sábado, 17 de febrero de 2024
Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
Conciencia es saber. En
todos los individuos hay una parte de su conciencia que es individual y otra
parte es social. Hay personas que se consideran intelectuales o quieren
proceder como intelectuales. Esta condición la tienen en términos figurado o
potenciales los profesores, los políticos, los profesionales, los científicos y
los artistas. En esta clase de personas debemos suponer que su conciencia
social ocupa el ochenta por ciento de su conciencia y su conciencia individual
el veinte por ciento. Pero no siempre ocurre así: en muchos casos se da la
situación inversa: la conciencia individual ocupa el ochenta por ciento y la
conciencia social el veinte por ciento. De manera que cuando examinan los
hechos individuales predomina la conciencia individual, que inevitablemente
será siempre una conciencia limitada y muchas veces mezquina. No son
conscientes de que los hechos individuales también deben ser examinados por la
conciencia social. Tampoco son consciente de que a veces, e incluso muchas
veces, por la razón antes esgrimida, hacen el mal y no el bien. Sus códigos
éticos, al estar gobernados por su experiencia personal, son limitados,
encarceladores y represores. No nos encontramos con personas moralmente libres,
esto es, con autonomía individual, sino con personas moralmente encadenadas.
Solo las personas que tienen una desarrollada conciencia social, en cuya
conciencia el deber social tiene un peso predominante, están dotadas de autonomía
moral. Si esa conciencia social apenas tiene desarrollo y la conciencia
individual es la predominante, carecerán de autonomía individual, estarán bajo
el dominio de los intereses y deseos limitados. Son personas que son incapaces
de llevar peso en su conciencia y, en consecuencia, lo tienen que contar todo,
no porque sean sinceros, sino porque quieren una vida cómoda, carente de
sufrimientos y desgarros. Quieren pasar por la vida sin manchas y sin pecados.
Pero el mal, así lo cuenta la historia, forma parte de todos.
Hablemos ahora de la
filogénesis de la conciencia. Escuchemos a Marx en la sección Historia de La
Ideología alemana: “La conciencia es, ante todo, naturalmente, conciencia del
mundo inmediato y sensible que nos rodea y conciencia de los nexos
limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí
mismo…”. Mas adelante Marx dice esto otro: “…la conciencia de la necesidad de
entablar relaciones con los individuos circundantes es el comienzo de la
conciencia de que el ser humano vive, en general, dentro de una sociedad. Este
comienzo es algo tan animal como la propia vida social en esta fase; es,
simplemente, una conciencia gregaria y, en este punto, el ser humano solo se
distingue del carnero por cuanto su conciencia sustituye al instinto o es el
suyo un instinto consciente. Esta conciencia gregaria o tribal se desarrolla y
se perfecciona después, al aumentar la producción, al acrecentarse las
necesidades y al multiplicarse la población, que es el factor sobre el que
descansan los dos anteriores”. Estos hechos que se producen a nivel
filogenético, esto es, en la historia de la conciencia de la especie humana, se
produce de manera análoga en la ontogénesis, esto es, en la historia de la
conciencia de los individuos. Al principio cada persona solo tiene
conciencia de su mundo inmediato y de los nexos limitados con un número
limitado de personas. Pero ciertas personas pueden vivir bajo condiciones tan
aisladas, el campo es un medio idóneo, pero lo puede ser también una gran ciudad,
que su conciencia no se desarrolle ni se perfeccione de acuerdo con estas tres
condiciones: el aumento y la variedad de la producción, el acrecentamiento de
las necesidades y la multiplicación de la población. ¿Por qué puede suceder
esto? Porque la persona en cuestión lleve una vida aislada y no
vive, no experimenta, todos los cambios que se producen en la sociedad en la
que vive. Y esto les pasa a muchos supuestos intelectuales. El mundo cambia a
su alrededor a una velocidad de vértigo, pero ellos permaneces iguales, atados
a su vida aislada donde no se produce ningún cambio significativo. Se producen
alrededor de su vida cambios arquitectónicos, urbanísticos y socio económicos,
pero ellos no son conscientes de esos cambios; y no son conscientes sencillamente
porque no viven esos cambios. De ahí que en sus conciencias siga predominando
el contenido individual y no un contenido social. Viven en una ciudad
cosmopolita y se comportan como si vivieran en un pueblo que permanece idéntico
a sí mismo. De ahí que en el terreno de su vida personal tengan un
comportamiento conservador, aunque en el terreno de la ideología política se
crean unos revolucionarios. Todas las utopías e ideologías reaccionarias tienen
su raíz social en la vida limitada y aislada, en una vida ajena a las tres
condiciones anteriormente enumeradas por Marx: el aumento de la variedad de la
producción, el acrecentamiento de la diversidad de las necesidades y la
multiplicación de la población. Estos tres factores permanecen ajenos a sus
vidas y sus comportamientos y conciencias permanecen iguales, permaneciendo
atados a los nexos limitados de su vida inmediata.
