Marxismo como Humanismo (1-3)
TRABAJO – MÁQUINA - ESCLAVO
UNO
Si cada instrumento pudiese, en virtud de una orden recibida o, si se
quiere, adivinada, trabajar por sí mismo, como las estatuas de Dédalo o los
trípodes de Vulcano, “que se iban solos a las reuniones de los dioses”; si las
lanzaderas tejiesen por sí mismas; si el arco tocase solo la cítara, los
empresarios prescindirían de los operarios y los señores de los esclavos
Aristóteles (384-322 a.n.e) La
Política, Cap.II, De la esclavitud. Gráficas Modernas, Bogotá, 2000,
pág. 28
DOS
En el primer proyecto de Constitución (1848) redactado antes de las
jornadas de junio, figuraba todavía el “droit au travail”, el derecho al
trabajo, esta primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las
reivindicaciones revolucionarias del proletariado. Ahora se convertía en el droit
àl`assistance, en el derecho a la asistencia pública, y ¿qué Estado moderno
no alimenta, en una forma u otra, a sus pobres? El derecho al trabajo es, en el
sentido burgués, un contrasentido, un mezquino deseo piadoso, pero detrás del
derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el
capital, la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase
obrera asociada, y, por consiguiente, la abolición tanto del trabajo asalariado
como del capital y de sus relaciones mutuas. Detrás del “derecho al trabajo”
estaba la insurrección de Junio.
Marx, 1850. La lucha de
clases en Francia de 1848 a 1850. Editorial Progreso, Moscú, 1979,
p.64
TRES
Y así se explica también la paradoja económica de que el recurso más
formidable que se conoce para acortar la jornada de trabajo se trueque
en el medio más infalible para convertir toda la vida del obrero y de su
familia en tiempo de trabajo disponible para la explotación del capital. “Si
las herramientas -soñaba Aristóteles-, obedeciendo a nuestras órdenes o leyendo
en nuestros deseos, pudiesen ejecutar los trabajos que les están encomendados,
como los artefactos de Dédalo, que se movían por sí solos, o los trípodes de
Hefestos, que marchaban por su propio impulso al trabajo sagrado; si las
canillas de los tejedores tejiesen ellas solas, como esos mecanismos, el
maestro no necesitaría auxiliares ni el señor esclavos”
Marx, 1867, El Capital,
Libro primero, Capítulo 13, Maquinaria y gran industria. Fondo de Cultura
Económica, México, 2001, págs.335-336
(N.B. Marche: obrero francés que, en nombre del pueblo, exigió en
1848 del Gobierno Provisional la proclamación del derecho al trabajo)
CUATRO
“El prejuicio de la esclavitud dominaba al espíritu de Pitágoras y de
Aristóteles”, ha escrito alguien desdeñosamente”. Y sin embargo, Aristóteles
preveía que: “si cada útil pudiera ejecutar sin colaboración, o bien por sí
mismo, su función propia, y ello del mismo modo que las obras maestras de
Dédalo se movían por si mismas o que los tridentes de Vulcano emprendían
espontáneamente su trabajo sagrado, si por ejemplo las lanzaderas de los
tejedores tejieran solas, el encargado del taller no necesitaría más ayudas ni
el amo más esclavos”
El sueño de Aristóteles es nuestra realidad. Nuestras máquinas alentadas
por el fuego, dotadas de miembros de acero, infatigables, fecundas e
inagotables, desempeñan dócilmente, por sí mismas, su trabajo sagrado. Pero, no
obstante ello, el genio de los grandes pensadores capitalistas permanece
dominado por el prejuicio del asalariado, por la peor de las esclavitudes:
todavía no comprenden que la máquina es la redentora de la humanidad, el
dios que rescatará al hombre de los sordidae artes (oficios) y del
trabajo asalariado, en una palabra el dios que le dará ocio y libertad.
Lafargue, 1880, El Derecho a la
Pereza, Apéndice. Editorial Grijalbo, México, 1986, p.55
CINCO
Lo que da, además, a nuestra obra una importancia especialísima es la
circunstancia de que en ella se proclama por vez primera la fórmula en que
unánimemente los partidos obreros de todos los países del mundo condensan su
demanda de una transformación económica: la apropiación de los medios de
producción por la sociedad. En el capítulo segundo, a propósito del “derecho al
trabajo”, del que se dice que es la “primera fórmula, torpemente enunciada, en
que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado”, escribe
Marx: “Pero detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y
detrás del poder sobre el capital la apropiación de los medios de producción,
su sumisión a la clase obrera asociada, y por consiguiente la abolición del
trabajo asalariado y de sus relaciones mutuas”. Aquí se formula, pues -por
primera vez-, la tesis de que el socialismo obrero moderno se distingue
tajantemente de todos los matices del socialismo feudal, burgués,
pequeñoburgués, etc., al igual que de la confusa comunidad de bienes del
comunismo utópico y del comunismo obrero espontáneo.
Engels, 1895. Prólogo a
Las luchas de clases en Francia.... Editorial Progreso, Moscú, p.
8
SEIS
En los primeros tiempos de la vida ateniense, cuando entre los Aquiles y
los Agamenón uno solo entre cien sabía leer y escribir, la “virtud” del hombre
de gobierno no estuvo muy distante del ideal guerrero y brutal de los
espartanos. Pero más delante, cuando la sociedad fue complicando su estructura
y el trabajo del esclavo aseguró a las clases directivas un bienestar cada vez
más acentuado, otros elementos se incorporaron al ideal de la “virtud”.
