martes, 19 de marzo de 2013

MONDRAGÓN: EL GIGANTE COOPERATIVO EN DONDE LOS TIEMPOS SON DUROS PERO POCOS QUIEBRAN



 
Giles Tremlett · · · ·
17/03/13

La pequeña ciudad de Mondragón-Arrasate está dominada por la empresa homónima de 15 billones de euros que controla más de 100 pequeñas cooperativas.

[No hay muchos análisis de cómo las cooperativas y otras iniciativas de economía social están haciendo frente a la Gran Recesión. Mondragón es sin duda uno de los ejemplos más importantes del movimiento cooperativista y juega un papel central en la economía del País Vasco.

Sin duda Giles Tremlett tiene razón, cuando señala los logros de las cooperativas del Grupo Mondragón en su conjunto, tanto en el mantenimiento del empleo y generación de riqueza. Es indudable, el acierto en la estrategia del grupo industrial, al pasar de una dependencia del 85% de un mercado interior el año 1992, pasando a situar el 70% de su facturación en el mercado internacional, con un 40% de exportación y un 30% mediante su implantación en el exterior.

Igualmente, la solidaridad inter cooperativas, ha evitado que varias empresas con problemas no desaparezcan, hoy aportan fondos tras superar el bache en su actividad. Estos aspectos son indiscutibles, por su carácter  positivo, aunque no pueden ocultar las erróneas decisiones adoptadas en momentos de auge del mercado interior, particularmente por EROSKI y FAGOR Electrodomésticos, con un endeudamiento excesivo, de la mano de un sistema bancario que lo alentaba.

Como consecuencia, para recuperar unos ratios financieros de equilibrio, estas cooperativas deberán atravesar un largo periodo de ajuste, no exenta de contradicciones, para atender al endeudamiento y lograr una independencia financiera.

¿Y LA PARTICIPACIÓN? El periodista recoge con acierto, que “algunas asambleas de socios han sido tormentosas”, no cabe duda. Aunque los socios cooperativistas eligen sus representantes al Consejo Social, no esta permitida la presentación de listas o candidaturas sindicales, lo cual favorece la manipulación de los “Gerentes” y aislar a los “socios contestatarios”. Tal vez, cuando un ejecutivo de Confebask (Asociación empresarial vasca) comenta: “El éxito del Grupo Mondragón esta en haber logrado aislar el virus sindical”, tenga algo de razón.

En una localidad como Mondragón, una sociedad politizada, con mayoría absoluta de la Izquierda Abertzale, las contradicciones generadas por los recortes, en el marco de la recesión económica serán inevitables. Haciendo previsiblemente inevitable la organización en colectivos o plataformas sindicales de los socios, para contestar los planes aprobados por las elites directivas, o incluso, pueda ser deseada por estas, buscando una adecuada interlocución. La división frentista y su incapacidad para lograr acuerdos del conjunto del sindicalismo vasco, ignorando esta realidad, no atrae a los socios cooperativistas. Jesus Uzkudun]


José María Ormaetxea es el cofundador del séptimo grupo empresarial más grande de España, sin embargo, conduce por Mondragón con un Ford Fiesta y vive en un piso normal de esta pequeña ciudad industrial, escondida en un valle del País Vasco.

“Imagina como de rico hubiese sido si hubiese fundado un tipo de compañía diferente”, dice Kepa Oliden, un reportero del periódico local de esta ciudad de 23000 habitantes. “En cambio, no encontrarás a nadie conduciendo un Rolls-Royce en Mondragón”

Los visitantes, pueden encontrar también algo de la nueva pobreza que está barriendo otras partes de España. En la cima de las inclinadas cuestas, se encuentra la sede de la Corporación Mondragón, a la que los locales llaman jocosamente la “montaña sagrada”, la gran empresa a prueba de recesiones que Ormaetxea ayudó a fundar en 1956.

Hay poco de ostentoso en las oficinas de la compañía industrial más grande del País Vasco, pero a continuación no encuentras nada de convencional, en lo que es ahora la mayor cooperativa de trabajadores del mundo... con unas ventas globales de 15 billones de euros.

Mientras los trabajadores de otras compañías españolas deben responder a las necesidades de los accionistas -a menudo sacrificando su puesto de trabajo- esto no es así en Mondragón, que actúa como la empresa madre de 111 pequeñas, medianas y grandes cooperativas.

Al mismo tiempo que España lucha contra la recaída en la recesión, la feroz austeridad y un 26% de desempleo, esta es una empresa que está lejos de colapsar. Tampoco ha perdido muchos puestos de trabajo, con lo que mantiene estable la fuerza de trabajo alrededor de los 84000 trabajadores en todo el mundo- cerca de la sexta parte están fuera de España.

¿La razón? “Somos más flexibles”, dice Emilio Cebrián, el director social de la mayor cooperativa de Mondragón -el grupo de supermercados Eroski. “Cuando los tiempos son malos, recortamos los costes laborales decidiendo cuánto, entre todos nosotros”. Y, como propietarios, también renuncian a dividendos.

