Por Jacques Baud
Un
resumen del último libro del coronel Jacques Baud, (L'art de la guerre russe:
Comment l'occident conduire l'ukraine a la echec) que describe de manera
detallada el conflicto en el que Occidente ha utilizado a los ucranianos para
perseguir un viejo sueño imposible: la conquista de Rusia
Jacques
Baud *, The Postil Magazine 1 ENE 2024
Pensamiento
militar ruso
Durante todo el período de
la Guerra Fría, la Unión Soviética se vio a sí misma como la punta de lanza de
una lucha histórica entre el sistema “capitalista” y las “fuerzas
progresistas”. Esta percepción de una guerra permanente e ineludible llevó a
los soviéticos a estudiar la guerra de una manera casi científica y a
estructurar un pensamiento militar que no tiene igual en el mundo occidental.
El problema con la gran
mayoría de nuestros llamados expertos militares es su incapacidad para
comprender el enfoque ruso de la guerra. Y el resultado de esta falta de
comprensión son oleadas de ataques terroristas contra la población rusa: el
adversario está tan estúpidamente demonizado que nos abstenemos de comprender
su forma de pensar.
Como resultado, no podemos
desarrollar estrategias, articular nuestras fuerzas o incluso equiparlas para
las realidades de la guerra. El corolario es que nuestras frustraciones son
traducidas por medios de comunicación sin escrúpulos en una narrativa que
alimenta el odio y aumenta nuestra vulnerabilidad. Por lo tanto, no podemos
encontrar soluciones racionales y efectivas al problema.
La forma en que los rusos
entienden el conflicto es holística. En otras palabras, ven los procesos que se
desarrollan y conducen a la situación en un momento dado. Esto explica por qué
los discursos de Vladimir Putin incluyen invariablemente un regreso a la
historia. En Occidente tendemos a centrarnos en el momento X y tratamos de ver
cómo podría evolucionar. Queremos una respuesta inmediata a la situación que
vemos hoy.
El concepto que buscar
explicar “las razones de cómo surgió la crisis está la manera de resolverla” es
totalmente ajena a Occidente. En septiembre de 2023, un periodista de habla
inglesa incluso me sacó la “prueba del pato”: “si parece un pato, nada como un
pato y grazna como un pato, probablemente sea un pato”. En otras palabras, todo
lo que Occidente necesita para evaluar una situación es una imagen que se
ajuste a sus prejuicios. La realidad es mucho más sutil que el modelo del
pato….
La razón por la que los
rusos son mejores que Occidente en Ucrania es que ven el conflicto como un
proceso; mientras que nosotros lo vemos como una serie de acciones separadas.
Los rusos ven los acontecimientos como una película. Nosotros lo vemos como
fotografías. Ellos ven el bosque, mientras nosotros nos centramos en los
árboles. Por eso situamos el inicio del conflicto el 24 de febrero de 2022, o
el inicio del conflicto palestino el 7 de octubre de 2023. Ignoramos los
contextos que nos molestan y libramos conflictos que no entendemos. Por eso
perdemos nuestras guerras…
En Rusia, como era de
esperar, los principios del arte militar de las fuerzas soviéticas inspiraron
los que se utilizan actualmente:
- disposición
para llevar a cabo las misiones asignadas;
- concentración
de esfuerzos en resolver una misión específica;
- sorpresa (poco
convencional) de la acción militar frente al enemigo;
- la finalidad
determina un conjunto de tareas y el nivel de resolución de cada una de
ellas;
- la totalidad
de los medios disponibles determina la forma de resolver la misión y
alcanzar el objetivo (correlación de fuerzas);
- coherencia del
liderazgo (unidad de mando);
- economía de
fuerzas, recursos, tiempo y espacio;
- apoyo y
restauración de la capacidad de combate;
- libertad de
maniobra.
Cabe señalar que estos
principios se aplican no sólo a la implementación de acciones militares como
tales. También son aplicables como sistema de pensamiento a otras actividades
no operativas.
Un análisis honesto del
conflicto en Ucrania habría identificado estos diversos principios y habría
sacado conclusiones útiles para Ucrania. Pero ninguno de los autoproclamados
expertos que aparecen en la televisión son intelectualmente capaces de hacerlo.
Así, los occidentales son
sorprendidos sistemáticamente por los rusos en los campos de la tecnología (por
ejemplo, las armas hipersónicas), la doctrina (por ejemplo, el arte operativo)
y la economía (por ejemplo, la resistencia a las sanciones).