Desvinculadas totalmente del trabajo productivo, fueron poco a poco
considerando las actividades alejadas de la práctica y de la necesidad como
a las verdaderamente distintivas de las clases superiores. El tiempo
dedicado a esas ocupaciones y las ocupaciones mismas fueron calificadas con una
palabra intraducible, diagosos, pero que significa algo así como “ocio
elegante”, “juego noble”, “reposo distinguido”. Y como las concepciones
religiosas reflejan paso a paso los movimientos de la sociedad que las produce,
los dioses batalladores y guerreros de las épocas bárbaras fueron cediendo el
paso a otros dioses equilibrados y serenos que saboreaban en el Olimpo una vida
de perpetuos diasgogos.
Aníbal Ponce, 1934. Educación y
Lucha de Clases. Bogotá, s.f. aprox. 1984. p.70)
SIETE
Más franco todavía que Platón, Aristóteles no se ampara ni disfraza con
las metáforas y los mitos: en él hay muy poco de armonías musicales y de
sociedades comparadas a organismos. No sólo sostuvo que la esclavitud estaba en
la naturaleza de las cosas; no sólo afirmó como ya dijimos que las clases
industriales son incapaces de “virtud” y de poder político, sino que reservando
para muy pocos elegidos la visión de lo divino -que eso quiere decir teoría-
lanzó con crueldad su sarcasmo sangriento: “cuando los telares marchan solos y
las citaras suenen por sí mismas, entonces no necesitaremos ni esclavos ni
patrones de esclavos. (“Si cada instrumento, en efecto, pudiera trabajar por sí
mismo al recibir una orden o al adivinarla -como las estatuas de Dédalo a los
trípodes de Vulcano, ‘que se presentaban solos, según dice el poeta, a las
reuniones de los dioses’- si las lanzaderas tejiesen solas, si el arco se
moviese solo sobre la cítara, los empresarios no necesitarían obreros ni los
patrones, esclavos”. Aristóteles, La Política, p.13)
Tenía razón Aristóteles, como la tenía Platón: una sociedad asentada
en el trabajo del esclavo, no podía asegurar la cultura para todos. El
rendimiento de la fuerza humana es tan exiguo que un mismo hombre no podía a la
vez, estudiar y trabajar. Los filósofos por eso debían conducir la sociedad;
los guerreros protegerla; los esclavos mantener a los filósofos y los
guerreros. La separación de la fuerza física y de la fuerza mental imponía al
mundo antiguo estas dos enormidades: para trabajar había que gemir en las miserias
de la esclavitud; para estudiar había que recluirse en el egoísmo de la
soledad.
Veintitrés siglos hubo que esperar para que se cumpliera al pie de la
letra la profecía involuntaria de Aristóteles: los telares empezaron a andar
solos y las citaras a sonar sin citaristas. Pero más de un siglo fue todavía
necesario para que los hombres llevaran a la práctica la profecía total. Puesto
que la máquina liberó al hombre del trabajo interminable, ya están de más, en
nuestros propios días, los esclavos y el patrón.
Aníbal Ponce, 1934. Educación y
Lucha de Clases. Bogotá, s.f. aprox. 1984. p.84)
OCHO
Para esta sociedad en que el trabajo ha dejado de ser un tormento, han
retrocedido los límites de lo imposible. En las estepas, en las montañas, en
los desiertos, en los pantanos, en los torrentes, surgen como por ensalmo las
maravillas del hombre. Aldehuelas perdidas, villorrios hasta ayer desconocidos,
adquieren de pronto repercusión universal. Pocos, muy pocos, ni en el mismo
Ural, sabían a dónde estaba la montaña Magnitaya. ¿Quién no conoce hoy
Magnitogorsk, una de las más grandes empresas siderúrgicas del mundo?
Nota del autor: La palabra “trabajo” se deriva de “tripaliun”,
instrumento de tortura formado por tres piezas. En un principio, trabajar
significaba atormentar.
Aníbal Ponce, 1935. Humanismo
Burgués, Humanismo Proletario. Editorial Signos, Bogotá, 1983, p.
123.
NOTA.- El
presente año 2018 es útil para conmemorar tres aniversarios importantes:
-Bicentenario de Karl Marx (1818-2018)
-Mariátegui 124 Años (1894-2018)
-Centenario del Socialismo Peruano (1918-2018).
Hace un par años el C-PI
difundió una serie donde se ponía el acento en el trabajo como tema central del
Marxismo, de José Carlos Mariátegui, del Socialismo Peruano. Esta vez se amplía
el tema, comenzando por una serie de citas que sirven para respaldar esta
interpretación.
El objetivo de la
teoría y práctica del Marxismo se basa en la liberación de las fuerzas
productivas de la humanidad toda.
El objetivo de la
teoría y práctica de José Carlos Mariátegui se basa en la liberación de las
fuerzas productivas del pueblo peruano
El objetivo de la
teoría y práctica del Socialismo Peruano se basa en la liberación de las
fuerzas productivas de nuestro Perú Integral.
