09/05/2018
Del 19 al 21 de mayo de 2017, el profesor emérito
de la Universidad de Anglia Ruskin Dave Hill[1] dio varias
conferencias en las jornadas de Educación y Marxismo organizadas por la
Universidad de Midllesex, Londres. Dave Hill ofreció una crítica marxista del
neoliberalismo centrándose especialmente en el ámbito educativo. Durante esas
jornadas lo entrevistó Juan Ramón Rodríguez.
Juan Ramón Rodríguez[2]: Dave,
quisiera comenzar con una idea que creo debe ser entendida como el punto de
partida en cualquier análisis educativo y social crítico: El capitalismo debe
ser reemplazado por el socialismo y ese cambio es revolucionario…
Dave Hill: Efectivamente, los marxistas creen que las
reformas no perduran bajo el capitalismo, incluso si, cuando se aplican, son
más o menos bienvenidas por los marxistas. Como hemos visto a lo largo de la
historia, las reformas sociales no se mantienen, y son eliminadas cuando
aparecen las crisis (recurrentes y sistémicas) del capital, como ocurrió en los
años treinta, en los setenta y después del 2008).
Me gustaría destacar aquí que los partidos y
políticos socialdemócratas, como Pablo Iglesias y Podemos en España, Alexis
Tsipras y Syriza en Grecia, Jeremy Corbyn y la mayoría de los miembros del
Partido Laborista en el Reino Unido, Bernie Sanders en Estados Unidos, no
quieren y nunca han querido reemplazar al capitalismo- sólo quieren
administrarlo y, regularlo, reformarlo, hacerlo funcionar mejor, con más
"justicia social", y con lo que Lenin llamó "demandas
sindicales", ya sea mejorando las condiciones sociales del trabajador o aumentando
los salarios de la clase obrera, entendiéndose por "una mejor gestión del
capitalismo" la distribución más equitativa de la plusvalía.
En el análisis marxista clásico el capitalismo
nunca es aceptable, ya sea regulado, reformado, socialdemócrata o no, porque es
la explotación (económica, por lo tanto, política, cultural, y de opresión
social) de los seres humanos por los propios seres humanos. Por lo tanto, lo
que define a los marxistas clásicos es una creencia, un análisis, por el cual
el capitalismo debe ser reemplazado, independientemente del grado o
sostenibilidad de las reformas auspiciadas bajo el capitalismo. Este es un
punto importante: Este es el motivo por el que los marxistas, profesores
marxistas activistas, trabajamos para desarrollar la conciencia de clase, una
clase con "buen sentido" en oposición al "sentido común".
JRR: Sin embargo, da la sensación estamos en una
suerte de estancamiento político, que me gustaría caracterizar con dos citas
bastante pesimistas. Por una parte, pensadores de izquierdas repiten a menudo
que hoy es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Por
otra parte, estaría el disparate de Thatcheriano, de que "no hay
alternativa".
DH: Me voy a referir a Gramsci y a la guerra de
posición y a la guerra de maniobras. El dilema que acabas de plantear sobre la
posición hegemónica de la ideología procapitalista, la creencia de que "no
hay alternativa" siempre está siendo impugnada. En la sociedad de clases,
siempre lo es, en mayor o menor medida. Esa es la guerra de posición en la que
luchamos por una comprensión, conciencia e ideología contrahegemónica. Como lo
ha llamado Ira Shor, hay guerras culturales permanentes, batallas para
transformar la conciencia de la gente[3]. Esa lucha
ideológica puede tener lugar en muchos sitios, por supuesto. Puede tener lugar
en entornos educativos formales y no-fornales, donde los maestros, los
formadores de docentes y los docentes universitarios pueden tener gran
importancia; y puede tener lugar en otros entornos, como las discusiones en el
pub, en el sindicato, en el lugar de trabajo, etc. Por lo tanto, la impugnación
puede tener lugar en el campo educativo, pero no solamente en él. Aunque, por
supuesto, no solo aprendemos con palabras, también con nuestros actos y
comportamientos. Las muestras espontáneas públicas de solidaridad social,
emocional, etc. son enormes experiencias de aprendizaje. Aprendemos en sitios
educativos formales y no formales, en diferentes ámbitos de la vida. Y creo que
nuevamente Gramsci fue muy influyente en sus escritos sobre esto: Estamos
comprometidos en guerras culturales permanentes.
