lunes, 28 de septiembre de 2009

Capitalismo o Socialismo

Dos vías: Capitalismo o Socialismo

El abismo social entre ricos y pobres, entre dueños de todo y dueños de nada, es un fenómeno de vieja data. La fractura social que compromete la evolución de la especie es un invento humano, no una ley natural. Surge porque hemos parcelado el mundo y nos lo hemos adueñado. La cultura dominante explica que cada trozo de este mundo es propiedad de alguien. El reparto del mundo como botín es secuela de toda guerra ofensiva. Y las oportunidades de negocios, en un mercado globalizado, disminuyen en la misma proporción que aumenta la competencia. En todo caso, las oportunidades se inventan. No otro objetivo tienen las guerras, sospechosas “epidemias”, etc. etc., lo que importa es producir dinero. No le falta razón a Frederic Clairmont cuando señala que actualmente “hay demasiados bienes a la busca de demasiados pocos compradores; demasiado dinero a la busca de pocas inversiones lucrativas; demasiados obreros a la busca de pocos puestos de trabajo; demasiados bancos a la busca de pocos ahorristas y depositantes empobrecidos.” La desigualdad de oportunidades o la desigualdad social, adquiere dimensiones de escándalo histórico y, lejos de ser un proceso espontáneo, el neoliberalismo, lo ha convertido en un proyecto desesperado. Proyecto regresivo con apariencia de modernismo que vuelve la diferencia entre ricos y pobres en insostenible para la humanidad. Un nuevo genocidio esta en marcha. Hombres-cosa desechables. Los organismos internacionales, dominados por el capital transnacional, expertos en una hipócrita verborrea se llenan la boca con una presunta "batalla contra la pobreza" que nunca han librado. Existe una batalla contra los pobres, no contra la pobreza. La pobreza sólo parece ser fenómeno para estudiar, sobre todo para medir. Y el enfrentamiento entre ricos y pobres se irá acentuando mientras no se destruya el imperio del capital. Finalmente, la contradicción: capital – trabajo terminará por ser arrinconada en la sección instintos de uno de los anaqueles de la prehistoria de la humanidad.
Don dinero es la expresión concentrada del “poder del individuo concreto”. Shakespeare en 1608 en su obra, Timón de Atenas, ubica el dinero en su exacta dimensión, como una relación social:
¿Oro? ¿Oro precioso, rojo, fascinante?
El oro torna blanco al negro; al feo, hermoso;
Virtuoso, al malvado; al anciano, mancebo;
Valeroso, al cobarde; y noble, al ruin.
(…)
¡Oh, maldito metal,
vil ramera de los hombres,
[también traducido como "puta común del género humano"]
simiente de discordia entre los pueblos!
Para Marx el dinero es la mercancía donde se resumen todas las operaciones y alteraciones fetichistas. Poderoso caballero, don dinero, es una consecuencia más del proceso de enajenación en el trabajo. “La enajenación se caracteriza por la extensión universal de la ‘vendibilidad’ (o sea, la transformación de todas las cosas en mercancías), por la conversión de los seres humanos en ‘cosas’, de manera que pudieran presentarse como mercancías en el mercado (en otras palabras: la ‘reificación’ de las relaciones humanas), y por la fragmentación del cuerpo social en ‘individuos aislados’ (vereinzelte Einzelnen) que persiguen sus objetivos limitados y particulares ‘entregados a la servidumbre de la necesidad egoísta’, haciendo una virtud de su egoísmo en el culto de la vida privada, egoísta.” Si la enajenación es anterior a la propiedad privada. La enajenación es consecuencia del progreso del trabajo (el hombre interactúa con la flora y la fauna dando origen a la agricultura y ganadería) que separa al hombre de la naturaleza y lo enfrenta, no sólo al producto de su trabajo sino al mismo hombre, como algo extraño . Marx decía, la sociedad es la segunda naturaleza del hombre-género, y el trabajo enajenado “hace que su vida genérica se convierta en medio de vida individual.” Como resultado de la enajenación en el trabajo, el “cuerpo inorgánico del hombre”, “la naturaleza trabajada”, aparece como exterior a éste y, por consiguiente, puede ser transformada en mercancía. Itván Mészáros dice que “la idea central del sistema de Marx es su critica a la cosificación capitalista de las relaciones sociales de producción, la enajenación del (¡sic!) trabajo a través de las mediaciones cosificadoras Trabajo asalariado, propiedad privada e intercambio.” Al generalizarse la enajenación hombre-género, hombre-hombre y hombre-naturaleza se transforman todas las cosas en mercancías (cosificación) y se disuelve (fragmenta) el organismo social (comunidad) en individuos “aislados”. De allí que la mercancía sea el principio y el fin de las sociedades clasistas. (“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el postrero”, Apocalipsis.) Pero estos fenómenos no quedan reducidos a la mercancía. También se expresan como fetichismo del valor, como fetichismo dinerario y sobre todo como fetichismo del capital cuya máxima expresión es la figura del interés como capital que aparentemente, por sí mismo, sin ninguna relación con el trabajo, produce más dinero. El gran dios y su creación -¡Oh, maldito metal!-, dinero que se convierte en dinero como por arte de magia. El interés representa la gran utopía de los capitalistas. Ante los ojos del inversionista (rentista) el interés se muestra como dinero que, cual demiurgo, crea “mágicamente” más dinero sin pasar por las molestias (soportar huelgas, sabotajes, resistencias, etc.) de la producción y del proceso de extracción de plusvalor.