No está demás reiterar
que estas celebraciones marcan etapas de balance. La actividad ni comienza ni
termina el mismo día de conmemoración. Bien se sabe que el hombre llega para
partir de nuevo. Por eso, estas conmemoraciones tienen un objetivo
definido:
Las discrepancias teóricas no impiden concertarse
respecto de un programa de acción. El frente único de los trabajadores es
nuestro objetivo. En el trabajo de constituirlo, los trabajadores de
vanguardia tienen el deber de dar el ejemplo. En la jornada de hoy nada nos
divide: todo nos une.
|
Por eso, deseamos que
estos temas sean de utilidad para el lector, para las Nuevas Oleadas de
Activistas NOA
Ragarro
03.05.18
Marxismo como Humanismo (2-3)
EL MARXISMO COMO HUMANISMO
(En 1983)
A 100 años del fallecimiento de Marx (14 de marzo) y a 165 años de su
nacimiento (5 de mayo), se puede hacer un balance recordatorio de la vigencia
de su pensamiento y actualidad de su doctrina, de su teoría.
La
exacerbación de la lucha política ha nublado desde un comienzo la esencia vital
del marxismo. Y más todavía si la construcción del socialismo no logra
ciertamente los resultados previstos por su principal orientador. Por eso el
marxismo viene siendo cuestionado como una utopía más, como una quimera
irrealizable, como un horizonte que “por más que nos acerquemos a él jamás lo
alcanzaremos”
Es
menester, entonces, analizar esta esencia vital.
El
marxismo tiene tres partes integrantes, internamente relacionadas y de
consecuencias lógicas entre sí. El socialismo es relativo a la economía tanto
como la economía es relativa a la filosofía. Y si se analiza la obra de Marx
desde estos tres aspectos se puede apreciar nítidamente el porqué de estas
relaciones y consecuencias.
Las
tres partes integrantes son otras tantas rupturas. En filosofía es una ruptura
con la filosofía de Hegel. En economía es una ruptura con la economía de
Ricardo. En socialismo es una ruptura con el socialismo de Saint Simon. Esta
triple ruptura es histórica y es universal. Por eso Marx señala que con el
sistema capitalista “termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana” (Contribución
a la Crítica de la Economía Política, Prólogo)
No es
casual que el marxismo haya comenzado con la ruptura filosófica. Con Hegel el
pensamiento filosófico llegó a su más alta cumbre. Por vía del idealismo nadie
ha podido agregar una coma siquiera a la idea dialéctica. Por eso se le
conoce como filosofía clásica. Con Hegel la teoría del desarrollo llega a su
cumbre dialéctica, pero el análisis de las contradicciones parte de que ese
motor está en el Demiurgo, otra manera de denominar a Dios. De allí que Hegel
sostenga que es la conciencia la alienada y no el hombre mismo. Es decir, la
dialéctica estaba de cabeza.
Marx
da el paso trascendental para la humanidad. Señala que no es la conciencia la
que determina el ser social sino al contrario, que es el ser social el que
determina la conciencia social. Así puso la dialéctica de pie, y con ello
comenzó a poner de pie todo el pensar milenario de la humanidad, abriendo un
inmenso campo a la investigación. Esto a veces no se toma en cuenta o se
minimiza.
Así,
con Hegel termina el idealismo y con Marx comienza el materialismo, la materia
dialéctica.
Termina la filosofía especulativa, la filosofía tal cual se la entiende
tradicionalmente. De ella sólo quedan la ontología, la gnoseología y la lógica
dialéctica. Sus otras ramas, como la fenomenología, pasan a ser piezas del
Museo del Pensamiento, e igual sus profesores, discípulos y propugnadores.
Por
eso también se desarrolla un primer capítulo de la obra de Marx constituido por
los Manuscritos Parisinos (1844), Tesis sobre Feuerbach (1845) y Miseria
de la Filosofía (1847)
Planteada la tesis de que la alienación no radica en la conciencia sino en el
ser, toca pasar a demostrarla. Y Marx desarrolla su monumental análisis de las
formaciones económicas.
Con
Ricardo el pensamiento económico llega a su más alta cumbre. Por vía del
idealismo nadie ha podido agregar una coma siquiera a la idea económica.
Por eso se le conoce como economía clásica. Con Ricardo la teoría del
desarrollo llega a su cumbre económica, pero la teoría del trabajo como base de
todo valor no puede descubrir la esencia del doble valor, del valor de uso y
del valor de cambio de toda mercancía.
Marx
da el paso trascendental. Y con una aparentemente sencilla interpolación, venta
de la fuerza de trabajo en lugar de venta del trabajo, demuestra la raíz
económica de la alienación. El análisis económico de la alienación, iniciado en
los Manuscritos Económicos, lo desarrolla Marx en Fundamentos de la
Crítica de la Economía Política (1859) y El Capital (1867 y
1884-1895-1905)
El
segundo capítulo de la obra de Marx, el análisis económico, es trascendental.
Marx descubre que la alienación no es posterior a la propiedad privada sino
anterior a ella. Por eso, aunque expresión extrema, el capitalismo es sólo
consecuencia de la alienación y no al revés. Aquí también pone al derecho el
pensar milenario de la humanidad, porque el origen de la alienación está en el
trabajo mismo. La alienación en el trabajo no es sólo del explotado sino
también del explotador, del ser humano, del ser social, lo que se acrecienta en
el período histórico de la sociedad de clases y se extrema en el capitalismo.