Es más fácil imaginar el colapso del mundo que el
fin del capitalismo? Para muchos así es. Pero cada vez lo es para menos y
menos! Actuales consecuencias del capitalismo neoliberal como por ejemplo las
políticas de austeridad, están causando lo que Marx denominó empobrecimiento.
Y actualmente no estamos viendo únicamente un empobrecimiento relativo, sino
que estamos presenciando un empobrecimiento absoluto, una pauperización
absoluta, – una vuelta para mucho a los tiempos victorianos, con unas
condiciones de vida, hambruna y deprivación típicas del siglo XIX, cuando
Engels, Dickens y Jack London estaban escribiendo sobre pobreza y hambre en
Manchester y en Londres. Uno de mis últimos libros es sobre la pauperización
capitalista[4], así como buen
parte de mis últimos artículos. El empobrecimiento de la clase trabajadora en
los últimos años ha sido sobrecogedor.
Cuando vemos, este enorme crecimiento de la
desigualdad, cuando se hace tan obvio para mucha gente – el empobrecimiento, y
el daño social, psicológico y comunitaria que está causando – brillantemente
reflejado en la última película de Ken Loach “Yo, Daniel Blake”– sectores de la
sociedad comienza a rebelarse. Comienzan a ver a través de la ideología, la
cual empieza a ser contestada en el plano individual, en la conciencia de las
personas. Hay una bonita cita que sigue así: Hay un momento cuando las
condiciones materiales de existencia nos empujan a rasgar y a romper las
cortinas, a quitarnos las gafas distorsionadoras del capitalismo neoliberal
y atrevernos a ver que efectivamente el emperador no lleva ropas y va desnudo.
El neoliberalismo promete una distribución de la
riqueza mediante la Teoría del goteo, la riqueza que generan los más
ricos acabará en última instancia llegando al conjunto de la sociedad, mediante
esa suerte de goteo continuo. Pero ahora sabemos que eso no es cierto, las
condiciones de vida de la inmensa mayoría de las personas nos dicen que esa
redistribución de la riqueza no es cierta, sino que cada vez se acumula en
menos manos[5].
He estado dando charlas y conferencias sobre
socialismo, capitalismo y marxismo desde hace casi 50 años. En el 2009 en una
charla en Londres durante el movimiento Occupy London, dije al grupo de
personas allí reunidas: “He estado dando conferencias durante los últimos 50
años, pero sabéis algunas veces ha sido como orinar con el viento de
cara. Luego finalizaba la charla con “Pero sabéis qué! La dirección del viento
ha cambiado!” Ahora, desde el 2008, ha habido un amplio cambio en la
mentalidad. Cambio reflejado en frases y titulares como : “somos el 99%”,
“99% contra el 1%”. Este importante cambio en la conciencia de la ciudadanía
ha dado lugar a una movilización de masas, a la acción directa.
Vemos que millones de personas en todo el mundo se mobilizan en protestas,
manifestaciones, en ocupaciones del espacio público, etc. Fundamentalmente en
dos tipos de protestas: Protestas hacia una determinada cuestión, tales como el
día contra la violencia de género, o en contra de la elección de Donald Trump
como presidente en Estados Unidos, y como las exitosas manifestaciones en
contra de las leyes anti-aborto en Polonia en el 2017[6]. Luego, hay
otras manifestaciones y protestas basadas en cuestiones más amplias y
transversales, como las protestas antiausteridad en países como Grecia, España
y Portugal, o las protestas en el mundo árabe. Éstas últimas, implican una idea
de “frente unido” – siguiendo la terminología troskista -, pues no solamente
agrupan revolucionarios marxitas, sino también feministas radicales,
movimientos anti-racistas, grupos libertarios y decentes y respetables
socialdemócratas dignos de llevar ese nombre.