En cierto modo, los rusos
se aprovechan de nuestros prejuicios para explotar el principio de sorpresa.
Podemos ver esto en el conflicto ucraniano, donde la narrativa occidental llevó
a Ucrania a subestimar totalmente las capacidades rusas, lo que fue un factor
importante en su derrota. Es por eso que Rusia realmente no intentó
contrarrestar esta narrativa y dejó que se desarrollara: la creencia de que
somos superiores nos hace muy vulnerables…
Correlación
de fuerzas
El pensamiento militar
ruso está tradicionalmente vinculado a un enfoque holístico de la guerra, que
implica la integración de un gran número de factores en el desarrollo de una
estrategia. Este enfoque se materializa mediante el concepto de “correlación
de fuerzas”
A menudo traducido como
“equilibrio de fuerzas” o “relación de fuerzas”, los occidentales sólo
entienden este concepto como una cuestión cuantitativa, limitada al ámbito
militar. Sin embargo, en el pensamiento soviético la correlación de fuerzas
reflejaba una lectura más holística de la guerra.
Existen
varios criterios para evaluar la correlación de fortalezas:
– En el ámbito económico,
los factores que suelen compararse son el producto nacional bruto per cápita,
la productividad laboral, la dinámica del crecimiento económico, el nivel de
producción industrial, particularmente en los sectores de alta tecnología, la
infraestructura técnica de las herramientas de producción, los recursos y el
grado de calificación de la fuerza laboral, el número de especialistas y el
nivel de desarrollo de las ciencias teóricas y aplicadas.
– En el ámbito militar,
los factores comparados son la cantidad y calidad del armamento, la potencia de
fuego de las fuerzas armadas, las cualidades combativas y morales de los
soldados, el nivel de formación del personal, la organización de las tropas y
su experiencia de combate, el carácter de la doctrina militar y los métodos de
pensamiento estratégico, operativo y táctico.
– En la esfera política,
los factores que entran en consideración son la amplitud de la base social de
la autoridad estatal, su organización, el procedimiento constitucional para las
relaciones entre el gobierno y los órganos legislativos, la capacidad de tomar
decisiones operativas y el grado y carácter de Apoyo popular a la política
interior y exterior.
– Finalmente, al evaluar
la fuerza del movimiento internacional, los factores que se toman en
consideración son su composición cuantitativa, su influencia sobre las masas,
su posición en la vida política de cada país, los principios y normas de
relaciones entre sus componentes y el grado de su cohesión.
Es decir, la evaluación de
la situación no se limita al equilibrio de fuerzas en el campo de batalla, sino
que tiene en cuenta todos los elementos que inciden en la evolución del
conflicto. Así, para su Operación Militar Especial, las autoridades rusas
habían planeado apoyar el esfuerzo bélico a través de la economía, sin pasar a
un régimen de “economía de guerra”. Así, a diferencia de Ucrania,
no hubo interrupción de los mecanismos fiscales y de asistencia social.
Por eso las sanciones
aplicadas a Rusia en 2014 tuvieron un doble efecto positivo. La primera fue la
comprensión de que no eran sólo un problema de corto plazo, sino sobre todo una
oportunidad de mediano y largo plazo. Las sanciones alentaron a Rusia a
producir bienes que antes prefería comprar en el extranjero.
La segunda fue la señal de
que Occidente utilizaría cada vez más armas económicas como medio de presión en
el futuro. Por lo tanto, se hizo imperativo, por razones de soberanía nacional,
prepararse para sanciones de mayor alcance que afectarían a la economía del
país.
En realidad, se sabe desde
hace tiempo que las sanciones no funcionan. En realidad, han tenido el efecto
contrario, actuando como medidas proteccionistas para Rusia, que ha podido así
consolidar su economía, como había ocurrido tras las sanciones de 2014.
Una estrategia de
sanciones podría haber dado sus frutos si la economía rusa hubiera sido
efectivamente el equivalente de la economía italiana o española, es decir, con
un alto nivel de deuda; y si todo el planeta hubiera actuado al unísono para aislar
a Rusia.
La inclusión de la
correlación de fuerzas en el proceso de toma de decisiones es una diferencia
fundamental con respecto a los procesos de toma de decisiones occidentales, que
están vinculados más a una política de comunicación que a un enfoque racional
de los problemas.
Esto explica, por ejemplo,
los objetivos limitados de Rusia en Ucrania, donde no pretende ocupar todo el
territorio, ya que la correlación de fuerzas en la parte occidental del país
sería desfavorable.
