el sector financiero teniendo un banco público nacional de
inversiones, un sistema de banca pública minorista y una administración de
activos de las personas, que sería una administración de activos de bajo
control y propiedad democráticos, que invierta nuestros ahorros colectivos: por
ejemplo, los activos de un fondo soberano o fondos de pensiones.
Y sumarle
mecanismos para limitar el poder del sector financiero privado: controles de
cambio, controles de crédito y otras formas de regulación macroprudencial.
Junto con medidas para impulsar el poder de los trabajadores: eliminando las
leyes antisindicales, desmercantilizando los medios de subsistencia. En
síntesis, es necesario que creemos una sociedad en la que todo lo que
necesitamos para sobrevivir sea gratis o muy barato al momento de usarlo.
Texto
original en inglés: https://www.ips-journal.eu/regions/global/article/show/we-could-socialise-the-financial-sector-3911/
Traducción:
Carlos Díaz Rocca
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