miércoles, 21 de diciembre de 2011

ACTIVISTA Y ENTORNO POLÍTICO:INTELECTUAL ORGÁNICO


I

En el mundo lleva más de un siglo el tratamiento del tema del Intelectual. En nuestro país lleva ya un siglo. Y el tema del Intelectual Orgánico está ahora en el Orden del Día, tanto en la actividad política general como en las tendencias y grupos que trabajan, como en el reciente Seminario, con Activistas que dedican más tiempo a la militancia que a la supervivencia.

Lo negativo encierra su positivo, y viceversa. El término Intelectual se difundió primero con carácter peyorativo, despectivo, por la reacción oficial que denostaba a personajes lúcidos como Emilio Zola y Anatole France, cuando el célebre Caso Alfred Dreyfus (fines del 800, proceso contra el capitán francés de origen judío por “traición a la patria”)

Después cobró connotación positiva, como contenido del término intelligentsia. Intelectual es el que se dedica al estudio y reflexión de la realidad concreta nacional, internacional. Esta inteligencia, este intelectual levantó de nuevo el célebre aforismo latino Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno (Homo sum, nihil humani a me alienum puto)


II

El 1º de mayo de 1905 Manuel González Prada presentó su célebre artículo El Intelectual y el Obrero (en la Federación de Obreros Panaderos. Lima Perú) En nuestro medio el intelectual era el “aristócrata”, el obrero era la “chusma”. González Prada desenmascaró esta burda patraña: “Pero ¿existe acaso una labor puramente cerebral y un trabajo exclusivamente manual? Piensan y cavilan: el herrero al forjar una cerradura, el albañil al nivelar una pared, el tipógrafo al hacer una compuesta, el carpintero al ajustar un ensamblaje, el barretero al golpear en una veta; hasta el amasador de barro piensa y cavila. Sólo hay un trabajo ciego y material –el de la máquina; donde funciona el brazo de un hombre, ahí se deja sentir el cerebro. Lo contrario sucede en las faenas llamadas intelectuales: a la fatiga nerviosa del cerebro que imagina o piensa, viene a juntarse el cansancio muscular del organismo que ejecuta. Cansan y agobian: al pintor los pinceles, al escultor el cincel, al músico el instrumento, al escritor la pluma; hasta al orador lo cansa y agobia el uso de la palabra. ¿Qué menos material que la oración y el éxtasis? Pues bien: el místico cede al esfuerzo de hincar las rodillas y poner los brazos en cruz”

Todo trabajo intelectual es también trabajo manual, todo trabajo manual es también trabajo intelectual. Sólo hay un trabajo de autómata, el de la máquina. De ahí sacó su primera conclusión: “Cuando preconizamos la unión o alianza de la inteligencia con el trabajo no pretendemos que a título de una jerarquía ilusoria, el intelectual se elija en tutor o lazarillo del obrero. A la idea que el cerebro ejerce función más noble que el músculo, debemos el régimen de las castas: desde los grandes imperios de Oriente, figuran hombres que se arrogan el derecho de pensar, reservando para las muchedumbres la obligación de creer y trabajar”

Su segunda conclusión es que “Los intelectuales sirven de luz; pero no deben hacer de lazarillos, sobre todo en las tremendas crisis sociales donde el bravo ejecuta lo pensado por la cabeza. Verdad, el soplo de rebeldía que remueve hoy a las multitudes, viene de pensadores o solitarios. Así vino siempre. La justicia nace de la sabiduría, que el ignorante no conoce el derecho propio ni el ajeno y cree que en fuerza se resume toda la ley del Universo. Animada por esa creencia, la Humanidad suele tener la resignación del bruto: sufre y calla. Mas de repente, resuena el eco de una gran palabra, y todos los resignados acuden al verbo salvador, como los insectos van al rayo del Sol que penetra en la oscuridad del bosque”

Este esclarecedor artículo yacía olvidado cuando JCM lo difundió nuevamente 25 años después (Labor, Año 1 Nº 8 págs. 1-2, 1º de Mayo de 1929. Lima – Perú) Y no hace mucho, el 1º de mayo de 2010 fue difundido nuevamente, esta vez por Internet. Y conserva su vigencia.

