jueves, 24 de mayo de 2018

PROPUESTAS DESDE EL MARXISMO Y LA PEDAGOGÍA REVOLUCIONARIA FRENTE A LA AUSTERIDAD Y AL ASALTO NEOLIBERAL/NEOCONSERVADOR. ENTREVISTA



09/05/2018

Del 19 al 21 de mayo de 2017, el profesor emérito de la Universidad de Anglia Ruskin Dave Hill[1] dio varias conferencias en las jornadas de Educación y Marxismo organizadas por la Universidad de Midllesex, Londres. Dave Hill ofreció una crítica marxista del neoliberalismo centrándose especialmente en el ámbito educativo. Durante esas jornadas lo entrevistó Juan Ramón Rodríguez.

Juan Ramón Rodríguez[2]: Dave, quisiera comenzar con una idea que creo debe ser entendida como el punto de partida en cualquier análisis educativo y social crítico: El capitalismo debe ser reemplazado por el socialismo y ese cambio es revolucionario…

Dave Hill: Efectivamente, los marxistas creen que las reformas no perduran bajo el capitalismo, incluso si, cuando se aplican, son más o menos bienvenidas por los marxistas. Como hemos visto a lo largo de la historia, las reformas sociales  no se mantienen, y son eliminadas cuando aparecen las crisis (recurrentes y sistémicas) del capital, como ocurrió en los años treinta, en los setenta y después del 2008).

Me gustaría destacar aquí que los partidos y políticos socialdemócratas, como Pablo Iglesias y Podemos en España, Alexis Tsipras y Syriza en Grecia, Jeremy Corbyn y la mayoría de los miembros del Partido Laborista en el Reino Unido, Bernie Sanders en Estados Unidos, no quieren y nunca han querido reemplazar al capitalismo- sólo quieren administrarlo y, regularlo, reformarlo, hacerlo funcionar mejor, con más "justicia social", y con lo que Lenin llamó "demandas sindicales", ya sea mejorando las condiciones sociales del trabajador o aumentando los salarios de la clase obrera, entendiéndose por "una mejor gestión del capitalismo" la distribución más equitativa de la plusvalía.

En el análisis marxista clásico el capitalismo nunca es aceptable, ya sea regulado, reformado, socialdemócrata o no, porque es la explotación (económica, por lo tanto, política, cultural, y de opresión social) de los seres humanos por los propios seres humanos. Por lo tanto, lo que define a los marxistas clásicos es una creencia, un análisis, por el cual el capitalismo debe ser reemplazado, independientemente del grado o sostenibilidad de las reformas auspiciadas bajo el capitalismo. Este es un punto importante: Este es el motivo por el que los marxistas, profesores marxistas activistas, trabajamos para desarrollar la conciencia de clase, una clase con "buen sentido" en oposición al "sentido común".

JRR: Sin embargo, da la sensación estamos en una suerte de estancamiento político, que me gustaría caracterizar con dos citas bastante pesimistas. Por una parte, pensadores de izquierdas repiten a menudo que hoy es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Por otra parte,  estaría el disparate de Thatcheriano, de que "no hay alternativa". 

DH: Me voy a referir a Gramsci y a la guerra de posición y a la guerra de maniobras. El dilema que acabas de plantear sobre la posición hegemónica de la ideología procapitalista, la creencia de que "no hay alternativa" siempre está siendo impugnada. En la sociedad de clases, siempre lo es, en mayor o menor medida. Esa es la guerra de posición en la que luchamos por una comprensión, conciencia e ideología contrahegemónica. Como lo ha llamado Ira Shor, hay guerras culturales permanentes, batallas para transformar la conciencia de la gente[3]. Esa lucha ideológica puede tener lugar en muchos sitios, por supuesto. Puede tener lugar en entornos educativos formales y no-fornales, donde los maestros, los formadores de docentes y los docentes universitarios pueden tener gran importancia; y puede tener lugar en otros entornos, como las discusiones en el pub, en el sindicato, en el lugar de trabajo, etc. Por lo tanto, la impugnación puede tener lugar en el campo educativo, pero no solamente en él. Aunque, por supuesto, no solo aprendemos con palabras, también con nuestros actos y comportamientos. Las muestras espontáneas públicas de solidaridad social, emocional, etc. son enormes experiencias de aprendizaje. Aprendemos en sitios educativos formales y no formales, en diferentes ámbitos de la vida. Y creo que nuevamente Gramsci fue muy influyente en sus escritos sobre esto: Estamos comprometidos en guerras culturales permanentes.

