martes, 28 de diciembre de 2010

La Asociación de Bancos les desea un Feliz y PRÓSPERO Año Nuevo




¡¡CRECIMIENTO ECONÓMICO!!

ABRÍ MI CUENTA BANCARIA CON

$ 20.000

MENOS $ 7.000 = CUOTA DE MANEJO
MENOS $ 6.500 = USO DEL CAJERO
MENOS $ 3.000 = CONSULTA DE SALDO
MENOS $ 12.000 = TARJETA DÉBITO

AHORA LE DEBO AL BANCO
¡¡$ 8.500!!

PERO YO ESTOY ORGULLOSO
DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
DE MI PAÍS

¡¡Feliz y Próspero Año Nuevo!!

Nota.- Esto que ocurre en moneda nacional en otros países, también puede ocurrir en el nuestro en soles. Las proporciones son las mismas, e igual o mayor es la ganancia financiera. Cada lector saque su propia conclusión. Crecimiento ¿de quién?
Ragarro
27.12.10

COMENTARIO DE UN PERITO EN LA MATERIA:

No tengo datos exactos pero efectivamente dependiendo del tipo de cuenta que saques y la tarjeta que obtengas puedes tener esos costos:

En algunos casos se aplica la "Cuota de manejo" que sería aquí como el mantenimiento de cuenta, esto muchos bancos ya no lo aplican para ahorros pero si para cuentas corrientes por ejemplo, el uso del cajero en algunos tipos de cuenta es libre para una determinada cantidad de operaciones luego de ese limite si te cobran, igualmente con las consultas de saldo aunque mayormente son gratuitas. El costo de la tarjeta también se da pero es solo por una sola vez o cuando la pierdes y quieres sacar una adicional o nueva.

Cuando el depósito es pequeño entonces se nota proporcionalmente grande el tema de costos pero está un poco exagerado el ejemplo o mas bien manipulado, pero ESO SI EL BANCO NUNCA PIERDE.

Jorge Salinas Cerreño

lunes, 27 de diciembre de 2010

VELITAS Y LUCES

EBM:

El 25 a las 11:15 pm llegó su correo: Sobre el partido de masas y de ideas: ¡más luz, más luz! Es de notar que mientras otros estaban encendiendo velitas, usted estaba en el ciber espacio encendiendo más luz, más luz.

El debate inicial acerca de “el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicanas” abarcará mínimo todo el lustro que ya se inicia. Ese mensaje se divulgó hace como dos décadas, pero sólo unos cuantos le prestaron atención. Tuvo que pasar la Gran Conmemoración para que pudiera estar ahora en primer plano. Es decir, caminante no hay camino, se hace camino al andar” convirtiendo rocas en guijarros.

El 14.09 (GPH) y el 01.12 ((Fo-Cen) difundieron el artículo sobre Claudín. Por supuesto, materiales como ése contribuyen al debate. Pero una cosa es reunir y comentar materiales externos y otra cosa es reunir y comentar materiales nuestros, del Socialismo Peruano. Y más aún, presentar opiniones propias al respecto (de tendencias, de grupos, de activistas) Seguramente en el debate la balanza poco a poco se inclinará a lo nuestro.

Para comenzar, seguro se publicará la correspondencia de JCM relativa al tema. P.e. la correspondencia con los grupos norteños, centrales sureños, del exterior. Aquí hay que analizar la correspondencia sostenida con César Falcón, de extraordinario valor (la de él que se conserva, pero que tiene párrafos importantísimos de la que comenta de JCM)

También la correspondencia sostenida con Samuel Glusberg (al final falta una que es clave para comprender los esfuerzos postreros de JCM)

Por supuesto, falta difundir los conceptos de JCM en sus escritos generales.

Del exterior hay que analizar diversos autores como Gramsci y otros más.

Es importante, por supuesto leer a Fernando Claudín (1915-1990), ejemplo de luchador incansable. De sus doce obras publicadas, resaltan su primera, muy joven aún, Los intelectuales con la juventud (1937), que llevó a la unión de las juventudes socialistas y comunistas en JSU, su Marx, Engels y la revolución de 1848 (1975) y La era de Gorbachov (1988) Pero al analizar su obra hay que relacionarla con su militancia. En 1960 llegó a miembro el C.C, C.E. y Secretariado del PCE, pero en 1964 fue expulsado del Partido y en 1975 terminó en el PSOE (el de Pablo Iglesias, comentado por JCM al iniciarse en el periodismo) Ahora, ¿cómo están el PCE y el PSOE?

¿Es cierto que en la obra de Marx-Engels no hay una teoría de partido? La sola pregunta indica que por teoría del partido se refiere sólo al aspecto orgánico (aparato, e incluso ignorando o prevaleciendo sobre el factor humano)

Sin el Manifiesto Comunista, construcción ideológica, ¿puede haber “teoría” de partido? Sin El Capital, construcción teórica, ¿puede haber teoría de partido? Sin El 18 de Brumario, construcción política, ¿puede haber teoría de partido? Sin El Origen de la Familia, construcción social, ¿puede haber teoría de partido?

Si vamos a buscar en los Maestros construcción teórica sin ese conjunto, seguro no la encontraremos, y nos dedicaremos a debatir acerca del “aparato”, que tanto rechazamos. Entraremos en la vorágine, en el remolino, en el círculo vicioso y jamás saldremos de él.

Es cierto que debemos ligar los conceptos de Partido y de Frente. Es la misma o similar relación que hay entre Estado y República. Pero ¿se dice algo al respecto?

Bien, ojalá que este intercambio prosiga. Pero ojalá no haya interrupción unilateral y sin explicación al inicio o al final de la interrupción.

Éxitos en el año nuevo del nuevo lustro

Ragarro
26.12.10

sábado, 25 de diciembre de 2010

SOBRE EL PARTIDO DE MASAS Y DE IDEAS: ¡MÁS LUZ, MÁS LUZ!



Nuestro amigo y camarada, Gustavo Pérez, difundió hace algunos días un extracto del libro de Fernando Claudín, Marx, Engels y la Revolución de 1848, publicado en 1975 - Editorial siglo XXI. Este importante documento proporciona muchas luces a la discusión sobre el primer partido de masas y de ideas que José Carlos Mariátegui se propusiera construir en los años veintes del siglo pasado.

Muchos de los estudiosos del marxismo se han preguntado ¿Existe una teoría de partido en el marxismo? La gran mayoría responde afirmativamente, derivando la respuesta a la cabeza de Lenin. Pero, Marx padre ideológico de Lenin, ¿elaboró en su tiempo tal teoría?

En las obras de Marx y Engels no encontramos una teoría de partido, ordenada y sistemática; sin embargo, siendo el partido una de las herramientas sustantivas para la conquista del poder, necesariamente tuvieron que pensarla. Para Marx, por cierto, el partido apenas es un medio, un recurso más, en los esfuerzos por conquistar la mente de los trabajadores. Sin desencadenar una implacable batalla en los cerebros es prácticamente imposible pensar en la derrota de la burguesía. Marx, lo sabía perfectamente. Por eso, jamás consideró la organización partidaria como un fin último, una razón de vida. A ese respecto, en nuestro Perú de todas las sangres, Marx es negado mil veces por la práctica de los PCs-secta que se aferran a una etiqueta y un aparato como sí se les fuera la vida.

Fernando Claudín, sostiene que la organización partidaria no era una obsesión para Marx. Claudín, a más de apoyarse en testigos de la época, recuerda las palabras del mismo Marx: «Cuando estalló la revolución de febrero [1848] el Comité Central de Londres me encomendó la dirección de la Liga. Durante la revolución su actividad en Alemania se interrumpió por sí misma, porque aparecieron vías más efectivas para la realización de sus objetivos»[1]. Marx demuestra, con su propia experiencia, que la utilidad del partido de clase depende del momento y las vicisitudes de la lucha de clases.

Lenin, de 1895 a 1917, vive -casi sin interrupciones-, la necesidad de una organización clandestina. Sin organización partidaria (POSDR) y una facción de clase (orgánica y doctrinariamente homogénea), le era prácticamente imposible realizar la inmensa labor de propaganda y debate que prepara y encuentra el año decisivo (1917). Lenin recoge «la idea profundamente democrática y antidogmática que Marx y Engels tenían del funcionamiento interno del partido obrero, tanto en el plano organizacional como ideológico y político».[2]

A Marx, le toca vivir condiciones políticas diferentes. Cuando las circunstancias lo ameritan, ante la imposibilidad de actuar abiertamente, recurre a la organización partidaria (Liga Comunista). Cuando la legalidad lo permite, aparecen vías más efectivas, como la prensa (Nueva Gaceta Renana) y la organización democrática de la «extrema izquierda burguesa», entre otras. Tanto en Marx como en Lenin, los objetivos de las vías más efectivas estaban determinados por la necesidad de posicionar el punto de vista, el método y la posición de clase entre los trabajadores. Se trata de desplazar la hegemonía de la burguesía en el cerebro de los trabajadores. Marx y Engels sabían perfectamente que las guerras se ganan principalmente en las testas, y por tanto, la educación de la clase trabajadora es la tarea fundamental.

La oposición entre partido de cuadros (sociedades conspirativas) y partido de masas (tradeuniones) deja de tener sentido en la lógica de Marx. Marx apuesta por el ENTERO no por la fracción. Marx se las juega por la clase obrera en su conjunto: «a medida que el proletariado de París pasó al primer plano como partido, esos conspiradores comenzaron a perder influencia como dirigentes». Claudín recuerda el manejo conceptual de Marx en el Manifiesto: «Esta organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político» “De modo explícito o implícito –continúa Claudín–, esta noción de clase-partido o partido-clase es una de las nociones operatorias fundamentales de Marx en sus grandes análisis de la revolución de 1848, generalmente bajo las expresiones de «partido del proletariado», «partido de la burguesía», «partido de la pequeña burguesía», etcétera. Expresiones que no significan para Marx, obvio es decirlo, que a cada clase corresponda un solo partido («partido» en el sentido más corriente del término), sino que la clase, el conjunto de sus organizaciones, partidos, individuos, actúa como «partido» frente a las otras clases. Cuando Marx dice en Las luchas de clases que al imponer la república al gobierno provisional de febrero «el proletariado apareció inmediatamente en primer plano como partido independiente», no se refiere a una u otra de las organizaciones obreras existentes o de sus actos, sino a la totalidad de formas de organización y de acción con que el proletariado se manifestó políticamente, como tal, en esa coyuntura. Para Marx no existía el partido del proletariado, sino el proletariado como partido.” Ese es el enfoque del Manifiesto Comunista que Mariátegui hace suyo y trae de Europa en 1923: “Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único.” La política de frente, dentro y fuera del proletariado como partido. Y el proletariado como partido, en el Perú de José Carlos Mariátegui, era entendido como los obreros y campesinos con carácter netamente clasista.

En consecuencia, va quedando claro que es la clase obrera, y no el partido, la fuerza liberadora ceñida de grilletes. Y que la utilidad de los partidos y sus denominaciones está directamente vinculada a las vicisitudes de la lucha de clases.