III

González Prada es ejemplo del paso ideológico de un intelectual de una clase a otra. La parálisis del país ante el desastre de la Guerra del Pacífico (1879-1883) generó una profunda crisis de identidad ideológica en las capas cultas. González Prada viajó a Europa y ahí adhirió al anarquismo, extrema izquierda del liberalismo. Se preocupó por la situación de los trabajadores de la ciudad y del campo. Por eso presentó ese discurso, sorprendente para esos años. Y escribió Nuestros Indios, una de las primeras clarinadas ante la situación de la población ancestral.

En 1904, luchando por la naciente organización partidaria Lenin señalaba que “Hay que elevarse sobre el punto de vista del espíritu de círculo y del doctrinarismo, que coloca en primer plano lo que divide a los obreros, y no lo que los une” y recalcaba que “¡Sí, debemos a toda costa y sin escatimar esfuerzos, sin que nos asuste la perspectiva de un trabajo largo y tenaz, curar a nuestro partido del espíritu de círculo, de la tendencia a dividirse y separarse por insignificancias, por disputas indignas e indecorosas acerca de quién debe empuñar la batuta de dirección!” (Al Partido) Y analizando el origen de estas disputas, señalaba poco después que “A diferencia del proletariado, la intelectualidad es siempre más individualista, debido a sus propias condiciones de vida y de trabajo, que no implican directamente una amplia agrupación de fuerzas, ni educan directamente por medio del trabajo organizado en común. De aquí que los elementos intelectuales se adapten con más dificultad a la disciplina de la vida de partido, y que quienes no son capaces de estar a la altura de ella, se subleven, naturalmente, contra las obligadas limitaciones en materia de organización, eleven a la categoría de un principio de lucha este anarquismo instintivo, y proclamen erróneamente que es un deseo de ‘autonomía’, una demanda de ‘tolerancia’, etcétera.” (Al Partido)

El término acuñado por el marxista italiano Antonio Gramsci (1891-1937) señala que el intelectual orgánico es el que se relaciona orgánicamente con el grupo al que adhiere. Forma parte de ese grupo en lo ideológico, teórico, político, organizativo. Hay intelectuales ilustres que prefieren no militar sino indirectamente. Pero hay intelectuales que participan directamente. Ellos son ejemplo de intelectual orgánico. Como Mariátegui marxista convicto y confeso.

Precisando el término, Gramsci señalaba en 1924 que “nos sentimos parte activa e integrante”, refiriéndose a la corriente surgida con la Revolución de Octubre. Combatiendo el desaliento por las contradicciones que llevaban a la escisión se preguntaba: “¿Qué diferencia existiría entre nosotros (…), entre nuestra voluntad y la tradición (…), si también nosotros supiésemos trabajar y fuésemos activamente optimistas sólo en los períodos de las vacas gordas, cuando la situación es propicia, cuando las masas trabajadoras se mueven espontáneamente, por el impulso irresistible y los partidos proletarios pueden acomodarse en la brillante posición de la abeja en el panal?” (Contra el Pesimismo)

En nuestro medio JCM acogió con entusiasmo la actitud positiva de González Prada. Conoció y estimó a Gramsci. Y también se dedicó al trabajo con el pueblo. En 1928 señaló que “Desde 1918, nauseado de política criolla, me orienté resueltamente hacia el socialismo” Y en la Presentación de su histórica revista Amauta señaló que Todo lo humano es nuestro.

JCM es, pues, ejemplo de intelectual de nuevo tipo en nuestra realidad, de Intelectual Orgánico. Trabajó por la organización proletaria (obreros y campesinos con carácter netamente clasista) y por la organización frenteunitaria del pueblo (clases trabajadoras, sin distinción de costa ni de sierra, de indio ni de cholo) Este ejemplo quedó resaltado en el reciente Seminario

Ragarro
21.12.11

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