El
animal humano se hizo hombre por el trabajo, proceso magistralmente explicado
por Engels (El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre,
1876) ¡Pero se deshumaniza en el trabajo! La división del trabajo es la raíz de
la alienación. En la división del trabajo el producto se separa del productor
como un ser extraño a él. Por eso en su relación con las cosas, con los
objetos, el ser humano los humaniza (fetichismo), y en su relación con otros
seres los cosifica (alienación, deshumanización)
Esta
alienación está registrada desde la,antigüedad. Los teóricos del esclavismo
clasificaron los instrumentos de trabajo en mudos (el arado, p.e.), que emiten
sonidos (las bestias) y que emiten palabras (los esclavos) Y el genio español
acuñó el conocido dicho: “Poderoso caballero es Don Dinero”
En el
capitalismo la fuerza de trabajo deviene mercancía, sujeta a la ley de la
oferta y la demanda como cualquiera otra. Marx extrema el análisis de la
mercancía y descubre la diferencia entre el trabajo concreto y el trabajo
abstracto, y por ende de dónde surge el valor y la plusvalía. La teoría de la
plusvalía, piedra angular de la teoría económica marxista, es también la piedra
angular del análisis de la alienación. Con ella demostró que no es el
trabajador el que vive del propietario sino al contrario. La dialéctica de pie
es diametralmente opuesta a la dialéctica de cabeza.
En
sus célebres Tesis sobre Feuerbach (1845), señala que “los filósofos no han
hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se
trata es de transformarlo” Por ello, el objetivo de interpretar la
realidad, el objetivo de analizar la alienación no puede tener sino un
corolario, la lucha por la transformación de la realidad, la lucha por la
abolición de la alienación, tanto en su expresión extrema el capitalismo y toda
explotación del hombre por el hombre, cuanto en su raíz primigenia la división
manufacturera del trabajo.
La
alienación fue la premisa necesaria para el desarrollo de la humanidad. La
civilización comienza con la deshumanización, con la explotación del hombre por
el hombre. Pero el fin de esta alienación es la premisa consciente para la
continuidad del desarrollo, para salir de la prehistoria de la sociedad humana.
A
través de la alienación el hombre cobra conciencia de la alienación. Esto lleva
a la lucha por el socialismo, a la lucha consciente por la transformación de la
realidad.
Con
Saint Simon el pensamiento social llega a su más alta expresión. Por vía del
idealismo nadie ha podido agregar una coma siquiera a la idea socialista.
Por eso se le conoce como socialismo clásico o socialismo utópico. Con Saint
Simon la teoría del desarrollo llega a su cumbre social, pero la teoría de la
justicia social no podía descubrir que el socialismo no es un problema de
justicia sino de necesidad, no es un problema de moral sino de economía, de
propiedad sobre los medios de producción y, por ende de propiedad sobre el
Estado, un problema de qué clase detenta el Poder.
Marx
da el paso trascendental. Y señala que la lucha de clases conduce
necesariamente a la expropiación de los expropiadores, a la dictadura del
proletariado como premisa para la extinción del Estado y de las clases
sociales.
Marx
descubre al proletariado como última clase de la humanidad. Ya en La Sagrada
Familia (1844) señala que “Es cierto que la propiedad privada empuja por sí
misma, en su movimiento económico, a su propia disolución, pero sólo por medio
de un desarrollo independiente de ella, inconsciente, contrario a su voluntad,
condicionado por la naturaleza misma de la cosa; sólo cuando engendra al
proletariado como proletariado, a la miseria consciente de su miseria
espiritual y física, consciente de su deshumanización y, por tanto, como
deshumanización que se supera a sí ella misma. El proletariado ejecuta la
sentencia que la propiedad privada pronuncia sobre sí misma al crear al
proletariado, del mismo modo que ejecuta la sentencia que el trabajo asalariado
pronuncia sobre sí mismo, al crear la riqueza ajena y la miseria propia.
Al vencer el proletariado, no se convierte por ello, en modo alguno, en el lado
absoluto de la sociedad, pues sólo avanza destruyéndose a sí mismo y a su parte
contraria. Y, entonces, habrán desaparecido tanto el proletariado como su
antítesis condicionante, la propiedad privada” (Glosa marginal, Crítica nº II)
Pero
proletario no es lo mismo que obrero. Se puede ser proletario sin ser obrero y
se puede ser obrero sin ser proletario. Este es el problema de la conciencia
social. En el proceso de alienación el hombre no sólo adquiere interés de clase
y conciencia de clase sino también adquiere conciencia de su alienación. El
marxismo es precisamente esta conciencia de la alienación.
La
conciencia social se expresa entonces como conciencia de clase. Y siendo la
clase obrera la última clase, la conciencia de clase del proletariado es la
conciencia social del ser social. Así, la alienación social, el
concepto más importante del marxismo puede ser mejor aprehendido cuando se
interrelaciona con los conceptos de ser social (su antecedente) y de conciencia
social (su consecuente)
Por
tanto, la conciencia social del ser social, de la humanidad, no sólo es
inherente a los obreros sino a todo ser social que toma conciencia de su
deshumanización. El hombre deviene proletario conscientemente, y no
espontáneamente por el solo hecho de ser obrero, asalariado.