En todos los niveles de liderazgo,
la correlación de fuerzas es parte de la evaluación de la situación. A
nivel operativo se define de la siguiente manera:
- El resultado
de comparar las características cuantitativas y cualitativas de las
fuerzas y recursos (unidades, armas, equipo militar, etc.) de las tropas
(fuerzas) propias y las del enemigo. Se calcula a escala operativa y
táctica en toda el área de operaciones, en la dirección principal y en
otras direcciones, con el fin de determinar el grado de superioridad
objetiva de uno de los bandos enemigos.
- La evaluación
de la correlación de fuerzas se utiliza para tomar una decisión informada
sobre una operación (batalla) y para establecer y mantener la superioridad
necesaria sobre el enemigo durante el mayor tiempo posible, cuando las
decisiones se redefinen (modifican) durante las operaciones militares
(combate).
Esta simple definición es
la razón por la que los rusos se comprometieron con fuerzas inferiores a las de
Ucrania en febrero de 2022, o por la que se retiraron de Kiev, Járkov y Jersón
en marzo, septiembre y octubre de 2022.
Estructura
de la doctrina
Los rusos siempre han
concedido especial importancia a la doctrina. Mejor que Occidente, han
comprendido que “una forma común de ver, pensar y actuar” –como dijo el
mariscal Foch– da coherencia, al tiempo que permite infinitas variaciones en la
concepción de las operaciones. La doctrina militar es una especie de “núcleo
común” que sirve de referencia para diseñar operaciones.
La doctrina militar rusa
divide el arte militar en tres componentes principales: estrategia (
strategiya ), arte operativo ( operativnoe iskoustvo ) y
táctica ( taktika ). Cada uno de estos componentes tiene
sus propias características, muy similares a las que se encuentran en las
doctrinas occidentales. Utilizando la terminología de la doctrina
francesa sobre el uso de la fuerza:
- El nivel
estratégico es el de la concepción. El objetivo de la acción estratégica
es llevar al adversario a la negociación o a la derrota.
- El nivel
operativo es el de cooperación y coordinación de acciones entre fuerzas,
con miras a lograr un objetivo militar determinado.
- El nivel
táctico, finalmente, es el de la ejecución de maniobras a nivel de arma
como parte integrante de la maniobra operativa.
Estos tres componentes
corresponden a niveles que se traducen en estructuras de liderazgo y en el
espacio en el que se llevan a cabo las operaciones militares. En aras de la
simplicidad, digamos que el nivel estratégico asegura la gestión del teatro de
guerra ; una entidad geográficamente vasta, con sus propias estructuras de
mando y control, dentro de la cual hay una o más direcciones
estratégicas.
El teatro de guerra (TV) comprende
un conjunto de teatros de operaciones militares (TVD), que
representan una dirección estratégica y son el dominio de la acción operativa.
Estos distintos teatros no tienen una estructura predeterminada y se definen
según la situación. Por ejemplo, aunque comúnmente hablamos de la “guerra en
Afganistán” (1979-1989) o la “guerra en Siria” (2015-), estos países son
considerados en la terminología rusa como TVD y no TV.
Lo mismo se aplica a
Ucrania, que Rusia considera un teatro de operaciones militares (TVD) y
no un teatro de guerra (TV), lo que explica por qué la acción en Ucrania
está designada como “Operación Militar Especial” (SMO— Spetsialaya
). Una operación militar especial” (— Spetsial’naya Voyennaya Operatsiya —SVO,
o SMO en abreviatura inglesa) y no una “guerra”.
El uso de la palabra
“guerra” implicaría una estructura de conducta diferente a la prevista por los
rusos en Ucrania, y tendría otras implicaciones estructurales en la propia
Rusia. Además –y este es un punto central–, como reconoce el propio secretario
general de la OTAN, Jens Stoltenberg, “la guerra comenzó en 2014” y
debería haber terminado con los Acuerdos de Minsk. Por lo tanto, la SMO
es una “operación militar” y no una nueva “guerra”, como afirman muchos
“expertos” occidentales.
La
operación militar especial en Ucrania
La
correlación de fuerzas
Los rusos consideran todos
los factores que directa o indirectamente influyen en el conflicto. Por el
contrario, como hemos visto en Ucrania y otros lugares, los occidentales tienen
una lectura mucho más política de la guerra y terminan mezclando ambas. Por eso
la comunicación juega un papel tan esencial en la conducción de la guerra: la
percepción del conflicto juega un papel casi más importante que su realidad.
