Escribe: Milcíades Ruiz
Al
iniciar un nuevo año, es bueno hacer un balance de nuestro desempeño
personal, en cuanto a mejorar nuestras condiciones de vida familiar como
consecuencia de nuestro mejoramiento laboral y económico. Esta
reflexión nos debería conducir a plantearnos metas personales factibles
de obtener durante el año en curso. No tener objetivos, es carecer de
rumbo de vida y estaríamos comportándonos como animales, que solo viven
por vivir.
De
nuestras aspiraciones personales también depende la vida de nuestra
descendencia como también, el standard familiar y social. Es de nuestra
responsabilidad planificar nuestro desarrollo familiar y trazar nuestro
proyecto de vida. Tener un plan a cumplir que concentre nuestra
perspectiva diaria es mejor que no tener un plan. Vivir a la deriva, es
vivir sin futuro.
Lo
dicho, también es válido para las personas que han elevado su categoría
humana cultivando ideales políticos para el mejoramiento del grupo
social al que pertenece y con mayor razón para las personas de ideales
supremos que comparten la aspiración de lograr una sociedad con justicia
social. De nada sirve tener los ideales si no hacemos nada por
conseguirlos y esperar que sean otros, los que hagan el trabajo.
No
basta tener consciencia política y renegar de nuestra situación.
Tenemos que hacer algo para no llevar el cargo de consciencia por no
haber hecho nada o, por haberlo hecho mal. Entonces estamos obligados a
hacer un examen de nuestra actuación política, de nuestro desempeño en
la lucha social por el mejoramiento de la sociedad y trazar los planes
políticos proyectando actividades, programas y metas. ¿Qué tanto hemos
avanzado en los objetivos trazados?
En
el año que ha fenecido, ¿la izquierda se ha fortalecido políticamente?
¿Se han encumbrado por su lucha, los movimientos populares? El
mejoramiento político tiene que ver con el fortalecimiento orgánico con
incremento de la militancia como reflejo de una actuación política
crecientemente popular. La gestión de cualquier dirigencia y de las
instituciones políticas, se juzga por los resultados obtenidos.
Si
el rendimiento del trabajo político ha sido óptimo seguramente
festejarán los logros obtenidos. De lo contrario, pasaremos por la
vergüenza de nuestra incapacidad, en cuyo caso, se impone dar un paso al
costado, para permitir otras alternativas de recuperación reorganizando
métodos y estrategias en el plan de trabajo anual. Las falsas
autocríticas no resuelven el problema real y es preferible la honestidad
que las justificaciones que no reconocen errores.
¿Fue
acertado el apoyo de la representación parlamentaria de izquierda a los
afanes de Vizcarra incluyendo el cierre del Parlamento? ¿Con ello se
fortaleció la izquierda o, fue Vizcarra el fortalecido? ¿Qué hemos
ganado con esta actuación política? ¿Tendremos un mejor Parlamento y
mejores bancadas de izquierda en calidad y cantidad? ¿El pueblo salió
ganando? ¿Qué ha cambiado favorablemente desde entonces? Estas y otras
interrogantes tendremos que hacernos al evaluar nuestra actuación
política.
Por lo pronto la lideresa de Nuevo Perú, en su artículo en La Republica del 29 Dic 2019 escribió:
(…) “podemos
avanzar hacia la construcción de un nuevo pacto entre peruanas y
peruanos, sobre la base de nuevas reglas y nuevos valores; un nuevo
pacto que marque el cumplimiento de la transición inconclusa del año
2000 y de nuestra independencia tras 200 años de una República
excluyente. Sí podemos recuperar el Perú”.
Su
agrupación seguramente ha evaluado la situación del país y esta es la
conclusión. Al parecer, no tienen problemas por su informalidad y no
está afectada por el divisionismo ni menos ha perdido protagonismo, como
se creía. Pero sí, es discutible que la crítica situación de nuestro
país, se resuelva con un nuevo pacto, lo que supone que hay uno anterior
que desconocemos. Solo se necesita nuevas reglas y nuevos valores y ya
está.
El
partido aprista es el más experimentado en cuestión de pactos
políticos, pero no creo que quieran repetir esa experiencia. Sea como
fuere, necesitamos evaluar nuestro desempeño político y plantearnos
tareas factibles en nuestro trabajo social. No por tratarse del
bicentenario de la independencia del virreinato, fecha en la que los
usurpadores colonialistas suplantaron a los dueños nativos del Perú,
arrebatándoles su patria sino, por nuestra legítima aspiración por
lograr justicia social.
Solamente
con trabajo político, podemos esperar resultados de nuestro esfuerzo.
Sin ello, no podremos avanzar en lo concreto. Nuestro trabajo a nivel
universitario es muy importante como lo ha demostrado la última
experiencia chilena de movilización popular. Necesitamos más acción y
más continuidad en nuestras reuniones políticas con los sectores
populares.
Me
he atrevido a escribir esta nota con este tono, no porque me crea
inmaculado, sino con la sana intención de mejorar nuestras filas.
Discúlpenme si he sido demasiado mordaz. Lo hago porque estoy en la
obligación de trasmitir mi experiencia, sobre todo a los jóvenes.
También he sido líder y he cometido errores, pero tengo la ventaja moral
que respalda mi trayectoria de lucha.
Criticar
a la derecha es muy fácil y ser duro entre nosotros trae
inconvenientes, pero es necesario si queremos mejorar. Feliz año 2020. A
protegerse del infeliz daño nuevo.
Enero 2020
Otra información en https://republicaequitativa.
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