Es más fácil imaginar el colapso del mundo que el fin del capitalismo? Para muchos así es. Pero cada vez lo es para menos y menos! Actuales consecuencias del capitalismo neoliberal como por ejemplo las políticas de austeridad, están causando lo que Marx denominó empobrecimiento. Y actualmente no estamos viendo únicamente un empobrecimiento relativo, sino que estamos presenciando un empobrecimiento absoluto, una pauperización absoluta, – una vuelta para mucho a los tiempos victorianos, con unas condiciones de vida, hambruna y deprivación típicas del siglo XIX, cuando Engels, Dickens y Jack London estaban escribiendo sobre pobreza y hambre en Manchester y en Londres. Uno de mis últimos libros es sobre la pauperización capitalista[4], así como buen parte de mis últimos artículos. El empobrecimiento de la clase trabajadora en los últimos años ha sido sobrecogedor.

Cuando vemos, este enorme crecimiento de la desigualdad, cuando se hace tan obvio para mucha gente – el empobrecimiento, y el daño social, psicológico y comunitaria que está causando – brillantemente reflejado en la última película de Ken Loach “Yo, Daniel Blake”– sectores de la sociedad comienza a rebelarse. Comienzan a ver a través de la ideología, la cual empieza a ser contestada en el plano individual, en la conciencia de las personas. Hay una bonita cita que sigue así: Hay un momento cuando las condiciones materiales de existencia nos empujan  a rasgar y a romper las cortinas, a quitarnos las gafas distorsionadoras del capitalismo neoliberal y atrevernos a ver que efectivamente el emperador no lleva ropas y va desnudo.

El neoliberalismo promete una distribución de la riqueza mediante la Teoría del goteo, la riqueza que generan los más ricos acabará en última instancia llegando al conjunto de la sociedad, mediante esa suerte de goteo continuo. Pero ahora sabemos que eso no es cierto, las condiciones de vida de la inmensa mayoría de las personas nos dicen que esa redistribución de la riqueza no es cierta, sino que cada vez se acumula en menos manos[5].

He estado dando charlas y conferencias sobre socialismo, capitalismo y marxismo desde hace casi 50 años. En el 2009 en una charla en Londres durante el movimiento Occupy London, dije al grupo de personas allí reunidas: “He estado dando conferencias durante los últimos 50 años, pero sabéis algunas veces  ha sido como orinar con el viento de cara. Luego finalizaba la charla con “Pero sabéis qué! La dirección del viento ha cambiado!” Ahora, desde el 2008, ha habido un amplio cambio en la mentalidad. Cambio reflejado en frases y titulares como : “somos el  99%”, “99% contra el 1%”. Este importante cambio en la conciencia de la ciudadanía  ha dado lugar a una movilización de masas, a la acción directa. Vemos que millones de personas en todo el mundo se mobilizan en protestas, manifestaciones, en ocupaciones del espacio público, etc. Fundamentalmente en dos tipos de protestas: Protestas hacia una determinada cuestión, tales como el día contra la violencia de género, o en contra de la elección de Donald Trump como presidente en Estados Unidos, y como las exitosas manifestaciones en contra de las leyes anti-aborto en Polonia en el 2017[6]. Luego, hay otras manifestaciones y protestas basadas en cuestiones más amplias y transversales, como las protestas antiausteridad en países como Grecia, España y Portugal, o las protestas en el mundo árabe. Éstas últimas, implican una idea de “frente unido” – siguiendo la terminología troskista -, pues no solamente agrupan revolucionarios marxitas, sino también feministas radicales, movimientos anti-racistas, grupos libertarios y decentes y respetables socialdemócratas dignos de llevar ese nombre.