Por eso, creo que la cita que hiciste anteriormente
pudo haber sido cierto hasta el 2008, pero ahora con la crisis económica y su
impacto social, psicológico y material en la vida de las personas, creo que ya
no puede mantenerse. Y para aprovechar esta situación ideológica, es
fundamental luchar contra el capitalismo neoliberal y sus políticas de
austeridad, a través de dos tipos de vías, las cuales desde luego pueden
combinarse: la primera es la acción directa –las personas que se
organizan y luchan por defender derechos sociales básicos que les atañen
directamente; la segunda es la acción política a través de los partidos
políticos, por ejemplo a través de las elecciones.
JRR: Hablando de políticas de austeridad. Qué te
parece la respuesta de algunos países europeos frente a estas políticas de
austeridad y de desregulación económica?
DH.: Hace poco dí una conferencia en la
Universidad de Kapodistrian en Grecia[7]. Grecia ha
sido uno de los ejemplos más extremos de la opresión neoliberal post 2008 – del
mismo modo que lo fue Chile como banco de pruebas neoliberal en el 1979, con el
derrocamiento del gobierno democráticamente elegido del socialista Salvador
Allende y la imposición del terrible, cruel y criminal dictador Pinochet y, la
política económica de brutal neoliberalismo desarrollada por los “Chicago Boys”[8], reduciendo
salarios, eliminando prestaciones sociales y aumentando y profundizando
enormemente las desigualdades sociales. Bien, el actual campo de pruebas para
ver hasta donde puede llegar la clase capitalista a la hora de explotar a la
clase trabajadora en cuanto a derechos, salarios y estándares de vida ha sido
Grecia. Grecia tenía una de las tasas de suicidio más bajas de toda Europa,
ahora tiene una de las más altas, tal ha sido el impacto neoliberal en las
pensiones públicas, en los salarios y en las prestaciones sociales[9].
Antes mencionaba la Acción directa, en las calles,
en las manifestaciones, en la toma de vía pública, en acciones políticas
fuera de la arena parlamentaria. Y también mencionaba la actuación política
parlamentaria. Sin embargo, los gobiernos socialdemócratas, incluso cuando
tienen una retórica marxista, se rinden y retroceden ante el rodillo
capitalista de entidades como el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Central Europeo o la propia Comisión Europea. Así, en Grecia por ejemplo,
Alexis Tsipras, líder de Syriza, quien ganó convincentemente el referéndum anti-austeridad
de Julio de 2015, luego acabó implementando las medidas de austeridad que había
criticado con dureza durante la campaña electoral. Abandonó, traicionó el
mandato de la izquierda anti austeridad bajo el cual había sido elegido y que
había sido reforzado con el resultado del referéndum. Ignoró el voto
anti-austeridad y las numerosas huelgas generales, protestas y ocupaciones, con
las que pudo –y debió- haber colaborado para rechazar el acatamiento de las
políticas de austeridad y de esa manera oponer resistencia al Capital.
Desde un punto de vista internacional, la
capitulación de Tsipras ante “La Troika” y ante las “Instituciones” fue una
tremenda derrota para la izquierda marxista, en concreto para aquellos que
habían puesto su fe en la lucha parlamentaria, y además, en general para la
izquierda en general. En los años 2009-2015 hubo un gran optimismo en toda la
izquierda, entre los activistas socialistas, en los marxistas teóricos y en los
radicales de izquierda en las posibilidades de Syriza. Los diferentes
movimientos y grupos sociales de acción directa apoyaron a Tsipras en su
camino al gobierno, buscando una respuesta contra el Capital tanto en el plano
nacional como en el internacional, pero Tsipras les traicionó. Yo era un
frecuente participante en las protestas ocurridas en Atenas en los años
2009-2015, en manifestaciones en la plaza Syntagma donde la policía no dudaba
emplear gases tóxicos para disolverlas. Como marxista y como troskista, no me
hacía grandes ilusiones con la social democracia parlamentaria y al mismo
tiempo que participaba en aquellas manifestaciones, defendía y apoyaba la
acción extra parlamentaria y por la coalización marxista Antarsva[10],
de la que soy miembro.