A todo esto, ¿cuál es el origen de la teoría de partido en Marx? Veamos. La idea es la historia del acto y, naturalmente, posterior a él. Primero se vive el acto y, luego, se lo cuenta, se lo narra, es decir, queda troquelado en una historia, en una teoría. Por tanto, si las ideas provienen de la práctica, debemos hacernos una pregunta muy simple: ¿cuales fueron las experiencias que mediaron en las reflexiones de los autores del Manifiesto Comunista?

En primer lugar, la experiencia de las trade-uniones inglesas, la mayor organización de los trabajadores del mundo en esa época. Y en segundo lugar, los movimientos conspirativos en Francia, en particular, de Louis August Blanqui.

Engels en 1879 en un informe que Bernstein le solicitó dice lo siguiente: “El movimiento obrero inglés da vueltas desde hace años, sin encontrar salida, en el estrecho dogal de las huelgas por el aumento del salario y la reducción de la jornada de trabajo, y no ciertamente como expediente y medio de propaganda y organización, sino como finalidad última. Las trade-unions hasta excluyen por principio y estatutariamente toda acción política y con ello la participación en toda actividad general de la clase obrera como clase.”[3] A modo de síntesis, se puede decir que las tradeuniones practicaban lucha económica sin lucha política. Si eso ocurre en Inglaterra, en Francia el panorama es diferente. La mayoría de las organizaciones estaban bajo la influencia del proudhonismo, en tanto otras seguían aferradas a las enseñanzas de Louis August Blanqui. Los prodhonistas rechazaban tanto la lucha por el poder político de la clase obrera como la lucha económica de los sindicatos, y soñaban con un mundo en el que todos los obreros serían pequeños productores de mercancías. Los seguidores de Blanqui, por el contrario, educados en la escuela de la conspiración y unidos por la disciplina estricta que es inherente a ella, partían del punto de vista de que un número relativamente pequeño de hombres resueltos y bien organizados podía, en circunstancias favorables, no sólo apoderarse del timón del estado, sino también, mediante un despliegue de intensa y despiadada energía, mantenerse en el poder el tiempo necesario para lograr que las masas participaran en la revolución.

En oposición al movimiento obrero inglés y a la secta como organización en Francia, nace la noción del partido de masas y de ideas que Mariátegui descubre en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Las guerras se ganan en el cerebro pero se deciden en la práctica de los movimientos sociales. Marx, a los 26 años de edad, en su opúsculo En torno a la critica de la filosofía del derecho de Hegel, ya tenía clara esa relación: “Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas.” Mariátegui como Marx, tenían la certeza que el desarrollo intelectual de la clase obrera, debía ser el resultado inevitable de la acción conjunta y de la discusión.[4] Marx y Mariátegui confían que las multitudes llegarán a ser concientes de su propia potencia a través de sus propias experiencias de lucha. La experiencia del MCI confirma en sentido positivo o negativo la validez universal de uno de los postulados juveniles de Marx: «La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma». Según Marx las formas de organización de la clase obrera las resuelve la clase obrera misma. Es que el socialismo es un asunto de la clase obrera no de una burocracia ni, mucho menos, de una élite. Marx ni Mariátegui creen en el sueño pequeño burgués de cabalgar sobre la clase obrera para resolver los problemas del mundo. La creación heroica (constitución del PS) es obra de los propios trabajadores, apresurada por el aborto nacionalista de Haya de la Torre. La función de los intelectuales no es sustituir las formas políticas y organizativas que históricamente van tomando cuerpo a partir del desarrollo de la conciencia obrera: “No es reemplazar la iniciativa del proletariado, su creación e inventiva nacidas de las exigencias directas de la lucha de clases, por formas de acción y organización dictadas por «principios especiales».” Significa, dice Claudín, “que los comunistas no constituyen un partido que «dirige» al proletariado, sino un partido que le ayuda a autodirigirse.”[5]

El Perú de Mariátegui es un Perú de mayorías nativas (Quechua-Aymará-Amazónicas). Por tanto, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana, debe primariamente oler a humanidad, derramar aroma a Ande y exhalar feromonas de autoridad.

25 diciembre 2010
Edgar Bolaños Marín



[1] Véase, Fernando Claudín, Sobre la concepción marxiana del partido, Extracto del libro Marx, Engels y la Revolución de 1848, editorial siglo XXI, 1975. Digitalización y notas adicionales por Roi Ferreiro, Versión electrónica.
[2] Fernando Claudín, en la nota 18 del extracto que glosamos, reproduce un fragmento de una carta de Engels: “En una carta del 18 de diciembre de 1889 al socialista danés Trier, que había sido expulsado de la dirección del partido por sus posiciones de extrema izquierda, Engels expresa su disconformidad con ese género de medidas y con toda restricción de la discusión y la crítica dentro del partido: «A ninguno de los actuales partidos socialistas se le ocurriría proceder con una oposición surgida en sus filas según el modelo danés. La vida y el crecimiento de cada partido se acompaña habitualmente del desarrollo y la lucha mutua, en su seno, de una tendencia moderada y otra extrema, y aquel que sin más excluya a los de la tendencia extrema sólo consigue facilitar su crecimiento. El movimiento obrero está basado en la crítica aguda de la sociedad existente, la crítica es su elemento vital, ¿cómo puede él mismo esquivar la crítica, pretender prohibir la discusión? ¿Acaso nosotros exigimos a los otros libertad de palabra sólo para suprimirla de nuevo en nuestras propias filas?» (Sochinenie, t. 37, pp. 274-277).”
[3] Carta de F. Engels a Bernstein, 17 de junio de 1879
[4] F. Engels, Prefacio a la edición Alemana de 1890 del Manifiesto Comunista.
[5] Fernando Claudín, Sobre la concepción marxiana del partido, versión electrónica.

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Fernando Claudín
Sobre la concepción marxiana del partido1


Extracto del libro Marx, Engels y la Revolución de 1848, editorial siglo XXI, 1975. Digitalización y notas adicionales por Roi Ferreiro.


En la primera parte de este ensayo, de carácter introductivo y dedicada a presentar una síntesis de la teoría de la revolución de Marx a la hora del Manifiesto2, citamos los planteamientos del Manifiesto sobre los rasgos que definen a los comunistas respecto a los «proletarios en general» y a los «otros partidos obreros»; señalamos la identificación que establece entre «organización del proletariado en clase» y «organización del proletariado en partido político»; registramos el uso de la noción de «partido obrero» para designar formas de organización y acción políticas de fracciones del proletariado, como el cartismo; y expusimos la formación y características de la Liga de los comunistas, primera forma concreta de partido comunista inspirada en la teoría de la revolución de Marx. Examinaremos ahora lo que la experiencia del período revolucionario aporta a estos primeros elementos de la concepción y de la práctica del partido en Marx y Engels. Y comenzaremos por recapitular una serie de hechos significativos.

Como sabemos, al iniciarse la revolución alemana los dirigentes de la Liga se propusieron implantarla y desarrollarla en el seno del naciente movimiento obrero, pero muy pronto Marx y Engels, contra la opinión de Schapper y Moll, decidieron prescindir de la Liga y hacer de la NGR [Nueva Gaceta Renana] el instrumento fundamental de su acción política. Las motivaciones conocidas de este paso muestran ya que Marx y Engels no atribuían a la Liga más que una función de propaganda, no de organización y dirección de las masas. Y sólo en condiciones de privación de las libertades de prensa, reunión, asociación, etc. Pero para los veteranos dirigentes de la Liga de los justos, los obreros-artesanos instruidos como Schapper y Moll, la Liga era todo. Habituados desde hacía años a vivir en el mundo cerrado de la «organización-secta» -un mundo, además, de emigrados- la acción revolucionaria, la relación con las masas, no era concebible más que a través de la Liga. Marx y Engels nunca habían actuado condicionados por una organización. Marx había nacido a la lucha política como director de la Gaceta Renana en el otoño e invierno de 1842-1843, es decir, a través de una relación directa con el tejido social y político. Y algo análogo puede decirse de Engels. Su concepción teórica les llevaba, lógicamente, a ver en el proletariado como clase, y no en una u otra organización, el protagonista de la nueva acción revolucionaria. En cuanto pudieron reemprender, a mayor escala, la experiencia de la Gaceta Renana, y entablar mediante la NGR una relación directa con el movimiento político en marcha, la Liga perdió a sus ojos toda utilidad y posiblemente apareció como un estorbo.

{ [Como testimonia un miembro de la comuna de Colonia de la Liga:] «Marx consideraba que su existencia ulterior era innecesaria, puesto que la Liga era una organización de propaganda, no una organización para conspirar, y que en las condiciones creadas se podría realizar la propaganda abiertamente sin necesidad de una organización secreta, dado que existía libertad de prensa y de propaganda3». Argumento que refuerza el mismo Marx en 1860: «Cuando estalló la revolución de febrero [1848] el Comité Central de Londres me encomendó la dirección de la Liga. Durante la revolución su actividad en Alemania se interrumpió por sí misma, porque aparecieron vías más efectivas para la realización de sus objetivos»4.

Parece evidente que si Marx y Engels hubieran tenido una concepción del partido análoga a la de Lenin en los tiempos de la Iskra -como insinúa Riazanov en sus conferencias de 1922- su manera de enfocar el problema habría sido bien distinta. El principal historiador soviético de la Liga, E. Kandel, preocupado, al parecer, de que Marx no pase a la historia como "liquidador" del partido, recurre al subterfugio de que "la Liga de los comunistas siguió funcionando bajo la forma de asociaciones obreras abiertas, siguió existiendo como tendencia ideológico-política".

«La burguesía alemana, que empezaba entonces a fundar su gran industria, no tenía la fuerza ni la valentía precisas para conquistar la dominación absoluta dentro del Estado; tampoco se veía empujada a ello por una necesidad apremiante. El proletariado, tan poco desarrollado como la burguesía, educado en una completa sumisión espiritual, no organizado y hasta incapaz todavía de adquirir una organización independiente, sólo presentía de un modo vago el profundo antagonismo de intereses que le separaba de la burguesía. Y así, aunque en el fondo fuese para ésta un adversario amenazador, seguía siendo, por otra parte, su apéndice político. (...) El proletariado, inconsciente aún de su propio papel histórico, hubo de asumir por el momento, en su inmensa mayoría, el papel de ala propulsora, de extrema izquierda de la burguesía. (...) De esta suerte, el proletariado alemán aparece por primera vez en la escena política principalmente como un partido democrático de extrema izquierda. (...) Si no hubiéramos querido adherirnos al movimiento [democrático en Alemania], incorporándonos a aquella ala [de extrema izquierda] que ya existía, que era la más progresiva y que, en el fondo, era un ala proletaria, para impulsarla hacia adelante, no nos hubiera quedado más remedio que ponernos a predicar el comunismo en alguna hojita lugareña y fundar, en vez de un gran partido de acción, una pequeña secta. Pero el papel de predicadores en el desierto ya no nos cuadraba; habíamos estudiado demasiado bien a los utopistas para caer en ello. No era para eso para lo que habíamos trazado nuestro programa»5. }6

En febrero de 1849, Marx y Engels se oponen de nuevo a la reorganización de la Liga, esgrimiendo las mismas razones que en la primavera de 1848. Pero desde el otoño de este año el «espíritu de partido» de Schapper, Moll y otros dirigentes de la Liga se había levantado contra el «liquidacionismo»- del grupo Marx, creando en Londres un nuevo Comité central e intentando reconstruir la Liga en Alemania. Marx no modifica su opinión hasta finales de 1849, cuando la desaparición de la NGR y la acentuación de la reacción en Alemania le conducen a la conclusión de que la organización secreta puede ser útil, de nuevo, para la difusión en Alemania de la propaganda comunista.