Por eso, en Irak, los estadounidenses literalmente inventaron episodios que
glorificaban a sus tropas.
El análisis de Rusia de la
situación en febrero de 2022 fue sin duda considerablemente más pertinente que
el de Occidente. Sabían que estaba en marcha una ofensiva ucraniana contra el
Donbass y que podría poner en peligro al gobierno. En 2014-2015, tras las masacres
de Odessa y Mariupol, la población rusa se mostró muy a favor de la
intervención. El obstinado apego de Vladimir Putin a los Acuerdos de Minsk no
fue bien comprendido en Rusia.
Los factores que
contribuyeron a la decisión de Rusia de intervenir fueron dos: el apoyo
esperado de la población étnicamente rusa de Ucrania (a la que llamaremos “de
habla rusa”) y una economía lo suficientemente robusta como para soportar
sanciones.
La población de habla rusa
se había levantado masivamente contra las nuevas autoridades tras el golpe de
Estado de febrero de 2014, cuya primera decisión fue despojar a la
lengua rusa de su carácter oficial.
Desde la aprobación de la
Ley de Pueblos Indígenas el 1 de julio de 2021, los rusoparlantes (rusos
étnicos) no son considerados ciudadanos ucranianos normales y ya no disfrutan
de los mismos derechos que los ucranianos étnicos. Por lo tanto, se puede
esperar que no ofrezcan resistencia a la coalición rusa en la parte oriental
del país….
Desde el 24 de marzo de
2021, las fuerzas ucranianas han intensificado su presencia en los alrededores
del Donbass y han aumentado la presión contra los autonomistas con su fuego.
El decreto de Zelensky del
24 de marzo de 2021 para la reconquista de Crimea y el Donbass fue el verdadero
detonante de la SMO. A partir de ese momento, los rusos comprendieron que si
había una acción militar contra ellos, tendrían que intervenir. Pero también
sabían que la causa de la operación ucraniana era la pertenencia a la OTAN,
como había explicado Oleksei Arestovitch.
Por eso, a mediados de
diciembre de 2021, presentaron propuestas a los EE.UU. y a la OTAN: su
objetivo era entonces eliminar la ofensiva de Ucrania en el Donbass.
La Operación Militar
Especial (SMO) rusa es, por tanto, la protección de las
poblaciones de Donbass; pero esta protección era necesaria debido al deseo de
Kiev de pasar por una confrontación para entrar en la OTAN. Por tanto, la
ampliación de la OTAN es sólo la causa indirecta del conflicto en Ucrania. De
hecho, esta guerra podría haberse ahorrado implementando los Acuerdos de
Minsk, pero lo que quería occidente era una derrota para Rusia.
En 2008, Rusia intervino
en Georgia para proteger a la minoría rusa que entonces estaba siendo
bombardeada por el gobierno de Kiev, según confirmó la embajadora suiza, Heidi
Tagliavini, encargada de investigar este suceso.
En 2014, muchas voces se
alzaron en Rusia para exigir una intervención cuando el nuevo régimen ucraniano
decidió enviar al ejército contra la población civil de las cinco provincias
autonomistas (Odessa, Dnipró, Járkov, Lugansk y Donetsk) aplicando una feroz
represión.
En 2022, se esperaba que
la población de Rusia no comprendiera la inacción del gobierno de Putin,
después que Ucrania y Occidente no hicieran ningún esfuerzo para hacer cumplir
los Acuerdos de Minsk. Los rusos sabían que no tenían los medios para lanzar
una represalia económica, pero también sabían que una guerra económica contra
Rusia inevitablemente sería contraproducente para los países occidentales.
Un elemento importante del
pensamiento político y militar ruso es su dimensión legalista. La
forma en que nuestros medios presentan los acontecimientos, omitiendo
sistemáticamente hechos que podrían explicar, justificar, legitimar o incluso
legalizar las acciones de Rusia.
Sin embargo, tendemos a
pensar que Rusia actúa fuera de cualquier marco legal. Por ejemplo, nuestros
medios presentan la intervención rusa en Siria como si hubiera sido decidida
unilateralmente por Moscú; a pesar que esta se llevó a cabo a petición del gobierno
sirio, después de que Occidente financiara al Estado Islámico para cercar a
Damasco, como confesó John Kerry, entonces secretario de Estado. Al contrario
la prensa occidental, ¡nunca menciona la ocupación del este de Siria por tropas
estadounidenses, que ni siquiera fueron invitadas allí!