Por eso, creo que la cita que hiciste anteriormente pudo haber sido cierto hasta el 2008, pero ahora con la crisis económica y su impacto social, psicológico y material en la vida de las personas, creo que ya no puede mantenerse. Y para aprovechar esta situación ideológica, es fundamental luchar contra el capitalismo neoliberal y sus políticas de austeridad, a través de dos tipos de vías, las cuales desde luego pueden combinarse: la primera es la acción directa –las personas que se organizan y luchan por defender derechos sociales básicos que les atañen directamente; la segunda es la acción política a través de los partidos políticos, por ejemplo a través de las elecciones.

JRR: Hablando de políticas de austeridad. Qué te parece la respuesta de algunos países europeos frente a estas políticas de austeridad y de desregulación económica?

DH.: Hace poco dí una conferencia en la Universidad de Kapodistrian en Grecia[7]. Grecia ha sido uno de los ejemplos más extremos de la opresión neoliberal post 2008 – del mismo modo que lo fue Chile como banco de pruebas neoliberal en el 1979, con el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido del socialista Salvador Allende y la imposición del terrible, cruel y criminal dictador Pinochet y, la política económica de brutal neoliberalismo desarrollada por los “Chicago Boys”[8], reduciendo salarios, eliminando prestaciones sociales y aumentando y profundizando enormemente las desigualdades sociales. Bien, el actual campo de pruebas para ver hasta donde puede llegar la clase capitalista a la hora de explotar a la clase trabajadora en cuanto a derechos, salarios y estándares de vida ha sido Grecia. Grecia tenía una de las tasas de suicidio más bajas de toda Europa, ahora tiene una de las más altas, tal ha sido el impacto neoliberal en las pensiones públicas, en los salarios y en las prestaciones sociales[9].

Antes mencionaba la Acción directa, en las calles, en las manifestaciones, en la toma de  vía pública, en acciones políticas fuera de la arena parlamentaria. Y también mencionaba la actuación política parlamentaria. Sin embargo, los gobiernos socialdemócratas, incluso cuando tienen una retórica marxista, se rinden y retroceden ante el rodillo capitalista de entidades como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo o la propia Comisión Europea. Así, en Grecia por ejemplo, Alexis Tsipras, líder de Syriza, quien ganó convincentemente el referéndum anti-austeridad de Julio de 2015, luego acabó implementando las medidas de austeridad que había criticado con dureza durante la campaña electoral. Abandonó, traicionó el mandato de la izquierda anti austeridad bajo el cual había sido elegido y que había sido reforzado con el resultado del referéndum. Ignoró el voto anti-austeridad y las numerosas huelgas generales, protestas y ocupaciones, con las que pudo –y debió- haber colaborado para rechazar el acatamiento de las políticas de austeridad y de esa manera oponer resistencia al Capital.

Desde un punto de vista internacional, la capitulación de Tsipras ante “La Troika” y ante las “Instituciones” fue una tremenda derrota para la izquierda marxista, en concreto para aquellos que habían puesto su fe en la lucha parlamentaria, y además, en general para la izquierda en general. En los años 2009-2015 hubo un gran optimismo en toda la izquierda, entre los activistas socialistas, en los marxistas teóricos y en los radicales de izquierda en las posibilidades de Syriza. Los diferentes movimientos y grupos sociales de acción directa apoyaron a  Tsipras en su camino al gobierno, buscando una respuesta contra el Capital tanto en el plano nacional como en el internacional, pero Tsipras les traicionó. Yo era un frecuente participante en las protestas ocurridas en Atenas en los años 2009-2015, en manifestaciones en la plaza Syntagma donde la policía no dudaba emplear gases tóxicos para disolverlas. Como marxista y como troskista, no me hacía grandes ilusiones con la social democracia parlamentaria y al mismo tiempo que participaba en aquellas manifestaciones, defendía y apoyaba la acción extra parlamentaria y por la coalización marxista Antarsva[10], de la que soy miembro.

