viernes, 24 de noviembre de 2017

¿HABRÁ OTRO 22 DE NOVIEMBRE DEL AÑO 2000?




Estimados amigos:
Hoy es un día de grata recordación para los peruanos que estamos entendiendo lo que es la democracia. Pues, este 22 de este mes del año 2000 el congreso de la república eligió al doctor Valentín Paniagua Corazao presidente de la transición, después de la destitución de la presidencia de la república del ciudadano peruano, aunque para muchos resulta más japonés, Alberto Kenya Fujimori (*).

Atentamente,

Fernando Arce Meza

(*) Este hombre del cual no se sabe si nació en el Perú al llegar del Japón o ya había llegado al mundo antes de desembarcar en el puerto del Callao. Esta historia de su nacimiento aún no se ha aclarado.  

Hemos perdido el norte del 22 de noviembre del 2000 por la primavera democrática y la honestidad
El gobierno de la transición es considerado como la primavera democrática, con renovación de autoridades elegidas, comienzo para realizar una reversión de la autocracia a la institucionalidad tanto del Estado, como de las organizaciones de la civilidad. Asimismo, significaba construir una sociedad con moral de trabajo nacida de los valores de la ética de las personas,  para entablar una transparente relación entre los peruanos en los campos de la vida política, económica y cultural.
Sobre esto último, el gobierno de la transición presidido por Valentín Paniagua preparó los proyectos para establecer los juzgados y fiscalías de la anticorrupción que vueltos leyes del congreso, el poder judicial y ministerio público, ante las denuncias de las procuradurías del Estado de la anticorrupción, abrieron los procesos judiciales a cientos de funcionarios civiles y militares de carácter penal, los que en su totalidad en el corto tiempo pasaron en calidad de detenidos por los delitos de corrupción que se habían producido en la autocracia fujimorista en la década del 90. 
Esta última política de Estado se fue esfumando a partir del 2001 a la fecha, durante los llamados gobiernos elegidos por voto universal en cuatro procesos electorales. Es decir, la fuerza contra la lucha contra corrupción no continúo en los cuatros gobiernos de Toledo, García Pérez, Humala Tasso y PPK.
Esta actitud de los gobiernos lamentablemente en el Perú se inscribe en ese más del 50 por ciento de los nacidos en el Perú que todavía no llegan a entender porque cabe vivir con transparencia bajo éticas personales y de una moral de relación colectiva.
Partamos que en estos 200 años de la proclamación de la independencia el Perú de acuerdo a sus constituciones, estas obedecían a la línea de vida ligada a las condiciones de la lucha por dejar de ser una colonia para convertirse en un país libre y donde existiera igualdad, sin diferencias étnico/culturales.
Sin embargo, la realidad era distinta a lo que decían los textos constitucionales, los peruanos no podían sentir que pertenecían a un país donde prima la concepción de ciudadanía; en consecuencia, no todos se hacían ciudadanos, eran más bien solamente pobladores de un extenso territorio que se llamaba y se llama Perú. Eran y son generalmente colectividades de gentes desconcertadas.
Su Estado no era, ni es de todos, ha seguido perteneciendo a los que se han considerado ser sus dueños, resultando que sus habitantes son ajenos a ese Estado, porque simplemente nace, pero no decide ni asume que el Estado es de todos los peruanos.
La república como organización colectiva no es el producto de un movimiento político/social conformado para una diversidad de etnias: mayoritaria india, criolla, mestiza y afro; en consecuencia, su descendencia no llegarían a unirse y ganar en solidaridad, de tal suerte que se establecía la igualdad entre los miembros de dichas etnias.
Esto último porque la reversión de colonia a república estuvo dirigida, principalmente, por el grupo criollo/mestizo, es decir, de los nacidos en el Perú, y que, para su liberación final necesitaron de la presencia de batallones de los ejércitos sudamericanos, esto último obedeció a que el Perú era el territorio donde la colonia había fijado su centro estratégico de dominación por tres siglos. Sin la independencia peruana no hubiera habido independencia en la Sudamérica conquistada por los españoles en siglo XVI.  
Estas dificultades de liberación para ser una República y un Estado para todos, tienen que ver conque no se nació de un mando unitario que respondía a la situación distinguida por la solidaridad, en el mando entre las diversidades étnico/culturales que habían sufrido el predominio colonial español. Se seguiría siendo una sociedad de evidentes exclusiones, donde las personas que formaban dicha sociedad hasta hoy sufren discriminaciones y postergaciones por razones étnico/culturales y por discriminaciones económicas.
Las evidencias en términos más simples han sido por el color de la piel y de su procedencia -principal del ande serrano y de no hablar el castellano fluido- esto último se marcó desde la colonia y hasta nuestros días, lo mismo pasó con el color de los afro peruanos y los injertos (achinados); asimismo, a estas discriminaciones se han sumado las condiciones económicas, porque quienes tienen dinero tienen influencias y dominan, postergando al resto, como los que representan la mancha de pobres -las mayoría de los peruanos tiene distintas formas de expresar pobrezas-, la postergación en la educación para los efectos de formación e instrucción, no califican para los empleos, y ni remotamente, llegarán por esa desigualdad económica y cultural a poder elevarse social y alcanzar poder político.  
