* Imagen: Vladimir Lenin en el Smolny. Oleo sobre tela de Isaak Brodski , 1930. Licencia Wikimedia Commons.
Publicado el 24 de octubre de 2024 /
Por Colaboraciones
Reseña
del libro de Joan Tafalla, ¡Hola Lenin! Reflexiones sobre la revolución,
Irrecuperables, 2024.
Por Alejandro
Andreassi Cieri
Empiezo
por el final: el libro es magnífico, no sólo por la calidad de las reflexiones
del autor y por su erudición, sino también porque es al mismo tiempo una
herramienta para la lucha política. Es un libro militante escrito por un
militante comunista – que es al mismo tiempo doctor en Historia con una tesis
sobre resistencias populares en la Revolución francesa- para militantes y para
todos los que mantengan el interés por conseguir una sociedad donde reinan la
libertad, la igualdad y la fraternidad. Y cito una frase al final de libro que
expresa la esperanza del autor y que comparto: “Continuamos y seguiremos
queriendo la luna” (página 297). Joan Tafalla en el prólogo hace una afirmación
tajante que sirve de hilo conductor y de fundamento de su intención al escribir
este libro: “La vida me ha demostrado que, sin una vuelta al marxismo
revolucionario de Lenin, nuestra lucha revolucionaria por la superación del
capitalismo no tiene ninguna posibilidad de prosperar. Nunca he buscado la
letra sino el espíritu con que Lenin afrontaba la cuestión” página 16).
Y en este
libro nos muestra el proceso del pensamiento de Lenin desde la perspectiva del
materialismo histórico y de la dialéctica como metodología de su pensamiento,
aplicadas sistemáticamente al análisis concreto de la situación concreta,
practicando de esta manera la filosofía de la praxis1 – teoría contrastada con la realidad empírica en proceso de ida y
vuelta. Por lo tanto Tafalla nos propone que analizar concretamente la
situación concreta no significa aplicar como una receta infalible lo que dice
Lenin en tal o cual texto suyo que nos parezca adecuado para una situación
concreta, sino analizar el proceso de su pensamiento sobre una situación
concreta, cómo piensa, qué metodología utiliza, cómo se acerca a la realidad
empírica con la que contrasta las conclusiones a las que llega. Esto le permite
elaborar una síntesis, que explica de modo heurístico y holístico la situación
analizada. Por eso el autor recoge esta metodología de Lenin cuando afirma: “…
he vuelto a Lenin para intentar captar el método y el estilo con el que él
afrontaba situaciones análogas”. página 38) Pienso que esta metodología que él
propone resulta válida para cualquier estudio de nuestros clásicos.
Al mismo
tiempo, este libro, aunque todos sus capítulos me han resultado enormemente
interesantes y de los que he aprendido mucho, hay que leerlo como una
totalidad. Ya veréis que los diversos capítulos se interrelacionan entre sí
componiendo un análisis poliédrico del pensamiento de Lenin. En su desarrollo
Joan Tafalla siempre hace un análisis contextual para explicar las raíces y las
razones del pensamiento de Lenin. Al mismo tiempo aplica la metodología de
Lenin al analizar la situación política y económica actual, tanto a nivel
nacional como internacional, utilizando los conceptos elaborados por Lenin pero
comprobando su validez en la prueba de su adecuación a la coyuntura actual.
El diálogo
entre el texto de Lenin y su contexto es la clave del método que utiliza el
autor y que nos permitirá aprovechar las citas que hace de Lenin no como una
escritura sagrada que hay que seguir al pie de la letra, sino como una
reflexión viva en la que vemos cómo funciona el cerebro de Lenin. Por lo tanto
esta es la manera en que su pensamiento no solo sigue vivo, sino que nos sirve
como método para analizar la situación actual en la que estamos inmersos. El
objetivo de un libro como este es el de aprender cómo los conceptos y método de
pensamiento de Lenin nos pueden ayudar en la actualidad. En ello consiste la
práctica teórica, en el diálogo entre contexto y teoría, y en la reflexión con
la consiguiente modificación o confirmación del supuesto teórico. Por
ello, nos explica Joan Tafalla, que la concepción de Lenin del partido
revolucionario está estrechamente vinculada a esta praxis teórica y práctica
que surge únicamente en tanto el partido forma parte de la clase obrera
participando en sus luchas y reflexionando colectivamente sobre esta
experiencia de lucha de manera constante. En ningún caso el partido es una
estructura que está sobre la clase obrera actuando como vanguardia iluminada
ejerciendo el liderazgo de una clase pasiva, que sigue al partido como el
rebaño al pastor (páginas 266-274).