Creo que el derrumbamiento de la social democracia ante las instituciones capitalistas europeas debe ser una lección de la cual tenemos que aprender. Es una lección que nos muestra que a través de la historia, cuando hay una crisis, la social democracia se rinde.  Pues busca gestionar el capitalismo, más que reemplazarlo. La tragedia para Grecia, fue que por un periodo de tiempo, en el 2012, el país tenía unas condiciones pre-revolucionarias caracterizadas por una conciencia de clase trabajadora desarrollada hacia la mobilización y la radicalización social. Trotsky escribió sobre este proceso de radicalización en  ¿Qué es una situación revolucionaria?. Pero en Grecia no hubo un partido político bien organizado y suficientemente fuerte para romper con el capitalismo, como sí lo hubo en la Rusia de 1917. Pero fue, desde la revolución portuguesa de abril de 1974, lo más cerca que hubo en Europa de un intento socialista por reemplazar el capitalismo.

Por eso, cuando actualmente en Inglaterra, virtualmente todos los socialistas y marxistas y anti capitalistas de izquierda apoyan a  Jeremy Corbyn y sus propuestas de social democracia de izquierdas, es “sin grandes ilusiones”. Pero también creo que estamos mucho más cerca de lo que estábamos antes del crash del 2008 de un nuevo imaginario, de una nueva conciencia política y de una nueva resistencia, para no solo imaginar sino también luchar por un mejor futuro, y en mi opinión, futuro socialista.

JRR.: Entonces Dave, ¿crees que tenemos actualmente las condiciones para una revolución, para una transformación social?

D. H.: Es evidente que cualquier acción es tanto individual como social al mismo tiempo, así que creo que debemos empezar, pero no limitarnos únicamente, con la clásica concepción feminista de que lo personal es a su vez político y  que tus actos y comportamientos individuales como sujeto tienen un impacto en el medio que te rodea –– creo que en un nivel básico la mayoría de nosotros recuerda el ejemplo de algún profesor, de alguien que con su ejemplo, contribuyó poderosamente al fomento del pensamiento crítico y de la crítica ideológica. Por eso, no debemos subestimar la importancia revolucionario de nuestros actos y de las relaciones en el plano más individual.

En un nivel más amplio, me referiré a tres aspectos- la necesidad de un partido, la necesidad de una organización y la necesidad de un programa. En estos aspectos globales es donde más me diferencio de otros marxistas y por descontado de los social demócratas. Aunque tampoco quiero caer en posiciones sectarias, como las de muchas de las organizaciones de la izquierda radical, que las acaba incapacitando para trabajar con otras fuerzas, y por ende, cayendo en la marginalidad. Lo que tiene que ser vital es mantener la idea rectora de la lucha de clases, de la existencia de clases sociales. Desde el punto de vista de la organización, son básicos los intelectuales orgánicos, siguiendo la denominación de Gramsci, quienes deben ser parte de la clase trabajadora y no simples oradores o referentes ajenos a la clase trabajadora. Así, el elemento básico para la resistencia es la existencia de estos intelectuales orgánicos marxistas