Podríamos multiplicar los
ejemplos en que nuestros periodistas acusan de crímenes de guerra a las fuerzas
rusas. Esto podría ser cierto, pero el simple hecho que estas acusaciones no se
basen en ninguna investigación imparcial y neutral, ni en ninguna investigación
internacional, arroja una sombra sobre la honestidad de estas acusaciones. Por
ejemplo, el sabotaje de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 fue
inmediatamente atribuido a Rusia, y se le acusó, engañosamente, de violar
el derecho internacional.
De hecho, a diferencia de
Occidente, que aboga por un “orden internacional basado en reglas”, los rusos
insisten en un “orden internacional basado en leyes”. A diferencia de
Occidente, Rusia aplica la ley al pie de la letra. Ni mas ni menos.
El marco legal para la
intervención de Rusia en Ucrania ha sido planificado meticulosamente. Como este
tema ya ha sido tratado en uno de mis libros anteriores, no entraré en detalles
aquí…
Los
objetivos y la estrategia de Rusia
El 23 de febrero de 2023,
el “experto” militar suizo Alexandre Vautravers comentó sobre
los objetivos de Rusia en Ucrania:
“El objetivo de la
Operación Militar Especial era decapitar el gobierno político y militar
ucraniano en el espacio de diez días o , tal vez dos semanas. Luego, después de
una serie de fracasos, los rusos cambiaron su plan, por lo que cambian sus
objetivos y sus orientaciones estratégicas”.
El problema es que
nuestros propios “expertos” definen los objetivos de Rusia según lo que
imaginan, para luego poder decir que no los ha alcanzado. Entonces. Volvamos a
los hechos.
El 24 de febrero de 2022,
Rusia lanzó su “Operación Militar Especial” (SMO) en Ucrania “con poca
antelación”. En su discurso televisado, Vladimir Putin explicó que su objetivo
estratégico era proteger a la población de Donbass. Este objetivo
se puede dividir en dos partes:
- “desmilitarizar” las fuerzas armadas ucranianas reagrupadas en el Donbass en
preparación para la ofensiva contra la RPDonetsk y la RPLugansk; y
- “desnazificar” (es decir, “neutralizar”) a las milicias paramilitares
ultranacionalistas y neonazis en la zona de Mariupol.
La formulación elegida por
Vladimir Putin ha sido muy mal analizada en Occidente. Se inspira en la
Declaración de Potsdam de 1945, que preveía el desarrollo de la derrotada
Alemania según cuatro principios: desmilitarización, desnazificación,
democratización y descentralización.
Los
rusos entienden la guerra desde una perspectiva clausewitziana: la guerra es la realización de la política por otros medios. Esto
significa que buscan transformar los éxitos operacionales en éxitos
estratégicos y los éxitos militares en objetivos políticos. Mientras que la
desmilitarización evocada por Putin está claramente vinculada a la amenaza
militar a las poblaciones del Donbass, porque el ejército ucraniano debía
aplicar inmediatamente el decreto del 24 de marzo de 2021, firmado por
Zelensky.
Pero este objetivo esconde
un segundo: la neutralización de Ucrania como futuro miembro de la
OTAN. Esto es lo que entendió Zelensky cuando propuso una resolución
al conflicto en marzo de 2022.
Al principio, su propuesta
fue apoyada por los países occidentales, probablemente porque en ese momento
creían que Rusia había fracasado en su intento de apoderarse de Ucrania y que
no podría sostener su esfuerzo bélico debido a las sanciones masivas que se le
impusieron. Sin embargo, a pesar de este idea en la reunión de la OTAN del 24
de marzo de 2022, los aliados decidieron no apoyar la propuesta de Zelensky.
El 27 de marzo Zelensky
cambió públicamente su propuesta y el 28 de marzo, Vladimir Putin alivió la
presión sobre la capital y retiró sus tropas de la zona. La propuesta de
Zelensky sirvió de base para el Comunicado de Estambul del 29 de marzo
de 2022, un acuerdo de alto el fuego como preludio a un acuerdo de
paz.
Fue este documento el que
Vladimir Putin presentó en junio de 2023, cuando una delegación africana visitó
Moscú. Fue la intervención de Boris Johnson la que llevó a
Zelensky a retirar su propuesta, intercambiando la paz y las vidas de sus
hombres por el apoyo de occidente “durante el tiempo que sea necesario”.
