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La sanción al futbolista Paolo Guerrero
En la
época contemporánea al futbol se le rinde un culto religioso. En tal virtud, a Guerrero se le ha endiosado.
Sin embargo, es un ser humano como todos nosotros; con la gran diferencia que
es un genial futbolista. Los fanáticos
creen que su Dios es infalible y Guerrero ha dicho que es inocente; entonces
los fanáticos enceguecidos creen en su Dios y no aportan pruebas plenas,
objetivas para recusar a los jueces.
Ante la frustración de sus expectativas, los fanáticos reaccionan
pasionalmente, visceralmente, “encuentran” pretextos para invalidar al tribunal
o elaboran leyendas para justificar a su Dios (Guerrero). Están incapacitados de percibir la realidad
con objetividad. Y si alguien discrepa
con sus creencias, reaccionan violentamente; lo convierten en “chivo
expiatorio” para desfogar su frustración.
En conclusión, los fanáticos, por su vacío existencial, necesitan de
ídolos para darle sentido a su vida, ilusoriamente.
Los catorce meses de inhabilitación con que ha
sancionado la Agencia Mundial Antidopaje (ATA) al golero peruano Paolo Guerrero
a sus 34 años de edad es una condena a muerte; puesto que para Guerrero el
futbol es su vida. Estará ausente en
el próximo mundial que es la vitrina en donde se exhiben los futbolistas
cosificados; es decir, como mercancías para obtener sus máximas
cotizaciones. De ello obtienen ganancias
las gigantescas empresas trasnacionales y, por supuesto, los propios
futbolistas.
Toda empresa capitalista busca la eficiencia
para lo cual divide el proceso del trabajo.
Un ejemplo es el film de
Chaplin, Tiempos Modernos. Entonces,
estimula económicamente la especialización; es decir, la profesionalización de
las actividades laborales. A mayor
especialización, mayor remuneración. Aparecen los superespecialistas en
todas las ramas del conocimiento. En un equipo
de futbol se individualiza al goleador; ya que la eficiencia la miden en
goles. Los goleadores son los Dioses en
el cielo del espectáculo para regocijo de los fanáticos.
Guerrero o cualquier similar a él, tendrían en el
cerebro únicamente una pelota de futbol.
Es genial como futbolista; pero, tal vez, un idiota en otra actividad de
su vida; así como lo fue el mejor ajedrecista de todos los tiempos, el
genial Boby Fischer.
Por último, el futbol ha dejado de ser un deporte; los
futbolistas únicamente “sudan la camiseta” por el amo que los ha comprado en
concordancia con la relación costo/beneficio.
A pesar de esto, los fanáticos hasta dan la vida por sus ídolos. Una razón: hay necesidad de ilusionarse para
sobrellevar la insatisfacción en el trabajo y otras frustraciones.
Lima,
14/05/2018
rengifoantonio@gmail.com
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