A lo que hay que añadir que estos intelectuales no son simplemente docentes, maestros de primaria y profesores de universidad, sino que también pueden ser representantes sindicales, activistas sociales y representantes y líderes de movimientos sociales de protesta.  En un plan más extenso, y dentro de la idea central de lucha de clases, tendríamos el Frente Unido, con un carácter más amplio y que mencioné antes y que se compondría de marxistas colaborando con sindicatos, con movimientos antifascistas, antirracistas, etc. y con aquellos comprometidos con las problemáticas y ataques a los derechos sociales que atañen más directamente a la clase obrera: la precariedad laboral, la pobreza, la vivienda, etc. Estos líderes, quizás no hayan leído nunca ningún texto de  o sobre Marx o ningún texto de extrema izquierda. Pero trabajando en estos frentes unidos, las acciones y las alianzas pasan a tener un rol muy importante, pues por su naturaleza colaborativa pasan a ser rápidamente radicalizadas políticamente por amplios sectores de la población. Uno de los mejores ejemplos de este proceso es la Comuna de París de 1871, que influyó significativamente los escritos de Marx.

Voy a señalar una maravillosa cita de Gramsci sobre “el pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad”. La capitulación de Syriza desde el 2105, el debilitamiento de movimientos sociales como el de los Indignados en España o el de Podemos, puede llevarnos a una sensación de derrota, de fatalidad. Pero ahí es donde necesitamos las personas que tienen ese pesimismo de la inteligencia, la comprensión de que las cosas no están yendo bien y que estamos siendo aplastados.  Pero por otra parte, tenemos que mantener el optimismo de la voluntad de que podemos y debemos hacer algo en sentido contrario. La necesidad de un partido, de una organización política, se apreció en la Plaza de Tahrir y en varias de las primaveras y protestas árabes, donde había una demanda concreta del pueblo eliminar la dictadura y mejorar las condiciones de vida de la población, pero eso no es bastante. La diferencia entre esas revoluciones y la revolución rusa es que en Rusia había un partido político con una buena organización, con intelectuales experimentados, con miembros y afiliados y con un programa político que eventualmente llegó al poder.

JRR.: ¿Cómo podemos trasladar esto a la práctica quiero decir, como podemos entender la práctica transformadora?

D. H.: Bueno, tenemos que tener utopías, tenemos que ser capaces de generar diferentes visions del futuro, diferentes visiones del presente y de pasado. Hay una memoria histórica que resuena, por ejemplo cuando en Inglaterra nos referimos a la actual posición política de Jeremy Corbin[11]. El no es ningún salvador, pero su discurso y sus propuestas de socialdemócrata de izquierdas, hacen resonar una memoria histórica, la de la década de los años 50 cuando Clement Attlee, en vez de reducir salarios, servicios públicos y prestaciones sociales, su gobierno puso en marcha reformas dirigidas a establecer un sistema de sanidad público, a desarrollar una política pública de vivienda social, a desarrollar un sistema de educación secundaria público y a nacionalizar importantes sectores de la industria. Pero es evidente que no era un gobierno perfecto!

Y sin embargo, esta memoria resuena de nuevo. Durante y después de la campaña electoral de Jeremy Corbyn, en cuestión de meses 400,000 personas se afiliaron al Partido Laborista en Inglaterra. La primera vez que tenemos un socialista, o para ser más preciso en términos de teoría política, un social demócrata de izquierdas.

Hay millones de personas, como yo y tantas otras, que participaron en las grandes huelgas mineras en Inglaterra en 1984-85, gente que pertenecía a sindicatos, y a organizaciones trabajadoras apoyadas por el gobierno de izquierdas de mediados de los 70. Era gente con experiencia y memoria histórica, basada en la experiencia propia y en la de sus familias de clase trabajadora, con una visión muy diferente de la impuesta por los aparatos ideológicos del estado, por los medios masivos de comunicación. En Portugal, por ejemplo, donde hay una población de unos 12 millones de personas, hace unos 5 años, 3 millones de personas salieron a tomar las calles en protesta por la situación social del país. Para algunas de esas personas, fue la primera vez que lo hacían, pero para otras tenían el recuerdo de la revolución del 74 y antes de la lucha contra el fascismo. En las protestas estudiantiles en Inglaterra en el 2016 teníamos jóvenes a quienes la propaganda capitalista había casi exitosamente eliminado de su memoria que era una “huelga”. Había gente en primera línea de las manifestaciones, muy joven con 19-20 años, que decían “¿qué es un piquete? Sabemos que es una huelga, ¿pero para qué sirve?” Estos jóvenes en las manifestaciones aprendieron de aquellos más veteranos con experiencia en la organización activa de huelgas y piquetes y de esa manera comenzaron a adquirir ellos mismos experiencia y memoria histórica. En un proceso de solidaridad y concientización política e intergeneracional verdaderamente eléctrico.