Poderoso caballero, vuelve autosuficiente al individuo no obstante su dependencia de la sociedad. Este poder artificial compra amistades, relaciones, status; compra un mundo artificial de satisfacciones materiales y espirituales. El dinero invierte las relaciones humanas: convierte la lealtad en felonía, la cobardía en valentía, la mediocridad en talento, las banalidades en cosas trascendentes. El hombre se transforma en el más conocido pero a la vez en el menos participativo. Los medios de comunicación venden la idea que el hombre es esencialmente egoísta y, muchos, sucumben en una realidad que sólo es teoría y práctica de las clases explotadoras. Marx niega que el hombre sea un ser esencialmente egoísta, no acepta la existencia de una naturaleza humana fija. El hombre no es por naturaleza ni egoísta ni altruista. El hombre se convierte, por su propia actividad, en lo que es en cada momento dado. El hombre es egoísta porque la economía de mercado los produce como mercancía potencial para el baratillo. Y en el mercado la voz de dios es ¡supervivencia! chalaneo de hombres y productos. El neoliberalismo ha llevado a tal extremo la competencia que provoca la destrucción medioambiental y amenaza a nuestra especie, junto a muchas otras. Pero, la destrucción del medio ambiente, el egoísmo enfermizo y la inviabilidad de la vida es, en verdad, autodestrucción de un orden socio-económico que ya no puede más. El reinado de la mercancía ha iniciado el fin de su ciclo. Autodestrucción que viene contenida en la paradoja de la mercancía que para su poseedor no son valores de uso y para sus no poseedores son valores de uso. Paradoja que está definida por la determinación interna de la organización capitalista, que impone una brutal sumisión de las necesidades humanas a la necesidad de expansión del capital. La ambición de riquezas, la insania por el monopolio, mueve la maquinaria de la superabundancia, descartando toda posibilidad de un control racional de la oferta y la demanda. Egoísmo, más y más egoísmo; ambición, más y más ambición; codicia, más y más codicia; esa es la fórmula de éxito del capital que desliza al hombre más y más bajo que los animales. ¡Dinero llama al dinero! ¡Dinero bien huele, salga de donde salga! Esa es la razón que, el régimen capitalista de apropiación de la naturaleza, se haya convertido en el principal factor que contraría las posibilidades de vida en el planeta. En un mundo económico que exalta el egoísmo, como propulsor de la realización personal, los hombres se reproducen como individuos pero no como individuos sociales. Las personas viven en conglomerados de hierro y cemento. El ladrillo y el hormigón los separa y aproxima; pero, la economía los distancia, los convierte en potenciales enemigos. Son vecinos pero la economía los enfrenta: social, cultural, racial y hasta por sexo. El capitalismo aísla al hombre y sus familias, las inventa como no participativas. La defensa de sus negocios los enclaustra en sí mismos. Los árboles del mercado no les deja ver el bosque de un sistema depredador que está llegando a su límite. En la dura lucha por sobrevivir la economía de mercado nubla los cerebros y tuerce el entendimiento social. Por ejemplo, los “comunistas” en la vida económica se limitan a actuar como vulgares tributarios del régimen capitalista. Actúan y piensan como empresarios burgueses cuando del pan diario se trata. En una sociedad atomizada en unidades familiares, cada unidad sobrevive como puede defenderse. Las capacidades empresariales se ven constreñidas a iniciativas individuales. Se planea en función de la unidad familiar. No se piensa en proyectos colectivos que “resuelvan” dentro del sistema depredador los problemas de una colectividad. El maestro Mariátegui decía que “en la medida en que en un país se estorba el avance del sindicalismo, se entraba también el progreso de la cooperación.” La ofensiva neoliberal ha enervado el espíritu cooperativo en la misma medida que ha debilitado la organización sindical. Domesticados en economía poco puede esperarse en política. Políticamente combaten como “comunistas” pero en lo económico sobreviven como capitalistas. El Partido bolchevique, antes de octubre de 1917, fue una organización capacitada no sólo para la lucha teórico – política sino también para enfrentar las vicisitudes económicas. Autosuficiencia en la economía fue uno de los pilares de la maquinaria bolchevique. Hasta ahora es un misterio, según algunos analistas de la experiencia soviética, como financiaban los bolcheviques su aparato profesional. ¡Qué misterio ni qué niño tuerto! La combinación de legalidad e ilegalidad en lo empresarial es una fuente permanente de financiamiento. ¡Y eso es pensar en el colectivo! Aquí, allá y en la Cochinchina, en todo tiempo y lugar, los negocios de éxito deben pisar firme la legalidad “quebrantando” lo que la ley “no prohíbe”.