El
análisis social de la alienación, iniciado en los Manuscritos y
desarrollado en El Capital, lo realiza Marx en el Manifiesto
Comunista (1848), La lucha de clases en Francia (1850), El
Dieciocho Brumario (1852), Carta a Weydemeyer (1852), La Guerra
Civil en Francia (1871) y en Crítica del Programa de Gotha (1875)
Este
análisis de la transformación de la sociedad tiene tres etapas. En el Manifiesto
Comunista señala la necesidad de la instauración del Poder; en La Guerra
Civil en Francia (La Comuna de París) analiza el problema del
Gobierno del Poder; en la Crítica del Programa de Gotha plantea el
problema de la extinción del Poder, que es en buena cuenta el problema de la
extinción de la alienación.
El
tercer capítulo de la obra de Marx, la transformación de la sociedad, de la
realidad, es el que ocasiona más confusión porque es un problema de praxis, de
demostración de la teoría.
El
marxismo triunfó teóricamente en 1848 con el Manifiesto Comunista.
Triunfó políticamente en 1917 con la Revolución de Octubre. Pero
económicamente está aún lejos de la victoria. Su victoria sólo puede darse a
nivel mundial. Para ello la humanidad, el socialismo, el proletariado tiene que
luchar contra “el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede”
En el
Manifiesto Comunista Marx señala que la lucha del proletariado es
internacional, pero que tiene que expresarse en su propia forma nacional. Este
es el problema de la relación entre internacionalismo, nacionalismo, revolución
y coexistencia. Este es el problema de la dictadura del proletariado, de la
dictadura proletaria, del Estado de nuevo tipo.
En La
Guerra Civil en Francia Marx analiza que el Estado proletario tiene que ser
un Estado tipo Comuna; no un Estado como aparato burocrático-militar sino un
Estado basado en el pueblo en armas y en la simplificación de la administración
y de la justicia; un Estado sin ejército permanente ni policía política, sin
burocracia política ni partidaria, sin tribunal ni cárceles. Pero todo Estado
proletario es hasta el presente un aparato burocrático-militar, lo que
representa la principal distorsión del socialismo. Este es el problema de la
democracia proletaria.
El
Estado proletario como aparato burocrático-militar tiene su explicación, aunque
explicación no es lo mismo que justificación. Ningún país socialista ha dejado
de ser hasta ahora un Estado burocrático-militar por dos razones que en verdad
son una: el acoso del sistema capitalista, del imperialismo, que no lo pensó
dos veces para lanzar una guerra de agresión y de exterminio, y el atraso con
que se inicia todo Estado proletario. La única razón es en verdad el atraso. Si
en Estados Unidos de América triunfara la revolución, cualquier otro país lo
pensaría dos veces antes de pretender la agresión y exterminio.
En la
Crítica del Programa de Gotha Marx señala que todo derecho es derecho de
la desigualdad. La fórmula del socialismo “de cada cual según su capacidad, a
cada cual según su trabajo” es también un derecho de la desigualdad. Este
derecho sólo podrá ser abolido cuando el desarrollo del socialismo acabe con
las tres diferencias fundamentales, expresiones de la alienación, entre el
trabajo femenino y el trabajo masculino, entre el trabajo agrícola y el trabajo
industrial, y entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. (No es casual
que el marxismo subraye que el grado de emancipación de la mujer expresa el
grado de emancipación de la humanidad) Este es el problema de la anarquía como
extinción de la clasiarquía (dictadura), y de la acracia como extinción de la
democracia. Este es el problema de la extinción de la política, que sólo es un
derivado de la sociedad de clases.
Así,
la alienación comienza con la división del trabajo, y se extingue con la
extinción de las tres diferencias fundamentales en el trabajo.
Pero
mientras gravite el sello de la vieja sociedad, mientras el Estado proletario
sea un aparato burocrático-militar y mientras persistan las diferencias
fundamentales en el trabajo, el socialismo sólo será una realidad precaria.
El
ser humano se habrá humanizado cuando se desligue el trabajo de la paga, cuando
trabaje “según su capacidad” y reciba de la sociedad “según su necesidad”
Trabajando todos según su capacidad, cada cual debe recibir según su necesidad,
y no al revés según su trabajo. Esta es la expresión acabada de la dialéctica
puesta de pie, del pensar milenario de la humanidad puesto de pie.
A
esto llegará ineluctablemente la humanidad, tarde o temprano. Pero depende del
hombre concreto el que sea más temprano que tarde, porque una cosa es el
determinismo (la teoría, lo objetivo) y otra cosa es el volitismo (la praxis,
lo subjetivo) Y determinismo y volitismo en unidad e integración son
precisamente las coordenadas del desarrollo del marxismo.
Por
eso se puede decir que el marxismo es una Filantropía, un amor al hombre (homo)
porque es una Filosofía (Sapiens) Y que con el marxismo es que el hombre inicia
verdaderamente su historia, con el marxismo es que el hombre llega
verdaderamente a Homo Sapiens.
Así,
Marxismo es Humanismo. He ahí su esencia vital, que ya Marx señalara en el
tercero de sus Manuscritos Parisinos (1844): “3. El comunismo, abolición
positiva de la propiedad privada (alienación humana de sí ella
misma) y por consiguiente, apropiación real de la esencia humana
por el hombre y para el hombre; por tanto, retorno total del hombre para sí
como hombre social, es decir, humano; retorno consciente y operado con
la conservación de toda la riqueza del desarrollo anterior. Este comunismo,
como naturalismo consumado = humanismo, como humanismo consumado = naturalismo,
es la verdadera solución del antagonismo entre el hombre y la
naturaleza, entre el hombre y el hombre, la verdadera solución de la lucha
entre existencia y esencia, entre individuo y género. Es el enigma de la
historia ya resuelto, y sabe que es esta solución.”