Creo que el derrumbamiento de la social democracia
ante las instituciones capitalistas europeas debe ser una lección de la cual
tenemos que aprender. Es una lección que nos muestra que a través de la
historia, cuando hay una crisis, la social democracia se rinde. Pues
busca gestionar el capitalismo, más que reemplazarlo. La tragedia para Grecia,
fue que por un periodo de tiempo, en el 2012, el país tenía unas condiciones
pre-revolucionarias caracterizadas por una conciencia de clase trabajadora
desarrollada hacia la mobilización y la radicalización social. Trotsky escribió
sobre este proceso de radicalización en “¿Qué es
una situación revolucionaria?”. Pero en Grecia no hubo un partido
político bien organizado y suficientemente fuerte para romper con el
capitalismo, como sí lo hubo en la Rusia de 1917. Pero fue, desde la revolución
portuguesa de abril de 1974, lo más cerca que hubo en Europa de un intento
socialista por reemplazar el capitalismo.
Por eso, cuando actualmente en Inglaterra,
virtualmente todos los socialistas y marxistas y anti capitalistas de izquierda
apoyan a Jeremy Corbyn y sus propuestas de social democracia de
izquierdas, es “sin grandes ilusiones”. Pero también creo que estamos mucho más
cerca de lo que estábamos antes del crash del 2008 de un nuevo
imaginario, de una nueva conciencia política y de una nueva resistencia, para
no solo imaginar sino también luchar por un mejor futuro, y en mi opinión,
futuro socialista.
JRR.: Entonces Dave, ¿crees que tenemos actualmente
las condiciones para una revolución, para una transformación social?
D. H.: Es evidente que cualquier acción es tanto
individual como social al mismo tiempo, así que creo que debemos empezar, pero
no limitarnos únicamente, con la clásica concepción feminista de que lo
personal es a su vez político y que tus actos y comportamientos individuales
como sujeto tienen un impacto en el medio que te rodea –– creo que en un nivel
básico la mayoría de nosotros recuerda el ejemplo de algún profesor, de alguien
que con su ejemplo, contribuyó poderosamente al fomento del pensamiento crítico
y de la crítica ideológica. Por eso, no debemos subestimar la importancia
revolucionario de nuestros actos y de las relaciones en el plano más
individual.
En un nivel más amplio, me referiré a tres
aspectos- la necesidad de un partido, la necesidad de una organización y la
necesidad de un programa. En estos aspectos globales es donde más me diferencio
de otros marxistas y por descontado de los social demócratas. Aunque tampoco
quiero caer en posiciones sectarias, como las de muchas de las organizaciones
de la izquierda radical, que las acaba incapacitando para trabajar con otras
fuerzas, y por ende, cayendo en la marginalidad. Lo que tiene que ser vital es
mantener la idea rectora de la lucha de clases, de la existencia de clases
sociales. Desde el punto de vista de la organización, son básicos los
intelectuales orgánicos, siguiendo la denominación de Gramsci, quienes deben
ser parte de la clase trabajadora y no simples oradores o referentes ajenos a
la clase trabajadora. Así, el elemento básico para la resistencia es la
existencia de estos intelectuales orgánicos marxistas
A lo que hay que añadir que estos intelectuales no
son simplemente docentes, maestros de primaria y profesores de universidad,
sino que también pueden ser representantes sindicales, activistas sociales y
representantes y líderes de movimientos sociales de protesta. En un plan
más extenso, y dentro de la idea central de lucha de clases, tendríamos el
Frente Unido, con un carácter más amplio y que mencioné antes y que se
compondría de marxistas colaborando con sindicatos, con movimientos
antifascistas, antirracistas, etc. y con aquellos comprometidos con las
problemáticas y ataques a los derechos sociales que atañen más directamente a
la clase obrera: la precariedad laboral, la pobreza, la vivienda, etc. Estos
líderes, quizás no hayan leído nunca ningún texto de o sobre Marx o
ningún texto de extrema izquierda. Pero trabajando en estos frentes unidos,
las acciones y las alianzas pasan a tener un rol muy importante, pues por su
naturaleza colaborativa pasan a ser rápidamente radicalizadas políticamente por
amplios sectores de la población. Uno de los mejores ejemplos de este proceso
es la Comuna de París de 1871, que influyó significativamente los
escritos de Marx.
