viernes, 10 de septiembre de 2010

UN AGUAFIESTAS DEL BICENTENARIO: CRÌTICA A LAS FUENTES SOBRE LA REBELION DE ZELA DE 1811.




Efraín Choque Alanoca

El 28 de agosto de este año, un libro de Fredi Quispe Lima titulado “La gran estafa a la historia de Tacna. El manifiesto de Francisco Antonio de Zela que nunca se pronunció el 20 de junio de 1821”(Edit.Gráfica Carlitos), conmovió en forma contundente el stableshiment historiográfico local. Sus efectos son catastróficos para quienes están acostumbrados a recurrir en sus relatos también al dogma, al mito y no para quienes entienden que el conocimiento histórico es –y debe ser- objetivo, por tanto cambiante, perfectible y cada vez más exacto.

El autor, es un profesional tacneño que radica en Buenos Aires, y desde dicha ciudad viene colaborando con algunos artículos críticos sobre el proceso histórico peruano y regional. La revista especializada Nueva Historia del Instituto de Ciencias Sociales del Perú, publicó estos sobre el origen mestizo del libertador San Martin, y sobre Zela y la bandera rioplatense. Además escribió para nuestro blog un post sobre la correspondencia entre Mariátegui y Glusbert (quien fuera el amigo del Amauta en Buenos Aires).

Con motivo de las efemérides del bicentenario de la guerra de independencia de la actual América Latina, y antiguas colonias de España, Fredi Quispe viene hurgando en bibliotecas y archivos argentinos, pues el movimiento de Zela tuvo una efectiva conexión con el proceso político-militar dirigido por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Está el autor muy bien informado del proceso histórico -político peruano y local; y por eso señala introductoriamente que hay muchos puntos sobre el levantamiento de Zela y la independencia en cuestión: Que esta rebelión no sería el primer grito dado en Tacna; que los llamados emisarios de Zela no serían los que señaló Cuneo-Vidal; que no se habría izado la bandera rioplatense el tercer día del movimiento zelista.

En el libro que motiva este artículo, la tesis más demoledora sostiene que efectivamente Zela no leyó la noche del 20 de junio de 1811 el Manifiesto que con muchos detalles escribió Rómulo Cúneo-Vidal en su libro “Historia de las insurrecciones de Tacna por la Independencia del Perú 1811-1813”.

Este libro se constituyó en un referente fundamental y obligatorio para los investigadores e historiadores nacionales y extranjeros interesados en la rebelión de Zela. (Seiner). Y cuando uno revisa la producción historiográfica local sucede lo mismo; está presente puntualmente en los libros de Fortunato Zora, Nilo Rueda y Luis Cavagnaro.

Sin ser especialista en el tema y menos de la materia histórica, Fredi Quispe examinó en forma acuciosa las fuentes utilizadas por Cúneo-Vidal y luego de realizar una comparación con el Manifiesto original que se conserva en el Archivo General de la Nación Argentina, encontró que el contenido textual publicado por historiador ariqueño difería en algunos aspectos del primero.

El documento en cuestión fue dado por el Dr. Juan José Castelli y se titulaba “Sobre el derecho y la necesidad en que nos hallamos de hacer una formal declaración de guerra al Ejército de Lima, en las inmediaciones del abismo de los tiranos”. Pero ¿cuáles son los argumentos que presenta Fredi Quispe al respecto?. Ateniéndose al documento manuscrito original (y certificado por el Archivo General de la Nación de Argentina) señala que Castelli suscribió el mencionado Manifiesto el día 18 de junio y no el 13 de este mes como aparece en el libro de Cúneo-Vidal. De ello se colige que no resulta posible que se haya leído la noche del 20 de junio; debido a que desde el cuartel general (Alto Perú-Huaqui) -en donde hallaba el jefe patriota Castelli- y la ciudad Tacna, mediaban 5 ó 6 días más o menos por el servicio de comunicaciones de la época. Por ello siendo así el Manifiesto recién habría llegado a manos de Zela los días 23 ò 24 de junio. Añade también que el Manifiesto en cuestión no fue suscrito en La Paz, como escribió Cúneo-Vidal sino en Huaqui. Además a criterio del autor el escritor ariqueño habría añadido la frase “Pueblo de Tacna”, que no aparece en el original, para dar a entender que el líder Castelli dio una direccionalidad al movimiento de Zela. Esto, realmente creyeron algunos estudiosos locales como Luis Cavagnaro cuando en su libro “Zela, el adalid de la libertad” (2008) señala: “En el referido documento había una directa exhortación a los tacneños”. En realidad esta frase no fue escrita por Castelli.