La manera en que, como en la circular de marzo de 1850, se argumenta la necesidad de esa reorganización de la Liga, parece una crítica apenas velada de la posición que habían mantenido Marx y Engels en 1848-1849. Se dice, en efecto, que durante la revolución «la primitiva y sólida organización de la Liga se ha debilitado considerablemente. Gran parte de sus miembros -los que participaron directamente en el movimiento revolucionario- creían que ya había pasado la época de las organizaciones secretas y que bastaba con la sola actividad pública». Y a continuación se menciona aprobatoriamente la creación del nuevo Comité central en Londres y su intento de reorganizar la Liga en Alemania en el otoño e invierno de 1848-1849. ¿Cómo conciliar esta crítica transparente de lo que había sido la posición de Marx y Engels con la versión de que la circular fue redactada por ellos? La hipótesis de que estamos ante una «autocrítica» no parece aceptable, puesto que en todas sus referencias ulteriores a esta cuestión Marx y Engels justifican la «disolución» de la Liga por las razones ya conocidas7. A nuestro juicio, la hipótesis más verosímil es que la circular de marzo de 1850 expresa un cierto compromiso, al menos en este punto, entre las posiciones del grupo de Marx y las del grupo de Londres. Es significativo que poco después, al escindirse la Liga, el grupo de Londres lanza contra Marx y Engels la acusación de haber prescindido de la Liga cuando no les interesaba y haber trocado el título de miembros del Comité Central por el de redactores de la NGR.

Las discusiones de septiembre de 1850 demuestran, una vez más, que para Marx la Liga sólo era una forma secreta de organizarse los comunistas, en condiciones de ilegalidad, con fines de propaganda. Pero no parece que la tuviera en gran estima, ni siquiera bajo este aspecto. De lo contrario es difícil comprender por qué, después del proceso de Colonia, decide liquidarla definitivamente en lugar de proponerse su reorganización. Tal vez su actitud general ante la Liga, nunca entusiasta y como mínimo reservada, estuviera determinada en gran parte por su repugnancia hacia las organizaciones conspirativas en general, y hacia los «conspiradores profesionales» en particular, de los que hace en la NGR (R) [Nueva Gaceta Renana, Revista económico-política] una mordaz semblanza8. De ahí su insistencia en que la Liga, aun siendo secreta, no se dedicase a la «conspiración», es decir -según el significado que el término tenía entonces-, a la organización de golpes, generalmente insurreccionales, para derribar al gobierno y apoderarse del poder, sino exclusivamente a la propaganda de las ideas comunistas. Pero la práctica mostraba la dificultad de asegurar tal distinción. La orientación del grupo de Schapper -viendo en la Liga y no en las masas el sujeto principal de la acción revolucionaria- conducía justamente a embarcar la Liga en las conspiraciones de los blanquistas franceses, los mazzinistas italianos, los demócratas alemanes, etc.

«Los conspiradores profesionales -escribe Marx en el citado artículo de NGR (R)- no se satisfacen con organizar el proletariado revolucionario. Su misión consiste en adelantarse al proceso revolucionario, empujarlo artificialmente a la crisis, hacer la revolución de improviso, sin que existan las condiciones necesarias. La única condición de la revolución, a su juicio, es una buena organización del complot. Son los alquimistas de la revolución, y comparten plenamente con los antiguos alquimistas la confusión y estrechez de sus obsesiones. Se entusiasman con inventos llamados a producir milagros revolucionarios: bombas incendiarias, máquinas infernales de mágico poder destructivo, motines tanto más espectaculares cuánto menos condiciones razonables existen para ellos. Ocupados con la confección de semejantes proyectos, no tienen más que un objetivo inmediato, el derrocamiento del gobierno existente, y menosprecian profundamente la labor de carácter más teórico encaminada a instruir a los trabajadores sobre sus intereses de clase».

Más adelante se señala que «a medida que el proletariado de París pasó al primer plano como partido, esos conspiradores comenzaron a perder influencia como dirigentes». Y la conclusión fundamental del artículo es que «para la revolución moderna es insuficiente ya esa parte del proletariado (la enrolada en las organizaciones secretas, F. C.); sólo el proletariado en su conjunto puede realizar la revolución.»9

Todo indica que para Marx y Engels la «instrucción» del proletariado con vistas a esa revolución constituye la tarea fundamental de los comunistas. Entendida, claro, está, de la manera más amplia, como aporte a la comprensión del proceso de lucha de clases, de los intereses y objetivos no sólo del proletariado, sino de las otras clases, enemigas o aliadas, de las políticas respectivas, etc. Ninguna ilustración mejor de su manera de entender esta «instrucción» que su misma actividad en el período que estamos estudiando. No se trata de una relación de «maestro» que todo lo sabe a alumno que «aprende» pasivamente, sino de una interrelación dialéctica entre militantes de la misma causa, en la que la lucha práctica del proletariado enseña a los comunistas participantes en ella no menos de lo que éstos, gracias a su «ventaja teórica», pueden enseñar a los proletarios. Para Marx y Engels la realización de tal actividad no está vinculada forzosamente a la existencia de una organización comunista en sentido estricto. Así se explica que después de la disolución de la Liga el «partido» -en el sentido de partido comunista- sigue existiendo para ellos. En abril de 1854 Engels le escribe a Weydemeyer, refiriéndose a la perspectiva de una nueva crisis revolucionaria: «Los auspicios bajo los cuales se presenta esta vez nuestro partido son muy diferentes (...). Esta vez podremos comenzar en seguida con el Manifiesto». El «partido» -agrega- podrá entrar en escena de manera «más digna que en ocasiones anteriores», porque se ha desembarazado de la «banda Schapper, Willich, etc.», y «podemos contar con una nueva generación de partidarios en Alemania»; «en conjunto, el partido de Marx no trabaja mal»10. Engels se refiere, evidentemente, al conjunto de comunistas que comparten las ideas de Marx, trabajan en su desarrollo, contribuyen a su difusión, etc., aunque entre ellos no existe ningún nexo organizacional.

En la correspondencia, y a veces en los artículos de los años siguientes, encontramos repetidas alusiones a este «partido». Y al mismo tiempo, Marx rechaza tenazmente todo nuevo compromiso orgánico tipo Liga, como muestra, entre otros ejemplos, la carta de 1860 al poeta Freiligrath, antiguo miembro de la Liga y viejo amigo de Marx. Marx le había pedido colaborar en una tarea de «partido». Creyendo que se trataba de la Liga, Freiligrath le responde: «Yo, como poeta, necesito, por naturaleza, libertad. El partido es una jaula y canta uno mejor, incluso para el partido, fuera que dentro». Marx contesta: «Te hago notar, ante todo, que desde noviembre de 1852, cuando a propuesta mía la Liga fue disuelta, nunca más pertenecí ni pertenezco a ninguna asociación, secreta o abierta, y, por consiguiente, hace ya ocho años que en este sentido, totalmente efímero de la palabra, el partido dejó de existir para mí (...). Recuerdas que recibí de los dirigentes de la Liga comunista de Nueva York una carta en la que me pedían reorganizar la antigua Liga. Tardé un año en contestarles y finalmente los dije que desde 1852 no estoy ligado a ninguna organización y tengo el convencimiento profundo de que mi trabajo teórico es mucho más beneficioso para la clase obrera que la participación en organizaciones cuyo tiempo ha pasado en el continente (...). Si tú eres poeta, yo soy crítico, y la verdad sea dicha, me basta con la experiencia de 1850-1852. La "Liga", lo mismo que la Sociedad de las Estaciones de París, que centenares de otras asociaciones, no fue más que un episodio en la historia del partido que nació, espontáneamente, por doquier, del suelo de la sociedad moderna, del partido en el gran sentido histórico del término»11.

Este partido en el gran sentido histórico del término, que nace espontáneamente del suelo de la sociedad capitalista, ¿qué otra cosa es más que el «resultado» de la lucha de clases definido en el Manifiesto como la «organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político»? De modo explícito o implícito, esta noción de clase-partido o partido-clase es una de las nociones operatorias fundamentales de Marx en sus grandes análisis de la revolución de 1848, generalmente bajo las expresiones de «partido del proletariado», «partido de la burguesía», «partido de la pequeña burguesía», etcétera12. Expresiones que no significan para Marx, obvio es decirlo, que a cada clase corresponda un solo partido («partido» en el sentido más corriente del término), sino que la clase, el conjunto de sus organizaciones, partidos, individuos, actúa como «partido» frente a las otras clases. Cuando Marx dice en Las luchas de clases que al imponer la república al gobierno provisional de febrero «el proletariado apareció inmediatamente en primer plano como partido independiente», no se refiere a una u otra de las organizaciones obreras existentes o de sus actos, sino a la totalidad de formas de organización y de acción con que el proletariado se manifestó políticamente, como tal, en esa coyuntura. Para Marx no existía el partido del proletariado, sino el proletariado como partido.13

Entre el proletariado como partido y los comunistas como teóricos del proletariado, la tercera noción de partido que Marx utiliza en el Manifiesto es la de «partido obrero», designando como ejemplo concreto -en realidad como prototipo- el cartismo. Cuando se inicia la revolución, este género de partido sólo existe embrionariamente en Alemania, pero comienza a desarrollarse con rapidez, si bien bajo la influencia, y en gran parte dentro de las estructuras, del partido demócrata. Acomodando su acción a este estado de cosas, Marx y Engels decidieron, como vimos, actuar en el seno del partido demócrata (y lo mismo hicieron, en la práctica, casi todos los comunistas de la Liga). Era la manera de vincularse más directamente a las fuerzas avanzadas de la clase obrera. Pero mientras Born y otros comunistas se consagran principalmente al desarrollo de la organización obrera propiamente dicha, Marx y su equipo de la NGR se dedican, casi por entero, a una labor de esclarecimiento político. ¿Subestimación del aspecto organización? Más plausiblemente nos parece la hipótesis de que para Marx ésta era una cuestión a resolver por el proletariado mismo, como en la práctica, por lo demás, estaba ocurriendo. Pero para que esta organización del proletariado, que se extendía rápidamente por toda Alemania en forma de asociaciones obreras, pudiera realmente actuar como partido político frente a las otras clases, era necesario que se emancipase de la tutoría ideológica y política de la burguesía liberal y, muy especialmente, de la pequeña burguesía demócrata. Cosa que no podía resolver la simple separación organizacional. Era necesaria la crítica de la política de esas clases y el planteamiento de la política más adecuada a los intereses del proletariado: en esta tarea se concentró Marx con su equipo de la NGR. Lo cual no significa que consideraran suficiente esa labor de esclarecimiento para resolver el problema de la independencia política del partido proletario. De sus escritos se desprende claramente que lo esencial, a su juicio, era la experiencia directa de las masas adquirida en la lucha misma. Por eso Engels dice, reflexionando sobre el balance de los primeros meses, que «la conquista más importante de la revolución es la revolución misma», y Marx inicia su análisis restrospectivo de la revolución francesa planteando que el partido revolucionario no podía forjarse más que en la lucha contra la contrarrevolución.