Voy a señalar una maravillosa cita de Gramsci sobre
“el pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad”. La capitulación de
Syriza desde el 2105, el debilitamiento de movimientos sociales como el de los Indignados
en España o el de Podemos, puede llevarnos a una sensación de derrota, de
fatalidad. Pero ahí es donde necesitamos las personas que tienen ese pesimismo
de la inteligencia, la comprensión de que las cosas no están yendo bien y que
estamos siendo aplastados. Pero por otra parte, tenemos que mantener el
optimismo de la voluntad de que podemos y debemos hacer algo en sentido
contrario. La necesidad de un partido, de una organización política, se apreció
en la Plaza de Tahrir y en varias de las primaveras y protestas árabes, donde
había una demanda concreta del pueblo eliminar la dictadura y mejorar las
condiciones de vida de la población, pero eso no es bastante. La diferencia
entre esas revoluciones y la revolución rusa es que en Rusia había un partido
político con una buena organización, con intelectuales experimentados, con
miembros y afiliados y con un programa político que eventualmente llegó al
poder.
JRR.: ¿Cómo podemos trasladar esto a la práctica
quiero decir, como podemos entender la práctica transformadora?
D. H.: Bueno, tenemos que tener utopías, tenemos que ser
capaces de generar diferentes visions del futuro, diferentes visiones del
presente y de pasado. Hay una memoria histórica que resuena, por ejemplo cuando
en Inglaterra nos referimos a la actual posición política de Jeremy Corbin[11].
El no es ningún salvador, pero su discurso y sus propuestas de socialdemócrata
de izquierdas, hacen resonar una memoria histórica, la de la década de los años
50 cuando Clement Attlee, en vez de reducir salarios, servicios públicos y
prestaciones sociales, su gobierno puso en marcha reformas dirigidas a
establecer un sistema de sanidad público, a desarrollar una política pública de
vivienda social, a desarrollar un sistema de educación secundaria público y a
nacionalizar importantes sectores de la industria. Pero es evidente que no era
un gobierno perfecto!
Y sin embargo, esta memoria resuena de nuevo.
Durante y después de la campaña electoral de Jeremy Corbyn, en cuestión de
meses 400,000 personas se afiliaron al Partido Laborista en Inglaterra. La
primera vez que tenemos un socialista, o para ser más preciso en términos de
teoría política, un social demócrata de izquierdas.
Hay millones de personas, como yo y tantas otras,
que participaron en las grandes huelgas mineras en Inglaterra en 1984-85, gente
que pertenecía a sindicatos, y a organizaciones trabajadoras apoyadas por el
gobierno de izquierdas de mediados de los 70. Era gente con experiencia y
memoria histórica, basada en la experiencia propia y en la de sus familias de
clase trabajadora, con una visión muy diferente de la impuesta por los aparatos
ideológicos del estado, por los medios masivos de comunicación. En Portugal,
por ejemplo, donde hay una población de unos 12 millones de personas, hace unos
5 años, 3 millones de personas salieron a tomar las calles en protesta por la
situación social del país. Para algunas de esas personas, fue la primera vez
que lo hacían, pero para otras tenían el recuerdo de la revolución del 74 y
antes de la lucha contra el fascismo. En las protestas estudiantiles en
Inglaterra en el 2016 teníamos jóvenes a quienes la propaganda capitalista
había casi exitosamente eliminado de su memoria que era una “huelga”. Había
gente en primera línea de las manifestaciones, muy joven con 19-20 años, que
decían “¿qué es un piquete? Sabemos que es una huelga, ¿pero para qué sirve?”