JRR: Slavoj Žižek lo plantea muy claramente cuando se refiere al “concepto de Historia de Benjamin Walter en la parte final del documental “La guía del pervertido sobre ideología”[12]: toda revolución, si es una revolución auténtica, no sólo se dirige al futuro, sino que también redime las revoluciones fracasadas anteriores. Todos los fantasmas, es decir, los muertos vivientes de todas las pasadas revoluciones que dan vueltas insatisfechos, por fin encontrarán su hogar en la nueva libertad.

D. H.: En estos tiempos de neoliberal y neoconservador asalto, el cual está tomando forma nacionalista en muchas partes del mundo: Trump, Modi, Erdogan, UKIP, Theresa May, Orban, Le Pen, el Partido Ley y Justicia de Polonia) estamos presenciando una constante radicalización política, tanto de la derecha como de la izquierda. Tenemos que tomar partido en estas guerras culturales, en estas guerras de ideología, en estas guerras electorales y en las luchas, protestas y resultas en la calle, en la guerra de clases no podemos desmovilizarnos! Podemos ver radicalización en la izquierda en diferentes versiones de la misma – desde en socialdemócratas como Melenchon, Bernie Sanders, Jeremy Corbyn o Pablo Iglesias y en grupos más a la izquierda, hasta el marxismo. Personas que eran conservadoras hace 3 meses, son ahora social liberales, personas que eran social liberales son ahora socialdemócratas, personas que eran socialdemócratas son ahora revolucionarios marxistas o anarcosindicalistas. Porque las personas cambiamos y como todas somos intelectuales, tenemos la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar y tomar conciencia política de nuestra situación como ciudadanos del mundo oprimidos. Para Marx, Gramsci y Freire ese es el principal objetivo de la revolución. Establecer las bases para la toma de conciencia política.

JRR: Esa toma de conciencia en cuanto a las condiciones de explotación del capitalismo neoliberal, implica necesariamente un cambio transformador en el ámbito educativo. Un desvelamiento de la ideología dominante que se reproduce y legitima en el sistema educativo. ¿Cómo entiendes la pedagogía revolucionaria?

D. H.: La importancia de los educadores como  intelectuales socialistas orgánicos es crucial. Me refiero a los educadores con capacidad para reflexionar y para fomentar el diálogo en sus clases sobre asuntos sociales, políticos, culturales y económicos que afectan directamente al alumnado con el que trabaja. Aquí reside una de las características esenciales de la pedagogía y de los educadores revolucionarios: su capacidad para conectar de forma interrelacionada problemas sociales actuales con movimientos sociales de lucha y protesta con los propios contenidos y actividades curriculares. Esto es esencial en una pedagogía crítico-emancipatoria. Y aquí es donde la perspectiva marxista se diferencia de las aproximaciones liberales y reformistas en educación, pues los socialdemócratas o liberales-progresistas no proclaman la necesidad de una revolución anticapitalista, ni el reemplazo de las relaciones económicas y sociales capitalistas por unas socialistas.