Hito importante de la evolución de la posición de Marx y Engels en este problema -no a nivel de la concepción, sino del enfoque táctico- es la decisión que toman en abril de 1849 de salir del partido demócrata y participar organizacionalmente en la construcción iniciada por Born y otros líderes obreros del partido obrero independiente. Este viraje puede explicarse, según vimos, por la agravación de las divergencias con los líderes demócratas y por la influencia que ejerce en Marx el desarrollo mismo del movimiento obrero. No es casual, indudablemente, que la entrevista de Born con Marx precediera de cerca al paso de abril. Mehring veía en este episodio «una prueba notable de cómo el instinto elemental del movimiento obrero sabe corregir las concepciones de los pensadores más geniales»14. En realidad no hubo corrección de «concepciones», puesto que nada permite suponer que Marx se opusiera a la creación de un partido obrero independiente o no comprendiera su necesidad. Nadie hizo en este período mayor contribución que Marx y Engels a la preparación política e ideológica de tal partido. Pero sí puede hablarse de corrección a la manera de llevar a cabo esa aportación. Parece fundado, en efecto, suponer que la labor ideológica y política de Marx hubiera sido más fecunda, producido un impacto más directo, de haberse efectuado desde el primer momento en vinculación más estrecha con la construcción de la organización obrera a nivel nacional (en el plano local la vinculación existió y fue acentuándose, como muestra el paso de Marx por la presidencia de la asociación obrera de Colonia).

Lenin califica en Dos tácticas de «monstruoso e increíble desde nuestro punto de vista actual» el hecho de que «sólo en abril de 1849, casi un año después de la aparición del periódico revolucionario (NGR), Marx y Engels se pronunciaron por una organización obrera independiente», y hasta entonces «dirigieron simplemente un "órgano de la democracia" [la NGR] no ligado por ningún lazo orgánico a un partido obrero independiente»15. Atribuye la cosa a la debilidad del proletariado alemán y al ambiente pequeñoburgués del país en aquella época; pero ¿cómo explicarse, entonces, que Born y otros comprendieran desde el primer momento la construcción de esa organización y obtuvieran rápidamente resultados que habrían de decidir a Marx a participar más directamente en esa tarea? El problema, en realidad, es que Marx concebía de modo muy distinto a Lenin el tipo de partido a crear y, en consecuencia, la vía de su creación. Diferencia esencial que Lenin pasa por alto al hacer un parangón entre aquel primer intento de formación de un partido obrero alemán y la formación del partido obrero socialdemócrata ruso. Mientras la creación de este último tuvo como piedra angular la adhesión a una teoría y se llevó a cabo mediante el reclutamiento y la agrupación de nuevos adeptos a esa teoría -en torno al núcleo intelectual inicial-, la creación del partido obrero alemán es obra de los propios obreros alemanes, se construye mediante la agrupación y articulación a nivel provincial y nacional de asociaciones obreras creadas espontáneamente por los trabajadores más conscientes. Y no se basa sobre ninguna teoría preestablecida. Su ideología va formándose en el proceso mismo de la construcción de la organización. Lo más concreto son las plataformas de reivindicaciones sociales y políticas que aprueban los sucesivos congresos. Se trata, en una palabra, de un partido obrero de tipo cartista. Y el mismo enfoque se conserva en la circular de marzo de 1850, donde se retoma el proyecto de congreso obrero alemán que la derrota de junio de 1849 no había permitido realizar.16

Durante los doce años que siguen a la disolución de la Liga, Marx se consagrará enteramente a la investigación científica y al análisis político, rehusando sistemáticamente (lo mismo que Engels) cualquier participación en organizaciones. Sólo modificará su actitud en 1864, cuando es solicitado por fuerzas en las que ve la expresión real de un nuevo auge del movimiento obrero europeo y decide aceptar la invitación a formar parte del comité organizador de la Asociación Internacional de Trabajadores. «Aunque en el transcurso de varios años -dice en una carta a Weydemeyer- decliné siempre toda participación en cualquier género de "organizaciones", esta vez acepté la propuesta porque se trata de algo en que se puede actuar con eficacia»17. Con este paso comienza una etapa de vinculación directa con el movimiento obrero internacional -que será breve, puesto que prácticamente termina con el congreso de La Haya de la AIT en 1872-, seguida de otra etapa de estrecha relación con el núcleo dirigente del partido socialista obrero de Alemania. Ambas experiencias proporcionan nuevo material para la investigación de las concepciones de Marx y Engels en el dominio del partido, pero caen fuera de los límites del presente estudio. De todas maneras no añaden nada esencialmente nuevo a esas concepciones. Ilustran, sobre todo, la idea profundamente democrática y antidogmática que Marx y Engels tenían del funcionamiento interno del partido obrero, tanto en el plano organizacional como ideológico y político, aspecto que en el período de la revolución del 48 apenas tuvo oportunidad de manifestarse, dada la fugacidad de su actuación en la Liga y, más aún, en la organización obrera.18

Aparte de las fórmulas del Manifiesto caracterizando a «los comunistas» en relación con «los proletarios en general» y con «los otros partidos obreros», no hay en toda la obra de Marx (ni tampoco en la de Engels) ninguna explicación analítica de lo que entienden por «partido comunista». Pero lo que hemos visto de su actuación práctica y del papel que en su análisis de la lucha de clases desempeñan las nociones de «partido obrero» y de «proletariado como partido», permite formarse una idea más aproximada del sentido de aquellas fórmulas. A nuestro parecer significan que la función de los comunistas no es sustituirse a las formas políticas y organizacionales que históricamente va tomando «la organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político», «el partido que nace espontáneamente, por doquier, del suelo de la sociedad moderna»; no es reemplazar la iniciativa del proletariado, su creación e inventiva nacidas de las exigencias directas de la lucha de clases, por formas de acción y organización dictadas por «principios especiales». Significan que la función de los comunistas es poner la «ventaja teórica» de que disponen al servicio del movimiento proletario, actuando en él para ayudarle a tomar conciencia de sus intereses históricos, conciencia crítica de su propia acción, y a comprender el proceso de la lucha de clases, todo lo cual exige una relación mutuamente crítica, abierta y sincera entre comunistas (proletarios o no) y «los proletarios en general», entre comunistas y «partidos obreros». Significan, en resumen, que los comunistas no constituyen un partido que «dirige» al proletariado, sino un partido que le ayuda a autodirigirse.

En realidad no se trata de un «partido» en el sentido actual del término19, sino como el propio Manifiesto dice también de un «sector» de los partidos obreros, del sector más avanzado teóricamente, más consciente de las condiciones globales del movimiento proletario, etc. Por lo demás, sólo en este sentido puede hablarse de concretización histórica, práctica, de esta concepción de «partido comunista». Así funcionaron Marx, Engels y otros comunistas de la época en el movimiento obrero alemán de la revolución del 48, en la Asociación Internacional de Trabajadores, en los primeros partidos obreros socialistas, etc. No podemos abordar aquí las vicisitudes ulteriores de esa concretización. Constataremos únicamente que la tendencia histórica se ha caracterizado, de un lado, por la burocratización de aquel «sector» en los partidos socialdemócratas, acompañada del abandono del marxismo revolucionario. Y, de otro lado, por el surgimiento de un nuevo tipo de partido comunista -el tipo leninista- concebido como el partido dirigente de la clase obrera, cuya diferencia de fondo con la idea de Marx no es necesario subrayar20. Pero a lo largo de todo el desarrollo del movimiento obrero no han cesado de aparecer comunistas -algunos tan relevantes como Rosa Luxemburgo, por no citar más nombres- cuya manera de concebir la acción en el seno del proletariado y de sus organizaciones era o es semejante a la de Marx. Y esta corriente profunda del marxismo tiende a vigorizarse actualmente. Es la corriente que ve en el proletariado y no en el partido el protagonista máximo de la transformación social.

Una observación final sobre la relativización del papel del partido respecto a la clase, que constatamos en Marx: cuando se trata de la burguesía o pequeña burguesía, sus partidos políticos desempeñan en el discurso marxiano de la época de la revolución del 48 un papel mucho más importante respecto a la clase que cuando se trata del proletariado. Esta diferencia refleja, indudablemente, el retraso del proceso de formación política del proletariado en aquella fase del desarrollo histórico, comparativamente al de la burguesía o pequeña burguesía. Por eso, si bien nos parece fundada la tesis de que el proletariado, entendido como clase-partido, es el agente revolucionario por excelencia en la teoría de la revolución de Marx, hay que tener en cuenta que el papel del partido obrero (y cada vez más de los sindicatos) en tanto que expresión concreta, encarnación transitoria, de la clase-partido, va aumentando en relevancia a los ojos de Marx y Engels con el correr del siglo.21


1 Este texto es un extracto de la obra de Fernando Claudín, Marx, Engels y la Revolución de 1848, Ed. Siglo XXI, 1975. Procede en concreto, salvo algunos añadidos que se indican, del capítulo III, apartado 4. Ya que no había un título específico (dicho apartado incluye una serie de temas, titulándose «Sobre el partido y otros temas (clase, Estado, nación)» he optado por ponerle el presente, que pienso se ajusta exactamente al contenido. La numeración de las notas no sigue la de la obra y las notas propias van señaladas. (Nota de Roi Ferreiro).

2 El texto empieza en el libro con la frase «En el primer capítulo (epígrafes 4 y 5)...». Para que el texto sea más inteligible como documento separado, me he limitado a reemplazar ese inicio por una variación formal de la síntesis del contenido que hace el propio autor en la Introducción. (Nota de R.F.)

3 Soius Kommunistov, pp. 220-221 (recopilación soviética de textos de la Liga)

4 Marx, «Herr Vogt», en Sochinenia, t. 14, pp. 451-452.

5 Engels, «Marx y la Nueva Gaceta Renana», en OE, II, páginas 329-330.

6 Estas citas (que no se reproducen en toda su extensión, sino sólo lo necesario para sustentar la línea argumental) proceden del capítulo II de la obra de Claudín, «La prueba de la práctica, revolución y contrarrevolución», apartado 1 «El eclipse de la Liga» (p. 91-92). (Nota de R.F.)

7 Circular del Comité central de la Liga de los comunistas, marzo 1850, OE, I, pp. 92-93. Engels dice que Marx y él fueron los redactores de la Circular en su Contribución a la historia de la Liga, OE, II, p. 353. Pero en este mismo texto presenta el «eclipse» de la Liga no como la consecuencia de un error, sino de que «cesaron las causas que habían hecho necesaria una Liga secreta», y análoga explicación da Marx en 1860 (ver p. 90).