Estos jóvenes en las manifestaciones aprendieron de aquellos más veteranos con
experiencia en la organización activa de huelgas y piquetes y de esa manera
comenzaron a adquirir ellos mismos experiencia y memoria histórica. En un
proceso de solidaridad y concientización política e intergeneracional
verdaderamente eléctrico.
JRR: Slavoj Žižek lo plantea muy claramente cuando
se refiere al “concepto de Historia de Benjamin Walter en la parte final del
documental “La guía del pervertido sobre ideología”[12]: toda revolución, si es una
revolución auténtica, no sólo se dirige al futuro, sino que también redime las
revoluciones fracasadas anteriores. Todos los fantasmas, es decir, los muertos
vivientes de todas las pasadas revoluciones que dan vueltas insatisfechos, por
fin encontrarán su hogar en la nueva libertad.
D. H.: En estos tiempos de neoliberal y
neoconservador asalto, el cual está tomando forma nacionalista en muchas partes
del mundo: Trump, Modi, Erdogan, UKIP, Theresa May, Orban, Le Pen, el Partido
Ley y Justicia de Polonia) estamos presenciando una constante radicalización
política, tanto de la derecha como de la izquierda. Tenemos que tomar partido
en estas guerras culturales, en estas guerras de ideología, en estas guerras
electorales y en las luchas, protestas y resultas en la calle, en la guerra de
clases no podemos desmovilizarnos! Podemos ver radicalización en la izquierda
en diferentes versiones de la misma – desde en socialdemócratas como Melenchon,
Bernie Sanders, Jeremy Corbyn o Pablo Iglesias y en grupos más a la izquierda,
hasta el marxismo. Personas que eran conservadoras hace 3 meses, son ahora social
liberales, personas que eran social liberales son ahora socialdemócratas,
personas que eran socialdemócratas son ahora revolucionarios marxistas o
anarcosindicalistas. Porque las personas cambiamos y como todas somos
intelectuales, tenemos la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar y tomar
conciencia política de nuestra situación como ciudadanos del mundo oprimidos.
Para Marx, Gramsci y Freire ese es el principal objetivo de la revolución.
Establecer las bases para la toma de conciencia política.
JRR: Esa toma de conciencia en cuanto a las
condiciones de explotación del capitalismo neoliberal, implica necesariamente
un cambio transformador en el ámbito educativo. Un desvelamiento de la
ideología dominante que se reproduce y legitima en el sistema educativo. ¿Cómo
entiendes la pedagogía revolucionaria?
D. H.: La importancia de los educadores como
intelectuales socialistas orgánicos es crucial. Me refiero a los educadores con
capacidad para reflexionar y para fomentar el diálogo en sus clases sobre asuntos
sociales, políticos, culturales y económicos que afectan directamente al
alumnado con el que trabaja. Aquí reside una de las características esenciales
de la pedagogía y de los educadores revolucionarios: su capacidad para conectar
de forma interrelacionada problemas sociales actuales con movimientos sociales
de lucha y protesta con los propios contenidos y actividades curriculares. Esto
es esencial en una pedagogía crítico-emancipatoria. Y aquí es donde la
perspectiva marxista se diferencia de las aproximaciones liberales y
reformistas en educación, pues los socialdemócratas o liberales-progresistas no
proclaman la necesidad de una revolución anticapitalista, ni el reemplazo de
las relaciones económicas y sociales capitalistas por unas socialistas.
Los educadores marxistas o revolucionarios deben
revisar el plan de estudios, el curriculum oficial y preguntarse con su
alumnado ¿Quién crees que escribió esto? Las preguntas de quién gana, quién
pierde y por qué? Cuando se relacionan con el análisis de clase social pasan a
ser una cuestión central que puede ser abordada desde los niveles más
individuales y personales hasta los niveles más amplios y estructurales.