Hablemos del contenido de
la conciencia social. Pongamos algunos ejemplos básicos. Forma parte de la
conciencia social la siguiente serie de hechos: el asesinato de dos guardias
civiles en Barbate a manos de cuatro narcotraficantes, el asesinato por parte de
un niño de quince años de su madre adoptiva, el genocidio de Israel en Gaza, la
posibilidad de que Rusia fabrique armamento nuclear operativo en la zona de los
satélites de comunicación, e incluso lo que dijo el infame Figo a un
colaborador crítico de Marca: “Lo que más te jode de Nadal es que sea
libre, rico,…y no necesite de la paguita para vivir”. Algunos intelectuales
pueden que estén al corriente de estos hechos, pero no les laten en su
interior, no les agita, no los determinan a luchar en el terreno de las ideas.
Todos esos contenidos de la conciencia social les resbala. No echa raíces en
sus mentes. No les inquieta, no les preocupa, no les duele. Se vuelven cómodos,
superficiales y banales.
Escuchemos por segunda
vez a Marx en su obra La dialéctica y la filosofía hegeliana: “El ser
humano, como ser sensible objetivo, es, por tanto, un ser paciente y, por ser
sus padecimientos seres sensibles, un ser apasionado. La pasión es la fuerza
esencial del ser humano que tiende enérgicamente hacia su objeto”. En el tema
que nos afecta, los intelectuales, donde la conciencia individual es la
predominante, no captan el contenido de la conciencia universal como seres
sensibles. De ahí que no padezcan los males del mundo y, en consecuencia, no
sean seres apasionados. Y si por pasión entendemos, siguiendo a Marx, la fuerza
esencial del ser humano que tiende enérgicamente hacia su objeto, en esos
intelectuales el objeto o las situaciones objetivas no existen o existen solo
como sombras. Y esa tendencia del ser humano hacia el objeto o situación
objetiva debemos entenderla en dos sentidos: como posesión y disfrute y como
transformación y progreso. Esto es lo que observo en los intelectuales donde
predomina la conciencia individual sobre la conciencia social: un escaso o nulo
espíritu revolucionario. Y revolucionar no significa agredir o matar sino
transformar. Y solo el que lucha por transformar el mundo, aunque solo sea en
el plano de la conciencia y de la ideología, se transforma a sí mismo. Pero al
no hacerlo, permanece en quietud y se comporte de forma ignominiosamente
conservadora. Escuchemos por tercera vez a Marx en la obra referida
anteriormente: “El comportamiento real, activo, del hombre ante sí como
ser genérico o la manifestación de sí mismo como un ser genérico real, es
decir, como ser humano, solo es posible por el hecho de que crea y exterioriza
realmente todas sus fuerzas genéricas -lo que, a su vez, solo es posible
mediante la actuación conjunta de los seres humanos, solamente como resultado
de la historia-…”. Y sin conciencia social desarrollada es imposible la
actuación conjunta y la conciencia de la actuación conjunta. Dichos
intelectuales vivirán en la historia actual con todos sus vertiginosos cambios,
pero dicha historia no estará en ellos, no formará parte de su ser social y,
por consiguiente, tampoco de su conciencia. Su conciencia individual los
mantendrá atrapados.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2024/02/conciencia-individual-y-conciencia.html
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