8 «Con la creación de las sociedades conspirativas proletarias -se dice en este artículo, publicado poco ames de la escisión de la Liga- apareció la necesidad de una división del trabajo. Los conspiradores se dividieron en conspiradores casuales, conspirateurs d'occasion, obreros que participaban en las conspiraciones al mismo tiempo que trabajaban, limitándose a frecuentar las reuniones y acudir al punto de concentración cuando lo ordenaba el jefe, y los conspiradores profesionales, que vivían para la conspiración y le entregaban todas sus energías, constituyendo una capa intermedia entre los obreros y los jefes». El artículo explica a continuación que la manera de vivir de estos conspiradores profesionales determinaba sus características. Dada la precariedad de sus medios de existencia tenían que recurrir frecuentemente a la caja de la organización, o a realizar actos que lindaban con la delincuencia común. Vivían acechados permanentemente por el peligro, y «la costumbre del peligro los hace indiferentes en alto grado a la vida y la libertad». «Su rasgo principal es la lucha contra la policía» y en el constante enfrentamiento con ésta los conspiradores profesionales «están a la caza de espías lo mismo que los espías están a la caza de conspiradores. Espiar es una de sus principales preocupaciones, por lo que no resulta sorprendente que se dé con tanta frecuencia el pequeño salto de conspirador profesional a agente pagado de la policía, cuando además la miseria, la cárcel y las amenazas presionan en la misma dirección. Esto explica la desconfianza sin límites que reina en las sociedades conspirativas, la cual ciega completamente a sus miembros, obligándoles a ver espías en sus mejores hombres y sus mejores hombres en los verdaderos espías». (Sochinenie, t. 7, pp. 286-289).

9 Idem, pp. 287-290.

10 Engels (Manchester) a Weydemeyer (Nueva York) el 12 de abril de 1853, en Correspondance, III, pp. 353-355. El subrayado es de Engels. Marx y Engels dejan en la práctica de hacer vida de partido (en el sentido actual del término) desde que se produce la escisión y la dirección de la fracción de la Liga que comparte sus opiniones pasa al grupo de Colonia. En febrero de 1851 Marx le escribe a Engels: «Este aislamiento auténtico, público, en que vivimos tú y yo, me agrada bastante. Responde plenamente a nuestra posición y a nuestros principios. Todo ese sistema de concesiones recíprocas y de medias tintas que se tolera en nombre de las conveniencias, el deber de asumir a ojos del público su parte de ridículo en el partido en compañía de todos esos asnos, todo eso se ha acabado». Engels le responde: «Tenemos de nuevo la ocasión -por primera vez desde hace mucho tiempo- de mostrar que no tenemos necesidad de popularidad ni del sostén de un partido cualquiera en un país cualquiera y que nuestra posición es totalmente independiente de esos pequeños y mezquinos cálculos (...). ¿Cómo gentes como nosotros, que huyen como la peste de las posiciones oficiales pueden tener su lugar en un "partido"? (...). Tal es la posición que podemos y debemos adoptar en el próximo porvenir. No solamente no aceptar ninguna posición oficial en el Estado, sino igualmente, durante el mayor tiempo posible, no aceptar ninguna posición oficial en el partido y criticar sin concesiones a todo el mundo...» (Engels a Marx, 13 de febrero de 1851, en Correspondance, II, pp. 143-144).

11 La cita de la carta de Freiligrath se encuentra en el Karl Marx de Mehring, ed. cit., p. 230. La carta de Marx a Freiligrath, del 29 de febrero de 1860, en Sochinenie, t. 30, pp. 400-401, 406. La Sociedad de las Estaciones (del año), a que alude Marx en esta cita, es la organización de Blanqui y Barbes en los años que preceden a 1848 (Société des Saisons).

12 O en el prefacio a Las luchas de clases en Francia, el «partido de la subversión». (Nota de R.F.)

13 Ver Las luchas de clases en Francia, OE, p. 132. El mismo concepto de proletariado como partido lo encontramos de modo explícito en otros lugares de este mismo texto: página 161 («...el proletariado se desprendió como partido político independiente del partido demócrata...»), o del 18 Brumario: páginas 239-240 («...a los verdaderos jefes del partido proletario...»), página 241 («Durante las jornadas de junio, todas las clases y todos los partidos se habían unido en un partido del orden frente a la clase proletaria, como partido de la anarquía, del socialismo, del comunismo.»), etc.

En relación con esta concepción de Marx, ver el ensayo de Rossana Rossanda Sobre el partido (de Marx a Marx), en la recopilación de textos de Il Manifesto, Ed. Seuíl, 1971, pp. 281-297. «La lucha de clases -escribe R. R.- tiene sus raíces materiales en el mecanismo mismo del sistema; y la revolución -decir, el proceso llamado a sobrepasarla- es una actividad social que forja, a medida que se desarrolla, las formas políticas que la clase necesita y que constituyen su organización: el partido. Por eso, si en Marx partido y Proletariado parecen a veces intercambiables es solamente en el sentido de que el primero es la forma política del segundo, constituye su modo de ser transitorio -participando de las imperfecciones históricas de las instituciones políticas concretas-, mientras que el proletariado permanece como el sujeto histórico permanente, enraizado en la materialidad del mecanismo capitalista...» (ídem, p. 285).

14 Citado por Lenin en Dos tácticas (ver OE, I, p. 606).

15 Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, en OE, I, p. 607.

16 La alusión al congreso obrero que se preparaba en abril de 1849, y de cuya comisión organizadora (en las provincias renanas) formaba parte Marx se encuentra en la p. 204. En la circular de marzo se plantea que «después del derrocamiento de los gobiernos existentes y a la primera oportunidad el Comité Central se trasladará a Alemania y convocará inmediatamente un Congreso ante el que propondrá las medidas necesarias para la centralización de los clubs obreros bajo la dirección de un organismo establecido en el centro principal del movimiento» (OE, I, página 99).

17 Marx a Weydemeyer, el 29 de noviembre de 1864, en Sochinenie, t. 31, páginas 362-363. «Los miembros ingleses (del Comité) -dice Marx en esta carta- son, en su mayor parte, los jefazos de las tradeuniones, es decir, los verdaderos reyes obreros de Londres...» (ídem, p. 362).

18 Ver, a este propósito, el artículo del marxista inglés Monthy Johnstone, Socialísme, démocratie et système de parti unique, en Politique Aujourd'hui, enero 1971. En una carta del 18 de diciembre de 1889 al socialista danés Trier, que había sido expulsado de la dirección del partido por sus posiciones de extrema izquierda, Engels expresa su disconformidad con ese género de medidas y con toda restricción de la discusión y la crítica dentro del partido: «A ninguno de los actuales partidos socialistas se le ocurriría proceder con una oposición surgida en sus filas según el modelo danés. La vida y el crecimiento de cada partido se acompaña habitualmente del desarrollo y la lucha mutua, en su seno, de una tendencia moderada y otra extrema, y aquel que sin más excluya a los de la tendencia extrema sólo consigue facilitar su crecimiento. El movimiento obrero está basado en la crítica aguda de la sociedad existente, la crítica es su elemento vital, ¿cómo puede él mismo esquivar la crítica, pretender prohibir la discusión? ¿Acaso nosotros exigimos a los otros libertad de palabra sólo para suprimirla de nuevo en nuestras propias filas?» (Sochinenie, t. 37, pp. 274-277). En 1850, como vimos, Marx intenta salvar la unidad de la Liga con la original propuesta de que las dos fracciones coexistieran en su seno, organizadas en grupos separados, dependientes directamente de un Comité Central aceptable para ambas. (Ver p. 231.)

19 Lo mismo sucede, evidentemente, con la utilización del término «partido» para designar al proletariado «como partido». Hay que tener en cuenta, a este respecto, lo que decimos en otro lugar sobre la imprecisión del término en aquel tiempo, cuando era muy reciente su aparición en el vocabulario político.

20 El tema de la concepción del partido en Lenin y su deformación estaliniana lo trato en La crisis del movimiento comunista (Ruedo Ibérico, 1970). En las ediciones francesa, italiana e inglesa he introducido un pasaje que no figura en la española sobre la concepción del partido en Marx y su diferencia con la de Lenin. (Ver edición francesa, Masperó, 1972, t. 2, pp. 713-727.)

Los autores soviéticos, obligados a ajustarse a la tesis oficial de que no hay contradicción alguna entre la concepción del partido de Marx y la de Lenin, siendo ésta el «desarrollo creador» de aquella, tropiezan con las formulaciones del Manifiesto y, por lo general, salen del paso no citándolas más que parcialmente, o dando una versión deformada. De una u otra manera escamotean este pasaje: «los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros. No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario». Véase, por ejemplo, la Historia de la Liga de los comunistas, de M. I. Mijailov, ed. cit., p. 171.

21 Cierto, en 1885 Engels plantea que «el movimiento internacional del proletariado europeo y americano es hoy tan fuerte que no sólo su primera forma estrecha -la de la Liga secreta-, sino su segunda forma, infinitamente más amplia -la pública de la Asociación Internacional de Trabajadores-, se ha convertido en una traba para él, pues hoy basta con el simple sentimiento de solidaridad, nacido de la conciencia de la identidad de su situación de clase, para crear y mantener unido entre los obreros de todos los países y lenguas un solo y único partido: el gran partido del proletariado» (Contribución a la historia de la Liga de los comunistas, en OE, 11, p. 357). Pero hay que tener en cuenta que Engels escribe esto en plena ley de excepción contra los socialistas alemanes. El partido socialista alemán había sido puesto en la ilegalidad, pero conservaba una serie de posibilidades legales de acción -electorales, sindicales- que se esforzaba por aprovechar, lo cual requería la precaución de no aparecer públicamente como tal partido. De todas maneras este texto muestra elocuentemente hasta qué punto para Marx y Engels el agente principal de la lucha social es la clase y no tal o cual forma transitoria de partido obrero o de partido comunista.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Saludos de IDEACCIÓN




Hola compas!

Si bien much@s de nosotr@s no somos católic@s, quiero hoy en nombre del Colectivo dejarles un cariñoso saludo de navidad, entendiendo la navidad como el nacimiento de Jesús revolucionario, el que nació en medio de la absoluta pobreza, con unos padres que huían por motivos políticos, un Jesús que con milagros o no, se dedicó a ayudar a quienes más lo necesitaban, propuso ideas de cambios radicales, y además cuestionó a las autoridades de esos tiempos haciéndoles frente.

Ese Jesús si merece que los católicos armen sus nacimientos, más no sus pinos, ni hagan creer a sus niños que navidad es igual a consumo, pues bien sabemos que estas épocas son lindas para muchos, pero son épocas pasadas con hiel por aquellos niños y aquellas familias que no tienen qué comer esta noche buena, para padres que no saben que llevarán a sus casas ni que regalaran a sus niños, para los niños que anhelan un pequeño regalo y no reciben nada, son épocas de desesperación, de impotencia que haya tanta pobreza, tanta injusticia… el pavo, la cena, el regalo, el panetón…. son privilegios de sólo algunos pocos, y complicaciones para muchas familias del proletariado que no pueden llevar todo esto fácilmente a sus casas. Rechacemos el exceso, no es necesario, acostumbrémonos a nosotr@s y a l@s nuestr@s a vivir con lo básico y ser felices con ello.