Es decir, fomentar el pensamiento crítico en todo el curriculum escolar. De
modo que se enseñe no a qué pensar, sino también a cómo pensar.
Esto incluye el cuestionamiento radical del plan de estudios de cualquier nivel
educativo: ¿quién se beneficia de esto y quién no? El alumnado también
tiene que ser enseñados a interrogarse qué grupos y comunidades de clase social
ganan u pierden en las decisiones políticas y en los procesos
histórico-culturales, y todo ello desde una perspectiva de análisis marxista y
de la explotación de clase del capitalismo, una perspectiva que no excluya los
puntos de vista de las perspectivas ideológicas liberales y conservadoras
actuales sobre la sociedad, pero planteadas desde una base ético-moral que
privilegie la justicia social y el análisis marxista de la sociedad de clases.
Este pensamiento crítico tiene que incluir como pensar críticamente sobre los
medios de comunicación, los sistemas políticos, sobre las relaciones económicas
y sociales de producción y también, claro está sobre el propio análisis
marxista. La educación crítica tiene que ser crítica consigo misma.
Pero no es solamente pedagogía. La educación
transformadora implica cuestionarse aspectos como el curriculum escolar, las
metodologías didácticas empleadas, la organización escolar tanto a nivel de
centros, como a nivel de alumnado, como a nivel de profesorado. La educación
transformadora no es meramente escuchar y valorar los relatos y contribuciones
de las minorías y de la clase trabajadora. Implica un cuestionamiento radical
del curriculum escolar, de los contenidos que se enseña y cómo se seleccionan,
del papel de los educadores, etc. Algunos de los autores actuales más
importantes en esta tradición y que han profundizado en estas cuestiones son
Peter McLaren, Henry Giroux, Michael W. Apple o Antonia Darder, entre muchos
otros. Una lectura que me influyó poderosamente y que transita por estas
cuestiones clave que he señalado fue la de Los profesores como intelectuales
de Henry Giroux (1990).
JRR.: Siguiendo a autores como Paulo Freire o el
propio Henry Giroux, como educadores no podemos asumir un punto de vista
neutral, sino que tenemos que reconocer que la educación es en sí misma un acto
político…
D. H.: Totalmente de acuerdo, yo no soy un liberal
pluralista y no creo en el análisis ni en las prácticas pluralistas. Así que no
tengo ningún reparo en partir de que voy a enseñar la historia de la clase
trabajadora en este país, de que voy a enseñar como el poder es dominado por
una pequeña minoría y cómo esta lo mantiene y lo perpetúa, y como las cosas
podrían ser muy diferentes para lograr una sociedad más justa. Voy a intentar
enseñarte cómo interrogarte críticamente sobre estas cuestiones y ser capaz de
deconstruirlas para ver su carácter hueco y construido.
Y ahí es donde se unen lo político y lo
estructural, con lo más personal e individual de la relación educativa. Por
eso, la pedagogía crítica tiene que dirigirse a revisar los contenidos
educativos y la organización escolar, pero desde la negociación y debate previo
con el alumnado, con las comunidades alrededor de la escuela, etc. En
definitiva, con la articulación interminable de lo macro y lo micro, con
el diálogo constante entre lo estructural y lo personal. Siguiendo los procesos
espiralados de la metodología freireana en sus campañas de alfabetización.
La pedagogía crítica o transformadora no es un simple
remedo metodológico, que facilite la participación del alumnado hacia los
canales ya establecidos en el sistema educativo. No es la mera introducción de
metodologías y recursos didácticos para la participación del alumnado. Eso
simplemente es un cambio cosmético que en todo caso contribuye a legitimar aún
más la reproducción social que ocurre en el sistema educativo.
JRR.: De todas formas no es fácil ir contra la
corriente dominante…
D. H.: En primer lugar quiero señalar que en todos
los centros educativos en los que he trabajado a pesar de los limitados
espacios de libertad y cualquiera que halla sido el nivel de supervisión y
vigilancia burocrática, como docente, como educador siempre he podido –en unos
casos de forma más subrepticia, en otros casos de forma más abierta- explorar
alternativas y poner en marcha diferentes actuaciones y prácticas educativas de
carácter contrahegemónico. Buena parte de las cuales he reflejado en mis
artículos y libros[13].