Esta versión de los hechos
fue finalmente confirmada a principios de noviembre de 2023 por David
Arakhamia, entonces jefe negociador para Ucrania196. Explicó que Rusia
nunca tuvo la intención de apoderarse de Kiev.
En esencia, Rusia acordó
retirarse a las fronteras del 23 de febrero de 2022, a cambio de un límite
máximo de las Fuerzas Armadas ucranianas y el compromiso de no convertirse en
miembro de la OTAN, junto con garantías de seguridad de ambos países…
Se
pueden sacar dos conclusiones:
- El objetivo de
Rusia no era conquistar territorio. Si Occidente no hubiera
intervenido para presionar a Zelensky para que retirara su oferta, Ucrania
probablemente todavía tendría su ejército.
- Si bien los
rusos intervinieron para garantizar la seguridad y la protección de la
población del Donbass, su SMO les permitió alcanzar un objetivo más
amplio, que implica la seguridad de Rusia.
Esto significa que, aunque
este objetivo no esté formulado, la desmilitarización de Ucrania podría abrir
la puerta a su neutralización. Esto no es sorprendente ya que, en una
entrevista con el canal ucraniano Apostrof’ el 18 de marzo de 2019, el asesor
de Zelensky, Oleksei Arestovitch, explicó cínicamente que, con Ucrania en la
OTAN, se crearán las condiciones para que Rusia ataque Ucrania y sea “derrotada
definitivamente”
El problema es que el
análisis ucraniano y occidental se ve impulsado por sus propias narrativas. La
convicción que Rusia perderá ha hecho que no se haya preparado ninguna
contingencia alternativa. En septiembre de 2023, Occidente, empezando a
observar el colapso de esta narrativa, intentó avanzar hacia una “congelación”
del conflicto, sin tener en cuenta la opinión de los rusos, que ya dominaban
sobre el terreno.
Al principio, Rusia habría
estado satisfecha con la propuesta de acuerdo hecha por Zelensky en marzo de
2022. Lo que Occidente quiere en septiembre de 2023 es simplemente una pausa
hasta que estalle un conflicto aún más violento, una vez que las fuerzas
ucranianas hayan sido rearmadas y reconstituidas.
La
Estrategia ucraniana
El
objetivo estratégico de Zelensky y su equipo es unirse a la OTAN, como preludio
a un futuro dentro de la UE, complementada por el respaldo de los Estados
Unidos.
El problema, del momento,
es que las tensiones con Rusia, por Crimea, están provocando que los miembros
de la OTAN pospongan la participación de Ucrania. En marzo de 2022, Zelensky
reveló en CNN que esto es exactamente lo que le dijeron los estadounidenses.
Antes de llegar al poder
en abril de 2019, el discurso de Zelensky se dividía entre dos políticas
antagónicas: la reconciliación con Rusia prometida durante su campaña
presidencial y su objetivo de ingresar en la OTAN. Pero, el sabe que estas dos
políticas son mutuamente excluyentes, ya que Rusia no quiere
ver a la OTAN y sus armas nucleares instaladas en Ucrania y quiere neutralidad
o no alineación.
Es más, sabe que sus
aliados ultranacionalistas se negarán a negociar con Rusia. Así lo confirmó el
líder del Sector Derecho (Praviy Sektor) Dmitro Yarosh, quien abiertamente lo
amenazó de muerte en los medios de comunicación ucranianos un mes después de su
elección. Por lo tanto, Zelensky sabía desde el comienzo de la campaña
electoral que no podría cumplir su promesa de reconciliación y que sólo quedaba
una solución: la confrontación con Rusia.
Pero Ucrania no podía
librar esta confrontación sola contra Rusia y necesitaba el apoyo material de
Occidente. La estrategia ideada por Zelensky y su equipo fue revelada antes de
su elección en marzo de 2019 por Oleksei Arestovitch, su asesor personal, en el
medio ucraniano Apostrof’.
Arestovitch explicó que
sería necesario un ataque de Rusia para provocar una movilización internacional
que permitiera a Ucrania derrotar a Rusia de una vez por todas, con la
ayuda de los países occidentales y la OTAN. Con asombrosa precisión,
describió el curso del ataque ruso tal como se desarrollaría tres años después,
entre febrero y marzo de 2022. No sólo explicó que este conflicto era
inevitable para que Ucrania se uniera a la OTAN, sino que también situó esta
confrontación en 2021-2022! … y describió las principales áreas de la ayuda
occidental.