En
fin, como balance recordatorio se puede subrayar que “Marx está vivo en la
lucha que por la realización del socialismo libran, en el mundo entero,
innumerables muchedumbres animadas por su doctrina” (José Carlos
Mariátegui, Defensa del Marxismo, IV, 1928)
1) R. García R. 01.03.83
Nota. Artículo difundido en esa
fecha por un periódico local.
2) Ragarro 04.05.18
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
4 de mayo 2018
Marxismo como Humanismo (3-3)
MARX - TRABAJO - HUMANISMO
UNO
A
200 años del nacimiento de Karl Marx (5 de mayo de 1818), hasta el silencio de
quienes niegan la vigencia de su gran obra se suma a la gran conmemoración de
su Bicentenario. Una vida digna, una vida ejemplar. Al conocer la obra de
Friedrich Engels, (su “genial esbozo de una crítica de las categorías
económicas” y su Situación de las clases trabajadoras en Inglaterra,1845)
“decidimos desarrollar nuestras ideas en conjunto,”(Contribución a la
Crítica de la Economía Política, Prólogo, 1859) Así, trabajando juntos,
Marx terminó desarrollando la teoría económica (El Capital), habiendo
comenzado por la filosofía, y Engels terminó desarrollando la teoría filosófica
(Dialéctica de la Naturaleza), habiendo comenzado por la economía. Digno
ejemplo de apoyo mutuo, de colaboración solidaria, de iniciativa individual.
Al
parecer, el análisis del sistema capitalista fue el objetivo principal de Marx.
Pero de comienzo a fin lo fue el análisis del trabajo, que es también el
trasfondo de todo El Capital. Por eso es muy importante partir de
sus primeras investigaciones para centrar el tema.
En La
Ideología Alemana (1845) Marx señala que “Podemos distinguir al hombre
de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero
el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que
comienza a producir sus medios de vida, paso este que se halla
condicionado por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el
hombre produce indirectamente su propia vida material”, y que “la primera
premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es
que los hombres se hallen, para ‘hacer historia’, en condiciones de poder vivir.
Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo,
vestirse y algunas cosas más” (Cap. II)
Pasaron
los años, y cuatro décadas después, 14 de marzo de 1883, fallecía Marx. En
su Discurso Fúnebre ante la tumba de Marx, Engels recordó
que Marx “descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan
sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en
primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer
política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los
medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente
fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la
cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones
jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y
con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta
entonces se había venido haciendo” (17 de marzo)
En
1876, como parte de su Dialéctica de la Naturaleza, Engels preparó
suEl papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, y lo
comienza señalando que “El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los
especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la par que la
naturaleza, que lo provee de los materiales que él convierte en riqueza. Pero
el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de
toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos
decir que el trabajo ha creado al propio hombre” Fue el pensamiento común de
ambos.
Y
ya solo, en 1886 Engels termina su Ludwig Feuerbch…, señalando que
“La nueva tendencia, que ha descubierto en la historia de la evolución del
trabajo la clave para comprender toda la historia de la sociedad, se dirigió
preferentemente, desde el primer momento, a la clase obrera y encontró en ella
la acogida que ni buscaba ni esperaba en la ciencia oficial.”
Toda
la obra de Marx (y de Engels) gira, pues, en torno al análisis de la evolución
del trabajo.
DOS
El
análisis de la evolución del trabajo, de eso se trata. Sin entrar en
pormenores, importantes hitos de esta investigación son: Manuscritos
Parisinos(1844), La Ideología Alemana (1845), La
Sagrada Familia (1845), Trabajo asalariado y capital (1847), El
Manifiesto Comunista (1848) Formaciones económicas
precapitalistas (1857), Introducción general a la crítica de la
economía política (1859), Contribución a la crítica de la
economía política (1859), el propio El Capital (1867-85-94), Crítica
del Programa de Gotha (1875). Un “resumen” de esta gran obra está
en El papel del trabajo…, de Engels, donde además señala que “Por
otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua
y de actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente
a agrupar aún más a los miembros de la sociedad”. Ayuda mutua, colaboración
solidaria, iniciativa individual (pionerismo), son los tres aspectos
principales de la actividad laboral humana.
El
cambio radical entre Economía clásica y Economía marxista está en la diferencia
entre venta del trabajo y venta de la fuerza de trabajo. Esta diferencia se
señala por primer vez en Trabajo asalariado y capital: “Por tanto,
los cinco silvergroschen se han consumido de dos modos: reproductivamente para
el capital, puesto que éste los cambia por una fuerza de trabajo que produce
diez silvergroschen; improductivamente para el obrero, pues
los cambia por medios de vida que desaparecen para siempre y cuyo valor sólo
puede recobrar repitiendo el cambio anterior con el granjero”; aunque en otros
pasajes del texto sigue utilizando el término “venta del trabajo” Por eso, en
la Introducción a la edición de 1891, Engels, al cambiar los otros
términos “venta del trabajo” por “venta de la fuerza de trabajo”, explica que
“Según el texto original, el obrero vende al capitalista, a cambio del salario,
su trabajo, según el texto actual, vende su fuerza de
trabajo. Y acerca de esta modificación tengo que dar las necesarias
explicaciones. Tengo que darlas a los obreros, para que vean que no se trata de
ninguna sutileza de palabras, ni mucho menos, sino de uno de los puntos más
importantes de toda la Economía política.”