El capitalismo, no sólo es un modo de producción, sino también, un modo de vida que se reproduce constantemente; como modo de producción lleva a la acumulación de riqueza y “felicidad” de unos pocos; como modo de vida es la sociedad que más desamparo, desequilibrio, explotación, hambruna y miseria proporciona a la mayor parte de la población mundial. Si la riqueza forma al hombre aislado, egoísta y “autosuficiente”. La pobreza modela al pueblerino en la solidaridad y la participación social. Ese es el lado revolucionario de la miseria; es la puerta que se presenta como una necesidad de supervivencia y toda necesidad se impone con férrea voluntad. El trabajador sobrevive subordinado al burgués en una relación de mutua dependencia. Mientras la clase trabajadora, “la miseria conciente de su miseria espiritual y física, la deshumanización conciente de su deshumanización” , no destruya la relación de subordinación y dependencia no podrá emanciparse. Pues sí, esa es la lógica inevitable de la historia social.
En los años ochentas la burguesía impulsó una ofensiva anticomunista. Ofensiva que vino acompañada de una serie de medidas para mejorar la tasa de utilidad de las empresas y desarticular la organización sindical: flexibilización laboral, trabajo por horas, intermediación laboral, etc. Pese a todos esos esfuerzos, el siglo XXI es escenario de un proceso de recuperación gradual en la lucha por la emancipación del capital. Los ideólogos de la burguesía soñaban que la tecnología y la ciencia reduciría numéricamente la clase obrera, al ser reemplazada por la robótica. La realidad, ¡la terca realidad!, confirma el crecimiento de la masa laboral en el siglo pasado. En el periodo 90 al 98 en los EE.UU. se pasó de 120 a 132 millones de obreros. Latinoamérica pasó de 121 a 144 millones y en Asia de 1092 a 1234 millones de trabajadores. En el año 2000, hubo 47 millones de trabajadores solamente en las empresas de los 500 monopolios más grandes. Y 30 de los 100 monopolios internacionales más grandes tenían dos tercios de sus empleados en el extranjero. En septiembre – octubre 2008 estalla la crisis económica en los EE.UU. y pronto, todos caen en cuenta, de la profundidad de ésta crisis mundial. Pero, toda crisis es una oportunidad para que los más ricos se vuelvan más ricos. La quiebra de unas empresas es el éxito de otras empresas. El proceso de concentración de la propiedad prosigue según la previsión de V. I. Lenin: “No hay duda de que la tendencia del desarrollo es hacia un único trust mundial, que absorberá todas las empresas sin excepción y todos los Estados sin excepción. Pero por otra parte, el desarrollo se opera en tales circunstancias, con tal ritmo, en medio de tales contradicciones, conflictos y conmociones –no sólo económicas, sino también políticas, nacionales, etc., etc.-, que mucho antes de que se materialice un único trust mundial, antes de la unión mundial ‘ultraimperialista’ de los capitales financieros nacionales, inevitablemente el imperialismo estallará y el capitalismo se transformará en su contrario.” Kofi Annan en su informe del año 2000 en Ginebra dice que 3,000 millones de personas viven en la miseria con menos de US$ 2 al día. En contraste, cuatro norteamericanos –Bill Gates, Paul Allen, Warren Buffet y Larry Ellisson– poseen juntos una fortuna superior a la del PIB de 42 naciones con 600 millones de habitantes. James D. Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, en su discurso en Dubai (23 de septiembre de 2003) frente a la Junta de Gobernadores de 184 países, dijo: “En nuestro mundo de 6.000 millones de habitantes, 1.000 millones poseen el 80% del producto interno bruto (PIB) mundial, mientras que otros 1.000 millones luchan por subsistir con menos de US$ 1 al día. Este es un mundo falto de equilibrios.” El año 2007, el incremento del precio de los alimentos sumó 119 millones de personas al ejército del hambre. En América Latina y el Caribe la cifra que había caído de 53 a 45 millones entre los años 90 y 2005, como consecuencia del alza de los precios del trigo, el maíz, los lácteos y el arroz trepó a 51 millones en 2007. Lo inverosímil es que el incremento no este ligado a la falta de alimentos ya que la región produce, en promedio, un 40% más de lo que necesita. Es increíble que en Argentina, quinto país exportador de cereales del mundo, se registren 2 millones y medio de niños que no alcanzan a cubrir sus necesidades de alimentación, salud, vestimenta y educación y que 400.000 de ellos sean indigentes. En el 2007, mientras los portavoces del gobierno peruano se llenan la boca con una supuesta disminución de la pobreza, 7 millones viven en extrema pobreza con menos de US$ 1.35 al día. Según el diario La República del 10 de Diciembre de 2008, sólo el 21% de la población peruana no son pobres, un 25% son pobres extremos y un 54% simplemente pobres. La hipocresía de los defensores del stablishment es imponente: los índices oficiales proclaman el descenso de la pobreza y la mentira sirve de fundamento para la reducción de los programas alimentarios. El capitalismo se ha convertido en sinónimo de opulencia y miseria. Y la miseria crece en el mundo en la misma proporción en que los ricos se vuelven más ricos. Miseria que finalmente se convertirá en el sepulturero de la plutocracia. La marcha de esos magníficos miserables pone a la orden del día el fantasma del Manifiesto de Marx y Engels.
Tacna, 28 Agosto 2009
Edgar Bolaños Marín