Sin embargo, no es nada fácil ser un estudiante, un
político o un profesor comprometido. Pero no hay que rendirse! Está claro que
el gobierno quiere que como alumno te concentres en ir aprobando exámenes y en
sacar buenas notas. En Inglaterra, los estudiantes universitarios pagan de
media 27.000 libras por el título universitario, así que el mensaje es claro:
esfuérzate todo lo que puedas en las notas y no te metas en protestas ni en
revueltas sociales, tienes que concentrarte en sacar el máximo provecho al
dinero que inviertes en tu formación. Es otro mecanismo de control y de
disciplinamiento de la clase trabajadora, por supuesto.
Siempre ha sido una tarea ardua la de ser un
opositor al sistema, la de ser crítico, la de estar implicado en el
cuestionamiento ideológico y político. Lo fue en la Rusia de Stalin, en la
Alemania del Este con al Stasi, en la Alemania de Hitler, etc. A otro nivel,
también es difícil hoy en día ser un educador crítico, por eso un grupo de
educadores marxistas formamos en los años 90 el “Hillcole Group of
Radical Left Educators”. Y por eso ahora tenemos el Journal for Critical
Education Policy Studies (www.jceps.com) y
por eso organizamos el Congreso Anual de Educación Crítica, todos ellos eventos
y actuaciones basados en la insurgencia, la solidaridad y la transformación
social[14].
Y, como dices, muchos de nosotros somos
habitualmente relegados y expulsados de los centros educativos y/o privados de
promoción académica que otros docentes y educadores más complacientes con el
sistema sí tienen. Pero en eso consiste la lucha de clases y la tarea del
educador como intelectual transformador en levantarse y seguir luchando.
Nosotros como maestros también somos clase obrera
al vender nuestra fuerza de trabajo a los capitalistas y a los aparatos del
estado capitalista, como son las escuelas y las universidades. Por eso, es
nuestra obligación cuestionar el control hegemónico de las ideas por parte del
Estado capitalista, por parte de las escuelas, de los medios de comunicación y
de sus aliados en las instituciones religiosas. Nuestra labor en relación al
capitalismo no es su mera reforma, aunque algunas reformas y propuestas deban
ser defendidas. Nuestra tarea es reemplazarlo por un marxismo democrático, como
intelectuales, tenemos un papel que desempeñar. Es nuestra obligación.
Notas:
[2] Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León.
Profesor visitante en la Universidad de Anglia Ruskin. Email : jrodrf@unileon.es
[3] Shor, I. (1986). Culture Wars: School and Society in the
Conservative Restoration. Chicago: University of Chicago Press.
[4] Hill, D. (2013). Immiseration Capitalism and Education.
Brighton: Institute of Education Policy Studies.
[5] Para más información sobre estas cuestiones puede consultarse los últimos
trabajos de David Harvey o desde una perspectiva socialdemócrata a Thomas
Piketty.
[8] Entre sus miembros destacan, entre otros, el economista Milton Friedman
(1912-2006). https://es.wikipedia.org/wiki/Chicago_Boys
Profesor
emérito de la Universidad de Anglia Ruskin (UK) y profesor visitante en el
Centro de Investigación de Política Social de la Universidad de Middlesex (UK).
Sus líneas de investigación principales son la pedagogía crítica y el marxismo
y el análisis de las políticas educativas neoliberales. Es el director de la revista
Journal For Critical Education Policy Studies y el director del congreso
internacional anual sobre Educación Crítica. Sus publicaciones más recientes
son: Teaching in Multiracial Schools (2017), Marxism and Education:
International Perspectives on Theory and Action (2017), Immiseration Capitalism
and Education (2013), The Rich World and the Impoverisment of Education (2008)
todas ellas editadas por Routledge.
Fuente:
www.sinpermiso.info,
13-5-18
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