Expuesta a la contracción de la economía española del 1,9% anual, Eroski acaba de acordar una nueva reducción salarial. El ingreso de los trabajadores caerá entre un cinco y un diez por ciento. Sin embargo, a diferencia de otras compañías donde se recortan salarios mientras se elevan los bonus de los ejecutivos, los gerentes están teniendo los mayores recortes. Sus salarios son ya, como máximo, ocho veces el salario más bajo.

Los recortes salariales comenzaron en 2009 cuando la mayoría de empresas en España empezaron a despedir trabajadores para reducir sus costes laborales -llevando así, a tres millones y medio de personas a las colas para el subsidio de desempleo. Mondragón no ha contribuido a ello. En vez de eso, el salario medio ha caído alrededor de un 5% mientras los miembros sin trabajo han encontrado nuevos puestos en otro lugar.

“Si una cooperativa del grupo tiene un exceso de trabajadores, entonces los recolocamos en otra cooperativa del grupo”, explica Mikel Zabala, el jefe de recursos humanos en la sede de la corporación.

La crisis en España ha forzado también a la corporación a pensar creatívamente para sobrevivir al otro gran drama de la economía -la contracción del crédito que ha hecho a muchas empresas cerrar, mientras esperaban a clientes para poder pagar sus facturas, generalmente a instituciones públicas.

“Nosotros inventamos un nuevo sistema, haciendo los mismo que hacemos con los puestos de trabajo”, explica Zabala. “Si alguien tiene dinero sobrante y otra cooperativa se ha quedado sin el, entonces los primeros pueden prestarle dinero”.

Como resultado solo una cooperativa, que empleaba a treinta personas, fabricando equipamientos para el comercio de madera, ha cerrado. “Algunas de nuestras empresas más exitosas hoy, son aquellas que necesitaron ayuda cuando las cosas les iban mal años atrás”, comenta Zabala. “Ahora ellas, en cambio, están ayudando a las que ahora lo necesitan.”

El éxito no solo es medido en puestos de trabajo o en cuantas empresas sobreviven. De 2010 a 2011, las ventas aumentaron ligeramente mientras que las exportaciones aumentaron un 10% hasta los 4 billones de euros.

Esto no significa que la vida sea fácil. Las conversaciones en los bares o en las peluquerías de Mondragón -donde casi todos tienen un familiar en una cooperativa- giran alrededor de los recortes salariales y las dificultades que afrontan las cooperativas en los sectores tradicionales, como los productos de línea blanca.

Entre los mayores afectados se encuentra Fagor -que fabrica frigoríficos y lavavajillas para un mercado donde las ventas han caído un 50%. Fue fundada por Ormaetxea y otros graduados de la universidad tecnológica local, dirigida por el sacerdote católico José María Arizmendiarreta, quien instaba a sus estudiantes a formar cooperativas.

Algunas de las recientes asambleas de trabajadores-propietarios en la ciudad, donde los gerentes presentan sus planes para su debate y aprobación, han sido tormentosas.

“Cuanto más expuesta está una cooperativa al mercado español, más difícil es en general”, explica Zabala.

 Al igual que otras compañías europeas, Mondragón está expuesta a una feroz competencia de los países en desarrollo con menores costes laborales. Su respuesta ha sido establecer fábricas -o comprar empresas- en otras partes del mundo. En la actualidad hay 94 empresas subsidiarias produciendo bienes, desde Vietnam hasta Chile, Marruecos o Rusia.

Los trabajadores de esos países, no obstante, no son miembros cooperativistas (menos de la mitad de la fuerza laboral de Mondragón lo son) – lo que significa que también son crudos capitalistas, viviendo de la fuerza de trabajo de otros.

Mondragón es consciente de sus contradicciones de predicar sobre cooperativas, mientras se comporta como un capitalista.

Zabala, insiste que incluso los trabajadores no cooperativistas son tratados mejor que en la mayoría de empresas – aunque los trabajadores temporales, que son los primeros en irse en tiempos de crisis, pueden no estar de acuerdo. “Realmente no sabemos comportarnos como simples capitalistas explotadores”, explica. “Incluso donde no podemos funcionar del todo como una cooperativa, al menos, tratamos de implantar el modelo de administración cooperativa.”

“Hubo un tiempo en el que intentábamos duramente unir como cooperativistas a los trabajadores que no lo eran”, añade. “Pero no es tan fácil. Las personas no siempre entienden la cultura cooperativa y no necesariamente quieren unirse. Ahora no presionamos tanto.” Zabala explica que, en una compañía propiedad de Mondragón, que recientemente aceptó convertirse en una cooperativa, el ex-lider sindical es ahora jefe de una importante junta directiva que debe tomar importantes decisiones.

Y Cebrián dice que, mediante la incorporación de miembros de pueblos y ciudades lejos del País Vasco, Eroski ha demostrado que Mondragón es un modelo que no descansa en una cultura local – como algunos teóricos temían. “Quince años atrás podíamos haber preguntado si era necesario ser vasco para ser cooperativista. Ahora no es este el caso,” concluye.

Sin embargo, todavía no hay señales de que los 14000 trabajadores fuera de España vayan a unirse a los 38000 cooperativistas españoles. Esto, de momento, parece un sueño demasiado lejano.

Giles Tremlett es periodista del diario británico The Guardian

Traducción para www.sinpermiso.info: Ayoze Alfageme

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