La
evolución de la humanidad está íntimamente relacionada con trabajo-propiedad,
familia- tribu, mercancía-dinero, valor-plusvalor (plusvalía) El trabajo
mediante instrumentos separó al hombre primitivo de sus ancestros símidos. La
propiedad fue primitivamente comunal, hasta que devino propiedad privada donde
la fuerza laboral es también mercancía. La familia devino de la familia
promiscua a la familia actual. Pero ¿qué fue primero, la familia o la tribu?
Primero Marx, siguiendo a Aristóteles señala que la tribu es la familia
ampliada; pero ya en El Capital, Engels anota que Marx había
llegado a la conclusión de que la tribu constituye “la forma primitiva y
natural de las asociaciones humanas” (T.1-285) Aparte, la sobreproducción trajo
consigo la mercancía, el dinero, la ciudad en contraposición al campo, la
sociedad de clases antagónicas.
Marx
analizó muy a fondo la propiedad y su relación con el trabajo. Señala que
“originalmente propiedad sólo significa la relación del hombre con sus
condiciones naturales de producción en cuanto le pertenecen, en cuanto son
presupuestos de su propia existencia; su relación con ellas en cuanto
presupuestos naturales de sí mismo que constituyen, por así decirlo, una
prolongación de su cuerpo”. Luego se pasa de la propiedad territorial a la
propiedad del instrumento de trabajo (artesanos, p.e.), hasta llegar a la
propiedad como “derecho a disponer de la fuerza de trabajo de otros”, y la
libertad o “derecho” a venderse a sí mismo como fuerza de trabajo, todo
encubierto con el nombre de progreso. (Formaciones económicas
precapitalistas)
Por
eso señala Marx que “La abolición de la propiedad privada es, pues, la
emancipación total de todos los sentidos y de todas las cualidades humanas;
pero es precisamente esta emancipación porque los sentidos y las cualidades se
han hecho humanos, tanto subjetiva como objetivamente” (Manuscritos
Parisinos)
Marx
desarrolló el tema del modo de producción (modo de vivir:
producción-distribución-cambio-consumo). Insistió en que Europa también había
pasado por la comunidad primitiva. Señaló el “modo de producción asiático”
(despótico, señorial) Analizó por qué en India persistía la comunidad,
independiente del cambio de dinastías. Y tiene cortas pero precisas notas
acerca de América (México, Perú) Precisamente en el Tawantinsuyu el trabajo se
expresaba en ayuda mutua (Ayni), colaboración solidaria (Minga) e
iniciativa individual (Llankay) En el Tawantinsuyu, con todo su
desarrollo aún no había propiedad privada, dinero, aunque ya se orientaba hacia
el intercambio comercial (trueque) Por eso impactó tanto a los europeos
estudiosos.
Entonces,
si se centra el estudio en la evolución del trabajo, se comprenderá mejor la
gran contribución de Marx, y de Engels, a la humanidad toda.
La
historia de la evolución del trabajo tiene dos hitos. La primera división del
trabajo es entre varón y mujer (en la familia, tribu, comunidad). En 1844
Engels-Marx bien nos recuerdan con Fourier que “el grado de emancipación
femenina constituye la pauta natural de la emancipación general”. (La
Sagrada Familia). Se ha avanzado mucho al respecto pero aún falta buen
trecho para la emancipación integral de la “esclava del esclavo”
El
otro hito es muy pero muy actual. El hombre inventó sus medios de trabajo,
entre ellos la máquina, que ha evolucionado hasta la presente cuarta revolución
industrial. En su muy actual Derecho a la Pereza (1880), Paul
Lafargue, basándose en el postulado de Marx de que “detrás del derecho al
trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital, la
apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada
y, por consiguiente, la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital
y de sus relaciones mutuas” (La lucha de clases en Francia, 1850),
plantea que “la máquina es la redentora de la humanidad” al pasar a ser
propiedad social.
El
socialismo, la humanidad toda, están ya frente a este histórico doble objetivo,
lo que se expresa en la consigna vivamente actual de Rosa Luxemburgo: SOCIALISMO
O BARBARIE.
TRES
En
1845, en sus Manuscritos Parisinos, Marx señala: “3. El comunismo,
abolición positiva de la propiedad privada (alienación
humana de sí ella misma) y por consiguiente, apropiación real
de la esencia humana por el hombre y para el hombre; por lo
tanto, retorno total del hombre para sí como hombresocial, es decir,
humano; retorno consciente y operado con la conservación de toda la riqueza del
desarrollo anterior. Este comunismo como naturalismo consumado = humanismo,
como humanismo consumado = naturalismo, es la verdaderasolución del
antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la
verdadera solución de la lucha entre existencia y esencia, entre objetivación y
afirmación de sí, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el
enigma de la historia ya resuelto, y sabe que es esta solución” Y después
reitera: “Vemos aquí que el naturalismo consecuente, o humanismo, se distingue
tanto del idealismo cuanto del materialismo, y es, al mismo tiempo, la
verdadera unificadora de estos. Al mismo tiempo, vemos que únicamente
el naturalismo es capaz de comprender el acto de la historia universal” (Tercer
Manuscrito, énfasis de Marx)
Entonces,
la teoría que desarrolló Marx tiene por nombre primigenio Humanismo.