Joan
Tafalla define los campos en los que Lenin ha hecho una revolución teórica: la
cuestión del imperialismo, la guerra imperialista y la posición del movimiento
obrero ante ésta, la cuestión campesina y su alianza con la clase obrera, la
cuestión nacional, la cuestión del Estado (y la democracia) y la cuestión de la
dialéctica. Esta revolución teórica significó la ruptura radical con Kautsky y
con él con el “marxismo” de la Segunda Internacional, por tanto con el sesgo
determinista, economicista, positivista y evolucionista del pensamiento de Marx
y Engels (página 173).
Un aspecto
fundamental de su reflexión sobre el pensamiento de Lenin se centra en la
cuestión de la lucha de clases y de la hegemonía. Considera que Lenin ya
utiliza el concepto que más tarde elaborará E.P. Thompson por lo que las clases
sociales se constituyen en la lucha de clases. También evoca el vínculo en la
concepción de la hegemonía entre Lenin y Gramsci: la clase que dirige – por
tanto la clase hegemónica- comienza la construcción de su hegemonía antes de
llegar al poder así como la importancia de la pedagogía como herramienta para
conseguir la hegemonía. (páginas 181 y 200). También la cuestión de la
hegemonía surge cuando Lenin habla de la revolución cultural necesaria para
completar la revolución política y social (página 234).
Para
completar esta reseña del libro de Joan Tafalla comentaré algunos puntos de su
libro que me resultan sumamente interesantes para un debate posterior. El
primer punto se refiere a la democracia consejista o soviética. Respecto a los
que como Plejánov proclamaban que la Comuna de 1871 “era historia antigua”,
Lenin la considera como una fuente de inspiración de la verdadera democracia y
como sinónimo de verdadero poder proletario. Y fijaos que repetidamente esta
experiencia se ha vuelto a poner a la orden del día cada vez en que se ha
producido un cambio en la relación de fuerzas entre las clases dominantes y las
clases subalternas, y no sólo durante la Revolución rusa, sino también durante
las primeras fases de la Revolución alemana de 1918-1919, durante los consejos
obreros turineses de 1919-1921 que analizó Antonio Gramsci, durante la guerra
civil española, durante la liberación de las ciudades y pueblos por el
movimiento antifascista contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra
Mundial, durante la Larga Marcha de la Revolución china, la Revolución de los
Claveles en Portugal, hasta nuestros días con el movimiento zapatista o la
lucha de los kurdos en Rojava.
El segundo
punto trata sobre la cuestión campesina, en la que Joan Tafalla deja muy claro
la importancia que para Lenin tenía la relación del partido obrero con los
campesinos, y no sólo en la fase de la revolución democrática contra la
autocracia zarista, sino en la fase de transición al socialismo una vez
producida la Revolución de Octubre. En este sentido, nuestro autor señala que
el pensamiento de Lenin está influido por el recuerdo de los populistas rusos
como Chernyshevski2 y por tanto por la importancia de la clase campesina no sólo
porque demográficamente su presencia era abrumadora, sino porque había sido una
protagonista principal de los movimientos sociales del XIX y especialmente de
la revolución de 1905-1906.
Lo
importante sobre este tema y especialmente para una lectura de la actualidad a
través del pensamiento de Lenin es lo que podríamos denominar como el momento
populista de Lenin. Este no tiene nada que ver con las teorías de
Ernesto Laclau que difundieron en nuestro medio Pablo Iglesias y Podemos, no se
trata de buscar una unidad popular en base a “significantes vacíos” que
permitan amalgamar diferentes intereses de las clases subalternas, sino por el
contrario, como escribe Lenin y cita Joan Tafalla: se trata de que el partido
obrero y la clase obrera deben asumir como suyas las reivindicaciones de los
campesinos: “Nuestro partido debe incluir esas reivindicaciones [las de los
campesinos] si quiere ponerse a la cabeza de todo el pueblo en su lucha contra
la autocracia” (56-57). Una muestra clara de ello es la decisión bolchevique de
asumir el programa de reparto de la tierra aprobado (Reparto negro – Chernyy
peredel) en el Congreso de las aldeas, coincidente con la propuesta
eserista pero que ese partido miembro del gobierno provisional había rechazado
aplicar (páginas 65-67). También cita a dos autores sobre esta cuestión. Por
una parte, Teodor Shanin que consideraba a los populistas rusos como
revolucionarios conservadores, porque rechazaban la modernización capitalista y
apostaban por el paso directo al socialismo en Rusia sobre la base del mir (página
255). Por otro la importancia de la pervivencia de la comuna agraria como
señalaba Moshe Lewin al escribir que “con la revolución el mir va a resucitar
casi milagrosamente […] la reforma agraria, liberando a las aldeas de los
obstáculos, va a cumplir una igualación entre ellos”) (página 63). Por todo
ello remarca el papel fundamental de la comuna agraria en la ola revolucionaria
de 1917-1918 (páginas 66-67). Como bien escribe Joan Tafalla, si se conecta la
cuestión de democracia consejista o soviética con la cuestión campesina, vemos
en la aprobación por el II Congreso del Soviets del decreto sobre la tierra no
la entrega de la tierra a las aldeas por parte de los bolcheviques sino la
respuesta del Congreso de los soviets al mandato imperativo de las aldeas, y
como afirma nuestro autor: “… en eso consiste la democracia real” (página 68),
la materialización de uno de los principios elaborados por la Comuna de París y
defendidos por Lenin en su libro “El Estado y la revolución”.