Chic@s, que esta navidad -si son católic@s- antes de cualquier cena hagan una hermosa oración con esos principios y valores que dejó ese Jesús revolucionario que era un pescador nacido en Palestina (pueblo masacrado y negado en la actualidad), y si no lo son, cuenten un cuento, uno que nos haga reflexionar sobre esta noche buena. Somos proletari@s, no necesitamos de nada de lo que el capitalismo nos esta ofreciendo, esta bien que demos, pero si lo hacemos, demos sabiendo que eso no es lo importante sino la luz que nace los 25, una luz que para nosotr@s, significa que la vida nueva esta cada día más cerca.

Este año ha sido muy valioso para el colectivo, hemos tenido perdidas fuertes, pero hemos sabido recuperarnos, y creo que estamos en buen camino, agradezco a los compañer@s nuev@s que se han integrado y que están apoyándonos. No ha sido el mejor año, estoy segura que el 2011 traerá muchas mejores, y tod@s en lo personal como en lo colectivo tendremos mayores éxitos, y si caímos amig@s, habrá que caer mil veces y esas mil veces levantarnos, porque nosotros tenemos una idea, tenemos convicción y eso, nadie nos lo quita.

Un saludo revolucionario camaradas, que en estas fiestas brille en nosotr@s la esperanza que este proceso llegará a su fin, aunque nosotr@s no estaremos allí físicamente cuento llegue, pero seremos parte de ese proceso, de esa lucha, mientras sigamos trabajando y sirviendo al pueblo de todo corazón, por que ese sueño se haga realidad, y llegue a este mundo la vida nueva donde quepamos todas las formas y todos los colores y porque por fin la revolución brille en los campos y en las ciudades. Los quiero.

M.

Psta: les dejo mi regalo navideño…. es una canción de Frank Sinatra y ese es el regalo, pero esta es una versión en español para que la escuchen: “jamás me arrepentí si amando di todos mis sueños… si yo aprendí a renunciar… dejé por donde fui el alma entera… Y si me equivoqué fue a mi manera”

Nos Escribe Manuel Velásquez




Estimado Edgard Bolaños: aprovecho esta oportunidad para saludarte y felicitar a todos los que participan de Tacna Comunitaria, un Blog excelente desde el campo popular y socialista.

El Amauta Mariátegui nos enseñó que la burguesía domina, fundamentalmente, porque detenta la cultura, y ésta no es expropiable, tierne que ser lograda en un difícil proceso de superación del medio y de todas las estrecheces.

Aparte, el gran poeta comunero Arthur Rimbaud decía que para lograr el triunfo teníamos que ser absolutamente modernos.

El internet, el ciberespacio es parte de la cultura y de la modernidad, por eso los felicito sinceramente. Con el tiempo puede dar pie a una revista impresa con lo mejor que se ha colgado. En Lima hay algunas experiencias exitosas a este respecto.

En cuanto al intercambio acerca del nacionalismo, creo, que si es pequeñoburgués, de hecho es parte del pueblo, como lo es la clase que representa.

El problema es con la burguesía. Pero ésta, al igual que el proletariado, tiene capas, facciones, matices. Y, sobre todo, contradicciones. Y es sabido que la contradicción hace daño cuando no se la conoce, cuando no se la acepta, cuando no se la utiliza.

Esta es la gran diferencia entre proletariado y burguesía: la ideología.

En fin, le deseo a Ud. y Familia unas felices fiestas y un fructífero 2011, al igual que a todos los blogueros de Tacna Comunitaria.

Cordialmente, Manuel Velásquez Rangel.

23 diciembre 2010

miércoles, 22 de diciembre de 2010

NUEVA PUBLICACIÓN DE ANTONIO RENGIFO



RENGIFO, Antonio:
Invitación a la lectura
de los 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana

Fondo editorial de la Universidad de Ciencias y Humanidades
Serie: Ciencias sociales. (Lima, noviembre del 2010) pp. 117.-
Tamaño: 215 mm. X 145 mm. Papel bond de 80 grs. 27 fotografías.
Cubierta con solapas.

Este libro es un llamado a la lectura de los 7 Ensayos de Mariátegui. No es un análisis de la obra para “descifrar algo oculto” ni pretende normar como debe leerse, tampoco propone “claves” para desentrañar su contenido. Es un texto donde se describen las circunstancias personales que afrontó José Carlos Mariátegui cuando se propuso acometer el estudio de la realidad peruana, para destacar, en el centro de su quehacer y sus desvelos, su ejemplo de vida y la proyección de su pensamiento.

Contiene siete capítulos:
I. Esquela de invitación
II. Aportes de 7 Ensayos
III. Gestación
IV. Lanzamiento e impacto de los 7 Ensayos
V. Vicisitudes de los 7 Ensayos
VI. Valoración contemporánea
VII. Referencias.

Obra premiada en el concurso de Ensayo organizado por el centro cultural Puerta Abierta y la Casa Museo José Carlos Mariátegui, en el marco del Simposio internacional 7 Ensayos/50 años en la Historia. Lima, Museo de la Nación, 23 al 25 de octubre del 2008.

POLÉMICA ARAGÓN - VELÁSQUEZ: ¿EL NACIONALISMO PEQUEÑOBURGUÉS ES PARTE DEL PUEBLO?




Lima, 20 de Diciembre del 2010

Sr: Miguel Aragón.

Estimado compañero: siempre es agradable encontrar en la red algún escrito suyo, y, como tengo el privilegio de ser uno de los destinatarios de sus envíos, entonces me permito opinar sobre algo puntual:

Usted dice en su correo del 19.12.10 dirigido a Gustavo Pérez que “La continuación del deslinde entre socialismo proletario y nacionalismo burgués, nuevamente se hace necesario”.

Me parece que esta afirmación suya es incorrecta. No es la primera vez que usted plantea esta contradicción, a mi entender, equivocadamente.

Por qué no oponer al nacionalismo burgués el nacionalismo proletario simplemente?

El MNI, FS, T y L, etc., etc. son expresiones del socialismo burgués, pero también lo es el PAP (recordemos que es miembro de una Internacional Socialista) y hasta Kuczynsky se reclama socialista.

Debemos tener en cuenta que el liberalismo en el Perú es mínimo y sus propugnadores se cuentan con los dedos de la mano, siendo el más conspicuo Mario Vargas Llosa.

El Partido Nacionalista Peruano es un fenómeno complejo y que aún no se puede etiquetar. En caso de ser gobierno (ahora está más difícil que en el 2006) tiene dos caminos: o gobierna para la burguesía y las transnacionales, o gobierna para el pueblo y se enfrenta a ellas con todas las consecuencias que acarrearía esta acción.

Es por esta posibilidad remota que la clase dominante peruana y sus aliados transnacionales pretenden evitar a toda costa un posible triunfo de Ollanta Humala.

Es mejor prevenir que lamentar dicen ellos. En una hipotética segunda vuelta entre, digamos Keiko Fujimori y Ollanta Humala, por quién cree usted que apostaría la burguesía?

Hasta los liberales más acendrados votarían por la hija del tirano japonés. El riesgo es muy grande para correrlo.

Puede suceder que Ollanta siga la corriente y trate de engatusar al pueblo, pero ese es otro escenario, y no nos adelantemos a él.

En todo caso, las elecciones generales son un hecho objetivo y los socialistas proletarios no podemos cruzarnos de brazos. Tenemos que elegir a quien apoyar, con quien estar. Que opción es la que más nos conviene en este momento.

Cada persona, cada grupo, tiene que tomar su decisión. Estoy convencido que FS, MNI, TyL, son parte del pueblo peruano, pero también el PNP lo es.

Como lo fue en su momento el Partido Aprista. Recordemos que el alma viva del marxismo es el análisis concreto de la situación concreta.

No es lo mismo el Apra de 1928 que la del 2010, hay todo un proceso que es necesario conocer y diferenciar.

Igual me parece que hay que proceder con el PNP. Por ejemplo, los Diez Puntos Programáticos me parecen adecuados al momento y corresponden a expectativas del pueblo peruano; por ejemplo, el tema de los recursos naturales, o el tema de una nueva constitución.

Ningún otro grupo lo plantea con la misma claridad, y si así fuera, entonces por qué no unirse en torno a él?

También está el Manifiesto que firmaron prestigiosos intelectuales peruanos del campo socialista en apoyo de la candidatura del líder del PNP.

Repito, todo en su momento. Una cosa es estar en el llano y otra distinta en el gobierno. Hasta el más socialista tendría dos caminos. Es la prueba de fuego. El termómetro del sufragio.

Dice Guerra García en su carta de respuesta a Villarán que todo se hizo para aislar a Humala. Me parece un grave error. El enemigo está al frente no a nuestro lado. Y el PNP con todas sus limitaciones está, en este momento, en el lado del pueblo, junto con todos nosotros.

Lo atacaremos antes de tiempo?

La dialéctica materialista nos enseña que una cosa, en determinadas circunstancias, se puede transformar en su contrario. Así, un gran revolucionario puede terminar siendo un gran reaccionario, por ejemplo Kautsky, Plejanov, para citar dos ejemplos. Y Lenin los tuvo que atacar sin piedad.

Pero todo a su debido tiempo, y sin dejar de valorar lo positivo que puedan tener. Esta es también la enseñanza del Amauta, que rescataba del escritor argentino Leopoldo Lugones su gran calidad artística, a despecho de su filiación fascista.

Lo mismo hizo con Mussolini, cuando decía que como político era detestable pero magnífico como orador y condottiero.

Y así decimos que siempre estuvo con nosotros!

Es que el materialismo dialéctico es diametralmente opuesto al materialismo mecánico!

En fin, le deseo a usted y familia una Feliz Navidad Socialista y un Próspero Año Nuevo Proletario!

Fraternalmente,

Manuel Velásquez Rangel.


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Iquitos, domingo 19 de diciembre de 2010

Gustavo:

Muy agradecido por enviarme la versión digital del libro de Octavio Obando "......Reconstruyendo el libro nunca perdido".

En la pantalla de una cabina pública, me resulta un poco difícil leer, y analizar detenidamente, un libro tan abundante en títulos y fichas informativas. No bien llegue a Lima, tendré que adquirir la versión impresa, para continuar con el análisis del material publicado. Con todo, te estoy muy agradecido. Tu envío me permite superar el desconocimiento y la ignorancia en la cual me encontraba.

De la primera y muy rápida revisión, del abundante material ordenado por Obando, puedo concluir que el autor se enreda y se pierde en la gran cantidad de fichas bibliográficas que ha pretendido manejar para opinar sobre el libro "Ideología y Política en el Perú" de JCM. Por tratar de abarcar mucha información, se le escapa de las manos el objetivo de la búsqueda, y llega a darle el mismo peso a los materiales secundarios, que a los materiales realmente importantes para el libro en cuestión.