viernes, 25 de septiembre de 2009

Historia de la Plaza Zela - Tacna - Perú

La Historia de la Plaza Zela

La primera referencia que se tiene de ese ámbito, entonces de la campiña circundante, se encuentra en el artículo “Munaipata”, publicado por don Modesto Basadre Chocano en el periódico “La Patria” de Lima.

Dice don Modesto que “…donde está el Tambo de Alayza…”, que sabemos con toda seguridad es donde hoy se ubica la “Plaza Zela”, “…era un huerto de perales que he ayudado a medir a punta de cordel a mi profesor Sotillo”. Se desconoce quien era el dueño de esa huerta de perales.

Sólo hacia los años 1840 aparece como propiedad de don Francisco de Paula Alayza quien construye sobre ese terreno el más espacioso tambo de la ciudad que, precisamente llevaba su apellido. La innovación de Alayza, respecto a otros tambos que existían hasta entonces, era que hacia la parte del “camino”, hoy cuadra 9 de “San Martín” existían habitaciones “decentes”, dicen las crónicas de aquella época, destinadas, probablemente, a dueños de recuas o a viajeros de cierta posición económica y social. Hacia la parte interior donde existía un gran “canchón” se ubicaban los cuartuchos con piso de tierra y techos bajos, como siguieron existiendo con propietarios italianos hasta 1960, más o menos, en que comenzaron a proliferar los “Pueblos Jóvenes”. Allí se alojaban los peones de arria o los viajeros pobres.

Con el crecimiento de la ciudad después de la construcción del Ferrocarril de Arica a Tacna los “tambos” de este tipo proliferaron pero en dirección hacia el Este, como yendo a buscar a los “viajeros” que venían fatigados desde el Altiplano. Así el “Tambo de Drug” o el de “El Sol” condenaron al “Tambo de Alayza” a una lenta agonía.

Se desconoce la fecha pero se sabe que hacia 1860 paso a poder de una familia Olivares.

Cuando se produjo la ocupación de Tacna por los chilenos el gobernador político de entonces alquiló la referida casa para ser ocupada por el “Liceo de Hombres”. Después de muchos contratiempos el Estado Chileno terminó adquiriendo la referida propiedad cada vez más ruinosa.