El libro
de Tafalla nos aporta muchas sugerencias que nos permiten desarrollar análisis
ulteriores sobre las cuestiones planteadas por Lenin y que pueden sernos de
gran utilidad para el análisis de los problemas actuales, como este que
reproduzco: “para la tradición democrática y revolucionaria, el proletariado
era el conjunto de las capas y clases explotadas y oprimidas, y que su proceso
de constitución en clase era permanente y con avances y retrocesos” (página
296). Es el reconocimiento de una concepción que no sólo refleja la complejidad
de las clases subalternas y sus articulaciones internas sino también las
condiciones que es necesario hoy en día tener en cuenta para alcanzar una
alianza entre oprimidos capaz de hacer frente a las clases dominantes, muy
lejos de perspectivas reduccionistas que presentan la lucha de clases como una
confrontación entre una burguesía y un proletariado abstractos y homogéneos.
Hay que recordar que los productos del trabajo pueden ser tanto materiales como
inmateriales y es la concepción que le permite a Marx incluirlos en la
producción capitalista. Es por eso que cuando Marx se refiere a la relación de
explotación propia del capitalismo, no se refiere tan solo a la producción
material que se realiza en una fábrica textil o metalúrgica, sino también a la
producción intelectual que realiza un profesor asalariado en una academia
privada, ya que con su trabajo también produce plusvalor, valorización del
capital (contribuye al acto valorización del capital).3 Por lo tanto este concepto puede aplicarse hoy en día a todos los
trabajadores que independientemente de su cualificación y el tipo de actividad
en la que participan están asalariados al servicio de un capitalista o una
empresa capitalista: asistentes sociales, médicos, profesores, científicos en
general; donde su trabajo produce plusvalor que es apropiado por el
capitalista.
Una de las
conclusiones fundamentales que nos aporta Joan Tafalla es la que hace a partir de
preguntarse si la Revolución rusa, que va a ser el marco interpretativo del
movimiento comunista del siglo XX, lo seguirá siendo para la militancia
comunista del siglo XXI. Y él nos responde, en primer término, que las
lecciones del pasado son imprescindibles al menos para identificar de los
múltiples obstáculos que afrontan los proyectos revolucionarios, lo que hace
que el estudio de su historia es condición necesaria (página 262). Y en segundo
término que “… de acuerdo con lo dicho sobre la cuestión del progreso, la
revolución entendida como locomotora de la historia cuyas calderas son
alimentadas por el desarrollo de las fuerzas productivas ha sido descartada
hace mucho tiempo. Las fuerzas productivas desencadenadas hace décadas que se
han convertido en fuerzas destructivas. La ideología del progreso infinito
proveniente de la Ilustración fisiocrática conminó al marxismo inventado por la
segunda internacional, y que fue heredada por las sucesivas internacionales, ha
tenido como resultado inesperado favorecer los mecanismos de acumulación del
capitalismo. Pero éste, en su desenfrenado y caótico desarrollo conduce el tren
de la humanidad hacia el colapso ambiental, hacia el desastre humanitario,
hacia la guerra, hacia la barbarie”, ofreciéndonos una perspectiva similar a la
que propone Walter Benjamin al que nuestro autor cita, afirmando que “… el
sentido de la revolución del siglo XXI debe atenerse más que nunca a la
advertencia de Walter Benjamin: «Tal vez las revoluciones son el gesto de
agarrar el freno de seguridad que hace la humanidad que viaja en este tren»” y
por tanto continúa diciendo “Ha llegado la hora de hacerle caso” (páginas
263-264).
Por lo
tanto en síntesis, un libro muy valioso para el estudioso de la historia y para
el activista, ya que es el producto de la reflexión de un historiador
militante.
1 Tal y como escribe Hegel, “el búho de Minerva
levanta el vuelo al anochecer “, después de la experiencia viene la reflexión
sobre la misma.
2 Lenin tituló una de sus obras más conocidas
como el propio título del libro principal de Chernyshevski: ¿Qué hacer?
3 Marx, El Capital, libro 1ro. Vol. 2, 616.
Fuente: https://kaosenlared.net/hola-lenin-reflexiones-sobre-la-revolucion-cas-cat/
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