Por otro lado, Obando sigue manejando algunas opiniones y conclusiones equívocas de uso común durante muchos años, que ya han sido superadas por algunos de nosotros.

Como por ejemplo, seguir mencionando que Mariátegui utilizó el título "El problema de las razas en América Latina", lo cual ya está demostrado que es falso. JCM nunca utilizó ese título.

Otro error, afirmar que Mariátegui escribió una reseña de su actividad personal para enviarla a los congresos sudamericanos de mayo y junio de 1929 (la que se reproduce en las primeras páginas del libro "Ideología y Política" de la colección Obras Completas de JCM). Argumento equivoco que lo lleva a la errónea conclusión de que Mariátegui no hizo ninguna mención al libro "Ideología y Política en el Perú" en los últimos meses de su vida, desde octubre de 1929 hasta abril de 1930, según él. Argumento con el cual, a su vez, pretende desconocer la importancia que tenía en la planeación de Mariátegui el escribir este libro. Para un hombre de acción como JCM, su libro sobre política tenía más importancia que los primeros siete ensayos. JCM como Lenin, no fue un teórico, sino un político, un agitador intelectual.

Hace más de 25 años, Ramón García analizó y publicó un artículo sobre este tema en la revista Punto de Vista, artículo que salió bajo el seudónimo de Ismael Gregorio. Obando ha leído y cita el mencionado artículo, lo cual demuestra que es un buen rastreador de documentos. Pero no aporta ninguna conclusión nueva. Se conforma con llenar el libro de material bibliográfico, sin aportar análisis de los nuevos materiales. (Cuando se publicó la revista Punto de Vista, años 1982-1983, todavía no se conocían los dos tomos de la Correspondencia de Mariátegui, recién aparecida el año1984.)

Como entre los amigos del movimiento, del cual formamos parte desde el año 2003, año en que se constituyeron los foros, no encuentro interés en analizar, comentar, pronunciarse y debatir sobre los temas candentes de actualidad, espero tener mejor suerte con el tratamiento de estos temas de carácter histórico, muy necesarios para el debate teórico.

Después de enterarme de los resultados de la última asamblea de Fuerza Social, me reafirmo en la conclusión que la unidad de la izquierda no es posible, por no ser necesaria. Pero urge superar las confusiones en que se debaten los movimientos MNI y Fuerza Social, sobre el Partido Nacionalista Peruano y Perú Posible, respectivamente.

El MNI y Fuerza Social, así como Tierra y Libertad, Lima para Todos, o el Partido Comunista Peruano y el Partido Socialista, son organizaciones que representan a ciertos sectores del pueblo. Eso es innegable, cualquier discrepancia teórica o programática, no puede servirnos para desconocer esas características de esas organizaciones.

Por otro lado, el PNP de Humala y PP de Toledo son organizaciones que representan a sectores de la clase dominante. A la restauración populista el primero, y al continuismo neoliberal el segundo. Me parece que con ellos no tenemos nada que hacer, nuestra tarea es desenmascararlos y combatirlos intransigentemente.

Discrepo radicalmente de las opiniones de Wiener, Lévano, Sinesio López, Nicolás Lynch, y otros intelectuales que se han puesto al servicio del nacionalismo burgués. Ollanta es un tardío y mediocre admirador de Haya y Velasco, no por casualidad está comenzando su campaña electoral en la tumba de Víctor Raúl en Trujillo. La continuación del deslinde entre socialismo proletario y nacionalismo burgués, nuevamente se hace necesario.

Mi próximo pase por Lima será muy fugaz, espero disponer del tiempo necesario para visitar a los amigos. Me urge visitar a mi madre y a mis nietos, antes que se olviden de mi; así como algunas librerías para abastecerme de información de carácter técnico, para actualizarme en algunos temas de ingeniería que necesito para continuar mi actividad profesional.

Saludos anticipados por las fiestas decembrinas.

Miguel Ángel Aragón

lunes, 20 de diciembre de 2010

11 DE SETIEMBRE, EL COMPLOT DE LAS TORRES GEMELAS



11 de septiembre 2001
Entrevista a Kurt Sonnenfeld: refugiado en Argentina por haber filmado demasiado
por Tomás D’Amico*
A un año y medio de la primera entrevista realizada al camarógrafo norteamericano Kurt Sonnenfeld por la Red Voltaire, este ex funcionario del gobierno de EEUU fue testigo y filmó los restos de las torres gemelas destruidas durante los ataques del 11 de septiembre 2001. Su testimonio desmiente la versión oficial de Washington. Sonnenfeld nos brinda sus reflexiones acerca de su dramática experiencia y nos actualiza sobre su persistente estado de vulnerabilidad frente al gobierno de su país. Entrevista de nuestro colega Tomás D’Amico desde Argentina.
18 DE DICIEMBRE DE 2010

Desde
Buenos Aires (Argentina)
Herramientas

Kurt Sonnenfeld es el único estadounidense que vive refugiado en la Argentina. Estuvo preso en su país en 2003 bajo sospecha por la muerte de su mujer, pero la Justicia lo declaró inocente. Unos meses después vino a la ciudad costera de San Bernardo a descansar y acabó en Buenos Aires, donde conoció a Paula, su actual esposa y madre de sus mellizas de cuatro años, Scarlett y Natasha. Desde su partida de Estados Unidos, la Embajada norteamericana presentó cuatro pedidos de extradición que han sido rechazados por el Estado argentino. En 2004, INTERPOL lo encarceló ocho meses en el penal de Devoto, pero aquí también se determinó su inocencia.
Sin embargo, detrás de la causa penal en su contra se esconde una historia más que relevante. Sonnenfeld trabajó ocho años para su gobierno y fue el único camarógrafo que filmó el lugar del desastre -Zona Cero- en Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Como testigo directo, concluyó en que la explicación oficial no se condice con lo que en realidad vio. Debido a la importancia del material, el hombre nunca entregó los videos a las autoridades y, desde ese momento, vive perseguido por los servicios de inteligencia de su país.
Próximos a cumplirse una década de los atentados, aquella madrugada Sonnenfeld dormía junto a su mujer Nancy en su casa en Denver. Cinco minutos después del impacto del primer avión contra la Torre Norte del World Trade Center, lo despertó un llamado telefónico de su jefe.

Me pidió que prendiera el televisor. Puse CNN, y vi que un pequeño avión se había incrustado contra una de las torres. Era un grave accidente pero no sobrepasaba la capacidad del Estado para responder. Pero recuerdo que mi jefe me ordenó que fuera a Nueva York y me dijo: “estamos siendo atacados”.

Y así llegó a la Zona Cero…

FEMA ya estaba en Nueva York porque había un simulacro de ataque terrorista preparado para el día 12. Yo llegué dos días más tarde, todo el perímetro estaba cerrado y la zona estaba repleta de carteles que prohibían el uso y la tenencia de cámaras de fotos o filmación. Desde el primer momento se prohibió el ingreso a los medios de comunicación y mi trabajo era documentar y facilitar imágenes a la prensa. Había una especie de paranoia con las fotografías que se podían tomar en la Zona Cero, la excusa era que se trataba de una escena de crimen, pero yo fui testigo de cómo destruyeron y sacaron la evidencia. Nunca fueron a protegerla. No la necesitaban, porque a los pocos minutos del segundo impacto ya estaban acusando a Osama Bin Laden.

Como testigo directo, ¿Que cosas le hicieron pensar que el gobierno tuvo responsabilidad en los atentados del 11 de septiembre?

Primero hay que entender que estaba en un estado de shock. Nunca antes el país había sido atacado de esa manera. Aun así, hubo hechos inexplicables. Inicialmente, el llamado de mi jefe antes del segundo impacto fue algo sospechoso, porque hasta ese momento la televisión decía se trataba de un accidente y FEMA solo actuaba cuando las autoridades locales se veían excedidas. Por otro lado, el World Trade Center estaba compuesto de siete edificios. Lo que sucedió en el N°6 aún es un enigma. A la semana de llegar a la Zona Cero logramos ingresar con miembros de las fuerzas especiales a los pisos subterráneos donde había una cámara de seguridad y allí dentro una bóveda. Fuimos los primeros en descubrir el lugar porque no había señales de otros grupos. La bóveda se abría mediante un teclado, pero la puerta ya estaba abierta. Todo estaba oscuro, ingresamos con linternas a buscar sobrevivientes, pero el cuarto estaba vacío. Solo encontramos polvo y una pared dañada. Y era imposible que no hubiese nada, porque desde el primer impacto se había cortado el transito y se había prohibió el acceso de vehículos. La bóveda tenía un tamaño de 15x15 metros y para vaciarla se habría necesitado al menos un camión grande. Y tras el ataque no hubiesen podido entrar por el daño que sufrió el subterráneo. O sea, solo pudo haber sido vaciada con anterioridad.

¿Qué explicación dio el gobierno?
Al poco tiempo la Oficina de la Aduana comunicó que toda la evidencia que había en la bóveda se había perdido. Pero algunos meses después desbarataron una banda de narcotraficantes colombianos y dijeron que había sido gracias a evidencia rescatada milagrosamente de la bóveda. Algo imposible porque nosotros fuimos los primeros en ingresar. Con los años me enteré que el fin de semana anterior al 11-S, todo el suministro eléctrico del World Trade Center fue suspendido, incluyendo las cámaras y sistemas de seguridad. Y se conoció que la empresa encargada de la seguridad era Securitech, y su director era Marvin Bush, hermano menor del presidente, y su primo Wirt Walker III.

¿Qué otras cosas llamaron su atención?

Según la versión oficial, las cuatro cajas negras se evaporaron por el impacto y el incendio. Es imposible que hayan sido totalmente destruidas. Yo tengo imágenes de fuselaje, ruedas, butacas, gomas, turbinas y muchas otras partes. Las cajas negras fueron construidas para soportar calor, presión debajo del agua y fuertes impactos de fuerza G. A mí me habían avisado que en caso de la extracción de cajas yo tenía que grabar ese momento. Una noche me llamaron desde la Zona Cero y solo escuché: “No, No, No”, y me cortaron. Llamé al número y una persona me contestó que se había equivocado, algo que me resultó extraño. Para mi es poco creíble que no se hayan encontrado, lo mismo que en el Pentágono.



Además de la caída de ambas torres, el Edificio N°7 que se hallaba fuera del perímetro del World Trade Center, se derrumbó siete horas más tarde. ¿Qué sabe al respecto?
La manera en que cayó el edificio es el sueño de las demoliciones controladas. Se derrumbó en un bloque perfecto. Yo tengo imágenes de puestos de comida que estaban sobre la calle y que quedaron intactos. Se desplomaron todos los pisos al mismo tiempo, en solo 6,5 segundos. Nunca antes en la historia se había caído un edificio de hierro o acero por causa de fuego, y ese día cayeron tres. El edificio N°7 solo se explica por una demolición controlada.

¿Cuál es su teoría de lo que sucedió el 11-S?