En los años 20 del siglo XX el local fue desocupado para establecerse en la “Quinta de la Victoria” que había adquirido el Estado Chileno como residencia del “Delegado del Estado Chileno” una suerte de Supra Intendente, un “Missi dominici” del Presidente de Chile. Ocupaba entonces tal cargo el abogado Anselmo Blanlot Holley. Es la bella quinta que hoy ocupa el Instituto Superior Pedagógico “José Jiménez Borja”.

Las ruinosas instalaciones sirvieron para depósito. El “Canchón” del fondo albergó a algunos circos entre los treinta y principios de los cuarenta.

Muchas razones clamaban por desaparecer del centro de la ciudad esa ruinosa finca. En 1946 la Junta Municipal Transitoria, “elegida” en asamblea popular mientras se reglamentaba la ley de Municipalidades, que tenía como Alcalde al Señor Filidor Cavagnaro Herrera, tomó el acuerdo de construir allí una plaza en homenaje a Zela. Para financiarla se afectó a los Fondos Prodesocupados que, desde su creación, había invertido su presupuesto en la construcción de veredas. Hubo muchos aportes generosos como el del Senador Portugal, representante al Senado por Arequipa, que obsequió esos bellos árboles, las Tipas, que recién se conocían en Tacna y que permanecen verdes todo el año.

La remodelación última ha olvidado esta historia y ha colocado una placa en la que el Señor Gómez Mamani aparece como gestor de esa plaza que tiene mucha historia. Hay que recordarle que cuando se inauguró la referida plaza se colocó una diminuta plaquita en la que sólo se leía “Junta Municipal Transitoria 1947”.

Tacna, 27 Diciembre 2007
Luis Cavagnaro Orellana

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Inclusiones que excluyen

Inclusiones que excluyen: títulos de propiedad a comunidades

A propósito de El Misterio del capital de Hernando de Soto

Durante el virreinato de Toledo, se entregaron títulos de tierras a ciertas comunidades indígenas, como medida de apaciguamiento -después de la derrota de Túpac Amaru I- y como artificio para atar indios al suelo. Hoy, la burguesía se llena la boca llamando a la inclusión de los desposeídos. Fariseísmo, hipocresía de los que medran a costillas del prójimo, de los que subsisten a través del engaño y la falsía. El Perú de nuestros tiempos, ha engendrado vendedores de cebo de culebras hasta para exportar. Allí tenemos a Hernando de Soto. En El Misterio del Capital, llama la atención sobre la acumulación originaria del capital en los EEUU, al remarcar el papel que cumplieron los ‘banditti’, es decir, los invasores de tierras, en la edificación de un nuevo orden económico. Pero una cosa es una y otra cosa es otra. La confiscación de tierras en Norteamérica, se produce cuando el capitalismo daba sus primeros pasos. Y nuestras invasiones se dan en la senectud del capitalismo. Este señor, cree que imitando el proceso norteamericano en las condiciones actuales se puede convertir al Perú en una nación capitalista de éxito. Dice, De Soto, que legalizar la propiedad informal determinó el éxito capitalista de los EEUU, y, por tanto, de allí deduce que titular la propiedad de los invasores urbanos, les daría los recursos financieros para edificar empresas competitivas. Este sujeto pretende contarnos el cuento de que todos podemos ser “capitalistas” exitosos. Somos unos mendigos sentados en un banco de oro, dice: tenemos 74,200 millones de dólares de capital inactivo (en propiedades no formalizadas). Qué debemos hacer: formalizar nuestras propiedades y obtener recursos financieros con aquellas como garantía. (El cuento proudhoniano de la casa propia, rebatida por Engels: “el Sr. Sax ha resuelto, pues, la cuestión planteada al principio: el obrero «se transformaría en capitalista» mediante la adquisición de una casita en propiedad.”) Así se resuelve el problema de falta de capital para invertir. Pero, he allí el pero. ¿En qué invertimos? Si sabemos que, la caída de la tasa de ganancia, es un fenómeno irreversible hasta el colapso del capitalismo. La tendencia decreciente de la ganancia va de la mano con la feroz competencia en todos los ámbitos del qué hacer económico. Pero, las mayorías nacionales, inexpertas en estos menesteres, pronto caerán en cuenta que el capital invertido se evapora por efecto del consumo de su unidad familiar.
Fragmento del ensayo Municipio, vecinos y elecciones
24 Agosto 2006
Edgar Bolaños Marín