En conclusión sostiene Fredi Quispe: “El manifiesto o proclama que se dice que Zela leyó el 20 de junio de 1811 parece que nunca existió en sus manos esa noche, tampoco pudo haberse leído. Lo que se conoce como proclama o manifiesto de Tacna, es un documento fraguado, resulta que estamos ante una de las grandes estafas de la Historia de Tacna”.

Para los entendidos del periodo histórico, lo escrito por Fredi Quispe no es totalmente revelador, pues ya en 1956 Julio Cesar Chávez en su libro titulado “Castelli, el adalid de Mayo” (Edit. Leviatán; Buenos Aires) señaló que el Manifiesto en referencia se firmó en Huaqui el 18 de junio de 1811. Igualmente, en nuestro país, Rubén Vargas Ugarte, fue escéptico en su monumental Historia general del Perú al señalar “Menos probable nos parece que llegara a la villa regada por el Caplina la segunda Proclama del jefe argentino, suscrita casi en vísperas de la batalla de Guaqui, el 13 de junio de 1811” (Edit. Milla Batres; Lima; 3era Edic.1981).Aunque éste usando los datos de Cúneo-Vidal sostuviera la fecha antedicha como verdad.

En realidad el autor presenta muchos cuestionamientos más, pero para quienes venimos trabajando la materia histórica desde una perspectiva crítica, señalamos que hay un conjunto de interrogantes que guían nuestra investigación del periodo – independencia- en la región y que ninguna publicación histórica ha dado respuesta al presente, a saber: ¿Cuáles son los impactos provocados por las reformas borbónicas en la estructura económica-social de la región?, ¿cuáles son los impactos provocados en la estructura sociopolítica?, ¿cuáles son los móviles de los comportamientos y la participación que los sectores sociales?, ¿cuáles sus correlatos en la inmediata coyuntura? entre otros.

Una respuesta aproximativa al relato pretendidamente objetivo, desde las vertientes positivistas como señalaba adscribirse Cúneo-Vidal, y como Oscar Panty clasifica también a este autor en su libro “Tendencias historiográficas en el Sur del Perú” es que faltó un mayor rigor en el examen de fuentes, y que el discurso con que fue escrito la obra de Cúneo Vidal y muchos historiadores del siglo antepasado como dice Basadre “exhibieron la tendencia a dar colorido a la narración impregnándolas de cierto lirismo subjetivo” (Siener)

Además, el propio Cuneo Vidal se encargó de señalar en la introducción a su “Historia de los antiguos cacicazgos hereditarios del sur del Perú” (Vol. II ,Obras completas) que se hace la historia nutriéndose del folclore, las costumbres e idealidades: ”Imponíase –escribe al referirse a este periodo- desde luego, la conveniencia de estudiarla y clasificarla, de una vez por todas, en una forma allegada a los cánones de la historiografía moderna, tomando en consideración sus tradiciones su folklore, las que fueron lenguas, costumbres, e idealidades de sus mayores, a mayor abundamiento de la documentación autorizada del Imperio y comienzos de la colonización castellana que se conserva en los archivos del Perú y de España”. Hoy, como sabemos, la reconstrucción histórica se diferencia sustancialmente de otras narraciones como la folclórica y antropológica sin negar que pertenecen al núcleo de las ciencias sociales y humanidades.

Estas consideraciones no niegan en absoluto los inmensos aportes de la obra portentosa de Cúneo-Vidal al conocimiento de la historia regional y nacional, y que seguramente junto a otras contribuciones darán una imagen más aproximada de la historia de Tacna y el país.