Los educadores marxistas o revolucionarios deben revisar el plan de estudios, el curriculum oficial y preguntarse con su alumnado ¿Quién crees que escribió esto? Las preguntas de quién gana, quién pierde y por qué? Cuando se relacionan con el análisis de clase social pasan a ser una cuestión central que puede ser abordada desde los niveles más individuales y personales hasta los niveles más amplios y estructurales.  Es decir, fomentar el pensamiento crítico en todo el curriculum escolar. De modo que se enseñe no a qué pensar, sino también a cómo pensar. Esto incluye el cuestionamiento radical del plan de estudios de cualquier nivel educativo: ¿quién se beneficia de esto y quién no? El alumnado también tiene que ser enseñados a interrogarse qué grupos y comunidades de clase social ganan u pierden en las decisiones políticas y en los procesos histórico-culturales, y todo ello desde una perspectiva de análisis marxista y de la explotación de clase del capitalismo, una perspectiva que no excluya los puntos de vista de las perspectivas ideológicas liberales y conservadoras actuales sobre la sociedad, pero planteadas desde una base ético-moral que privilegie la justicia social y el análisis marxista de la sociedad de clases. Este pensamiento crítico tiene que incluir como pensar críticamente sobre los medios de comunicación, los sistemas políticos, sobre las relaciones económicas y sociales de producción y también, claro está sobre el propio análisis marxista. La educación crítica tiene que ser crítica consigo misma.

Pero no es solamente pedagogía. La educación transformadora implica cuestionarse aspectos como el curriculum escolar, las metodologías didácticas empleadas, la organización escolar tanto a nivel de centros, como a nivel de alumnado, como a nivel de profesorado. La educación transformadora no es meramente escuchar y valorar los relatos y contribuciones de las minorías y de la clase trabajadora. Implica un cuestionamiento radical del curriculum escolar, de los contenidos que se enseña y cómo se seleccionan, del papel de los educadores, etc. Algunos de los autores actuales más importantes en esta tradición y que han profundizado en estas cuestiones son Peter McLaren, Henry Giroux, Michael W. Apple o Antonia Darder, entre muchos otros. Una lectura que me influyó poderosamente y que transita por estas cuestiones clave que he señalado fue la de Los profesores como intelectuales de Henry Giroux (1990).

JRR.: Siguiendo a autores como Paulo Freire o el propio Henry Giroux, como educadores no podemos asumir un punto de vista neutral, sino que tenemos que reconocer que la educación es en sí misma un acto político…

D. H.: Totalmente de acuerdo, yo no soy un liberal pluralista y no creo en el análisis ni en las prácticas pluralistas. Así que no tengo ningún reparo en partir de que voy a enseñar la historia de la clase trabajadora en este país, de que voy a enseñar como el poder es dominado por una pequeña minoría y cómo esta lo mantiene y lo perpetúa, y como las cosas podrían ser muy diferentes para lograr una sociedad más justa. Voy a intentar enseñarte cómo interrogarte críticamente sobre estas cuestiones y ser capaz de deconstruirlas para ver su carácter hueco y construido.

Y ahí es donde se unen lo político y lo estructural, con lo más personal e individual de la relación educativa. Por eso, la pedagogía crítica tiene que dirigirse a revisar los contenidos educativos y la organización escolar, pero desde la negociación y debate previo con el alumnado, con las comunidades alrededor de la escuela, etc. En definitiva, con la articulación interminable de lo macro y lo micro,  con el diálogo constante entre lo estructural y lo personal. Siguiendo los procesos espiralados de la metodología freireana en sus campañas de alfabetización.

La pedagogía crítica o transformadora no es un simple remedo metodológico, que facilite la participación del alumnado hacia los canales ya establecidos en el sistema educativo. No es la mera introducción de metodologías y recursos didácticos para la participación del alumnado. Eso simplemente es un cambio cosmético que en todo caso contribuye a legitimar aún más la reproducción social que ocurre en el sistema educativo.

JRR.: De todas formas no es fácil ir contra la corriente dominante…

D. H.: En primer lugar quiero señalar que en todos los centros educativos en los que he trabajado a pesar de los limitados espacios de libertad y cualquiera que halla sido el nivel de supervisión y vigilancia burocrática, como docente, como educador siempre he podido –en unos casos de forma más subrepticia, en otros casos de forma más abierta- explorar alternativas y poner en marcha diferentes actuaciones y prácticas educativas de carácter contrahegemónico. Buena parte de las cuales he reflejado en mis artículos y libros[13].