En
1886, en su Ludwig Feuerbach…, Engels señala: “Pero de la
descomposición de la escuela hegeliana brotó además otra corriente, la única
que ha dado verdaderos frutos, y esta corriente va asociada primordialmente al
nombre de Marx”; y agrega una Nota: Permítaseme aquí un pequeño
comentario personal. Últimamente se ha aludido con insistencia a mi
participación en esta teoría; no puedo, pues, por menos de decir aquí algunas
palabras para poner en claro este punto. Que antes y durante los cuarenta años
de mi colaboración con Marx tuve una cierta parte independiente en la
fundamentación, y sobre todo en la elaboración de la teoría, es cosa que ni yo
mismo puedo negar. Pero la parte más considerable de las principales ideas
directrices, particularmente en el terreno económico e histórico, y en especial
su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx. Lo que yo aporté -si
se exceptúa, todo lo más, dos o tres ramas especiales- pudo haberlo aportado
también Marx aun sin mí. En cambio, yo no hubiera conseguido jamás lo que Marx
alcanzó. Marx tenía más talla, veía más lejos, atalayaba más y con mayor
rapidez que todos nosotros juntos. Marx era un genio; nosotros, los demás, a lo
sumo, hombres de talento. Sin él la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que
es. Por eso ostenta legítimamente su nombre.”
En
primer lugar, ¡QUÉ GRANDEZA! Así se forja una amistad entre luchadores
sociales. Gran ejemplo de ayuda mutua, de colaboración solidaria, de iniciativa
individual.
En
segundo lugar, con el término marxismo la práctica y teoría
del pueblo trabajador cobró gran impulso en Europa y se expandió por el mundo
entero. Pero lo positivo trae lo negativo. Actualmente, ¿tiene la misma
eficacia que antes, incluso con los guiones e ismos agregados?
En
1935 Anibal Ponce (marxista argentino, 1898-1938), inició un cursoHumanismo
burgués Humanismo proletario, publicado posteriormente,
ydifundido décadas después por el Instituto Cubano del Libro. Señala en
el Prefacioque el inicio de su curso, 7 de noviembre, coincidía con
dos fechas memorables, el cuarto centenario de la muerte de Erasmo, que se
acostumbraba recordar en esa fecha. Y que, “Cuatro siglos después, en esa
fecha, la más gloriosa de las revoluciones, no sólo echó por tierra la
explotación burguesa, sino que empezó a construir, sobre la base de una nueva
economía, las premisas necesarias que asegurasen a las grandes masas el acceso
a una vida embellecida por la dignidad y la cultura”
El escrito
tiene dos partes iguales. En Humanismo Burgués trata de 1.
Humanismo burgués, 2. Erasmo y su rol clave en la lucha por el
surgimiento del capitalismo, y 3. Ariel o la agonía de una obstinada ilusión.
En Humanismo Proletario trata de: 4 El proletario y la
máquina, 5. La herencia cultural, 6. El realismo socialista, Notas sobre el
realismo socialista, 7. Visita al hombre futuro”. Y termina su comparación
entre dos humanismos señalando: “Dicha de vivir acompañaba a la burguesía en
los tiempos heroicos de su ascensión triunfal. Por boca de sus humanistas y sus
mercaderes le hemos oído lanzar a todos los vientos su confianza en la vida, su
promesa segura en la realización de los valores humanos. De sobra sabemos, sin
embargo, que todo aquello pasó muy pronto, y que aún en el instante más alto de
la curva sólo alcanzó a conmover las fibras de un puñado de hombres ricos que
nunca pensó en compartir con el popolo minutosu alegría de vivir.”
Y que “Más felices que el mercader oscuro de Florencia, somos nosotros los
contemporáneos del Renacimiento verdadero; y si en aquel instante pudo Rucellai
expresar su regocijo frente al esplendor perecedero que comunicó a su Florencia
la liberación de una exigua minoría, ¿cómo no vamos a poder nosotros, ante el
espectáculo prodigioso de millones de seres liberados, y de otros millones
resueltos ya a liberarse, salir al encuentro de la Historia para decir tan alto
como la voz lo permita que estamos viviendo con lucidez absoluta este momento,
el más dramático de la vida del hombre, y que tan seguro nos sentimos del
porvenir inevitable -cualquiera que sea la suerte personal que el destino nos
reserve- que ya podemos desatar al viento la infinita alegría de vivir ahora?”
La
diferencia entre estas dos actitudes es que el Humanismo burgués declinó por
estar ligado al capitalismo, a la burguesía; y el Humanismo proletario, con
todas sus vicisitudes recién comienza y está ligado al socialismo, al
proletariado, con su centralidad en el ser humano en teoría y práctica.
Una
expresión muy grata a Marx era que Homo sum, humani nihil a me
alienum puto, “Hombre soy y nada de lo humano me es
ajeno” Es de Terencio (Publio Terencio el
Africano, comediógrafo, 90-59 a.C., nació en Cartago y fue esclavo)
Y también era muy grata a José Carlos Mariátegui; y por eso en la Presentación de Amauta señala
que “Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación política,
filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es
nuestro” Esta expresión alumbra el Humanismo Proletario en su devenir
teórico práctico.
Entonces
ahora, ¿marxismo o humanismo proletario? Juzgue el lector.
Ragarro
05.05.18
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