El
principal asesor de Zelensky dijo:
“En este conflicto,
Occidente nos apoyará activamente con armas, equipo y asistencia militar. Habrá
nuevas sanciones contra Rusia. Lo más probable es que se introduzca un
contingente de la OTAN en Ucrania. Se establezca una zona de exclusión aérea,
etc. En otras palabras, no perderemos la guerra, la ganaremos”.
Como podemos ver, esta
estrategia tiene mucho en común con la descrita por la estadounidense
Corporación RAND. De hecho, es difícil no verlo como una estrategia fuertemente
inspirada en Estados Unidos. En su entrevista, Arestovitch destacó cuatro
elementos que se convertirían en los pilares de la estrategia ucraniana contra
Rusia, y a los que Zelensky recurría periódicamente:
- Ayuda
internacional y suministros de armas.
- Sanciones
internacionales
- Intervención
de la OTAN
- Creación de
una zona de exclusión aérea.
- Cabe señalar
que Zelensky entiende estos cuatro pilares como promesas cuyo cumplimiento
es esencial para el éxito de esta estrategia. En febrero de 2023, Oleksiy
Danilov, secretario del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de
Ucrania, declaró en The Kyiv Independent que el objetivo de Ucrania era la
desintegración de Rusia.
- La
movilización de los países occidentales para suministrar armas pesadas a
Ucrania parece dar sustancia a este objetivo, que es coherente con lo que
Oleksiy Arestovich había declarado en marzo de 2019.
Unos meses más tarde, sin
embargo, quedó claro que el equipo suministrado a Ucrania no era suficiente
para garantizar el éxito de su contraofensiva, y Zelensky pidió equipo
adicional y mejor adaptado. En este punto, había cierta irritación occidental
ante estas repetidas demandas. El ex ministro de Defensa británico Ben Wallace
declaró que los occidentales “no son Amazonas”. De hecho, Occidente no respetó
sus compromisos.
Al contrario de lo que nos
dicen nuestros medios de comunicación y pseudo expertos militares, desde
febrero de 2022 ha quedado claro que Ucrania no puede derrotar a Rusia por
sí sola. Como dijo Obama, “Rusia siempre podrá mantener su dominio en
la escalada”. En otras palabras, Ucrania sólo podrá alcanzar sus objetivos con
la participación de los países de la OTAN.
Esto significa que su
destino dependerá de la buena voluntad de los países occidentales. Por lo
tanto, Occidente debe mantener una narrativa que aliente a continuar con la
guerra. Esta narrativa se convertirá entonces en lo que llamamos, en términos
estratégicos, su “centro de gravedad”.
A medida que pasaban los
meses, el curso de las operaciones demostró que la perspectiva de una victoria
ucraniana se hacía cada vez más remota, y Rusia, lejos de debilitarse, se hacía
más fuerte, militar y económicamente. Incluso el general Christopher Cavoli,
comandante supremo estadounidense en Europa (SACEUR), dijo a un comité del
Congreso que “las capacidades aéreas, navales, espaciales, digitales y
estratégicas de Rusia no han sufrido degradación durante esta guerra”.
Occidente, que espera un
conflicto breve, ya no puede mantener el esfuerzo prometido a Ucrania. La
cumbre de la OTAN en Vilna (11 y 12 de julio de 2023) terminó con un éxito
parcial para Ucrania. Su membresía se pospone indefinidamente. Su situación es
incluso peor que a principios de 2022, ya no hay justificación realista para su
entrada en la OTAN.
Ucrania dirigió entonces
su atención a un objetivo más concreto: recuperar la soberanía sobre todo su
territorio de 1991.
Así, la noción ucraniana
de “victoria” evolucionó rápidamente. La idea de un “colapso de Rusia” se
desvaneció rápidamente, al igual que la de su desmembramiento. Se habló de un
“cambio de régimen”, objetivo que Zelensky propuso al prohibir cualquier
negociación mientras Vladimir Putin estuviera en el poder.
Luego vino la reconquista
de los territorios perdidos, gracias a la contraofensiva de 2023. Pero también
aquí las esperanzas se desvanecieron rápidamente. El plan era simplemente
dividir las fuerzas rusas en dos, con un avance hacia el Mar de Azov. Sin embargo,
en septiembre de 2023, este objetivo se había reducido a la liberación de tres
ciudades.