Las discriminaciones modernamente constituyen la no igualdad y en consecuencia el predominio de los sectores adinerados y de piel menos oscura en el Perú, de ellos surgen o se constituyen básicamente los grupos de poder -políticos y económicos- éstos mandan en el país y conducen la gran vida empresarial respectivamente.
No son elites y por eso no hay líderes, son oligarquías plutocráticas, donde salen los mandones de la política que son los caudillos presidentes/congresales, en el caso de los que tienen empresas de todo tipo, generalmente se forman dirigencias sin responsabilidad social empresarial (RSE) y poco les importa el resto de los peruanos y de la propia república.  
Estas expresiones y comportamientos de los grupos de poder, trasmiten y forman personas que son los pobladores que habitan en la república, en su mayoría ostentan conductas carentes y/o chatas de ideales, aun para quienes son profesionales y han aprendido a leer en un momento de su vida, pero que ya no leen y se han olvidado hasta de escribir en general, son gentes que no consideran la necesidad de ser ciudadanos que reclaman derechos y que tienen que cumplir deberes de lealtad al ser padres de familias, estudiantes destacados y constantes, empleados responsables, y profesionales de mediocres para abajo.
Forman colectividades sin norte, surge cada vez más en ellos el individualismo, los egoísmos personales y no mucha asociación con y entre sus pares, son personas poco inclinadas a organizarse, mejor es estar solos y aislados, olvidan saludar a sus parientes, allegados y vecinos.
Esto último es grave para hablar de inicios o bases para la solidaridad, y menos para la nacionalidad unitaria. Hay espontáneos impulsos colectivos porque el Perú esté en el mundial de fútbol, y se forman en el momento por el entusiasmo colectivo, el cual se diluye en el paso de los días, este entusiasmo muchas veces es sugerido por los medios de comunicación, a través de no siempre todos los periodistas deportivos, más bien la publicidad propicia cubrir sus afanes de los pequeños y hasta medianos negocios que motivan cierta producción en objetos e insignias deportivas y viajes al exterior a manera de los tours.   
Es el país sin ciudadanía, sin grupos de elites y carentes de líderes en todos los tipos de las organizaciones, especialmente de los partidos que no tienen democracia interna; esta es una vieja herencia que los especialistas nos hablan de la colonialidad interna sujeta a los densos residuos de la vida bajo el dominio español de entonces.
Estas falencias han motivado que se instale un conservadorismo mental y colectivo, enemigo de cualquier cambio y usan los medios de comunicación escrito, radial y televisivo para difundir el miedo ante nuevas personalidades, organizaciones y especialistas que expliquen la realidad social y cultural del país, como del tipo de economía extractivista, basada en la exportación de nuestros recursos naturales, como única forma de crecer sin alcanzar el desarrollo para ser ni siquiera emergentes, ni para alcanzar en su conjunto de la diversidad económica que signifique el desarrollo sostenido y expresado en la calidad de vida de los que deberían ser ciudadanos con deberes y derechos.
Estos comentarios sobre las falencias nacidas en su narrativa histórica, para ser militantes agradecidos bajo el constructo conservador no se dan, ni se llega a presentar en todos los peruanos. Es lamentablemente que una buena parte de los peruanos son alfabetos funcionales que empatan, principalmente, con los movimientos antiguos y actuales que son conquistados políticamente en los procesos electorales, éstos son ciegos a lo que viene ocurriendo en la dirección de los gobiernos, y no les debe llamar a sorpresas las aparentes traiciones que comenten las dirigencias de dichos movimientos.   
Quienes comandan estos movimientos los peruanos los conocen, son los caudillos de doctrina populista, y que practican con diferentes estilos y formas los populismos -incluidos los de vieja data con el leguiísmo, el odriísmo y últimamente el fujimorismo que son muy regalones para conseguir clientelaje-. Estos movimientos populistas están siempre acompañados por sus clanes de ayayeros, (incondicionales) y que ayudan con eficiencia a ganar la más de las veces, pero que no cumplen con las ofertas electorales, porque pertenecen o son arrinconados por los grupos de poder económico que, a la vez son dueños de los medios de comunicación. 
Perdonen la extensión, pero, cabe sin embargo, de requerir de mensajes aclaratorios y que esclarecen las falencias como virtudes de los peruanos.
Este escrito lo consideró el mejor homenaje a ese 22 de noviembre del 2000 en que el Perú pareció que cambiaba en favor de la democracia y los valores éticos y morales, quedando atrás la autocracia y la corrupción que siempre fue patrimonio de las autocracia como es el antiguo y nuevo fujimorismo, inclinado a un siempre de mensajes engañosos –el cual lo vivimos cuando se apoderan de todo o de parte del poder, caso de adueñarse del congreso y desde allí traerse abajo el sistema democrático; asimismo, también debe desterrarse los movimientos improvisados que engañan que son democráticos, pero,  que aparte de solapar el ejercicio autoritario, resultan tan arrebatadores del erario público como ocurrió en el primer fujimorismo del 90.

Surco, 24 de noviembre del 2017

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