Por mi experiencia en la Zona Cero y teniendo en cuenta lo que pasó con el edificio N°7, el gobierno estadounidense no solo sabia del ataque y no hizo nada, sino que estoy en condiciones de decir que ayudaron a que sucediera. Ya son varios los integrantes de la Comisión Oficial sobre el 11-S que dicen que el reporte está repleto de mentiras. Es imposible creer la versión oficial, ya está desechada.
¿Qué es lo que genera tanta insistencia de Estados Unidos por sus filmaciones?
En primer lugar porque no tienen idea de lo que grabé. Luego temen que yo esté libre, de la situación embarazosa que les puede generar y del peligro que le supone a su política militar. Hace años que Estados Unidos está utilizando la lucha contra el terrorismo como una excusa para expandirse, y si el público en general comienza a darse cuenta que esta guerra ha sido manufacturada y deja de apoyar al gobierno, peligran sus negocios y sus planes a futuro.


En la madrugada del 1 de enero de 2002, Sonnenfeld cuenta que oyó un disparo mientras trabajaba en el estudio de su casa en Denver. Corrió a su habitación y encontró el cuerpo de su primera esposa, Nancy, en el suelo con la cabeza ensangrentada y un revolver a su lado. Relata que llamó al 911 y a los pocos minutos arribó la Policía local y un grupo de paramédicos. Al ingresar a su domicilio, tres agentes lo apresaron y golpearon bajo sospecha de homicidio. Permaneció alrededor de siete meses encarcelado, pero la Corte de Colorado falló en su favor y determinó el suicidio de la mujer. Cuando regresó a su hogar, constató que su computadora personal y muchas cintas de filmación le habían sido confiscadas sin autorización del Juez.

Usted denuncia que fue torturado en la cárcel estadounidense…

Si. Luego de apresarme, me llevaron a la celda, y mientras me ahorcaban y me pateaban los testículos, me pusieron una sustancia química en la nariz. Eso con los días empezó a quemar y el dolor se extendió hasta la garganta. Después me pasaron a la celda de confinamiento, de 2x2 metros y sin luz. Fue en enero, en medio de las montañas y en la mitad del invierno. Estaba desnudo con un delantal de hospital y un colchón de vinilo. Había un agujero en el suelo que era el inodoro, pero el botón estaba fuera de la celda, y los guardias lo apretaban por diversión durante la noche para inundar el piso del lugar. Estuve diez días en esa celda. Y, gracias a que las quemaduras del líquido en la nariz me provocaron una infección, un vigilante llamó al enfermero y me sacaron de ahí. El hombre me explicó que la infección estaba cerca del cerebro y que podía causarme la muerte.

¿Cómo logró guardar consigo los tapes del World Trade Center?

Mi sótano estaba lleno de tapes, guardé los 29 tapes de GZ en una cajita de maquillaje, dentro del placard enorme que tenía en mi oficina. Estaba en un cesto repleto de piezas de cámaras y videos. Mis vecinos me avisaron que mucha gente ingresó a mi casa sin autorización del Juez mientras yo estuve preso. Mi teoría es que buscaron rápidamente y se llevaron lo que encontraban: la computadora, cientos de tapes de trabajos anteriores y demás.

¿Cómo fue que terminó en la Argentina?

Unos meses después de salir de prisión, mis padres y amigos me recomendaron irme un tiempo a descansar. Uno me dijo que unos parientes suyos tenían un departamento en la costa argentina. Así que decidí irme a San Bernardo por un mes. Salí de Estados Unidos como un hombre libre, con mi pasaporte, mi tarjeta de crédito, con una maleta y el pasaje de vuelta, nunca me escape como un fugitivo. Aquí conocí a Paula y tuve que empezar una nueva vida.
Luego de una primera reunión de reconocimiento en un bar escondido en una laberíntica galería de la Capital Federal, la pareja acepta realizar la entrevista en su hogar. La mujer confiesa que la ubicación de dicho encuentro responde a su conocimiento del lugar en caso de una emboscada. Lejos de lo que se podría suponer, la familia vive en una humilde casa en el barrio porteño de Barracas. Una garita blindada de color amarillo esta plantada en la esquina y vigila los movimientos de la cuadra. El ingreso no presenta mayores dificultades que el incomodo ruido de las múltiples cerraduras y los dos perros que surgen inmediatamente del interior.
El camino hacia el comedor esta adornado con fotografías de la familia en distintos pasajes de la ciudad. Las marcas de crayón en las paredes, dos globos rosas en el suelo y una bandana turquesa apoyada sobre un sillón revelan la inevitable presencia de las niñas. La pareja comenta que hace pocas semanas decidieron reforzar las puertas y ventanas porque el pasado 11 de septiembre, mientras eran entrevistados por dos periodistas en su terraza, un coche con dos personas abordo se detuvo y tomó fotografías de la fachada, la garita y los ingresos. Agregan que a los pocos días hicieron la denuncia y redactaron una carta a la prensa en la que advirtieron su temor a un secuestro relámpago.

¿Cómo se dio su detención aquí?

En 2004 ofrecí mostrar parte de mis filmaciones a un canal de televisión argentino y me plantearon hacer un programa especial por el tercer aniversario del 11-S. Justo unos días antes de que saliera al aire, aproximadamente diez agentes de INTERPOL llegaron a mi casa con una orden de captura y un documento de dos páginas de la Embajada de Estados Unidos que aclaraba que todas mis posesiones, documentos e imágenes serian secuestradas y remitidas a Norteamérica de forma inmediata. El argumento que nos dieron fue que dos presos habían declarado en mi contra. Lo cierto es que a cambio de lo que hicieron, la Justicia les redujo la condena.

¿Nunca pensó en abandonar su lucha?

Ese fue el momento más bajo en mi vida, había sido acusado falsamente otra vez y encarcelado dos veces en distintos países. Me habían torturado en Estados Unidos, mi casa había sido confiscada y mi reputación destruida. Además, estando en Devoto la Embajada norteamericana liberó un rumor de que tanto Paula como yo éramos agentes de la DEA -Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas -. Y yo estaba en un pabellón donde el 90% de las personas habían sido detenidas por algún crimen relacionado al narcotráfico.
Fue un intento de que me mataran en la cárcel. Además, en ese tiempo Paula estaba embarazada y a los cinco meses lo perdimos. Ahí no quise seguir más, quise abandonarlo todo. Pero Paula, que es una gladiadora, siguió luchando y se reunió con el premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y con organizaciones de derechos humanos para hacer pública mi situación. A los siete meses, el juez Daniel Rafecas rechazó la extradición alegando que existían sombras en el caso y que por lo tanto en Estados Unidos no recibiría un juicio justo. También porque la Justicia argentina no acepta la mera aplicación de la pena de muerte, que es la condena que me espera en mi país si me declaran culpable.

¿Por qué considera que vive perseguido?

Bueno. Esto empezó en Estados Unidos. Cuando quedé libre y regresé a mi casa, noté que alguien había violado el sistema de seguridad y que las puertas habían sido forzadas. Lo mismo sucedió cuando me mude unos meses, a una casa en medio de la montaña, a dos horas de allí, donde la entrada también había sido violentada.
Ya viviendo en Argentina, comprobamos que la línea telefónica estaba intervenida. Recibimos llamadas por teléfono con amenazas y mensajes de texto con textuales: “deja las cosas como están y quizá tengas una vida”. Tenemos seguimientos constantes cuando salimos a la calle y hace un tiempo que nos roban la basura.
Hasta el momento, el hombre cuenta con el refugio provisorio expedido por la Comisión Nacional de Refugiados –CONARE-. Sonnenfeld explica que en su condición actual es imposible tramitar el documento de identidad. De esta manera, comenta lo difícil que resulta conseguir un empleo, ser atendido en un hospital ante un problema de salud o la incertidumbre frente a la detención de un control policial. En respuesta, el pasado 25 de agosto realizó una junta de firmas en Plaza de Mayo para que el Estado argentino le ceda el asilo político definitivo.

¿Que le sucedió cuando supo que la Justicia argentina otorgó el refugio político al chileno Sergio Apablaza Guerra?

Mi primera reacción fue: Si le dieron el asilo a él, ¡¿por qué no me lo dan a mí?! Es positivo, porque la base del rechazo a la extradición fue que en Chile no recibiría un juicio justo y porque tiene mujer e hijos argentinos. Yo cumplo ambas condiciones. Nosotros pedimos el mismo tratamiento que dieron a Apablaza Guerra. No puede ser que por ser norteamericano las cosas sean más difíciles.
Mucha gente pide que sus imágenes de la Zona Cero sean liberadas al público. ¿Qué piensa hacer con el material?
Hace años que estoy entregando mis imágenes a la prensa seria y a investigadores independientes para que puedan trabajar con ellas. Si no hubiese documentales en marcha ya lo hubiese puesto todo a Internet. Hay una presión muy grande de la gente que me pide que libere todo porque confían que me va a dar mayor protección, yo estoy de acuerdo y esa siempre fue mi intención. Solo que pienso en cuál sería la manera más efectiva, y considero que hasta el momento lo mejor es un documental realizado por especialistas que expliquen cada imagen. Por otra parte, hay que pensar también en las limitaciones técnicas, económicas y de tiempo que enfrento continuamente junto a mi familia. Al mismo tiempo que peleamos contra la maquinaria destructiva de los Estados Unidos, intentamos llevar adelante una vida con los problemas comunes de todas las personas.

¿Cuál fue la cobertura de los medios de comunicación sobre su caso?

En Estados Unidos continúan culpándome y me acusan de drogadicto y alcohólico. Yo trabajaba 40 semanas al año en una ciudad distinta cada semana, estuve en laboratorios, búnkeres de alta seguridad y lugares secretos del gobierno norteamericano. Tuve un trabajo de suma responsabilidad y tenían mucha confianza en mí como para que fuera un drogadicto. Es una estrategia para deshumanizar y desacreditarme. El método que utilizan conmigo es el mismo que usaron para atacar a Irak: presentar documentos fraudulentos y deshumanizar al enemigo.

¿Cómo analiza su situación a futuro?

Realmente no tengo idea. Cada día es como vivir con una enfermedad terminal, no se sabe si vas a vivir 30 años más o si al día siguiente te van a atacar y vas a morir. Confío en el gobierno y en la Justicia, que hasta este punto me han defendido. Reconocieron que sufro una persecución y que los cargos contra mí son injustos. Desconfío en el manejo y los movimientos que hace y seguirá haciendo Estados Unidos, y sí me pregunto que tan agresivos serán en el futuro.

¿Cómo analiza el presente de la administración Obama en torno a usted?

Yo tenía muchas esperanzas que hubiera un cambio, una transformación cultural. Pero en realidad, la política sigue igual, Guantánamo sigue funcionando, las guerras en Afganistán e Irak continúan y en este momento hay otra secreta realizándose en Pakistán. Las cárceles clandestinas en Europa todavía funcionan y lentamente están militarizando Sudamérica. Obama no quiere enjuiciar a las autoridades que torturaron en Irak y tampoco quiere reabrir la investigación por el 11-S. La política estadounidense es un tren que cambio de conductor pero que continúa por las mismas vías.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article167797.html