A falta de éxitos
concretos, la narrativa sigue siendo el único elemento que Ucrania puede
esgrimir para mantener la voluntad de Occidente de apoyarla. Al respecto, Ben
Wallace, exministro de Defensa, dijo en The Telegraph el 1 de octubre de 2023:
“En este caso el bien más preciado es la esperanza”.
Tenía razón Wallace, pero
la evaluación occidental de la situación debe basarse en análisis realistas del
adversario. Sin embargo, desde el comienzo de la crisis ucraniana, los análisis
occidentales se han basado en prejuicios.
La
noción de victoria
Rusia opera dentro de un
marco de pensamiento clausewitziano, en el que los éxitos operativos se
realizan con fines estratégicos. La estrategia operativa (“arte operativo”)
juega, por tanto, un papel esencial en la definición de lo que se considera una
victoria.
Como vimos durante la
batalla de Bajmut, los rusos se adaptaron perfectamente a la estrategia
impuesta a Ucrania por Occidente, que prioriza la defensa de cada metro
cuadrado. De este modo, los ucranianos le hicieron el juego a la estrategia de
desgaste anunciada oficialmente por Rusia.
Por el contrario, en
Járkov y Jersón, los rusos prefirieron ceder territorio a cambio de la vida de
sus hombres. En el contexto de una guerra de desgaste, sacrificar potencial a
cambio de territorio, como está haciendo Ucrania, es la peor estrategia de
todas.
Por eso el general
Zaluzhny, comandante de las fuerzas ucranianas, intentó oponerse a Zelensky y
propuso retirar sus fuerzas de Bajmut. Pero en Ucrania, es la narrativa
occidental la que guía las decisiones militares. Zelensky prefirió
seguir el camino que le marcaron nuestros medios de comunicación para conservar
el apoyo de la opinión occidental.
En noviembre de 2023, el
general Zaluzhny tuvo que admitir abiertamente que esta decisión fue un error,
porque prolongar la guerra sólo favorecería a Rusia.
El conflicto ucraniano es
asimétrico aunque Occidente quiso convertirlo en un conflicto simétrico,
proclamando que las capacidades de Ucrania podrían ser suficientes para
derrotar a Rusia. Esto fue sin ninguna duda una ilusión desde el principio, y
su único propósito era justificar el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk.
En la práctica los estrategas rusos lo han convertido en un conflicto
asimétrico.
El problema de Ucrania es
que no tiene una relación racional con la noción de victoria. En
comparación, los palestinos, conscientes de su inferioridad
cuantitativa, han adoptado una forma de pensar que da al simple acto de
resistir una sensación de victoria. Ésta es la naturaleza asimétrica
del conflicto que Israel nunca ha logrado comprender en 75 años, y que se ve
reducido a superar mediante la superioridad táctica en lugar de la “delicadeza
estratégica”.
En Ucrania ocurre el mismo
fenómeno. Al aferrarse a una noción de victoria vinculada a la recuperación de
territorio, el régimen de Zelensky se ha encerrado en una lógica que
sólo puede conducir a la derrota.
El 20 de noviembre de 2023,
Oleksiy Danilov, secretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional, pintó
un panorama sombrío a las perspectivas para 2024. Su discurso mostró que
Ucrania no tenía ni un plan para salir del conflicto, ni un enfoque que
asociara una sensación de victoria; se vio obligado a vincular la victoria de
Ucrania con la de Occidente. En Occidente, sin embargo, el fin del conflicto en
Ucrania se percibe cada vez más como una debacle militar, política,
humana y económica.
En
una situación asimétrica, cada protagonista es libre de definir sus propios
criterios para la victoria y de elegir entre una variedad de criterios bajo su
control. Por eso Egipto (1973), Hezbolá
(2006), el Estado Islámico (2017), la resistencia palestina desde 1948 y Hamás
en 2023 salen victoriosos, a pesar de pérdidas masivas. Esto
parece extraño para ciertas mentes en Occidente, pero es lo que explica por qué
los occidentales son incapaces de “ganar” realmente sus guerras
En Ucrania, los dirigentes
políticos se han encerrado en una narrativa que impide una salida a la crisis
sin perder la cara. La situación asimétrica que hoy perjudica a Ucrania surge
de una narrativa que se ha confundido los deseos con la realidad y ha llevado a
una respuesta que no se adapta bien a la naturaleza de la operación rusa
*
Jacques Baud (nacido el 1 de abril de 1955) es un ex coronel del ejército
suizo, analista estratégico y especialista en inteligencia y terrorismo
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