Sin embargo, no es nada fácil ser un estudiante, un político o un profesor comprometido. Pero no hay que rendirse! Está claro que el gobierno quiere que como alumno te concentres en ir aprobando exámenes y en sacar buenas notas. En Inglaterra, los estudiantes universitarios pagan de media 27.000 libras por el título universitario, así que el mensaje es claro: esfuérzate todo lo que puedas en las notas y no te metas en protestas ni en revueltas sociales, tienes que concentrarte en sacar el máximo provecho al dinero que inviertes en tu formación. Es otro mecanismo de control y de disciplinamiento de la clase trabajadora, por supuesto.

Siempre ha sido una tarea ardua la de ser un opositor al sistema, la de ser crítico, la de estar implicado en el cuestionamiento ideológico y político. Lo fue en la Rusia de Stalin, en la Alemania del Este con al Stasi, en la Alemania de Hitler, etc. A otro nivel, también es difícil hoy en día ser un educador crítico, por eso un grupo de educadores marxistas formamos en los años 90 el  “Hillcole Group of Radical Left Educators”. Y por eso ahora tenemos el Journal for Critical Education Policy Studies (www.jceps.com) y por eso organizamos el Congreso Anual de Educación Crítica, todos ellos eventos y actuaciones basados en la insurgencia, la solidaridad y la transformación social[14].

Y, como dices, muchos de nosotros somos habitualmente relegados y expulsados de los centros educativos y/o privados de promoción académica que otros docentes y educadores más complacientes con el sistema sí tienen.  Pero en eso consiste la lucha de clases y la tarea del educador como intelectual transformador en levantarse y seguir luchando.

Nosotros como maestros también somos clase obrera al vender nuestra fuerza de trabajo a los capitalistas y a los aparatos del estado capitalista, como son las escuelas y las universidades. Por eso, es nuestra obligación cuestionar el control hegemónico de las ideas por parte del Estado capitalista, por parte de las escuelas, de los medios de comunicación y de sus aliados en las instituciones religiosas. Nuestra labor en relación al capitalismo no es su mera reforma, aunque algunas reformas y propuestas deban ser defendidas. Nuestra tarea es reemplazarlo por un marxismo democrático, como intelectuales, tenemos un papel que desempeñar. Es nuestra obligación.

Notas:

[2] Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León. Profesor visitante en la Universidad de Anglia Ruskin. Email : jrodrf@unileon.es
[3] Shor, I. (1986). Culture Wars: School and Society in the Conservative Restoration. Chicago: University of Chicago Press.
[4] Hill, D. (2013). Immiseration Capitalism and Education. Brighton: Institute of Education Policy Studies.
[5] Para más información sobre estas cuestiones puede consultarse los últimos trabajos de David Harvey o desde una perspectiva socialdemócrata a Thomas Piketty.
[8] Entre sus miembros destacan, entre otros, el economista Milton Friedman (1912-2006). https://es.wikipedia.org/wiki/Chicago_Boys
[10] Frente de Izquierda Anticapitalista Griega.

Profesor emérito de la Universidad de Anglia Ruskin (UK) y profesor visitante en el Centro de Investigación de Política Social de la Universidad de Middlesex (UK). Sus líneas de investigación principales son la pedagogía crítica y el marxismo y el análisis de las políticas educativas neoliberales. Es el director de la revista Journal For Critical Education Policy Studies y el director del congreso internacional anual sobre Educación Crítica. Sus publicaciones más recientes son: Teaching in Multiracial Schools (2017), Marxism and Education: International Perspectives on Theory and Action (2017), Immiseration Capitalism and Education (2013), The Rich World and the Impoverisment of Education (2008) todas ellas editadas por Routledge.

Fuente:
www.sinpermiso.info, 13-5-18

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