jueves, 22 de diciembre de 2011

¿UNA NUEVA CONSTITUCIÓN RESOLVERÁ LOS PROBLEMAS EN EL PERÚ?


Dr. Hugo SALINAS
salinas_hugo@yahoo.com

En el conflicto de la minera Conga, como en muchos otros de gran importancia económica y social, ¿la Constitución Política es la madre del cordero? No. Hacemos falsa ruta al pretender resolver los fundamentales problemas de nuestros tiempos con un simple cambio de Constitución Política. ¿Cuántas constituciones han existido, hasta el momento, en la vida republicana del Perú? ¿Han servido para resolver alguno de los problemas tales como pobreza, desempleo, marginación, y olvido de grandes franjas de la sociedad?

La Constitución es una herramienta política, esencialmente jurídica. Y los problemas tales como pobreza y desempleo tienen una raíz económica. Ya Karl Marx, nos proponía que la fuente de nuestros grandes males se centraba en la propiedad privada de los medios de producción. Craso error. La propiedad es una noción jurídica. Y lo que sustenta este principio jurídico es uno de los elementos de la actividad económica, cuyo contenido es económico. Veamos esto.

Toda actividad económica tiene dos elementos. Uno de ellos es el proceso de trabajo, quien condiciona cómo se producen los bienes económicos tales como casas, sillas, carreteras o papas. Sobre esta variable se asienta el crecimiento, estancamiento, o decrecimiento de la economía de un país. La forma de medirla es a través de las variaciones del Producto Bruto Interno (PBI) de un país. Pero este indicador y, por supuesto, su sustento, el proceso de trabajo, no nos indica nada con respecto al bienestar, general o individual, de la sociedad que estuvo implicada en esta actividad económica.
En cambio, es el segundo elemento de toda actividad económica quien va a responder esta pregunta. Se trata de la decisión económica que toma la sociedad con respecto a qué hacer con el Resultado Neto de su actividad económica.

Hace diez mil años aproximadamente que la sociedad decidió, de grado o fuerza, que el Resultado Neto de su actividad económica fuera apropiado por quien había logrado vencer o embaucar a su contrincante. En tiempos modernos, el Resultado Neto de la actividad económica se llama utilidad o ganancias. Es decir, según esta decisión económica, las utilidades pertenecen única y exclusivamente al propietario de la empresa o a sus accionistas. Es lo que llamaríamos la Repartición Individualista de las utilidades de una empresa.

Y es sobre esta decisión económica que se levantan todas las normas e instituciones que lo confirman. Tal es el caso de todas las constituciones políticas de nuestra república, y de los últimos contratos-Ley que protegen ante la comunidad mundial dicha decisión económica y sus beneficiarios, los “empresarios”.

Debido a que bajo esta decisión económica de Repartición Individualista, los empresarios o accionistas son los únicos beneficiarios, ellos buscan constantemente maximizar el monto de sus ganancias. Este es el objetivo supremo de una empresa a Repartición Individualista. Para ellos, el resto no cuenta, sean los trabajadores de su empresa o de otras empresas, los desempleados, el resto de la sociedad, el medio ambiente, el cuadro de vida… Todo pasa a segundo plano. Lo primero es maximizar el monto de las utilidades. He ahí la madre del cordero: la Repartición Individualista
Baste este ejemplo para mostrar la crudeza de la realidad en una actividad económica cuyo segundo elemento es la Repartición Individualista. Supongamos un país llamado El Paraíso, en donde todos los que están en capacidad de trabajar, trabajan. Y su centro de trabajo es el único de dicho país. Todos están felices, obreros y empresario. Hasta que un buen día, camino al trabajo, Juan es arrollado por un conductor imprudente. En esta sociedad idílica, a Repartición Individualista, ¿quién se hará cargo de los dos hijos del obrero Juan? ¿Acaso el empresario o los compañeros de trabajo están en obligación con los caídos en desgracia? Simplemente no. Por consiguiente, en esta actividad económica cuyo segundo elemento es una decisión económica bajo la forma de Repartición Individualista, los familiares de un obrero muerto están destinados a morir de hambre.

Algo más. Pedro, el mejor de los obreros de la fábrica logra innovar una máquina. ¡Qué felicidad para el empresario! A partir de ese momento tendrá un mayor volumen de utilidades a través del incremento en el volumen de ventas y de un menor costo de producción al no necesitar la misma cantidad de obreros. Pero, ¿quién se hará cargo de los despedidos y de sus familiares? Nadie. Los desempleados y sus familiares están destinados a morir de hambre.

Esta es la naturaleza descarnada de los efectos perversos de la Repartición Individualista del Resultado Neto de la actividad económica, que actualmente sustenta al proyecto de inversión Conga o a cualquiera de las empresas multinacionales.

Entonces, ¿qué es lo que debemos hacer en primera instancia? ¿Exigir una nueva Constitución, o simplemente eliminar la posición hegemónica de la Repartición Individualista? Y para terminar, ¿acaso no hay otro tipo de repartición que nos conduzca al bienestar general?

Lima, 18 de diciembre del 2011

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